Dom: Bueno, espero que les guste el fic. Supongo que mi locura se está revelando y haciendo ver con estas historias. Por favor, piedad de mí.

Nota de autora innecesaria:

Quiero decir algo. Tengo muchas historias empezadas, muchas que no he ni publicado. Pero les estoy dando prioridad a las que publico, porque me encanta saber sus opiniones. Si alguien que lea esto lee ¿por qué no?, quiero decir que estoy atravesando un proceso llamado bloqueo de "escritor" y no puedo continuar por ahora. Sean comprensivos.

Acabo de subir un capitulo de Altea Kaur, con el qué voy más que bien y le tengo cariño. Esta historia también me encanta, y trataré de subir lo más rápido que pueda, pero tengo que sentirme inspirada. Ahora sí, si alguien leyó esto, puede leer tranquilo.

Disclaimer: Nada es mío, no digo ni pio… (¿

Familias Weasley y Malfoy, los declaro los "Locos Adams".

-Malfoy-

Pequeñas ondas se formaban por su cabello rubio platinado. Hace años había dejado de llevarlo para atrás y bien peinado. Eso había terminado en su juventud. Ahora lo había remplazado por patillas, revuelto y una corbata. Había pensado en alborotarlo más, pero eso le recordaba a Potter, y le generaba tensas arcadas.

Mejor dejarlo así.

Draco se dio la vuelta, y encontró a su esposa parada frente a él. Los tirabuzones armados y los labios bien pintados de rojo (A opinión de Draco), le daban un aspecto de novia muerta. Pero le gustaba esa novia muerta. Esa terca, obstinada y macabra novia muerta. Era su mujer, después de todo. Astoria frunció la nariz.

—Deja de querer parecerte a Potter con ese peinado, me das nauseas— Le dijo con una sonrisita. Draco también sonrió, con el mismo amor-sarcasmo de la otra. Se arreglo el cabello, tratando de acomodarlo.

—Sí, era justo lo que quería. Parecerme al idiota de Potter— Gruño Draco con el ceño fruncido, poniéndose la corbata. Astoria se encogió de hombros, poniéndose unos pendientes que estaban en la mesa.

—No quería enfadarte. Es que como eres su admirador…

—Astoria, déjate de estupideces y ayúdame con la corbata— Se rindió Draco, dejando de hacer y deshacer los nudos deformes. Astoria se acomodó los pendientes y lo miro con las cejas arqueadas, con sus témpanos azules mirándolo fijamente. Draco odiaba cuando hacia eso.

— ¿Qué, soy tu elfo domestico? ¿No puedes decir "por favor"?—Se quejo la mujer, frunciendo las cejas que antes habían estado a la defensiva. Draco la miro, suspirando.

—Se lo pediría al elfo, si no fuera porque Scorpius lo libero la semana pasada. Por esa Weasley y su rebelión de los elfos…— Draco negó con la cabeza— Tenía que ser Weasley.

Astoria frunció más el entrecejo, recordando el asunto de la semana pasada. Scorpius, su bebito, con esos Weasley, metiéndole extrañas ideas en la cabeza. Estando con la Weasley. Y era justo por lo que se estaban arreglando.

Iban a ir a la casa de los Weasley, para quien sabe qué cosa. Se suponía que iban a comer. Se suponía. Pero seguro el pollo estaría envenenado y las papas infectadas. Astoria lo sabía. O por lo menos, lo creía. "¡Se lo pasarían bomba si fueran!" había dicho su hijo, haciendo un berrinche con quince años.

Claro, el bebe era bebe hasta que Astoria lo decía. Luego tenía quince y tenía que madurar. Astoria se acerco a Draco y le hizo un nudo en la corbata. Sonrió, y le dio un beso en los labios.

—Tal vez podamos envenenar a los Weasley sin que Scorpius se entere— Susurró entre risas, y Draco festejo su chiste.

—No, Potter se enfadaría y largaría un gas infectado… terminaríamos todos en San Mungo. —La pareja siguió dándose unos besos, imaginando las posibles maneras de cometer el crimen perfecto.

Eran una pareja rara. Sin duda, nadie diría que se amaban. Pero luego de todo lo que habían pasado juntos, del odio al amor, del amor al odio, conformándose con el amor-odio, les dio fuerzas para seguir adelante, sobre todo con su pareja. Y en realidad eran tan felices juntos…

— ¿Van a seguir excitándose pensando en los Weasley o qué? —Preguntó una voz desde el umbral de la puerta.

Y ahí estaba su bebe, parado frente a ellos con la camisa blanca fuera del pantalón, y una corbata roja. Los miraba con sus ojos celestes delatadores, donde ni una pizca de gris había. Draco hubiera dicho que era su gemelo en pequeño. Sin embargo, Astoria hubiera dicho que era su versión en hombre.

Quién sabe.

Draco lanzó una sonrisa morbosa.

—Yo no soy el que se excita pensando en una Weasley… —Comenzó el hombre, siendo silenciado por un codazo de Astoria. Ella no quería escuchar idioteces. O como diría Draco, realidades.

Astoria le acerco a su hijo y le dio un fuerte beso en la frente. Draco contuvo el impulso de decirle que se lo limpie. Se acerco a su hijo, y lo examino con la mirada. No tenía buen gusto para los colores de corbata, pero estaba decente, quitando el borrón rojo del labial de su madre en la frente. Su esposa también, y el estaba esplendido.

Draco apoyo una mano en el hombro de Scorpius.

— ¿Ya nos vamos hijo?

La pregunta quedo flotando en el aire, con los titubeos de Scorpius. Se alejo un paso al frente de ellos, y los miro con un desquicio pintado en los ojos. Sonrió con nerviosismo.

— ¿Recuerdan las indicaciones, verdad? Es que, no quiero que nada salga mal…— Aclaro con las manos en alto. Los dos adultos bufaron y se retorcieron como dos niños. Draco lo miro con algo de enfado. Astoria lo imito.

—Uno: Ningún Weasley es "Maldito Weasley" en esa casa— Comenzó Draco con aburrimiento.

—O Comadreja— Aclaró la mujer, como a quién le toman lección. Draco asintió con pereza. —Dos: Hay que comer, beber y acomodarse en el hábitat natural de los Weasley.

—Por más que sea una prole roñosa— Susurró Draco por lo bajo.

— ¡Papá!—Exclamó Scorpius, cruzándose de brazos. Draco lo ignoró, con su rigidez impecable.

—Tres: — Comenzó el hombre — Ron Weasley (la mayor deformidad humana del planeta), es nuestro igual.

—Cuatro: — Astoria se retorcía las manos, tratando de recordar— No importa lo que nos parezca Rose Weasley. Es el ser más maravilloso del mundo.

Los dos adultos se miraron con la nariz fruncida, y luego miraron a su hijo, enfadado por donde se lo mire por sus actitudes. Se puso una mano en la cara, negando con la cabeza. Luego separó un poco los dedos, y un ojo curioso de asomo por ellos.

—Continúen— Susurró Scorpius, apenado por decir eso. Era mejor que hagan el ridículo a torturarlo de esa manera. Pero eso lo pensaba ahora, cuando no estaban con los Weasley. Sí, mejor que prosigan.

—Cinco: —Draco pasaba el peso de un pie al otro, cansado. — Debemos dejar de ser ególatras, maleducados e irónicos delante de los Weasley.

—Te falto pedantes— Murmuro Astoria, mirando a su hijo con el ceño fruncido. Ellos no eran nada de eso, pero eran ordenes de su bebe. Harían lo que pudieran. O por lo menos, lo intentarían. Era muy diferente a hacerlo, ¿Quedaba claro?

—Seis: No hay que avergonzar a nuestro hijo, Scorpius, de ninguna manera.

Los dos adultos se quedaron en silencio mirando a su hijo, que se arrancaba pelos del brazo con nerviosismo. Scorpius los miro con irritación.

—Les falta la ultima y la más importante— Aclaró el chico lentamente, como si sus padres no pudieran entender. Draco y Astoria se encogieron de hombros, sin recordar nada. Scorpius suspiro— Siete: NO deben insultar, juzgar, cortar, mutilar, alcoholizar, maltratar...

—Por favor— Replicó Astoria con enfado. Pero Scorpius siguió.

—…amordazar, envenenar, drogar o asesinar… — Termino Scorpius por fin— a los Weasley.

Sus dos padres gruñeron por lo bajo, arreglándose el vestido, o los pantalones, examinando alguna imperfección. Scorpius se puso a su lado, listo para desparecer con ellos. Una sonrisa temblorosa se asomo por sus labios, todavía con el beso rojo de su madre en la frente.

Si tenía suerte, los últimos tres verbos de la indicación número siete no se cumplirían ese día.

Claro, solo los últimos tres.

— —

-Weasley-

Ron, rojo de rabia, explotaba en su sillón. Le había dicho a Rose por tercera vez en ese día que no podía ponerse esa remera para cuando vinieran los Malfoy. Era ceñida, apretada, y sobre todo le dejaba ver el ombligo. Era una niña insensata.

Miro a su hijo Hugo, sentado en el sillón de enfrente con gesto de impaciencia. Su hijo pequeño (aunque tenía trece años), miraba las manecillas del reloj con un frenesí infartarte. Ron bufó, enfurruñado.

—Ya deja de esperar a tu amiguito— Dijo Ron con enfado. Hugo movió su cabeza en dirección a la de su padre, pero luego volvió a la dirección del reloj. El chico adopto una posición recelosa.

—Deberías estar feliz. Me cae bien el novio de mi hermana, somos amigos. Eso no es normal en todas las familias papá. —Aclaró Hugo muy confiado. Ron miro a su hijo de reojo.

Sin contar su pelo pelirrojo, todo su hijo era un punk completito. Sus cadenas plateadas y su piel blanquecina resaltaban en ese mar de negro. Las botas masculinas de Hugo sin lustrar y con barro eran otras cosas de las que Ron se arrepentía de comprar.

Oh, claro que Ron estaba de acuerdo con lo que decía: Nada en su hijo era normal.

El timbre sonó, y dos cabezas se asomaron desde diferentes lugares. Rose desde las escaleras con la remera que NOse podía poner, y Hermione con los pelos parados. Los dos hombres de la casa se miraron con nerviosismo.

—No puede ser— Hugo, que había visto el reloj desde la madrugada, miro la puerta— Iban a venir a las once, no pueden llegar tan temprano.

— ¡Ya vinieron!—Exclamó Rose, saliendo de su escondite. Aplaudió, sacudiendo su lacio y pelirrojo pelo con excitación. Ron la miro con enfado.

—Ya hablaremos de la remera— Susurró, yendo a atender. Cuando estuvo al lado de la puerta, miro a su familia. — Compórtense como gente normal, vamos.

Rose se sentó en el sillón, mirando la puerta con nerviosismo. Hugo se acomodo con aire relajado, y Hermione metió la cabeza adentro de la cocina, murmurando quién sabe qué. Ron suspiro, cerró los ojos, y abrió la puerta.

Y el resultado no fue el esperado.

— ¡Harry!—Exclamó entre enojado y feliz. Le habían quitado un peso de encima— ¡Qué suerte que están aquí!

Los cinco integrantes de la familia Potter desfilaron por el living. Rose se levanto como un resorte de su sillón, furibunda.

— ¡ALBUS!—Exclamó— ¡Te dije que no vinieran…!—Todos los Potter la miraron confundidos. Rose hizo silencio— Hola familia.

La vocecita angelical del final no engaño a nadie. Albus se retorció las manos con nerviosismo, preocupado.

— ¡Lo lamento Rose, yo no quería, pero es que Lily…!

Rose le dirigió una mirada asesina a Lily, pero no llegó a decir nada. Hermione había venido de la cocina con unos aperitivos en la mano y sonrisa comercial. Miro a los Potter sin entender nada, y luego sonrió.

— ¡Hola Harry! ¡Ginny!—Exclamó la mujer, muy sorprendida— ¡Qué suerte que están aquí!

Hugo se acerco a la avalancha de gritos y saludo a sus primos y tíos. Hermione y Ron se habían enzarzado en una rápida conversación sobre el nerviosismo de Rose con Harry y Ginny. Albus se acerco a Rose, que miraba a Lily con gesto fulminante.

—Ya te lo dije Albus: Esa enana tiene planes para Scorpius, y no me involucran a mí. —Albus y Rose intercambiaron una mirada nerviosa. Albus suspiro, negando con la cabeza.

—Yo no quería venir. James tampoco, si lo preguntas. Pero mamá quería devolverle la atisbadora a tu mamá, y Lily tenía tantas ganas de venir…

—Es aspiradora Al. —Lo corrigió Rose, que por sus abuelos sabia algunas cosas, y tenía otras. —Y claro, ya me lo suponía. La pequeña y dulce Lily quería venir a devolver un artefacto con tanto entusiasmo…

—Ey, yo quiero a mi hermana— Rose asintió con la cabeza, diciendo que ella también sentía lo mismo. —Pero los dos sabemos que no es muy dulce y pequeña a la hora de estar con Scorpius, ¿Cierto?

—Cierto—´Rose le dio la razón a Albus, asintiendo con la cabeza. No odiaba a Lily, mucho menos se la tenía jurada, pero en cuanto se metiera con la complicada relación entre ella y Scorpius…

Claro, ella no tenía un padre más maniático por los Malfoy que un mago puro por la sangre. Seguro que Harry recibiría a Lily y a Scorpius con los brazos abiertos en su casa, acompañándolos en esa relación…

— ¿Qué los Malfoy qué?—Saltaron James y Harry al mismo tiempo. Hugo y Lily, que se saludaban alegremente, dejaron de chillar. Rose y Albus también dejaron sus especulaciones y Ginny y Hermione salieron de la cocina. Todo el grito de antes se opaco por el silencio.

James sacudió la cabeza.

—No pueden venir— Susurró James en un shock. Harry asintió con la cabeza, con el ceño muy fruncido.

"Claro, se lo tomaría muy bien" Pensó Rose de lo más contenta. No sabía muy bien porque, pero involucraba a Lily y a tío Harry.

—Es que Rosie quiere… por Scorpius— Aclaró Hermione, pasándose una mano por el pelo enmarañado. Todos los presentes miraron a Rose, que les sonrió con nerviosismo.

—Scorpius es un gran chico— Aclaró Hugo, que miraba a su familia con el ceño fruncido—. ¡Ha compartido mesas familiares con nosotros, fiestas, aniversarios! ¡Ha dado a esta familia más de lo que di yo! ¡Ha hecho feliz a Rose…! ¡Ha…!

— ¡SÍ!—Exclamo Lily, dando un salto. Todos miraron a la chica, ahora roja de vergüenza. Harry asintió con la cabeza, más convencido.

—Un gran chico si— Dijo Harry, y James frunció la nariz. Albus, por su parte, se llevaba esplendido con el rubio. Y Ginny simplemente lo adoraba por adorarla a ella en el Quiddicht. —Pero… como decirlo— Harry suspiro—… Draco no.

—Eso, Rose, Scorpius no… digo, Draco no es bueno— Dijo James trastabillando. Ron sonrio con complicidad, feliz de tener gente de su lado. Ni su hijo estaba de su bando con eso, por Merlín. Ahora tenía a tres de su lado, contando a Lily.

O tal vez solo dos.

—Mamá, nos podemos quedar a cenar ¿Síí?—Dijo Lily, suplicante. Ginny frunció la boca, y miro a Harry, que dudaba en silencio. James se paro al frente de su padre.

—NO, NO, NO. ¡NO!—Exclamo el chico, negando frenéticamente— No vamos a quedarnos aquí solo por que Lily quiere babear un rato.

—¡James!—Se escandalizó Lily. Rose se encogió de hombros.

—Es la verdad.

— ¡Rose Weasley!—Exclamó Hermione.

—Eh, Lil, yo preferiría que no te quedes— Dijo tímidamente Hugo. Lily lo miro con indignación.

— ¿Qué…?

— ¡No!—Exclamó James.

— ¡Ya basta!

— ¡Papá!

— ¡Quedémonos!

— ¡No!

El salón se convirtió en un barullo de ruidos, pataleos y morisquetas. Rose y Lily se habían enzarzado en una conversación hosca. Varias veces se hicieron gestos ofensivos y Albus tuvo que intervenir.

Todo era un caos.

Y la reina del orden, paciencia e inteligencia, actuó por puro instinto.

— ¡Basta!—Clamó Hermione, y todo se silencio de nuevo. Hermione miro a Ginny— Ginny, claro que se pueden quedar a cenar, si eso quieren. Hugo, no seas maleducado. Chicas, dejen de pelear. Y James, no trates de escabullirte por la ventana de nuevo.

James, parado sospechosamente al lado de la ventana abierta, se miro los zapatos. Harry se removió el pelo, mientras Lily lo miraba con codicia. Y claro, no podía decirle no a esos ojos de cachorro.

—Bueno…—Dijo Harry con una media sonrisa. Lily estalló en un vitoreo, y Rose se indigno de tal manera que quiso golpearla. Albus la agarró por la cintura, mientras Rose trataba de zafarse. Hermione puso una mueca incomoda.

—Rose, acompáñame a la habitación. Quiero hablarte… de algo importante— Hermione le pidió a Ginny que la acompañara, y las tres mujeres se fueron por el pasillo. Ron, que había estado en silencio todo ese tiempo, grito.

— ¡Vamos, que ya vienen los Malfoy!—Aplaudió un par de veces, despabilándolos. James fruño un poco.

—Yo no pienso quedarme. En unos meses soy mayor de edad, hare lo que quiera— Refunfuño.

—Si, en un par de meses podrás hacer lo que quieras— Le concedió la razón Harry, divertido. —Pero ahora eres mi niñito, mi hijo, y seguirás mis órdenes. Te quedaras.

La mirada iracunda de Harry hacia James lo soluciono todo. Su padre era muy bueno hasta que ponía esa mirada, luego, todo se desbordaba. Se sentó en un sillón rojo y contuvo el aliento. Luego lo dejo caer.

—Está bien.

Lily llevo los aperitivos a la mesita, Hugo acomodo los cojines con Albus y Ron le rezo a ese tal Dios de los muggles, haber si les echaba una mano. Harry simplemente se rasco la cabeza sin saber muy bien qué hacer. Le parecia terriblemente estúpido quedarse, pero como por código Morse así lo habían decidido Ginny y Hermione. Claro, Ron y Harry quedaban afuera de todo eso. El timbre sonó, y esta vez Ron estaba seguro que la muerte tocaba a su puerta.

Solo que en versión Malfoy.

—Ahí viene Scorpius— Susurró Lily con excitación. Huego le dedico una mirada cargada de intención, y Ron abrió la puerta.

Y esta vez, el resultado tampoco fue el esperado.

Lucius, Narcisa, Scorpius, Astoria y Draco Malfoy se encontraban apretujados en el umbral de la puerta. Draco frunció la nariz, y Ron supo que la noche seria larga. Trato de concentrarse en el chico, Scorpius, que tenía esa corbata tan linda y era tan educado.

— ¿Esta es tu casa Weasley?—Pregunto Lucius, echando una mirada al interior— No esta tan mal para ser tuya.

—Hola Scorpius— Saludo Ron, focalizando su objetivo— Pasen.

Ron ignoro los "que maleducado" o "¿Qué no saluda?" de los Malfoy y los invito a pasar. Draco echo una ojeada a su alrededor, y sonrió con maldad. Y solo su comentario lo hizo darse cuenta de una cosa:

— ¿Y la Granger, Weasley? ¿O fue más lista que nosotros y huyo en cuanto pudo?

La noche sería muy, muy larga.

— —

Quién me dejara un reviewwwwwwwwww? :3