1. El Pequeño Tom


Ser compañeros de piso implicaba muchas cosas. Para Hermione el respeto a la casa era primordial, no le gustaba que a su hogar entrara cualquier persona, y menos desconocidos, así que si su compañero traía a cualquiera que tuviera malas pintas de inmediato seria reprendido por el propietario.

Por supuesto, Tom era demasiado respetuoso, siempre llegaba temprano y nunca armaba un desorden que pusiera de los nervios a la perfeccionista de Hermione. De hecho, no se podía pedir mejor compañero de piso, era tan educado y guapo que a su vez encantaba a Hermione, tanto que se había ganado el cariño de este de una forma sorprendentemente rápida.

A veces Hermione llegaba tarde a casa, cuando esto sucedía Tom la esperaba despierto recostado en el sofá, mirando alguna película de mala calidad junto a una taza de chocolate caliente, este al entrar esperaba no hacer enojar a su compañero, pero al contrario, Tom le sonreía de oreja a oreja, mostrando sus llamativos dientes .

Hermione estaba tan satisfecho con su compañero que nunca se detenía a pensar en que llegaría el día en que él se tendría que marchar, esos pensamientos prefería ignorarlos y hacer como que todo estaba perfectamente bien.

Ya era tarde y Hermione estaba más que cansado luego de haber llegado del trabajo. Mirando la televisión estaba que cerraba sus pequeños ojos, la visión se le estaba nublando y los ruidos ya los oía distorsionados. Una fuerte mano presiono su hombro haciéndolo reaccionar, ella sabía que era Tom así que solo murmuro un "hola" y volvió a intentar prestarle atención al programa que estaban mostrando.

- Espero y encuentren al responsable, ya uno no puede vivir en paz. – soltó Tom a su lado.

El muchacho decía aquello puesto que estaban dando una noticia sobre unas personas asesinadas cerca de un rio, Hermione no parecía tan interesada porque para ser sinceros últimamente siempre daban ese tipo de reportajes casi todos los días, quizá su sensibilidad se estaba esfumando por culpa de los medios masivos, estaba incluso sintiéndose un poco culpable por no lamentarlo como si lo hacia Tom, que fruncía el ceño y miraba la televisión con una expresión extraña.

- Siempre se salen con la suya, ya no espero nada. – murmuro adormilada Hermione.

Su compañero lo miro curioso, pero todo fue momentáneo, ya que luego de unos minutos Tom también sentía pesados los parpados y no pudo evitar apoyar su mejilla en el hombro de la dueña de la casa. Hermione no veía nada raro en aquella acción, es más, le daba un poco de ternura, el menor era bastante adorable y afectuoso, al contrario de ella que pocas veces demostraba sus sentimientos.

- Hermione, ¿podríamos ver algo más divertido? – susurro Tom haciendo un puchero.

- Claro, puedes ver lo que quieras.

Entregando el control remoto, Hermione se estiro en el sillón y dejo que su compañero comenzara a cambiar los canales buscando algo que fuera de su gusto. Cuando Tom encontró una película que más o menos le llamo la atención, Hermione comenzó a cerrar sus ojos y dejo descansar sus pequeñas manos en su vientre.

Tom se emocionaba cuando daban películas de horror en la televisión, le producía la misma sensación de calidez que le produciría a cualquiera ver una película de amor. Aunque claro, le asqueaban las películas del género romántico.

Transcurriendo algunos días, en las noticias seguían saliendo los típicos reportajes de asesinatos sin un culpable. Hermione de verdad presentaría una queja para que comenzaran a mostrar cosas más felices. Pero Tom siempre parecía interesado en esas cosas, para luego cambiar de canal y mirar alguna película de esas terriblemente asquerosas.

Una noche donde los dos se hallaban sentados frente al televisor mientras afuera la lluvia resonaba con fuerza, Tom comenzó a comportarse de una forma muy rara pensó Hermione. Si, ella adoraba al menor, era respetuoso y encantador, pero sus rarezas cada día parecían aumentar, y no eran ese tipo de rarezas donde dices, "mi compañero está enamorado de una personaje anime, ama el furry y postea memes sin sentido", ojala fuese ese tipo, pero Tom era diferente.

El chico cada día al mirar películas de horror comenzaba a sonreír como un bobo enamorado, no parecía perturbarse con las escenas grotescas, de hecho, Hermione se sentía estúpido tapándose los ojos cada vez que algún protagonista moría asesinado brutalmente por el loco del pueblo.

- Estas cosas son tan estúpidas. – soltó Tom reprimiendo una risita.

- No se cómo te gustan.

Tom le sonrió a Hermione de una forma distinta, o eso pensaba Hermione, pero de hacía tiempo que el menor había comenzado a mostrar un raro comportamiento que de a poco estaba empezando a espantar a la de más baja estatura.

Todo había comenzado de una forma sutil, Tom se mostraba más cariñoso de la nada, siempre preguntando si Hermione necesitaba algo, que si tenía hambre, que si tenía frio.

Lo raro no era eso, lo raro era como Tom repudiaba a la especie humana en general, como Hermione había notado que el adorable menor no era tan adorable con el resto. A todos los trataba como seres inferiores, siempre mostrándose superior sin temer al que dirán. Su egocentrismo era tremendo y Hermione lo podía entender, después de todo el muchacho era perfecto, pero lo que no entendía era como detrás de tanta dulzura podía existir un pequeño monstruito de doble cara.

Era sábado por la noche cuando Hermione quiso descansar en su sillón mirando alguna película de comedia. Como siempre Tom se sentó a su lado apoyándose en el como si fuese su almohada. Todo bien, excelente, si no fuera porque Tom estaba acariciando los muslos de Hermione peligrosamente cerca de una parte muy sensible.

Por miedo a parecer grave no dijo nada, quizá el chico estaba haciéndolo inconscientemente y no quería hacerlo avergonzar, después de todo ¿Qué era un simple toque en los muslos?, nada, así que Hermione suspiro e intento concentrarse en la película.

Unos minutos más tarde Tom ya había subido un poco la mano, y necesariamente no estaba en los muslos, estaba en otro sitio bastante distinto.

Hermione dio un leve respingo y abriendo sus ojos de par en par observo asustada a su compañero, quien en un trance comenzaba a acariciar sobre los pantalones descaradamente a su mayor.

- ¿Qué haces Tom? – pregunto con un hilo de voz Hermione.

No recibió respuesta alguna, pero Tom retiro su mano y volvió a sonreír angelicalmente como si nada hubiese sucedido. No le quedo de otra que ignorarlo.

En el trabajo a Hermione no le estaba yendo muy bien para colmo, suficiente tenía con el raro de Tom para que ahora el jefe anduviera igual de raro que su compañero.

Al llegar a casa se sentía inseguro, como si no tuviese donde escapar, como si en el trabajo y en su casa conviviera con gente que pareciera haber nacido para molestarle.

Sirviéndose su almuerzo en silencio no vio como Tom se sentó a su lado mirándolo con aquellos tiernos ojos amorosos. Daba igual de todas formas, su compañero le daba miedo.

- ¿Por qué esa cara? – pegunto el menor un tanto curioso.

- Por nada.

- ¿paso algo en el trabajo? – siguió insistiendo su compañero.

- No, nada.

Tom sonrió nuevamente de esa forma que tanto asustaba a Hermione. Comenzando a tararear una rara canción observo como Hermione terminaba su almuerzo, y quizá de la forma en que lo hacía no era normal, pero a Hermione no le quedaba de otra que aguantar, no podía reprender a su compañero, aparte de tener aquella sensación de frio cuando estaba junto a él, sentía que no podía hacer nada, después de todo aun quería demasiado al menor.

- Me gusta tu cara cuando sonríes, te ves más atractiva.

Frases como esa hacían que a Hermione se le pusiera la piel de gallina.

Pasando los días tuvo que averiguar un poco más sobre su compañero, prestándole un poco más de atención, notando cosas que antes no había hecho, sintiéndose estúpida por dejar entrar a su vida al menor. A Tom le tenían mucho aprecio en su familia, aun lo esperaban con las puertas abiertas, prácticamente le tenían un pequeño santuario en la casa, pero a Tom le apestaba su familia, esa casa solo era un lugar de descanso, nada del otro mundo. También Hermione se enteró de que Tom ingería algunas drogas antes de acostarse, ella nunca se fijó en esos detalles pues estaba siempre demasiado cansado para darse cuenta.

Las cosas en el trabajo habían empeorado, su jefe parecía tenerle manía, menospreciaba todo lo que Hermione hacia y lo sobrecargaba con encargos.

Volviendo a su hogar una noche lluviosa, Tom se encontraba en la cocina comiendo helado, estaba un poco perdido en sus pensamientos así que se sobresaltó cuando vio a Hermione entrar cabizbaja.

A Tom nunca le fue fácil entender los sentimientos del resto, pero con Hermione era diferente, el admiraba a Hermione y siempre lo haría, nadie lo entendía como lo hacía el.

- ¿ocurre algo Mione? – Tom abrió sus ojos como un pequeño cachorro asustado.

- Nada Tom, y hola, ¿Cómo puedes estar comiendo helado? – pregunto Hermione sentándose en el sillón como siempre lo hacía.

- El helado es un alimento como todos, se puede comer cuando se tiene hambre y yo tengo hambre.

Tom se sentó al lado de su mayor, parecía un poco más dócil, así que Hermione se relajó un poco reposando su cabeza en el respaldo, mirando como siempre las trágicas noticias que pasaban por la televisión.

Así pasaron unos minutos hasta que Tom volvió a hablar, captando la atención de Hermione inmediatamente.

- Mione, no te siento bien como siempre. – Tom no mostraba expresión alguna, pero su intento de ayudar a Hermione era admirable.

- Estoy bien Tom, no pasa nada.

- Hermione, si algo ocurre en tu trabajo no dudes en decirlo, me encargare de quien te moleste.

El tono que uso Tom para decir lo último fue algo escalofriante, Hermione se estaba acostumbrando un poco al extraño comportamiento de su compañero, pero mentiría si no dijera que le asustaba.

- Te lo diré, no te preocupes...

- No me preocupo, es solo que me gusta verte feliz, eres hermosa cuando luces feliz.

Tom estaba peligrosamente cerca, y claro, Hermione no era de acero, al tener a alguien tan guapo a su lado su corazón se volvía loco, pero pues claro, Tom daba un poco de miedo y eso mataba la atmosfera.

- Tom, deberías ir a dormir. – susurro nervioso Hermione.

- Pero no quiero.

El menor se sentó a horcajadas encima de su querida Hermione, sonriendo de una forma dulce, haciendo que Hermione comenzara a tiritar nerviosa. Sin saber qué hacer con sus manos, Hermione comenzó a mirar hacia cualquier sitio menos a Tom.

Su compañero se acercó a su cuello, lamiéndolo sensualmente, removiéndose excitado. Hermione soltó un gemido avergonzándose de sí mismo, Tom sonreía satisfecho, acariciándole el pecho, respirando desigualmente.

- Hare lo que sea por ti, Hermione. – murmuro Tom, atacando los suaves labios de su mayor, comenzando a jugar con la lengua de esta, haciéndola gemir de placer.

- ¿lo que sea? – susurro Hermione entre los besos.

- Lo que sea.

- No digas eso, no está bien.

Tom sonrió y con ternura acaricio los cabellos de Hermione, demasiado contento de estar tan cerca de su mayor.

Tres días después el jefe de Hermione fue hallado muerto cerca de un rio, como siempre, sin hallar un culpable.