Kamui está viva ;w;
Primero que nada, Bianchi-san (bianchixgokudera25)... Otanjoubi omedeto gozaimasu! ───O(≧∇≦)O────
No tengo que decirte que eres una persona súper especial para mí, lo sabes :) Muchas gracias por apoyarme siempre y por dame ánimos cuando los necesito! Te quiero, mi mega camarada 3
Y como hoy es tu cumpleaños (que todo el mundo se entere) aquí está tu regalo, que tendrá más de un cap ;)
+Parejas: D18 y R27
+Advertencias: AU. Yaoi. Quizás futuro lemon.
+IN DEATH LOVERS+
Capítulo I
El encuentro
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Las paredes empalagosamente blancas le hacían sentirse aún más solo de lo que ya estaba, era como estar en un eterno vacío blanco, un espacio si sentido, sin escape, sin fin. Pero más que nada, anhelaba una cosa sobre todas las demás; no su libertad, no concluir sus sueños, no vengarse, no regresar en el tiempo... Tan sólo ver una vez más esos ojos fríos que tanto había aprendido a amar, esos que le enseñaron que a veces morir era mejor que estar vivo.
-[+]-
-6 meses antes-
Caminó apresuradamente por los pasillos, buscando el salón 18, con la adrenalina agitando todos sus sentidos y pensando que, a pesar de todo, ahora podía considerarse como uno de los hombres más dichosos del mundo.
―Actúa natural, Di ―se decía―. No actúes como si fuera tu primera clase, no cuando estás en Namimori Gakuen.
Namimori Gakuen, la universidad paradisiaca "mataría-por-estar-ahí" por la que cualquier docente vendería su alma al peor de los demonios con tal de prestarle sus servicios. Y no se debía precisamente al ridículamente jugoso sueldo, ni a las desmesuradas prestaciones, ni a las amplias y bellas instalaciones, ni al avanzado equipo tecnológico, ni al prestigio de dicha institución; todos esos eran extras. Lo que hacía tan gloriosa a esa universidad era su simple y maravillosamente alucinante decálogo disciplinario: "Nunca, bajo ninguna circunstancia, se le permite a los alumnos faltarle al respeto a sus compañeros, maestros, prefectos, director, o instalaciones". Y la mejor parte del asunto: Todos los alumnos, sin excepción alguna, lo respetaban. Para cualquier profesor era simplemente un paraíso escolar. Pero Dino Cavallone tenía una definición más sencilla de dicha institución: "Mi nuevo empleo".
―Parece un sueño... ―Miró el desordenado folder negro entre sus manos y leyó el título gravado en letras doradas, "Cavallone-sensei, salón 18".
Había pasado por tantos años de no lograr nada bueno en su vida tras abandonar la casa de su padre cuando se negó a formar parte del oscuro trabajo de la familia, que francamente ya había perdido la esperanza. Incluso, cuando al fin tuvo dinero suficiente para comenzar una carrera, sus compañeros se encargaron de convertir su estancia escolar en un infierno. Fue entonces que se le ocurrió pedir un intercambio (un escape, en realidad). El destino de su viaje era lo que menos le importaba y, así, terminó llegando a Japón. Ahí fue que escuchó de esa gloriosa universidad, a la que obviamente no fue enviado, no cuando apenas cumplía con el promedio y perfil mínimo para realizar el intercambio. Y desde entonces se su vida giró en torno a ganarse un puesto en esa rigurosa institución. Terminó la carrera de docencia en idiomas, aprendió inglés y japonés a un nivel excepcional y, de la nada, había llegado a su casa la carta de aceptación y su contrato firmado por el director de Namimori Gakuen.
Ese día había llorado y, de sólo recordarlo, se le humedecían los ojos de nuevo.
Meneó la cabeza en busca de recuperar la concentración. Estar al fin frente a la puerta de su ahora aula de clases era ya mucho pedir. Fijó su vista en esa placa con el número 18 visualizando el interior antes de siquiera mirar dentro. Apretó los puños con decisión y giró la perilla dando el primer paso con una sonrisa de comercial y un brillo singular en los ojos... Para luego caer espectacularmente al pisar sus agujetas desabrochadas.
No se escuchó nada por los siguientes asfixiantes 30 segundos, en los que se quedó inmóvil en el suelo viendo su vida pasar frente a él. Al fin, se levantó torpemente recogiendo sus cosas y reajustando sus lentes con evidente nerviosismo.
―L-Lamento mucho mi llamativa entrada ―quiso bromear, pero se quedó estático ante las miradas casi ausentes de los estudiantes. Nadie dijo una palabra, nadie intentó reprimir una risa, nadie se movió de su sitio―. Eh... ―Se volvió al pizarrón para anotar su nombre―. M-Mi nombre es Dino Cavallone, soy su nuevo maestro de Inglés. ―Sonrió de nuevo al comprobar que estaban vivos cuando les echó un segundo vistazo―. Me alegra mucho estar con ustedes el día de hoy, así que hagamos del semestre uno que valga la pena recordar.
Siempre había querido decir eso, estar frente a su grupo y decirles lo mucho que apreciaba dar clases.
―Qué tontería...
Una voz grave interrumpió su momento utópico regresándolo a la cruel realidad que conocía: Nada nunca será fácil.
―Perdón, ¿quién dijo eso?
De nuevo, nadie mostraba señales de vida, todos lo miraban atentamente como si el comentario hubiera pasado desapercibido, sin importancia.
―¿Y bien? ―Alzó una ceja y, al fin, algunos reaccionaron mirándose entre ellos sin comprender muy bien el asunto.
―Dije que es una tontería ―repitió la misma persona que había hablado antes―. ¿Tienes algún problema con eso?
Dino giró su cabeza 90 grados a la izquierda, donde estaba su escritorio, y entonces lo vio. Sentado sobre el mueble, estaba el mocoso insolente que había violado las estrictas y perfectas reglas de Namimori Gakuen.
―¿Disculpa? ―Era consciente que para ese momento tenía la completa atención de sus estudiantes, quienes lo miraban extrañados, como si le hablara a la enorme ventana junto al escritorio―. Primero que nada, hazme el favor de bajarte de ahí.
―¿O si no qué? ―La mirada fría del chico se clavó sobre la suya.
Dino quiso contestar, sólo que no sabía qué. Seguía con la intención de rebatirle, pero otro alumno intervino en su peculiar conversación.
―Sensei, ¿está bien?
―¿Eh? ―Dino se volvió y el nerviosismo regresó al ver que lo miraban como si estuviera enfermo, muy enfermo―. Sí, estoy bien, es sólo que... ―Cuando giró para mirar de nuevo a la oveja negra del grupo, dio un salto al ver que ahora estaba de pie a su lado en una cercanía casi intima al estar a escasos centímetros de él―. ¿Q-Qué haces?
―Hmm, entonces puedes verme.
―¿Qué dices? Claro que pudo verte ―Dino retrocedió unos pasos.
―Sensei, ¿quiere que abra una ventana? ―Una voz femenina lo llamó preocupada.
―Wao, esto será interesante ―Sonrió ladino el chico rebelde y, de un instante a otro, desapareció de la vista de Dino.
―¡¿EH?! ―Miró a los lados frenéticamente―. ¿A-A dónde se fue?
―¿Sensei? ―La mayoría de los alumnos empezaban a inquietarse.
Pero Dino estaba concentrado en encontrar al pequeño delincuente que se burlaba de él en su primer día de clases. Lo divisó recargado en la pared del fondo, detrás del resto de los alumnos.
―¡Ahí estás! ―Avanzó entre las filas de pupitres y rostros preocupados―. Deja de actuar como un niño y compórtate como un universitario. ―Intentó tomarlo de la muñeca, pero su mano... ¿Traspasó la del chico? ― Pero ¿qué...?
―"Hagamos del semestre uno que valga la pena recordar"... ―repitió con una sonrisa maliciosa, acortando nuevamente la distancia―, sensei ―estiró la corbata de Dino y estampó sus labios en los contrarios.
El tiempo se detuvo.
Dino abrió los ojos en par al sentir los labios fríos sobre los suyos. No iba a admitir que parte de su sorpresa era que ese sería su primer beso, pero sí estaba seguro que nunca recibiría uno más excéntrico que ese. Cuando el chico se alejó, el rostro de Dino estaba completamente ruborizado, ardiendo en llamas, y sus sentidos completamente paralizados.
―¿Sensei?
―¿Necesita ayuda, sensei?
"Sensei", "sensei", "sensei"...
Parpadeó, y el chico había desaparecido. Respiró con dificultad aflojando su corbata sin poder controlar la sensación inquietante que lo hacía temblar.
Ahora lo entendía.
―Lo siento. ―Se volvió con una sonrisa tan falsa como el pacífico ambiente de Namimori Gakuen―. No quise preocuparlos. ―Regresó al frente―. ¿Les parece si comenzamos las lecciones?
Nada nunca era fácil y, sin duda, ese sería un semestre que iba a recordar por el resto de su vida.
Bien, el primer capítulo es el de intrigas, en el siguiente revelaré el pasado completo de Dino y así iremos entendiendo poco a poco la situación actual y el porqué de la extraña aparición de Hibarin.
"Di" es como a veces me refiero a Dino, así que decidí usarlo como la abreviatura que él mismo le da a su nombre.
"In death lovers" se traduce a "amantes en la muerte", si lo traducen en traductor automático les dirá otra cosa porque la sintaxis usada es más inusual que decir "lover in death".
Una cosa más, para los que siguen Sayounara Zetsubo Hitman, no se preocupen, sigue activa, es sólo que no he tenido suficiente tiempo para escribir, pero estoy trabajando en el siguiente cap, les pido una disculpa y paciencia.
Bianchi-san, espero que este pequeño inicio te haya gustado, falta mucho ya que esta es una pequeña probadita de esta loca historia de enredos misterioso.
-Comentarios, sugerencias, críticas, opiniones, Reviews, son todas bienvenidas. OwO
