Advertencias: Los personajes no me pertenecen, son enteramente de su creador, Kishimoto San, solo los alquilo por horas para quitarme el estrés, nada mas.

Espero que disfrutéis del cap.

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Angéles caídos, demonios levantados.

Capítulo uno: Encuentro.

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La mayoría de las veces, cuando alzamos la vista al cielo, fantaseamos con criaturas aladas de belleza extrema y dulce personalidad o simplemente comprobamos, cual hombre del tiempo, si va a llover o si las nubes tienen forma de algo o no.

Cuando Iruka miraba al cielo lo hacía con una absoluta cara de desagrado.

Su antiguo hogar era ahora un sitio de lo mas aburrido... a él le encantaba la tierra... con ese ejercito de pequeños seres tan asustados de sí mismos y sus posibilidades, tan perdidos … tan manipulables y con unas almas tan jugosas...

Se le hizo la boca agua solo de pensarlo, pero algo captó su atención lo suficiente como para perder el hilo de sus pensamientos. Al otro lado de la calle alguien más había notado su presencia... Sus ojos azules estaban abiertos hasta el límite mientras un sudor frío le empapaba la ropa y una mueca de absoluto terror se dibujaba en su rostro.

Iruka ladeó la cabeza y le dedicó una hermosa sonrisa, mientras alzaba la mano derecha y saludaba al rubio de la otra acera... el que estaba a punto de mearse en los pantalones solo por haberlo visto.

Naruto tragó saliva y retrocedió hasta la pared cercana, donde se apoyó lo suficiente como para no caerse de la impresión. Le habían hablado de él, le habían advertido que hacer si se lo encontraba, pero nadie le había dicho que su presencia era tan imponente y poderosa. Lo suficiente como para que alguien como él, un arcángel, estuviera a punto de arrodillarse, suplicarle clemencia y absoluta obediencia entre copiosas lágrimas.

Andó hasta el borde de la acera y se detuvo mirando a ambos lados esperando su turno para cruzar sin perder de vista al rubito, que seguía petrificado de miedo en el sitio.

– Vaya...- dijo cantando - ¿Quién se ha dejado la jaula abierta para que se escape el pajarito?

- N-no te a- acerques a m-mi... demonio – consiguió articular ente lágrimas- ya no eres uno de los nuestros...

Iruka alargó el brazo y le ayudó a ponerse de pie. Fingió limpiar su camisa sin perder la sonrisa.

Los siguientes segundos se hicieron eternos para el rubio. Iruka parecía disfrutar con el contacto ya que no dejaba de sonreír. Se dio cuenta de que sus ojos eran completamente negros, sin la parte blanca que deberían tener y que su sonrisa era demasiado siniestra para ser de felicidad.

- Naruto, Naruto, Narutín...- su voz sonaba como si cantara cada palabra... exageró los gestos con la mano- me parece que te enseñé a que no hay que ser grosero con los demás – se dio la vuelta en un saltito para mostrarle sus alas, imponentes y de un blanco cegador. Su cabello pasó también de negro a castaño y sus ojos volvieron a ser los que Naruto recordaba – Sigo siendo yo... es solo que ahora soy mi propio jefe – se carcajeó ante la ocurrencia y regresó su atención al rubio arcángel que seguía tratando de mantenerse digno a pesar de que tenía la sensación de que podía aplastarle como una bola de plastilina en la mano de un niño... el menor se dio cuenta de que el contacto también era cálido, justo como lo recordaba...

Ese también era uno de sus poderes... podía hacer sucumbir a cualquiera... Naruto tragó saliva y cerró los ojos en un vano intento por alejarse de Iruka, de su embrujo que lo atraía mas y mas a su lado. Un grito al otro lado de la calle hizo que los dos miraran en la misma dirección

Iruka chistó fastidiado. Le hubiese gustado divertirse un poco mas con el pequeñín, pero no todo estaba perdido... El nuevo jugador también era interesante y más listo que el rubio, ya que se quedó lo suficientemente alejado de la pareja como para mantener la cordura consigo.

– Deja a Naruto, demonio – escupió el morenito desde la mitad de la carretera.

El tiempo se detuvo unos segundos y el susurro de Sasuke cruzó la calle hasta ser escuchado por los otros dos. Iruka extendió sus alas que sisearon levemente antes de volver a encogerse sobre la espalda de su propietario como si tuvieran vida propia e independiente.

Solo faltaba un jugador para que el juego diera comienzo...

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Fin del cap .