DISCLAIMER: Anastasia, película de 1997 y sus personajes no me pertenecen. Todos los derechos están reservados por Don Bluth, Gary Goldman y 20th Century Fox. Sin fines de lucro.
AT THE BEGINNING WITH YOU
Capitulo 1: ¡Permítanme presentarles a su alteza real, la gran duquesa Anastasia!
—Déjame hacerte una pregunta, Anya ¿si?… ¿tendrás apellido de casualidad? —preguntó Dimitri pensativo, tomándose el mentón con una mano.
— Bueno, en realidad… vas a decir que estoy loca… pero no recuerdo mi apellido. Me encontraron sola y sin hogar cuando tenía ocho años —confesó ella.
— Si… pero ¿y antes de que te hallaran?
— Oy… bueno… yo, yo sé que suena tonto pero no lo recuerdo, tengo pocos recuerdos de mi pasado.
— Mmm… es… perfecto —dijo para sí, mientras su cabeza comenzaba a maquinar rápidamente.
— Aunque tengo una pista y esa es Paris —continuó ella mientras jugaba con su dije de oro.
— ¿Paris?
— Si, he… bueno, ¿van a ayudarme o no?
Dimitri reprimió el impulso de saltar y cantar victoria ante ella. Una jovencita, sin apellido, sin pasado y con un enorme parecido a la duquesa Anastasia se había presentado ante sus ojos buscando ir a Paris. La vida podía ser muy curiosa.
Solo faltaba explicarle medianamente el plan (no era que quisiera engañarla pero, sabía que si compartía al pie de la letra lo que él y Vlad estaban tramando sería contraproducente; ella podía negarse a ser parte de ello o incluso tendrían que dividir la recompensa ya no en dos, sino en tres partes). Así que rápidamente ideó una estrategia:
— Eso quisiéramos —comentó en tono apenado—. De hecho nosotros casualmente también vamos a Paris. Y tengo tre… cuatro, este no… —dijo botando un boleto que tenían de más, al piso—, pero tengo tres boletos aquí. Por desgracia el tercero es para… Anastasia
Vlad pese a que había estado distraído con Pooka, siguió la corriente:
— Vamos a reunir a la gran duquesa Anastasia con su abuela —comenzaron, mientras la llevaban escaleras arriba.
— ¿Sabes? Tienes un gran parecido —Dimitri no decía aquello por convencerla. Era verdad. Podía jactarse de haber visto en audiciones a incontables chicas, y ninguna había llegado a parecérsele ni tantito —y así el bombardeo por parte de los dos, empezó:
— Los mismos ojos azules —comentó Vlad.
— Los Romanov los tienen —sonrió Dimitri, enfrascado con su regordete amigo.
— La sonrisa de Nicolás…
— Hasta el mentón de Alejandra —dijo sosteniéndole la cara, acción que ella rechazó y se soltó de su agarre.
—Incluso tiene las manos de la abuela —siguió Vlad. Aunque claro, aquellos dos últimos comentarios, eran tal cual una vil mentira.
— La misma edad, la misma complexión… —comentó Dimitri, sintiendo que todo encajaba tan perfecto que no podía dejarla ir.
— ¿Intentan decirme que creen que yo soy Anastasia? —exclamó Anya con ironía, guardándose un bufido.
— Sólo intento decir que he visto cientos de chicas de toda la nación y no hay una que se parezca a la duquesa como tú ¡Mira la pintura! —y en eso si decía la puritita verdad.
— Cuando los vi pensé que estaban locos pero ahora sé que están dementes —de hecho le había parecido muy sospechoso que ellos dos se encontraran en un lugar así de abandonado, pero por ayuda es que no discriminaría a nadie y menos ella estando en situación de calle. Pero ¿qué tenían ellos en la cabeza? ¿sólo por ser huérfana es que podían sacar ese tipo de conclusiones?
— ¿Por qué? No recuerdas lo que te pasó…
— Nadie recuerda que pasó con ella —completó Vlad.
— Buscas familia en Paris…
— Y su única familia está en Paris —parecían sincronizados, un diálogo ensayado que les salía muy bien, pero la verdad era que eran espontáneos y astutos.
— ¿No has pensado en la posibilidad? —Dimitri la llevó frente a una pintura en donde se hallaba la Emperatriz Marié tomándole la mano a una muy pequeña Anastasia.
— ¿Qué yo pueda ser de la realeza? —volvió a preguntar un poco confundida pero tomando sentido de lo que le decían. Ambos asintieron—. ¡No lo sé! Es difícil imaginar que eres una duquesa cuando duermes en el suelo mojado. Pero sí, claro, toda niña solitaria quiere ser una princesa —quizás no precisamente una princesa, pero Anya si había soñado infinidad de veces en que sus padres llegaban por ella a aquel viejo y sucio orfanato. Pero diez años pasaron y eso nunca sucedió.
— Y en alguna parte una niña sola lo es —le aseguró aquel señor y ella pensó que trataba de ser amable—. Después de todo el nombre Anastasia significa "La que de nuevo surgirá…"
Dimitri sintió que ya se habían tardado demasiado con aquella chica y que perdían tiempo valioso. Entonces quiso presionar:
— Quisiera ayudarte pero, el tercer boleto es para la duquesa Anastasia ¡Suerte! —se despidió, llevándose a Vlad por los hombros. Dejaron a la pobre Anya agobiada e imaginando cosas. Su mente trabajaba muy rápido con toda la información que esos dos desconocidos le habían dado. Se dedicóa mirar por un momento la pintura y coincidió en que sí, quizás había un leve parecido de esa chiquilla con ella, pero es que aquello era una locura. Sin embargo lo reflexionó por breves momentos ¿Y si… quizás había una remota posibilidad de que fuera ella? ¿Y si no? ¿le afectaría en algo no ser Anastasia? ¿Qué iba a perder? Pues nada. Descubriría que ella no era ninguna princesa, pero ya estaría en pleno Paris y lo recorrería hasta encontrar a su verdadera familia ¿qué podía salir mal? Ellos estaban dispuestos a llevarla y hacer ese viaje por alguna razón y tenía la posibilidad frente a sus ojos. No tenía dinero, ni pasaporte, ni nadie a quién recurrir y después de todo, aunque no los conocía no se veían tan malas personas. Fue entonces que algo se encendió en el pecho de la chica, algo que reconoció como esperanza.
— ¿Por qué no le dijiste nuestro brillante plan? —le reclamó Vlad. Dimitri se encogió de hombros, sabía que su amigo aún tenía mucho que aprender sobre la manipulación.
— Ella sólo quiere ir a Paris ¿Por qué regalar una tercera parte de la recompensa?
— Te lo digo ¡estás cometiendo un error! —volvió a recriminar. Sin embargo Dimitri estaba muy confiado. Había sembrado la duda en ella que estaba tan desesperada por ir a Francia que, el ruso estaba seguro, ella lo haría.
— Tranquilo lo tengo todo bajo control —le dijo con calma—. Oye ven, camina lento —le pidió. Estaba demasiado acostumbrado a que su táctica y estrategia funcionaran en un abrir y cerrar de ojos. Se las sabía de todas y tenía demasiada experiencia en ello, no de en balde había pasado sus últimos años en las calles en dónde aprendió todo lo que sabía, junto con lo que había visto a corta edad cuando él y sus fallecidos padres habían sido sirvientes en el palacio. Así que Dimitri sabía perfectamente que, no tenía más que contar—. Tres, dos, uno…
— ¡Dimitri! —corrió Anya a su alcance.
— La tenemos en nuestras manos —susurró Vladimir mientras ambos celebraban discretamente reprimiendo las risas.
— ¡Dimitri! ¡Espera! —pidió la pelirroja.
— ¿Qué? ¿Es a mi? —se volteó con falso tono casual.
— Si no recuerdo quién soy… ¿Quién dice que no soy una princesa, duquesa o lo que sea cierto? —comenzó ella.
— Mjm… continúa… —pidió él acercándosele.
— Y si no soy Anastasia, la emperatriz no tardará en darse cuenta y habrá sido sólo una confusión —puntualizó Anya, como si aquello fuera lo más casual del mundo.
— Suena creíble.
— Pero si tu eres la princesa conocerás al fin tu identidad y tendrás a tu familia de vuelta —alentó Vlad.
— Jaja… claro, claro, así es —el ruso reprimió la risa—. De cualquier modo irás a Paris —ya estaba y él no había tenido que mover ni un dedo. Ella sola se había encargado de decir lo que él quería oír. Si algo pasaba, si algo salía mal… no sería ni culpa de él ni de Vlad porque Anya había tomado por sí sola la decisión y eso les daba una gran ventaja. No tenían que ser responsables de ella en ningún caso, aunque sí, por el contrario la emperatriz lograba tragarse el cuento debido al gran parecido físico de la jovencita con su nieta desaparecida, entonces ellos serían ricos de por vida por haberla encontrado, salvado y llevado hasta ella. Sabía que la Emperatriz Marié los recompensaría muy bien e incluso hasta podía darles un título y unos cuantos bienes. Todo estaba a pedir de boca.
— ¡Si! —Anya le estrechó la mano efusivamente, tanto que le tronó los dedos y Dimitri terminó soltándose.
— ¡Auch! —se sobó la mano por un momento y luego se recobró abriendo los brazos—. ¡Permítanme presentarles a su alteza real! ¡La gran duquesa Anastasia! —gritó en medio de aquel viejo y abandonado salón de baile y sintió que las cosas se estaban acomodando. Aquel había sido un magnífico día y el primero de pocos para poder disfrutar esa enorme recompensa que le estaba esperando.
¡Estoy reviviendo viejos shippings de mi infancia! Y este es uno de ellos y muy muy fuerte. Qué si la película no esta basada para nada en datos reales, que si está basada en la leyenda de que Anna Anderson era la princesa Anastasia y que si blah blah blah, pues no me importa, he visto muchos documentales de lo que SI fue la vida de Anastasia y su destino y el de su familia y puedo separarlos perfectamente porque son dos cosas muy diferentes y esta película simplemente me atrapó. Dimitri siempre ha sido de mis galanes favoritos en mi lista de "Papacitos de todos los tiempos" y yo tenía 7 años cuando esta película salió, SO! A casi 19 años después lo sigo amando.
Hace dos días para ser exacta, me puse a ver esta peli y comencé a notar cosas que antes no o más bien a apreciar las escenas y en pensar varias cosas que entre ellos sucedieron y entonces dije ¿por qué no? y pues así está la cosa. Serán Drabbles de sus momentos en la película con el plus de mi cosecha.
Espero que este primer capítulo les haya gustado, sé que no tiene romance que ofrecer por ahora, pero, es que así comenzaron. Dimitri no quería más de ella que aprovecharse para llevarla a Paris y ganar su recompensa, golpe vil y bajo pues ella estaba desesperada y tenía muchas ilusiones. Pero ya iremos viendo como se desarrolla la pareja.
Gracias por leer otra de mis locuras. Y ¿saben qué? ¡Esta es mi historia #50! ¡Omaigó!
Princesa Saiyajin.
