N/T Bienvenidos sean todos al Libro Dos en la serie Uno de Jennifer Craw (Los Años de Voldemort.) Si sencillamente llegaron a este libro por casualidad, pueden leer el primero de la serie titulado Jennifer Craw y la Varita de Fénix. En esta historia, leerán más acerca del pasado de Jennifer y los Buscadores de Verdad en general. Aunque tiene un poco mas de aventura, sigue con el mismo tono del anterior y es de lectura rápida; ¡Disfruten!
Escrito en el 2002, Ultima revisión: 9-20011.
Jennifer Craw y el Cráneo Marfil
Capitulo Uno
Buscadora de Verdad
Había sido una noche terriblemente fría. Jennifer Craw, de apenas siete años, se sujeto débilmente de la escoba, haciendo un esfuerzo por mantenerse despierta. Su padre, quien había insistido en llevarla con el, tenia su brazo alrededor de ella sujetándola con la mayor fuerza que le permitiera seguir manejando. Le hablaba a su hija tratando de animarla mientras las eternas horas pasaban sobre el obscuro océano. No había mucha luz; el Manto Nocturno que los cubría bloqueaba los rayos de la luna, y Jennifer no podía distinguir ninguna constelación. Frente a ellos volaba su madre, su capa revoloteaba con el viento. Nunca disminuyo su velocidad, ni una sola vez en toda la noche. Ninguno de ellos miro hacia atrás.
Jennifer estaba conciente de que las cosas iban muy mal, su padre había hecho algo que los obligo a dejar todo atrás sin un cambio de ropa, algún juguete o equipaje. Ella sabia que no iban a regresar. Sus brazos dolían, se sentía muy débil, y sus piernas se dormían aun cuando trataba de cambiar de posición de manera más o menos constante.
"Papi, no resisto mas. No puedo," ella insistió.
"Debes de hacerlo, Pequeña Jenn, no tenemos mas opción que seguir," le dijo una vez mas. Nunca había tenido una experiencia más miserable. Estaba segura de que el mar nunca iba a terminar y que el sol jamás aparecería.
Justo al llegar a un pequeño pueblo en Conneticut se le dijo a Jennifer que no podría usar magia en público otra vez. En casa era una historia diferente. Su madre rápidamente consiguió un trabajo Muggle, ahora bajo el apellido Brown; mientras Jennifer y su padre permanecían en casa y el le enseñaba mas magia de la que nunca imagino que existía.
Suponía que su padre la amaba, paso mucho tiempo atiborrándola sin piedad con hechizos; era un instructor muy difícil. Su madre parecía tener sentimientos encontrados acerca de la enseñanza de Jennifer, parecía asustada. Pero cada vez que daba su opinión, Thomas Craw decía, "No existen hechizos malvados, Alice, solo hechiceros malvados," y seguía con sus clases. Para cuando Jennifer tenía once años, sabía más acerca de magia obscura que cualquier persona que le triplicara la edad.
Después del primer año de su escape, el comportamiento de su padre se relajo un poco, diciéndoles continuamente que estaban seguros. Jennifer pensaba que era como si lo dijera tratando de convencerse a si mismo y no a ellas. Pero aun con esa tranquilidad, cuando recibió su carta de aceptación de la mejor escuela de hechicería del mundo, el le prohibió asistir.
"Pero Papá, no quiero ir a la escuela de Pittsburgh. Quiero ir a Hogwarts como tu y Mamá lo hicieron…"
"Iras a Whitebridge y no se hable mas, Pequeña Jenn. Solo recuerda lo que te dije acerca de seguir sus reglas, y nunca jamás hagas uno de los hechizos que te enseñe a menos que tu vida corra peligro. Imagino que te expulsaran si saben acerca de tus capacidades para la magia obscura."
"¿Expulsarme por los hechizos que conozco? ¿Por que harían algo así?" Jennifer pregunto.
"Porque las personas aun están asustadas, Pequeña Jen, de lo que pasa cuando un mago se vuelve malvado, temen que el regrese." Su padre arremango su camisa mostrándole una marca borrosa apenas visible, pero seguía ahí… aun ahí.
"Siempre recuerda la marca, Pequeña Jen. Mantente alerta, pero nunca le temas. El temor solo hará las cosas mas fáciles para aquellos que quieren dañarte," le dijo.
Siendo tan joven, nunca entendió porque su padre decía eso, especialmente después de haberse llevado a su familia sin ningún aviso escapando através del océano. Cuando creció, muchos años después, entendió que a veces se requiere mucho mas coraje para correr que para permanecer en un lugar.
Jennifer saco la memoria y la arrojo sobre el Pensadero antes de guardar el recipiente en su caja de seguridad, tratando de enfocarse de nuevo en el aquí y ahora. Mirando el reloj sobre el buró, se levanto de la cama y bajo las escaleras.
Audacious Belle estaba frente a un caldero humeante, probando su contenido con una cuchara de madera. Tenia la apariencia de una abuela energética, su mandil se había caído de la parte superior por no haberlo atado correctamente. En realidad, ella era una de las mejores Auror de Estados Unidos; una de esas brujas que ayudaban a capturar a hechiceros obscuros y llevarlos ante la justicia. Había sido una buena anfitriona para la joven profesora, y una excelente tutora.
"Termine Audi, al menos por ahora," Jennifer dijo cansada.
"Bien, bien. ¿Aprendiste algo nuevo buscando en tu pasado? ven aquí, niña, prueba esto."
"No realmente. Solo viejas memorias que mi año en Hogwarts ya había sacado a flote," Jennifer dijo, probando la mezcla.
"¿Y bueno? ¿Qué tal esta?" Audi pregunto.
Jennifer sabia que era mejor no mentirle a Audi.
"Esto es una de las cosas mas repulsivas que he probado. Por favor deshazte de el antes de que Bertie Botts descubra que inventaste un nuevo sabor." Audi se carcajeo estrepitosamente, disfrutando el momento.
"Lo se, es terrible, estoy de acuerdo, pero no importa. Lo arreglare en un momento."
"¡Anciana, me pusiste una trampa! Solo querías saber si te diría la verdad," Jennifer la reprendió.
"No hace mucho hubieras mentido sin dudarlo, Pequeña Jen," puntualizo, llamándola por su apodo de la niñez. Agrego una pizca de mugroot a la mezcla, y el brebaje se torno de un verde lodoso a un café dorado. "Ahí esta, mucho mejor."
En los dos meses que Jennifer había entrenado con la mujer, lo único que habían hecho era esconder todos los espejos de la casa y responder preguntas acerca de prácticamente todo lo que tenía que ver con su vida. Lo que en realidad le molestaba es que ella no podía hacer ninguna pregunta, debía de usar sus talentos innatos para discernir las respuestas por ella misma. El talento que compartían era extremadamente raro en su tipo, y nadie lo tomaba a la ligera. Era la habilidad de leer mas allá de las expresiones y las palabras de una persona; ver detrás de los pensamientos he incluso en ocasiones conocer las emociones detrás de ellos.
Audi constantemente la llenaba de preguntas, que de alguna forma retorcida le parecían un juego sin sentido. Jennifer había sido cuestionada acerca de todo, desde su color favorito, hasta la cena de Raftly, o porque odiaba tanto a Lucius Malfoy. Todo eso mientras su maestra se sentaba mirándola mientras pensaba en toda clase de cosas extrañas, y de vez en cuando le preguntaba que estaba pensando en lugar de seguir con la plática. A veces era fácil, otras veces no podía leer nada. Con toda honestidad, comenzaba a dudar si era o no buena en esta poco común habilidad con la que había nacido.
Buscadores de Verdad, era como llamaban a aquellos que obtenían su licencia; pero en realidad era solamente un sentido que les permitía ver através de la percepción e incluso de la magia para obtener la verdad detrás de una persona. Los Buscadores de Verdad certificados tenían el beneficio de poder testificar en la corte contra cualquier individuo, y continuamente se les solicitaba como investigadores privados.
Sin embargo, Jennifer Craw no era una abogada o una investigadora; ella era una profesora. De cualquier forma, cuando al terminar su primer año trabajando en Hogwarts surgió la oportunidad de pasar el verano entrenando para acreditar su licencia, la tomo sin dudarlo. Oh, ella sabia que la principal razón por la que esto había sucedido era que algunos de sus amigos en Bretaña la querían en un lugar seguro, de preferencia en el medio de la nada. Jennifer había hecho muchos enemigos. Aun así, era una oportunidad muy especial para dejarla pasar.
"Muy bien, prueba otra vez," Audi insistió, acercándole la cuchara a los labios.
"Mejor," Jennifer admitió. "Pero hace mucho calor como para preparar algo. ¿Como puedes soportar estar aquí?"
Audi le sonrío y tomo otro sorbo. Después se detuvo, ladeando su cabeza. Jennifer escucho el ulular de una lechuza. Se levanto y subió rápidamente las escaleras de dos en dos mientras se dirigía a su habitación, abriendo la ventana de su dormitorio. Una lechuza grande dejo caer en sus manos un paquete de cartas atado con un cordel y después se poso en la percha que estaba en la ventana.
"¡Gracias, Fluke!" dijo, acariciando al ave de Audi, desamarrando el cordel para revisar las cartas.
"¡No te quedes con todo el correo para ti sola, Pequeña Jen! ¡También quiero saber que dicen tus amigos!" Audi le grito desde el piso de abajo. Jennifer rodó los ojos, asomando su cabeza por el corredor.
"En cuanto me dejes saber acerca de ese cartero del que me entere."
"¡Si, si! creo que me llegara esa carta que me envíe el día de hoy," Audi dijo. "Deberías de tomar mi consejo y conocer al cartero Muggle. Es una forma fácil de seguirles los pasos a los vecinos. Una mirada a esos Muggles y lo sabrás todo, sus pensamientos son tan delgados como el papel."
"¡Eres todo una entrometida! ¿En realidad te importa lo que la chica de a lado hace con su tiempo libre? Oh, Audi, esta es para ti y parece oficial, debe de ser de trabajo," Jennifer dijo entregándosela rápidamente. Siguió buscando entre su correo personal dando un suspiro. No encontró lo que buscaba, frunció el ceño, y después abrió una carta de Hermione.
"¿Fluke sigue arriba?" Audi pregunto. Jennifer levanto la mirada para contemplar a Audi inusualmente pensativa.
"¿Murió alguien mas?" Jennifer pregunto. Audi le dirigió una mirada y se levanto de su asiento.
"Regresare pronto. Si este es como los demás el rastro ya debe de haberse enfriado, pero puedo dar un vistazo." Audi se quito su delantal y se vistió con una capa obscura, desapareciendo.
Jennifer frunció el ceño. Audi había estado rastreando a un asesino serial durante todo el verano. Cada que asesinaba a otro mago, se le encontraba muerto y frío sin ninguna marca aparente. Siempre estaban solos. Nadie miro nada nunca. Audi Belle estaba interrumpiendo su trabajo por causa de ella.
Era la primera semana de Agosto, muy cerca del cumpleaños de Jennifer, y a solo una semana y media de su regreso a la escuela. Tendría que tomar el examen pronto, pensaba, y si lograba pasarlo, tomar el juramento que la acreditara como una Buscadora de Verdad.
Y después… ¿Y después que? reflexiono. Solo tres meses atrás Voldemort había lanzado el Maleficio Asesino sobre ella… ¿Y había fallado? Antes de ella solo una persona había sobrevivido a un hechizo convocado por Voldemort. Un año después que su familia escapara de el, uno de los más siniestros magos obscuros de la era moderna, perdió todo su poder contra un joven Harry Potter, protegido por el sacrificio de su madre. Y ahora, Voldemort ascendía al poder y ella también estaba en la lista de sus enemigos, la segunda persona en sobrevivir a su ira. El había ordenado a sus sirvientes matarla, pero con una licencia de Buscadora de Verdad en la mano, ella podría testificar contra ellos y develar lo que había leído en sus rostros, y seria aceptado como un hecho y no una suposición. Suspirando suavemente, Jennifer volvió a revisar sus notas acerca de los procesos en la corte. Aun tenia que estudiar si quería aprobar el examen.
