Todo lo que conocía antes, era amor de familia. Mamá solía peinarme, enseñarme cosas y cuidar de las hortensias del jardín cuando era una niña. Y cuando no estaba en misiones con papá.
Papá solía jugar conmigo y contarme anécdotas, y responder todas mis preguntas. Aunque en algunas no supiera exactamente la respuesta.
Mis padres eran mis héroes. Y mi mamá, mi ejemplo a seguir. Yo deseaba, llegar a ser como ella algún día.
Pero luego pasó aquello. Aquella noche donde Yasha Shirayuki mató a mis padres. Mi mundo, se desmoronó, todo lo que yo conocí, ya no existía. Sólo un vago recuerdo de lo que antes tenía, amor de familia.
Después la Mafia me adoptó, quien se hizo cargo de mí, fue Kouyou. Fue gracias a ella que sé muchas tácticas y habilidades. Se podría decir, que ella quiso lo mejor para mí.
Pero en secreto, siempre añoraba los momentos que tenía con mi familia. Donde había luz. Yo deseaba un mundo de luz; estaba harta de el rojo carmesí que siempre había cuando Yasha Shirayuki atacaba; estaba harta de matar.
Yo no quería esto. Yo no lo había pedido. Yo estaba cansada, ¡Ya no quería matar más!
Pero en ese momento, en el que él me asignó la misión de portar la bomba e ir con Kaiji al tren de Yokohama. Fue en ese momento, en el que te vi, que todo cambió. Tu peinado era extraño, y tus ojos llamativos… todo tú era extrañamente curioso, pero… tú… transmitías luz y calidez.
Luz y calidez que yo añoraba.
Pero yo tenía que cumplir con mí trabajo. Pero no contaba con que estuvieses en el mismo tren. Cuanto deseaba que te dieras cuenta de todo el sufrimiento que cargaba, pero parecías no darte cuenta; al final, me dijiste que expresase lo que realmente quería decir.
Y lo hice. Aunque, no esperaba que me salvaras. No pensaba que me apoyarías, me protegerías… Y pensé, que te irías. Pero te quedaste.
Me mostraste un mundo de luz.
No importaba los problemas que se avecinaran, siempre querías el bienestar de todos. Siempre querías ayudar, sin importar las dudas e inseguridades que te abordasen. Seguías transmitiendo luz.
Fue entonces qué, gracias a Naomi y Yosano. Descubrí que estaba enamorada. No sabía qué hacer, era la primera vez que me pasaba algo así; mis padres y Kouyou me lo había mencionado antes, pero en esos momentos yo no lo comprendía, porque no lo había experimentado.
Traté de sobrellevarlo, aparentar indiferencia como usualmente hacía. Pero tus tratos conmigo, no me ayudaron.
¿Has escuchado sobre el Hanahaki? ¿La enfermedad del amor no correspondido?
Yo, hace poco comencé a presentar síntomas de esto. Era doloroso, con cada instante que pasaba; sabía que había solución para el Hanahaki, dos, para ser precisos.
Que la persona correspondiese tus sentimientos.
Una operación.
Pero yo no quise. No quería obligarte a corresponderme. Y… no quería deshacerme de ellos, eran los sentimientos más hermosos y dolorosos que había tenido en toda mi vida. Yo fui egoísta.
No me importa que esto me esté matando lentamente. Yo quería atesorar lo que sentía por ti, porque tú fuiste quien me mostró la luz, y tú… eres y siempre serías mi rayo de luz.
Tosí nuevamente, observando los pétalos. Tan parecidos a los de las hortensias. Suspiré, limpiando el desastre que siempre dejaba.
Sé que estás sospechando de lo que tengo. Pero es algo que no te voy a decir, y seré egoísta; ni aun si me pidieras realizar la operación, para extraer mis sentimientos, lo haría.
Volví a toser, esta vez un poco más fuerte. Creo que te desperté, porque escuché como corriste la puerta del clóset, y me preguntabas preocupado que qué tenía.
Sólo pude sonreír.
Gracias te doy por darme estos hermosos sentimientos. Y lo siento, por no querer deshacerme de ellos, Atsushi.
