Disclaimer— Kagerou Project no me pertenece, es propiedad de Jin (Shizen no Teki-P) mas Yuka Kano es de mí creación.
Nota— Tenía ganas de escribir sobre esta familia uvu y este es un headcanon que me derretía desde 2013(?); en fin, ¡disfruten la lectura!
Por cierto, se vienen fics navideños, pero sssh...¡es un secreto!
Crisis familiar
I. — Capítulo único
— ¡Shuuya, si no apareces aquí en cinco minutos te juro que te romperé lo poco que tienes de cara!
Esa era la quinta vez que la peliverde hacía retumbar la habitación con la misma amenaza. Sus ojos azabaches, severos y cansados, repasaban las dos habitaciones y el pasillo desde donde podía dignarse a aparecer el rubio. Permanecía parada en la entrada principal del hogar, cargando con una diminuta mochila rosada.
— ¡No puedes obligarme! ¡nadie va a secuestrar a mi pequeña! — lloriqueó de vuelta. La adulta escuchó como una puerta se cerraba de un portazo y era cerrada con pestillo.
Suspiró, sin saber si se encontraba enternecida por la situación o enojada por como su esposo osaba arruinar el primer día de clases de su hija. Dejó la mochila en un perchero al lado de la puerta y trató de calmarse y sonreír.
Debía admitirlo. Para ella también era difícil dejarla ir...aunque sea sólo por media tarde.
Se detuvo frente al umbral de la habitación de su niña y sacó su llave para desbloquear la puerta.
— Shuuya — habló con suavidad —, sólo serán unas horas.
— Yuka no quiere ir, ¿verdad cielito? — abrazó a la nombrada, apretándola contra su pecho.
— ¡Papi do me deja despidad!
La adulta rió. Entró y se sentó en la cama, tomando la mano del rubio, el cual no le dirigió la palabra. Se concentraba en su pequeña, repasando cada detalle de su sonriente carita, sus labios rosados, su diminuta nariz, sus ojitos miel; los bellísimos hoyuelos que se le marcaban al reír.
Acarició su cabello rubio beige, brillante y lacio, como el de su amada. Le dio un beso en la frente, y la dejó en el suelo. Al instante, se escucharon revoltosos pasitos dirigiéndose hasta la entrada.
Agachó la cabeza, soltando un bufido.
— ¿Y si le pasa algo, Tsubomi? ¿y si se cae y se lastima la rodilla? ¿o si algún niño le contagia algo?
Le miró con cariño, y depositó un beso en sus labios.
— Todo va a estar bien, Shuuya. Se divertirá y conocerá amigos — corrió un mechón de pelo de su frente —, después, ambos iremos por ella y compraremos unos helados, ¿sí?
Él hizo un puchero, plantando su dedo meñique frente a ella.
— ¿Promesa de garrita?
Ésta sonrió ampliamente, ofreciéndole el suyo.
— Promesa de garrita.
El rubio se levantó, satisfecho. Salió de la habitación para poder reunirse con su hijita.
— Y, por la noche, te daré una noticia muy importante — dijo, para sí misma.
La chica acarició su vientre suavemente y suspiró.
— Ojalá Shuuya no me obligue a golpearlo si esto vuelve a suceder.
