Verano de Amistad
Disclaimer: Ao Haru Ride no me pertenece.
Lo que la despertó no fueron los truenos que provocaba aquella tormenta de verano, o que el viento azotaba fuertemente contra su ventana, ni siquiera el sueño del cual no recordaba ni una parte, no tampoco fue el despertador, lo que despertó a Futaba Yoshioka fue el duro impacto que dio su cara al chocar con el piso de madera lustrada de su habitación.
—Demonios, esta vez sí que me dolió. —pensó la pelirroja al sobarse la zona que más le dolía, mientras se ponía de pie.
Dio un pequeño salto cuando escucho el rugir de la tormenta acompañada del azote del viento, pero solamente porque estaba algo atontada por el golpe, se excusó. Salió de su habitación para ir al baño, a pesar de la preciosa lluvia, preciosa por el simple hecho de que hace unos días que no llovía, ella tenía calor, y para quitarse la traspiración y lo somnolienta que estaba.
—Es cierto, mamá se fue de viaje de negocios, tendré que cocinar. —recordó teniendo una gotita en la frente.
Ya al terminar de bañarse, salió de la tina, se secó y también secó su cabello pelirrojo, se envolvió con la toalla, luego se lavó los dientes. Estando de vuelta en su habitación se puso su ropa y se peinó, para nuevamente salir de su recamara, dirigiéndose a la cocina de la casa, es decir, tenía que desayunar algo.
— ¡Hola Futaba-chan! —escucho la alegre voz de Yuuri al atender su móvil.
—Ohayou, Yuuri. —dijo feliz la chica de ojos ámbar, mientras tanto se preparaba unas tostadas con mermelada.
— ¿Cómo estás? ¿Amaneciste bien? ¿Viste que fuerte esta la tormenta? —empezó a interrogar la chica al otro lado de la línea.
—Sí…etto...bien —dudo un poco ante esa respuesta. —¿Y tú Yuuri? —dijo al estar ya sentada en una de las sillas del comedor, con un plato lleno de tostadas con mermelada de fresa sobre la mesa y una tasa con leche tibia en una de sus manos.
—¡Hai, Hai! Estoy muy bien. —aseguro al reír, pero luego para de golpe. —Ne, Futaba-chan, ¿Segura que estas bien? —pregunto con un tono preocupado.
—Hmm. —fue lo único que pudo decir al tomar un sorbo de su café. —Etto…uhm…¿Cómo te va con Kou? —preguntó al desviar el tema. —Por lo menos no se dará cuanta de mi estado. —pensó al ya a ver dejado su taza sobre la mesa, teniendo una mano sobre su cabeza, frotándose la zona lastimada, teniendo un ojo cerrado con fuerza y tratando de no hacer ningún ruido que alarmará a su amiga.
—¡Hai! Mabuchi-kun hasta me ha pedido que le sugiera una canción pero no se ha ocurrido ninguna. —dijo pensativa pero sin perder ese tono alegre. —Y…¿A ti no se te ocurre ninguna canción, Futaba-chan? —pregunto curiosa la peli-naranja.
—¿Una canción? —dijo pensativa, sintió una punzada en la cabeza. —No, lo siento, Yuuri. —dijo apenada.
—No pasa na….—
—¡Mou! —exclamo al dar un saltito en la silla, maldita tormenta.
—¡¿Qué pasa, Futaba-chan! —cuestiono asustada la linda chica.
—Es que me ha agarrado desprevenida un relámpago. —dijo avergonzada. —…Y hay un apagón, gomen Yuuri, tengo que irme…te hablo al rato. —dijo antes de cortar la llamada.
Suspiró, tenía una jaqueca muy molesta y los truenos, rayos y relámpagos no la ayudaban mucho. Caminó por toda la casa abriendo las ventanas para que así la luz, que no hacía falta decir era poca, entrara e iluminara su hogar, volvió a echar un suspiro, se había quedo sentada frente una ventana con los brazos sobre el marco inferior y su cabeza sobre estos, su mirada estaba fija en la lluvia, le gustaba ese viento fresco que iba contra su rostro, moviendo sus cabellos.
—Es cierto, falta muy poco para el 20 de Julio. —pensó la pelirroja. —¿Qué les voy a regalar a los chicos? —se cuestionó algo decaída.
Era frustrante, ¿Qué les podía dar a sus amigos que realmente les gustará? Y pensar que cuando estaba con sus amigas de solo nombre, como Kou las llamaba, no se tenía que preocupar por eso, bueno eso se debía porque realmente eran solo de nombre pero volviendo al tema principal ¿Y si les comprará algo? Instantáneamente deshecho esa idea, no tenía dinero, ¿Tal vez les podría hacer algo ella misma? Y esa idea también la olvidó rápidamente, no tenía materiales para hacerles algo y tampoco dinero para comprarlos, suspiró por…¿Tercera vez? Y cuando iba por el cuarto, su móvil comenzó a sonar.
—¿Moshi moshi? Habla Yoshioka Futaba. —dijo sin a prestar mucha atención.
—¿Cómo estas, hija? —escucho decir del otro lado de la línea.
—Oh mamá. —dijo un tanto sorprendida. —Bien ¿Y tú? —dijo en un tono animado, poniéndose de pie al momento de volver la luz, yendo a la cocina.
—Algo cansada por la reunión de hoy pero bien. —le respondió la mujer con tranquilidad.
—Pero me imagino que el clima en Seúl debe estar agradable, acá no ha dejado de llover, es molesto. —se quejó al hacer un puchero, pero un brillo especial apareció en sus ojos al ver todo lo que había en la alacena.
—Me imagino, Futaba-chan. —dijo al reír un poco.
—Uhm…mamá…¿Cómo se hace un pastel? —inquirió la chica de ojos color ámbar.
—¿A qué viene esa pregunta? —cuestiono extrañada a su progenita.
—Es que falta unos días para el día del amigo y yo….etto…quiero regalarles a mis amigos un delicioso paste, estoy segura que Yuuri me matará si no está verdaderamente delicioso, así que…..—dijo al empezar a reír nerviosamente.
—Vale pero…¿No te gustaría que lo hiciéramos juntas? Volveré para pasado mañana y a la mañana podríamos hacer el pastel, ¿Te parece? —ofreció su hija, conociendo los dotes culinarios de su niña.
—So, me parece bien. —dijo emocionada. —Bueno, cuídate Okka-san, chao. —se despidió impaciente para que su madre volviera.
—Digo lo mismo, Futaba-chan. —dijo antes de colgar.
—¡Ahora que quedar con los chicos! —exclamo al levantar ambos brazos y cerrar sus manos.
— "¿Chicos quieren ir el fin de semana al parque de diversiones? Después podemos ir para mi casa, si quieren"
Era lo que ese mensaje decía, no muy claro que digamos, pero los nervios y la emoción la habían llegado de la nada provocando que escribiera un poco torpe. Espero ansiosa la respuesta de sus compañeros.
— "Claro" —fue la seca respuesta de Murao.
—"Gran idea Yoshioka-san, será genial!" —fue el emocionado mensaje de Kominato.
—"¡Claro Futaba-chan! ¡Será muy divertido!" —contesto Yuuri.
—"Por mi está bien" —respondió Kou.
—Magnifico, ¡Esto estará genial! —dijo feliz la pelirroja.
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-Cuatro días después.
Era un precioso día de verano, el sol se hacía relucir en lo alto del cielo, las personas iban de acá para allá, ese era un día que se debía disfrutar y en el hogar de Yoshioka Futaba, ella, con ayuda de su madre, acaba de darle los últimos detalles a la torta que habían orneado entre ambas, y ahora la guardaban en una caja color pastel que tenía como adorno un bello moño amarillo. La chica de ojos ámbares se apresuró en cambiarse ya que dentro de poco tendría que ir al lugar pactado hace unos días con sus amigos, cuando regreso a la cocina estaba vestida con unos jeans azules ajustados, unos zapatos de plantilla plana y una musculosa turquesa.
—Recuerda Okka-san, si no te llamo es porque vendremos a aquí a comer el pastel.—dijo por décima quinta vez la chica al estar en la puerta de casa, con su cartera pequeña blanca ya al hombro.
—Vale, tranquila, el mundo se vendrá abajo. —bromeo la mujer al ver como su hija salía de su casa. —Pero…si el mundo no se vendrás abajo, ¿Por qué tengo un mal presentimiento? —pensó un tanto preocupada.
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—¡Chicos! —exclamó una sonriente pelirroja.
—Ohayou, Futaba-chan. —dijo alegre la tierna Yuuri.
—Hola, Yoshioka-san. —dijo emotivo el rubio.
—Hola. —dijeron sin mucho entusiasmo los pelinegros.
—Qué animados están Shuuko y Kou. —pensó con una gotita al estilo anime en la cabeza. —Etto…y….¿A qué juego nos subimos primero? —dijo para sacar tanta "buena vibra".
—¡La casa de los sustos! —exclamo Kominato muy animado. —¿Qué pasa? —cuestiono al ver la cara pálida que pusieron ambas pelirrojas.
—¡Na…nada! —exclamaron ambas amigas antes de entrar a la casa de los sustos. —¡¿Por qué hay una casa de los sustos si no estamos en Halloween?! —pensaron con el corazón en la boca.
-Minutos después.
—Ha sido divertido, en especial por ver como se ponían Yoshioka-san y Makita-san. —dijo entre risas el rubio.
—No puedo creer que te asuste algo como eso, Yoshioka. —dijo el chico de ojos castaños.
—¡No me asuste, Kou! ¡Sólo gritaba por la emoción, nada más! —dijo al desviar la mirada, estaba sonrojada a causa de la vergüenza. —¡¿Ne, Yuuri?! ¡Nosotras gritamos por la emoción! —dijo al estar alado de la chica linda.
—Etto…yo si me asuste un poco, Futaba-chan, pero fue divertido, ¿No, Shuu-chan? —dijo al jugar con sus dedos, al mirar con curiosidad a la chica de cabellos negros.
—Sí. —fue lo único que dijo antes de seguir leyendo su libro. A todos les salió una gotita en la cabeza.
—Este…¿Y si vamos al medidor de fuerza? —sugirió la pelirroja.
A todos le gusto esa idea, caminaron baste hasta encontrar aquel juego, y en el transcurso pasaron por varios puestos, aunque para alegría de Yuuri pasaron por un puesto de golosinas, bueno, varios eran puestos de golosinas. Estaban de pie frente aquella barra de madera larga que tenía una pesa, y un círculo de metal, a lado estaba un hombre sentado en una silla que tenía entre las manos una masa gigante, tal vez pesará una tonelada.
—Bienvenidos muchachos. —dijo el hombre relleno de como 30 años.
—Ohayou. —fue el "enérgico" saludo del quinteto.
El pobre hombre tan sólo soltó un suspiro. —Vale, ¿Quién quiere pasar primero? —dijo al tener la masa entre las manos.
—¡YO! —dijo alegre Kominato.
Y antes de agarrar el mazo, se preparó estirándose, estirando todo el cuerpo hasta su sonrisa de algún modo, tomó entre sus manos el gran martillo y con cierta dificultad se acercó al círculo de metal, golpeándolo con lo que traía entre las manos, lamentablemente, para el rubio ya que sus demás amigos se rieron un poco, la pesa tan sólo subió unos dos metros y medio en la gran regla de madera.
—Murao, viste cuanto subió mi pesa, inténtalo tú. —dijo alegre el chico de ojos claros.
—No fue la gran cosa, además no tengo ganas de ejercer fuerza innecesaria. —dijo sin despegar su vista del libro.
Una risita nerviosa se escapó de la pelirroja, a la vez que la peli-naranja comía de su dulce de algodón, mientras el chico de ojos castaños miraba todo con familiaridad, ya se estaba acostumbrando a todo eso, suspiró, miró por inercia a Yoshioka, ella estaba sonriendo muy alegre, y sin darse cuenta él también sonrió. Mientras Murao y Kominato seguían con su "animada" platica, el pelinegro se encamino hacia enfrente de aquel juego, recibiendo entre las manos aquel objeto y pegando al círculo, provocando que la pesa subiera hasta la mitad del medidor.
—Valla, Kou. —dijo sorprendida la ambarina.
—Mabuchi-kun tiene mucha fuerza. —secundo la linda chica a su amiga.
—Tienen razón. —opinó la chica de ojos marrones.
—Es cierto, ¿Qué haces en tu casa? —dijo de forma maliciosa el rubio.
—Yoshioka, te toca. —dijo el chico, ignorando por completo a su amigo, al entregarle el mazo a la chica que lo miraba confundida. —El juego, tonta. —dijo al pasarse una de sus manos por su rostro.
La vio fruncir el ceño, ofendida, e ir hacía el lugar que le correspondía, se preparó, llevando el mazo hacia atrás y luego asiendo que fuese hacía adelante, golpeando su objetivo con todas sus fuerzas, estaba roja por la fuerza que estaba haciendo, hasta dio un pequeño salto al dar el golpe, y mientras todo esto ocurría un pastelillo cayo del bolsillo del chaleco veraniego que la adorable Yuuri usaba pero antes que ella lo agarrara o este se callera al suelo, nuevamente, el rubio intercedió, tomando el dulce para él, comiéndolo ante los ojos de la original dueña. Ahora le tocaba a Makita, Futaba había logrado llegar uno metro debajo de la marca de Kou, la chica de cabellos cortos tomo el martillo gigante y con toda su furia golpeo su objetivo, logro llegar a la marca sin ningún problema.
—Kominato-kun ya le quitó otro dulce. —pensó con nerviosismo. —¡Eso fue magnifico, Yuuri! —exclamo al estar frente a su amiga.
—Gracias, Futaba-chan. —dijo una sonriente Makita, de pronto un ahora maligna la rodeó. —Ahora, mataré a Kominato-kun. —dijo con una sonrisa macabra.
—Mejor vamos al puesto de puntería. —dijo una nerviosa Futaba al tener agarrar de un brazo a la peli-naranja.
Fue bastante divertido el intentar echar de su lugar a patitos de hule que se movían de lugar con una pistola de agua antes de que el tiempo terminase, y esta vez, por el bien de todos, la chica de cabello maso menos largo y rojo ganó, es decir, uno de los premios era una bolsa llena de dulces y, posiblemente, eso calmaría un poco a su preciada amiga. Se fueron a algunas atracciones más, dejando lo mejor para el final, la montaña rusa era su atracción favorita, aunque hubo unas cuantas dificultades para hacer a la linda y tierna chica de pelo corto subir al juego, fue bastante divertido, sólo que al bajarse Shuuko termino un tanto….mareada.
Miró la hora que marcaba su móvil, sonrió, aún tenían tiempo para irse hasta su casa, comer el pastel que había hecho con ayuda de su madre y quedarse hablando un rato, se acercó a su grupo de amigos con mucha alegría impregnada en su rostro.
—¿Shuuko, estás bien? —pregunto al mirar a su amiga de cabello negro.
—Sí. —dijo al sonreír.
—No tienes que preocuparte, Yoshioka-san, Murao es muy fuerte. —dijo enérgico el chico de ojos claros.
—Bien, ¿Vamos para mi casa? Les tengo una sorpresa por este día tan especial. —dijo sonriente.
Todos asintieron, pero cada quien pensaba en alguna cosa distinta pero a la vez común, ¿Le gustaría a Yoshioka Futaba el regalo que cada uno tenía para ella? ¿Y a sus demás amigos les gustarían los regalos que tenían para darse entre sí? Era una duda que tenían pero cuando se entregasen los regalos sorpresa se la quitarían. Los primeros en cruzar la calle fueron Murao y Kominato, ahora le tocaba a los tres chicos que habían quedado en la vereda del lado del parque aunque…
—Futaba-chan, Mabuchi-kun, ¿Podrían esperarme? Es que tengo que ir por mi bolsa de dulces. —dijo una apurada Yuuri.
Los vio asentir por lo cual, se fue a por sus dulces. En ese momento un gato rubio paso por allí, y a la mente de la chica de ojos ámbares le vino la imagen de cierto gato que, según parecía, se había encariñado con Kou.
—¿Por qué no lo adoptas? —pregunto de repente al mirar al chico frente a ella.
—¿A qué? —pregunto confundido.
—A ese gato negro que siempre vemos. —dijo al mirar para otra parte, se sentía extraña al recibir esa mirada que tenía el pelinegro.
—Ya te dije una vez que cuidar de algo sólo trae problemas. —replico serio.
—Pero no tienes que hacerlo tú sólo, Shuuko, Kominato, Yuuri y yo te ayudaríamos. —dijo al sonreír. —Para eso están los amigos, ¿No? Para ayudarse entre sí. —dijo al hacer contacto visual con el chico de ojos castaños.
Él tan sólo la miro un tanto sorprendido, no pudo evitar que una pequeña sonrisa se apoderará de sus labios, pero a mala suerte no se dieron cuenta que ambos estaban demasiado cerca uno del otro y desde cierto ángulo parecía que se estaban besando.
Y desgraciadamente desde donde Yuuri estaba, eso parecía, malditos ángulos…
Cuando se dieron cuenta de la cercanía que tenían se separaron, sonrojados a no más poder, y, mirando para los dos lados, el chico de ojos marrones cruzo yendo a con sus otro dos amigos. Estando a punto de cruzar, Yoshioka Futaba esperaba tranquilamente que su querida amiga peli-naranja llegara junto a ella para cruzar juntas la calle, no creyó lo que pasaría después.
—Futaba-chan, ¿Por qué no me dijiste que tú y Mabuchi-kun ya eran novios? —fue lo primero que pronunció una enojada Yuuri al estar al lado de la pelirroja.
—¿Eh? ¿De qué hablas Yuuri? Kou y yo no somos novios. —dijo una confundida Yoshioka.
—¡No mientas Futaba-chan! ¡Yo les vi! —exclamo al tener los ojos cristalinos.
—¡Pero no sé de qué me hablas, Yuuri! —confeso una frustrada y desentendida ambarina.
Tan sólo cruzó la calle sin mirar, estaba molesta, tal vez había visto mal y no se habían besado, además ¿No había sido ella la que dijo que al final no habrían resentimientos? Claro y…¡No estaba cumpliendo su promesa! Sin dudas lo malo del amor, después de un corazón roto, eran los malditos celos. Escucho como su amiga seguía preguntándole cosas desde su lugar pero prefirió no escuchar, primero tenía que tranquilizarse...hasta que…..
—¡Yuuri! —escucho el grito desesperado de Futaba, había sido mucho más cerca.
Lo siguiente que supo fue que alguien la había empujado, que había parado cayendo del otro lado de la calle, escuchó como un coche frenaba de golpe, como algo caía en el suelo y varios gritos.
—¡Futaba! —escucho el estridente grito de sus amigos y, con terror, miró hacia donde sus amigos.
—¡Futaba-chan! —grito con todas sus fuerzas porque allí, casi frente a sus narices, su mejor amiga se encontraba tirada, con una grave herida en la cabeza que no dejaba de sangrar.
Yoshioka Futaba había sido atropellada y sin la necesidad de un médico ya se sabía que su estado era delicado. La pelirroja restante empezó a respirar con dificultad, si tan sólo no hubiese sido empujada ella estaría inconsciente en medio de la calle, y toda la culpa del mundo la atacó sin piedad, su amiga estaba así por su causa.
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Soltó un suspiro aliviada cuando el teléfono comenzó a sonar, ya se estaba preocupando de sobre manera a ver que su hija y los amigos de está no llegaban, sonrió, posiblemente de la emoción su niña se había olvidado de en lo habían quedado, después de todo en la mañana estaba "algo" nerviosa. Su sonrisa desapareció, la persona que habla del otro lado de la línea no era su hija, abrió los ojos a todo lo que podía ante la impresión, dejo caer el teléfono al suelo, y en cuanto salió del shock, agarró su móvil, el bolso y sus llaves pero cuando estaba a punto de salir, giro la cabeza, dio media vuelta y se fue a la cocina, agarró aquella caja donde estaba el pastel y salió finalmente de la casa.
Y durante todo el camino, mientras conducía con rapidez y precaución hacia el hospital, aquella conversación que había tenido momentos antes con uno de los amigos de su primogénita se repetía una y otra vez en su cabeza.
—Hola, ¿Es la madre de Yoshioka? —escucho una voz masculina del otro lado de la línea.
—Hola, si soy la mamá de Futaba, ¿Tú quién eres? —pregunto preocupada.
—Soy un amigo de su hija, me llamo Mabuchi Kou. —se presentó pero notaba un tono de duda en la voz del muchacho. —Tengo algo importante que decirle, tiene que ver con Yoshioka. —dijo al soltar un suspiro.
—¿Qué tiene mi hija? ¿Le ha pasado algo malo?¿Está bien? —y el bombardeo de preguntar no tardó en aparecer.
—He…cálmese por favor. —pidió con cierto nerviosismo.
—Por favor cuéntame, Mabuchi-kun. —pidió alterada.
—Hoy, cuando estábamos por ir a hacia su casa, hubo un problema, y en consecuencia un accidente. —comenzó a contar. —Yuuri hubiese sido la victima pero….Yoshioka se interpuso y terminó siendo ella la herida, está internada en el hospital general. —dijo con pesar y notable tono de tristeza y preocupación.
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Cuando despertó lo primero que sintió fue un gran dolor de cabeza, tal vez el más molesto de los últimos días, con lentitud fue abriendo los ojos y fijando su vista en el techo blanco, luego se miró así misma, a su alrededor había muchos aparatos, tenía inyectado suero, estaba sobre una camilla pero de todo eso lo que más la confundió fue el ver a sus amigos sentados en los sillones que había allí, dormidos, aunque un gran sonrojo se apoderó de su rostro al ver que cierto pelinegro estaba sentado a un lado de su camilla, mirándola fijamente. En cuanto su madre entró en la habitación acompañada de un hombre entrado en años que traía puesta una bata blanca, luego de preguntar dónde estaba y porqué se tranquilizó un poco, sólo estaba en el hospital….
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¡¿En el hospital?! Y lo más importante ¡¿Cómo estaba Yuuri?!
—¿Y Yuuri? ¿Cómo está Yuuri? —dijo alterada, sentándose de golpe en la cama, mala idea, inmediatamente se sintió mareada pero lo ignoró.
—Makita-san está bien no te preocupes. —dijo con normalidad el pelinegro.
—¿En serio, Kou? —dijo al mirar con mucha preocupación al chico a su lado.
Él asintió, y sólo allí se tranquilizó, su preciada amiga estaba bien, sonrió, el tomar su lugar había valido la pena.
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—Lo siento, no quise asustarlos muchachos. —dijo una apenada pelirroja.
—Lo siento, terminaste herida por mi culpa, Futaba-chan. —dijo un triste Yuuri.
—No es tu culpa no haber visto ese coche, además estoy segura que tú hubieras hecho lo mismo por mí. —dijo una animada y sonriente Yoshioka.
—Bueno pero no lo vuelvas a hacer, Futaba. —dijo una seria pelinegra.
—¡H…hai! —dijo con cierto nerviosismo.
—Pero a pesar del susto, estuviste genial. —sentencio maravillado el rubio.
—No deberías de animarla, Kominato. —dijo el chico de ojos castaños.
—Gomenne, gomenne. —se disculpó sin darle demasiada importancia. — Bueno es hora de los regalos. —anuncio entusiasmado.
—¿R…regalos? —pregunto confundida.
—Sip, aunque ya es 21 de julio todavía no nos dimos nuestros regalos. —dijo una animada peli-naranja.
Con eso dicho el reparto de regalos comenzó, cada quién recibió cuatro regalos, aunque por alguna razón se turnaron y la cosa termino con:
- Murao recibiendo un libro de poesía por parte de Kominato, cosa que sorprendió a todos, unos bonitos auriculares por parte de Yuuri, y una foto de cartera de Tanaka-Sensei por parte de Kou.
-Kominato quien recibió por parte de la pelinegra una entrada de cine para una nueva película de su director favorito, unos dulces, aunque también un lindo codazo en el estómago, por parte de la linda Makita y quien sepa qué por parte de Kou.
-Yuuri pues unos rico pastelillos de vainilla por parte del rubio, un CD de su nueva banda favorita por parte de Kou y un bonito broche por parte de la chica de ojos negros.
-Y finalmente Futaba Yoshioka recibiendo otro lindo peluche por parte de la ambarina, un sombrero negro por parte del rubio, una linda pulsera de gatitos, patitas de perro y corazones por parte de Kou, y cuando finalmente llegó el turno del regalo de la pelinegra, la castaña se sonrojo.
—¡Shu….Shuuko! —exclamo tan roja como un tomate. —U….una foto de Kou. —pensó alterada su mente.
—Luego me lo agradeces. —dijo con una pequeña sonrisa.
—¿Qué pasa? —interrumpieron los otros tres individuos ya que ninguno de ellos vio el regalo de la pelinegra.
—¡Nandemonai, nandemonai! —dijo al esconder la foto. —¡Falta mi regalo! —dijo alterada.
En ese momento la puerta de la habitación se abrió y con todo ya preparado una mujer castaña entró en el lugar.
—No te preocupes, aquí esta, listo para ser entregado. —dijo una animada y tranquila voz.
—Mamá. —susurro sorprendida.
Y así todos los presentes allí disfrutaron de una estupenda torta hecha a mano, mientras hablaban, contaban bromas y reían. Claro que al final planearon una nueva salida grupal.
—Entonces, el próximo Sábado. —dijo alegre el chico de ojos claros.
—¡Sí! —dijeron todos los demás.
De esa forma fueron planeando más salidas en grupo, divertidas, raras y locas pero en fin y al cabo era un Verano de Amistad, ¿No?
Wooo 11 hojas de Word! Bueno hasta que lo termine, llevo con este One-shot desde Octubre o Noviembre del 2014, y no, no tarde en escribir por un bloqueo, sino porque lo tuve que reescribir unas dos veces, siendo sincera salió un tanto diferente al que tenía en mente pero bueno.
Espero les haya gustado y si no, pues ojala los tomatazos no sean muy duros. Por cierto, ¡Es la primera vez que escribo sobre este anime!
Pregunta: ¿Yoshioka Futaba es pelirroja oscuro o castaña?
Siempre me confundo con eso UwU
Bueno pues, ya que he terminado este fic me despido.
COMENTARIOS, CRITICAS CONSTRUCTIVAS Y DEMÁS, [MIENTRAS SEAN DE BUENA MANERA] ¡BIENVENIDAS SEAN!
Por cierto el primero de Enero comencé con otro One-shot sobre Ao Haru Ride que muy pronto publicare :D
¡Sayonara minna-san!
