1. Ira

Si hay algo que Lily Evans no soporta, es la deslealtad. Por eso sufre y llora la pérdida de su amigo Severus Snape.

Lily se enfurece cuando recuerda su infancia, porque está ligada a ese personaje que a veces odia y que en otro tiempo lo adoraba con el alma.

Porque no es justo que la vida se encabrone con las cosas buenas, no es justo que las cosas bellas duren tan poco, no es justo entregarle tu amistad a alguien y que ese alguien sea un completo idiota. No. Es. Justo.

Lo que realmente le molesta -¡Vamos que le come la paciencia!- es que el muy hijo de puta siga con su vida como si nada. Que le de exactamente lo mismo que su única amiga de verdad, ya no le hable.

A Lily le carcome que alguna vez haya confiado en él… ¡Que lo haya defendido de los idiotas que siempre se colgaban de él, para sobresalir!

Que haya sido su confidente por años ¿para qué? Para que el cabrón la trate de "Sangre Sucia", para que el muy imbecil prefiera su grupito de Artes Oscuras. Para que la ignore olímpicamente…

Si no fuera una señorita le diría en la cara que es un idiota, que es un mal nacido, que se quedará solo por los siglos de los siglos y que nunca, jamás, encontrará a una persona que se preocupe tanto por él como ella.

Le diría que se vaya al diablo, que le importa un rábano su opinión, que lo odia con todo su corazón por traicionero, pero eso no. Admitir que está iracunda y por culpa suya, eso JAMÁS.