~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Escena ubicada en plena conquista de Zao Fu~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Baatar se acerca cuidadosamente hacia donde se encuentra Kuvira.
-No hablaré ahorita con Korra, no insistas. Ella sólo quiere convencerme para que me retire. Y los dos sabemos que eso no sucederá- Dice con tono y postura firme, manos atrás, barbilla en alto, mirando el gran afiche con las ciudades conquistadas. Su típica pose autoritaria. Solo queda un espacio vacío, Zao Fu y Ciudad República. No se dará por vencida hasta que se apodere de aquellas ciudades.
-Bueno, no tienes que hacerlo si tú no quieres.-Comenta Baatar.
Camina hacia donde está ella y deja atrás el escritorio que los separaba. La rodea, por detrás, la cintura y el abdomen con el brazo izquierdo. Quedando la cara de éste en el cuello de la mujer, eso no le molesta en lo absoluto, pero a la vez se sentía un poco incómoda por el momento.
-Creo que estás muy angustiada y estresada por la situación, ahorita no te preocupes por eso, debes relajarte un poco.-Le dice susurrando al oído.
De pronto su mano derecha se dirige lentamente hacia el botón del cuello de la camisa de Kuvira para proceder a desabrocharlo. Se siente la tensión y el deseo en el ambiente.
-Baatar, que no quiera hablar con el Avatar no significa que esté de humor para esto-Le dice en tono bajo y divertido volteándose para quedar cara a cara con el hombre. Aún con su brazo rodeándola.
-¿En serio? porque tú siempre estás de ánimo cuando de esto de trata-Dice Baatar bromeando, Kuvira sabe que es verdad, por eso esboza una risilla delatadora.
-Lo sé, pero no es el momento, estamos hasta el cuello de grava, en una carpa de metal, con todo un ejército afuera y puede que nos estén espiando. No daré un espectáculo gratuito para adultos, mucho menos con mi consentimiento.
A pesar de lo dicho, la Gran Unificadora besa a su prometido, rodando con sus brazos todo su cuello, mientras que con sus dos manos, éste la acerca con fuerza hacia su torso. Pero de pronto el beso se detiene por parte de ambos.
-A veces tú misma me tientas a desobedecerte.-Dice Baatar en un susurro.
-Más vale que no lo hagas-Responde sonriendo.-Quiero tomar un poco de aire.
Kuvira procede a caminar hacia la entrada de la carpa para salir de ella, pero Baatar no se resignará.
-No me retes.-Le advierte a la mujer, pero ésta no le hace caso.
Kuvira abre a medias la "puerta" de la carpa, tiene medio cuerpo fuera, mira hacia los lados y se asegura que están solos. De repente, antes que pueda salir de ésta, Baatar le agarra de la mano la jala hacia él haciendo que vuelva a entrar, lanzándola hacia su torso, dándole a entender que la desobedecerá en todos los sentidos. La expresión del rostro de la maestra metal es confusa, pero viendo el momento, pareciera que ya no le importara, en pocas palabras, se deja llevar. Baatar está frente a ella, mirándola fijamente y los dos saben lo que viene.
Él la empieza a besar apasionadamente e instantáneamente se les acelera la respiración a los dos, con sus musculosos brazos él se aferra a ella, mientras que ésta lo abraza fuertemente eliminando el poco espacio que quedaba entre ellos. Kuvira realiza el primer movimiento, les arranca los anteojos y los tira lejos, Baatar la sigue besando mientras le quita la armadura de metal, quedando sólo con la ropa que la cubre.
Ella realiza lo mismo a diferencia que prosigue quitándole la camisa dejando libre su marcado abdomen y dirigiéndolo a la cama. En estos últimos tres años ha mejorado considerablemente su aspecto físico, eso es una de las cosas que más le gusta de él, a parte de su distinguida inteligencia, el apoyo que le ha brindado y lo cariñoso que puede llegar a ser; el cambio repentino en su físico se volvió algo notable.
Él se acuesta sin soltarla aun besándola con pasión y ternura dejando que caiga sobre él, al mismo tiempo ella acaricia sus músculos, el cuello y el rostro. Baatar comienza a desabrocharle la camisa y ésta se la quita con facilidad colocándola a un lado. Al darse de nuevo un pequeño beso, él le deshace el moño se su cabello cayendo éste aún trenzado en la espalda de la mujer, se detiene y la admira contemplando su belleza.
-¿Alguna vez te he dicho lo loco que me vuelves cuando tienes esa peculiar trenza que hace resaltar tu belleza?-Le dice entre susurros mientras acaricia suavemente el rostro de ella haciendo que con cada roce se sonroje más.- Quizás todos conozcan a la imponente, intimidante, fuerte y decidida Gran Unificadora; pero yo sí sé quién es realmente ella, cosa que nadie conoce, la dulce, amable y sentimental que puede llegar a ser.
En ese momento ella se dio cuenta que todo eso no lo hacía por él, realmente esto era lo que quería, estar siempre con él. Pase lo que pase.
-Te amo Baatar. Gracias por siempre estar a mi lado cuando más lo necesito.-Le responde dándole un cálido beso.
-Yo te amo más, Kuvira.-Con sus palabras interrumpe el beso, pero apenas termina de pronunciarlas, prosiguen...
Los dos se encuentran tumbados en la cama, el brazo de Baatar rodea el cuello de Kuvira la cual posa su cabeza en el hombro de él y con todo su cuerpo recostado en éste, mientras lo abraza levemente. Sus ojos están cerrados, los dos piensan lo mismo; las veces que se veían en Zao Fu y las torpezas que cometían por la pena entre sí, él no podía ocultar su atracción por ella, ni ella su sonrojo. A pesar de que hayan sido muy buenos amigos desde que ella tenía ocho y él diez, siempre tenían ese efecto en el otro...
A ella le fascinaba su inteligencia, todas las historias que le leía en sus ratos libres. A él le era imposible no quedar atónito cuando la veía bailar y mientras cuidaba los alrededores de la casa. Con tan solo el hecho de intercambiar una mirada, era motivo para tener el resto del día feliz. Siempre tuvieron una conexión especial, solo que ninguno se atrevía como para solidificar algo entre ellos.
Ahora se tienen uno al otro, pero la situación ha cambiado radicalmente. Ya no están en casa, y lo único que les recuerda ese lugar, es la compañía que se dan mutuamente. Lo más cercano a la felicidad.
