La Ley de la Vida
Iroh caminaba sonriendo por las calles de Ba Sing Sen, era una hermosa mañana y al parecer el día entero sería un buen día, ideal para caminar y dar un buen paseo por el campo y estar alegre todo el día.
Pero en este día había algo que tenía que atender con apremio
- ¿a donde vas Tío?
- ¡Ah, Zuko!, no te preocupes, tengo algo que hacer- trato por todos los medios de tranquilizar a su sobrino, quien ya sabía a donde se dirigía.
- ¿seguro que estarás bien?- insistió Zuko quien comenzó a caminar al lado de su tío.
- estoy seguro, tu solo encárgate de la tienda de té y trata de no matar a los clientes- sonrió el viejo mientras colocaba una mano en el hombro de Zuko para despejar los temores del muchacho.
- solo… cuídate tío- Zuko dio media vuelta y camino rápidamente al negocio.
- claro que si hijo, claro que si
Compro unas velas, algunas varas de incienso y cuando se disponía a comprar la canasta para llevar las cosas, un pequeño niño comenzó a llorar amargamente, no estaba seguro por que era que el niño lloraba, pero el llanto le sonó familiar
- mi valiente guerrero ya ha regresado…- iroh tomo una lira y comenzó a cantar para el niño para que dejara de llorar, pronto el efecto de la música se hizo presente y el niño comenzó a poner atención a Iroh quien estaba maravillado con el niñito- deja de llorar pequeñito, seguro a tu mamá no le gusta verte llorar de ese modo- suspiro
El niño le jalo la barba y comenzó a reírse con la más angelical de las risas, Iroh sonrió y salio de aquel lugar, con una gran satisfacción.
…aunque en el fondo sufría horriblemente…
Camino un rato por las calles hasta llegar al gran muro, salio sin ningún problema y se dirigió a una colina que estaba a unos kilómetros de ahí, desde la cual se podía ver la ciudad completa.
Caminaba pensativo y cabizbajo hasta que llego a ese lugar… el sitio que tanto dolor le traía… respiro profundamente y se acerco hasta el árbol que el mismo había plantado, estaba ya muy grande, seguramente las condiciones eran favorables para el desarrollo de aquel árbol.
Se arrodillo frente a él, saco lo que llevaba en la canasta, una cajita, un mantel, las velas y prendió los inciensos… monto un pequeño altar en la base del árbol… pero entre todo eso, extendió un pergamino con una imagen, suspiro tristemente y dijo…
- ¡feliz cumpleaños hijo mío!- Iroh comenzó a llorar amargamente mientras cantaba la misma canción que le había dedicado al niño.
Ese lugar era la tumba invisible de Lu Ten, único hijo de Iroh.
Había sido un hijo muy deseado… amado desde el momento que fue concebido, esperado durante los nueve meses del embarazo de su difunta esposa, criado con esmero y nutrido con el mayor de los amores.
Simplemente Lu Ten, era el reflejo del amor que Iroh sentía por la vida… pero la vida de su hijo había desaparecido hacía ya casi diez tormentosos años, durante el fallido asedio a la ciudad de Ba Sing Sen.
Ahora, trataba por todos los medios de sobrellevar su dolor… aunque no era su hijo, si no su sobrino, Iroh cuidaba con el mismo esmero y amor, tratando por todos los medios que Zuko no sufriera el mismo destino que Lu Ten…
Lloro por un largo rato, hasta que se decidió a regresar a la ciudad. Guardo todo en la cesta y emprendió la caminata a Ba Sing Sen.
- ¡tío Iroh!, ¡por fin regresas, ya me tenías preocupado!- Zuko corrió para alcanzar a su tío quien estaba visiblemente cansado.
- no te preocupes Zuko, estoy bien- sonrió, pero sus ojos delataban que había llorado.
- ¿sabes algo? ¡No te creo!- le contesto Zuko, pero decidió sonreír para evitar un dolor más grande a su tío.
- tranquilo HIJO, tranquilo- esta vez sonrió abiertamente pero noto un extraño olor en el aire.
- ¿Zuko?... ¿Qué huele tan…?
- ¡Rayos!- grito Zuko mientras corría alarmado hasta la cocina mientras se dejaba escuchar alguna que otra maldición al ver la cena completamente quemada.
- jajajaja- reía Iroh al tiempo que guardaba la canasta en un lugar seguro- si te vuelvo a dejar solo, ¡hasta el agua se te va a quemar hijo!
- ja… ja… ¡síguete riendo Tío!... ¡tu síguete riendo!...- contesto sarcástico, pero sabía que era verdad, era muy pero muy malo en la cocina.
Iroh se retiro a su habitación a descansar un poco mientras Zuko arreglaba el desastre en la cocina
- es cierto que mi hijo murió… pero también es cierto que gane otro desde el día que nació Zuko… el ahora es más mi hijo que de Ozai y eso es un motivo para vivir… es cierto que la ley de la vida es que los padres mueran y los hijos los entierren, y que ningún padre debe enterrar a un hijo, pero cuando hay otro hijo por el cual se debe vivir… la vida se hace más valiosa y se debe vivir por él- suspiro- ¡te amo hijito mío!... algún día nos volveremos a ver…- con ese pensamiento Iroh se acostó en su futón… recuerdos de su hijo Lu Ten y Zuko jugando en los campos de la nación del fuego lo mantuvieron despierto hasta que el cansancio lo venció… aquella noche soñaría con sus dos hijos…
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En memoria
Luís Reyes Acosta
1975-1976
Amado Hijo, Hermano y Tío
Tío… mi corazón late de alegría todos los días por que se que desde el cielo nos estas cuidando… ¡algún día nos veremos donde quiera que estés!
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Bueno, es mi tercer fanfic, es un drabble, pero necesitaba angustiosamente escribir esto… verán, mi tío murió hace ya muchos años, era el más amado de los hijos de mis abuelos maternos, todo mundo lo adoraba y era el preferido de sus hermanos y de mi madre…
Un día, la enfermedad que lo mantenía con la vida en un hilo, comenzó a debilitarlo, fue un tormento espantoso y cuando murió siendo aun un bebe muy pequeñito, la tristeza, la oscuridad y la agonía se apoderaron de los corazones de todos… incluso del mío.
Cinco años después nací yo y me llamaron Lucía, 15 años después nació mi hermanita adorada a la que le pusieron por nombre Tzilini y 3 años después nació un niñito, mi hermanito al cual llamaron Luís, mi hermana Tzilini y mi hermano Luís son la luz de mi casa y el bálsamo del dolor de mis abuelos…
Tengo muchos primos y también varios sobrinos… pero lo curioso es que todo mundo prefiere a Luís…
El es ahora el motivo de vida de muchos corazones que estaban heridos…
Esas heridas sanaran….
Pero nunca olvidaremos a mi Tío…
