Es la primera vez que comienzo una historia en este mundo de Disney/Pixar, pero me enamoré de un par de historias, asi que tenia que hacer mi propio intento. En esta línea de tiempo Merida tiene la misma edad que Elsa, el fiasco del compromiso fue 4 años atrás, y la coronación apenas un mes. Se supone que ambas historias están desarrolladas en tiempos simultáneos (por eso de que Brave esta ambientada en el siglo X).

Sin mas, aquí tienen el piloto. Si les gusta, diganme, quiero hacer esto.

Los personajes de Brave y Frozen no me pertenecen.


Escuché pasos apresurados y un poco torpes afuera de la estancia. Le rogué a los dioses que se dirigieran justo donde estaba recibiendo, como cada mañana, las lecciones de mi madre. Llevaba un par de horas repitiendo el mismo fragmento, mejorando mi pronunciación y entonación.

Los pasos se detuvieron justo frente a la puerta, lancé un pequeño grito interno cuando se escucharon los toques en la madera.

Mi madre, la reina Elinor de DunBroch, se levantó de su asiento, mientras yo lo tomaba en un sillón, fue hacia la puerta y abrió.

-¿Qué sucede?- me asomé y logré ver al mensajero, con un sobre muy elegante y un emblema dorado, no supe distinguir de qué reino provenía. -Gracias- el hombre hizo una reverencia y se retiró. Mi madre dio la vuelta y se sentó detrás de su gran escritorio. Su ceño estaba un poco fruncido, al parecer la carta requería mucha concentración.

-Bueno, madre, creo que estarás ocupada un buen rato con eso, dejaré que trabajes- me levanté como un resorte y comencé a caminar hacia la puerta -no te preocupes por mí- estaba dispuesta a salir cuando la escuché hablar.

-Merida, cierra la puerta y acércate. - la mire confundida, pero habló con un tono muy serio, no pude contradecirla y obedecí.

-Llegó está carta, ¿reconoces el emblema?- tomé la carta entre mis manos, el papel era distinto al de las cartas de los Lords, más delicado, igual que la caligrafía "Reina Elinor de DunBroch". El emblema dorado era una flor de azafrán. Hice memoria.

-El reino de Arendelle.- la miré, mi madre sonreía complacida. Con la mirada me incitó a leer lo que el papel ponía. Después de quedar asombrada por tan pulcra letra, me di cuenta que estaba frente una invitación a visitar el reino, quedarnos como huéspedes unos días y compensar que no pudimos asistir a la coronación. Me quedé pensando.

-Creo que deberíamos ir- comencé, aún sin mirar a la reina, mi cabeza estaba trabajando. -Arendelle es un reino con muchas ventajas...- pensé en que están cerca de la montaña, por lo cual, aunque sea verano, ellos consiguen hielo fácilmente, y por lo mismo, necesitan provisiones para el invierno -...el nuestro es más grande pero estamos alejados, tal vez podríamos negociar nuevos tratos comerciales con ellos, son buenos navegantes, su reino esta situado en un fiordo- ampliaríamos nuevas rutas y ellos podrían proporcionarnos barcos nuevos o mordernos. Miré a mi madre buscando su opinión, hablé demás, supuse que la vería con una cara de desaprobación, pero me sorprendió su sonrisa. -¿Qué?- me quedé estática.

-Me siento orgullosa de ti, Merida- ella se acercó y acarició mi rostro, le sonreí. -Prepara una maleta, querida, avisaré a los hombres para que preparen un barco y le diré a tu padre de nuestro viaje.- la reina se acercó a la puerta y antes de que saliera se giró para explicarme. -Tú padre, es un buen rey y un valiente guerrero, pero no sabe mucho de diplomacia. Lo mejor será que vayamos solo tú y yo.- me dedicó una sonrisa cómplice que yo le devolví y me dejó.

Iré a Arendelle a conocer a la reina y hace tratos. Aunque no me guste mucho todo eso de liderar un reino, estaba emocionada por conocer nuevas tierras. Definitivamente esos bosques nevados serán conquistados por Angus y yo.

Me levanté con ánimos nuevos, cerré la estancia y estaba dispuesta a subir a mi habitación cuando volví a ver a otro mensajero caminar hacia mí. Lo esperé y con una inclinación de cabeza me ofreció otro sobre. Uno distinto y con caligrafía un poco más burda que la anterior, en esta ocasión el remitente aparecía al frente del sobre. "Reino de DumBroch, de parte de las Islas del Sur". Retiré al mensajero y fui en busca de mi madre.

La encontré en su alcoba, preparando vestidos para el viaje a Arendelle, sabíamos que el clima es un poco drástico, así que empacó de todo.

-Madre, llegó otra carta, es de las Islas del Sur.- me acerqué a entregársela y ella se giró sonriente.

-Léela tú, hija, te escucho- siguió con lo suyo un segundo después. Abrí la carta y le di una leída rápida antes de hacerlo en voz alta. Un escalofrío recorrió mi espalda, el corazón comenzó a latirme rápido. -Ma...madre...- ni siquiera podía pronunciar bien, estaba impactado. Mi madre se giró a verme, aún con la sonrisa dibujada, se borró en cuanto vio mi semblante. -Es una solicitud - comencé a explicar, las manos me temblaron cuando le extendí el papel. -Para ser aliados de guerra...- guerra. Había escuchado historias de guerra, de muertes, pero no creí enfrentar una real, al menos no una de esta manera. -...contra Arendelle.- el mismo reino que nos acaba de invitar a hospedarnos en su castillo. Conocer a la nueva reina y crear nuevos lazos.

El semblante de mi madre estaba serio, casi imperturbable, leyó la carta y vi cómo apretó sus labios. Me miró, muy decidida y enojada.

-No seremos parte de una guerra, en todo caso, no estaremos con las Islas del Sur- aventó la carta a la cama y caminó fuera de la habitación, la seguí por curiosidad. -Es un insulto que crea que seremos parte de semejante barbaridad, ¡atacar a la reina!- bajó las escaleras my rápido hasta que encontró a un soldado. -Avisen que necesitamos un barco con los necesarios para zarpar hoy mismo a Arendelle.- me detuve, ¿nos vamos hoy? -También que preparen comida suficiente, el viaje es largo, pero necesitamos llegar en la mitad de tiempo. - ¡Arendelle aún no sabe qué vamos a ir! Mi madre de verdad estaba consternada para actuar así, estaba saltándose un par de protocolos al hacer este viaje. Ella volteó a verme.

-No es de esta forma cómo se hacen las cosas, Merida- suspiró casi imperceptiblemente, pero en su mirada pude ver que estaba decidida. -Pero es nuestro deber alertar a la reina, además de que nos conviene tenerla de aliada que de enemiga. - ahora vi algo distinto, un ligero brillo de... ¿temor?

-Prepararé mi caballo y mis cosas, madre.- ella asintió y yo corrí a prepararme.

-¡Fergus! Tengo algo que decirte- escuché decir a mi madre antes de que su voz se volviese un ruido lejano.

Pasamos de ser invitados, a ser quienes alertáramos a la reina de una guerra latente.

Definitivamente voy a este viaje.


Pues hasta aquí, llega. No es muy largo, pero es solo el comienzo.

Nos leeremos pronto.

Saludos, Sel

xx