Esta historia comienza cuando, en Zafiro, Gwen y Gideon están en el pasado (1953) practicando para bailar el minué. (Es antes de la escena de "pudincito mio").
Leyendo Rubí
Gideon le tendió la mano a Gwendolyn para así poder comenzar a bailar, pero en cuanto sus dedos hicieron contacto una gran luz los cegó, obligándoles a cerrar los ojos. Cuando la luz desapareció y pudieron abrir los ojos ya no se encontraban en la habitación de la "prima sofá". Gideon al instante colocó a Gwen detrás suya, a pesar de que ahí no había nadie ni nada, salvo por unas sillas y unas tres cajas, la primera en color rojo, la segunda en azul y la tercera en verde.
—Quédate detrás de mí, Gwendolyn. — Le ordenó Gideon apretando su brazo para cubrirla aún más con su cuerpo, si es que eso era posible.
—Pero si aquí no hay nad…— Antes de que Gwen terminara esa frase otra luz apareció y de ella salieron Leslie Hay, la mejor amiga de Gwendolyn, y Raphael de Villiers, el hermano pequeño de Gideon.
— ¿Leslie? ¿Raphael? — Dijeron a la vez los dos viajeros, pero antes de preguntar nada, otra luz, más grande que las anteriores, volvió a aparecer. De ella salieron: Falk de Villiers, Mister George, el doctor White, con el pequeño Robert detrás de él, Lucy y Paul. Los dos últimos hicieron que se creara un gran alboroto en la sala hasta que una voz, que se oía por encima de todos, los hizo callar y mirar para todos lados buscando a la persona de la que provenía la voz, pero no encontraron a nadie.
Bueno ahora que ya estáis todos podemos empezar. — Se escuchó.
—Eh…perdón, pero ¿empezar el qué? — Preguntó Leslie antes de que nadie hablara.
Veréis…En esas cajas hay unos libros que narran, desde el punto de vista de Gwendolyn Sheperd, acontecimientos que ya han pasado y que están por pasar, que son de vital importancia que leáis para cambiar algunas cosas del futuro. El primero, Rubí, ya ha tenido lugar; El segundo, Zafiro, solo el principio ya lo hemos vivido; y el tercero, Esmeralda aún no lo habéis vivido. Mientras estéis en esta sala el tiempo fuera de ella no correrá así que no tenéis nada de lo que preocuparos. Ah, y una cosita más, no juzguéis a nadie hasta haber terminado todos los libros. — Con estas últimas palabras desapareció y la caja roja se abrió y mandó un libro a las manos de Falk de Villiers.
—Bueno…Supongo que esto significa que me toca leer a mi ¿no? — Dijo con su sonrisa lobuna.
Todos se sentaron en una de las nueve sillas que había quedando por este orden:
Raphael, Gideon, Gwen, Leslie, Lucy, Paul, Mister George, el doctor White y por último Falk.
— ¿Falk, porqué no lees primero lo que viene detrás? — Sugirió, amablemente, mister George.
—Está bien, aunque también leeré uno que viene por dentro.
Como cualquier otro día, regresé pronto a casa al salir del instituto. Mi tía se había quedado sin sus dulces favoritos
Gwen, Leslie y Lucy sonrieron ante la mención de la tía Maddy y sus, inseparables, dulces de limón.
y me ofrecí para ir a la tienda a comprar más. Pero por el camino empecé a sentir algo muy extraño: las piernas me temblaban y tuve una sensación rara en el estómago.
Todos los que conocían la sensación del primer viaje en el tiempo se estremecieron.
De repente, la calle desapareció ante mis ojos. Poco después reapareció, pero muchas cosas eran diferentes. Había vuelto al pasado.
Los que no sabían como había sido uno de los primeros viajes de Gwen se mostraban muy atentos.
Me llamo Gwen y soy la última viajera en el tiempo. Así empieza la aventura de mi vida…
—Bueno…parece un buen comienzo, ¿verdad? — Preguntó Raphael.
Nadie contestó nada, ya que la mayoría estaba inmerso en sus pensamientos.
—Se supone que eso era el prefacio, ahora leeré el resumen del libro y luego el prólogo. — Anunció Falk.
Vivir en una familia cargada de secretos no es fácil.
A esta primera Gwen y Lucy asintieron totalmente de acuerdo con lo dicho.
O al menos eso es lo que piensa Gwendolyn Sheperd. Y es que en su casa nada ni nadie es del todo "normal": empezando por su excéntrica tía abuela, pasando por la misteriosa Lucy,
La nombrada se sonrojó y se encogió en su asiento sintiendo todas las miradas posadas en ella.
que se escapó de casa hace diecisiete años sin dejar rastro…y, para acabar, también está Charlotter,
Con el último nombre Gwen y Leslie fruncieron el ceño en muestra de claro desagrado.
su encantadora y rabiosamente perfecta prima, quien, según parece, ha heredado un extraño gen familiar que le permitirá viajar en el tiempo.
Pero un día Gwen se encuentra de pronto en el Londres del penúltimo cambio de siglo y comprende que el mayor secreto de su familia es ¡ella misma! Para protegerla, su madre trató de ocultarle todas las pruebas, pero en realidad ella es la última viajera en el tiempo y tiene una importante misión que cumplir. ¡Horror!: ahora Gwen está en el ojo del huracán y parece que todo el mundo tiene un montón de advertencias que hacerle. En cambio, nadie va a decirle lo más importante: es mejor no enamorarse mientras se viaja de una época a otra, porque eso puede complicar terriblemente las cosas…
—Bueno este es el resumen del libro. Ahora leeré el prólogo. — Dijo Falk después de una pausa.
Hyde Park, Londres. 8 de Abril de 1912.
Con la mención de esa época Lucy y Paul se sorprendieron porque esa era la fecha de cuando huyeron con el cronógrafo al pasado.
Mientras ella se dejaba caer de rodillas y se echaba a llorar, él miró en todas direcciones. Como había supuesto, a esa hora, el parque estaba vacío. Faltaba mucho para que el jogging se pusiera de moda, y para los vagabundos que dormían en los bancos cubiertos solo con un periódico hacia demasiado frío.
Envolvió con cuidado el cronógrafo en el paño y lo guardó en su mochila, mientras ella permanecía acurrucada junto a uno de los árboles de la orilla norte del Serpentine Lake sobre una alfombra de flores marchitas.
Todos se deprimieron ante la estampa. Algunos pensando en lo triste que debía ser dejar todo atrás con la certeza de que eso nunca volverá y otras dos personas recordando cómo se habían sentido en ese momento.
Sus hombros se sacudían convulsivamente, y sus sollozos sonaban como los quejidos desesperados de un animal herido.
A Lucy se le aguaron un poco los ojos recordando el porqué de su estado mientras miraba a Gwen de reojo, que se encontraba sentada arrimada a Gideon.
Él no soportaba verla así, pero sabía por experiencia que era mejor dejarla en paz, de modo que se sentó a su lado en la hierba húmeda por el rocío, miró hacia la superficie lisa como un espejo del lago y esperó.
Lucy le dedicó una sonrisa a Paul agradeciéndole el gesto de no haberla molestado en ese momento.
Esperó a que el dolor, que probablemente nunca la abandonaría del todo, se aplacara un poco.
Lucy asintió ante esa última frase porque aunque hubieran pasado, ahora, diecisiete años, todavía dolía como el primer día.
Aunque en realidad sentía lo mismo que ella, trató de dominarse. No quería que encima tuviera que preocuparse por él.
Ante esta última línea, Lucy, frunció a Paul reprobatoriamente.
—Está mal que te reprimas, Paul. Si querías llorar tendrías que haberlo hecho en vez de aguantar por mí.
—Sé que tendría que haberme desahogado, pero contigo ahí llorando y con todo lo que acaba de pasar sentía que si lo hacía me desmoronaría por completo. — Contestó Paul agachando la cabeza, pero subiéndola inmediatamente al notar la mano de Lucy acariciándole la mejilla cálidamente. — Gracias, princesa. — Le regaló la sonrisa más deslumbrante de la que era capaz a los hermosos ojos abnegados en lágrimas de su princesa.
Después de esa enternecedora escena Falk carraspeo para que Lucy y Paul dejaran de mirarse como idiotas y así poder leer.
—Bueno si habéis terminado…me gustaría terminar de leer hoy el capítulo. — Dijo dedicándole una pícara sonrisa a Paul que él respondió con un gruñido.
—Nadie te impide continuar, hermanito.
¿Ya se han inventado los pañuelos de papel? —preguntó finalmente, tratando de contener el llanto y volviendo hacia él la cara mojada por las lágrimas.
—Ni idea, pero puedo ofrecerte un pañuelo de tela con monograma.
—G.M. No se lo habrás robado a Grace…
Falk de Villers y el doctor White no dudaban que de verdad le hubiera robado algo a la persona que les ayudo a escapar y lo demostraron mirando mal a Paul. Mirada que el respondió arqueando una ceja y con una sonrisa condescendiente.
—Me lo dio por iniciativa propia. Puedes sonarte tranquilamente, princesa.
Ella esbozó una sonrisa mientras le devolvía el pañuelo.
—Te lo he dejado hecho un asco. Lo siento.
Lucy se sonrojo debido a ese comentario.
—¡Da igual! En esta época los cuelgan a secar al solo y los utilizan otra vez —explicó él—. Lo importante es que has dejado de llorar.
Enseguida las lágrimas volvieron a asomar a sus ojos.
—No tendríamos que haberla dejado en la estacada. ¡Nos necesita! No sabemos si nuestro truco funcionará, y nunca podremos saber si ha dado resultado.
Al oír sus palabras, sintió una punzada de dolor.
—Muertos le hubiéramos servido aún menos —repuso.
—Si hubiéramos podido escondernos con ella en algún sitio, en el extranjero, bajo nombres falsos, solo hasta que fuera lo bastante mayor…
Todos se preguntaban de quien hablaban Lucy y Paul, ya que no parecía que estuvieran hablando de Grace. Los que habían estado presentes esa noche trataban de recordar quienes estuvieron relacionados con lo ocurrido, pero no se les ocurría nadie tan importante como para que Lucy y Paul se pusieran así.
Él la interrumpió, sacudiendo enérgicamente la cabeza.
—Nos hubieran encontrado dondequiera que hubiésemos ido, ya lo hemos discutido mil veces. No la hemos dejado en la estacada; hemos hecho lo único que podíamos hacer: darle la posibilidad de vivir una vida segura. Al menos, durante los próximos dieciséis años.
—No puede ser… — Murmuró Gideon, pero Gwen y Raphael que estaban a sus lados le escucharon.
—¿Qué no puede ser, Gideon?—Le preguntó Gwendolyn llamando la atención de todos.
Gideon miró significativamente a Lucy y Paul y ellos negaron con la cabeza dándose cuenta de que Gideon había descubierto su secreto.
—¡No podéis escondérselo toda la vida!—Gritó levantándose de repente mirándolos con los ojos ardiendo en llamas esmeralda.
Lucy agachó la cabeza sabiendo que Gideon tenía razón, pero ellos también tenían sus motivos para no decir nada.
—Sabemos que no deberíamos ocultárselo, pero por ahora es mejor que no lo sepa. Así que no digas nada más y siéntate. —Dijo Paul sosteniendo la mirada abrasadora de Gideon.
Gideon se volvió a sentar a regañadientes y agarró la mano de Gwen sorprendiéndola, pero que aún así, no retiró la mano si no que la apretó y le dio una sonrisa al chico.
Ella calló un momento. A lo lejos se oía relinchar un caballo y, aunque ya era casi de noche, llegaban voces del West Carriage Drive.
—Sé que tienes razón —admitió finalmente—. Pero duele tanto saber que nunca volveremos a verla… —Se pasó la mano por los ojos llorosos—. En fin, al menos, no nos aburriremos. Tarde o temprano también nos localizarán en esta época y nos echarán encima a los Vigilantes. Él no renunciará al cronógrafo ni a sus planes sin luchar.
La emoción de la aventura brillaba en sus ojos, y él sonrió aliviado al comprender que la crisis había pasado.
—Tal vez hayamos sido más listos que él —dijo—, o al final el otro no funcione. Entonces quedaría bloqueado.
—Sí, eso estaría muy bien. Pero, si no sucede así, nosotros somos los únicos que podemos interponernos en sus planes.
—Precisamente por eso hemos hecho lo correcto —repuso él levantándose y sacudiéndose la suciedad de los vaqueros—. ¡Y ahora ven! Esta hierba está empapada y tú aún tienes que cuidarte.
Dejó que tirara de ella hacia arriba y la besara.
—¿Qué hacemos ahora? ¿Buscar un escondite para el cronógrafo?
Indecisa, miró al otro lado del puente que separaba Hyde Park de Kensington Gardens.
—Sí. Pero antes saquearemos los depósitos de los Vigilantes y nos proveeremos de dinero. Luego podemos coger el tren a Southampon. El miércoles, el Titanic zarpa de allí para su viaje inaugural.
—¿Es esta tu idea de "cuidarse"? —dijo ella riendo—. No importa, estoy contigo.
Él se alegró de verla sonreír de nuevo que inmediatamente volvió a besarla.
—De hecho, estaba pensando… Ya sabes que los capitanes de barco tienen autorización para celebrar matrimonios en alta mar, ¿verdad, princesa?
—¿¡Os casasteis en el Titanic!? —Gritaron inmediatamente Gwen y Leslie emocionadas—. ¡Qué romántico! —Volvieron gritar agarrándose las manos y sacando una sonrisa en Lucy y Paul al ver la emoción de las chicas al saber donde había tenido lugar su boda.
—¿Quieres casarte conmigo? ¿En el Titanic? ¿Estás loco?
—Sería muy romántico.
Leslie y Gwen asintieron desde sus asientos.
—Bueno, hasta que llegue lo del iceberg. —Apoyó la cabeza en su pecho y hundió la cara en su chaqueta—. Te quiero tanto… —murmuró.
—¿Quieres convertirte en mi mujer?
—Sí —respondió ella,
Gwen y Leslie suspiraron por el momento tan romántico.
Con la cabeza enterrada en su pecho—. Pero solo si bajamos en Queenstown como muy tarde.
—¿Lista para la siguiente aventura, princesa?
—Estoy lista si tú lo estás —dijo ella en voz baja.
Gideon y Gwen se sonrojaron al darse cuenta de que esa frase era la misma que ellos se decían antes de que saltaran en el tiempo.
—Este es el final del capítulo —anunció Falk—. Pero hay una página de los anales de los Vigilantes, aunque es una que todos conocemos. Habla sobre los viajes incontrolables. No creo que sea necesario leerla. Yo digo que solo deberíamos leer las que consideremos necesarias.
—Yo opino igual que Falk —dijo el doctor White—. Sería una pérdida de tiempo leer unos papeles que ya conocemos.
Todos asintieron de acuerdo con lo dicho y cuando Falk iba a pasar el libro al que quisiera leer apareció una nota en las manos de Mister George.
—Nosotros también opinamos lo mismo que el doctor White y Falk. También queríamos deciros que a medida que leáis puede que aparezcan personas del pasado y os pedimos que no juzguéis a nadie hasta terminar todos los libros.
G.&G.
La sala se quedo en silencio por un momento analizando las palabras dichas por Mister George y, algunos, preguntándose quienes serían esas personas que podrían venir del pasado.
—Bueno… ¿ahora quién quiere leer? —preguntó Falk.
Paul levantó la mano y Falk le pasó el libro a su hermano pequeño.
