1- Destinadas
- ¡Corre! – Me gritó aquel chico de pelo azul, se parecía a mi padre pero tenía una expresión muy triste en el rostro. – No dejes que Krad te alcance.
- ¿Quién es Krad? – Pregunté mientras él me agarraba de la mano y tiraba de mí. – Papá, contéstame.
- Lo siento Sara – dijo soltándome la mano y cayendo al suelo retorciéndose de dolor. - ¡Huye!
- ¡Papá! – grité al ver como la figura adolescente de mi padre se transformaba en un ángel rubio vestido de blanco con unas alas blancas gigantescas, pero su mirada era maléfica, esos ojos ámbar daban pavor. - ¿Qué quieres de mí?
- Solo te voy a presentar a mi hija – dijo apartándose hacia un lado dejando ver un espejo. Me acerqué para ver mi reflejo, pero lo que vi fue una chica, un ángel vestido de blanco y dorado, con el pelo blanco y corto; tenía los mismos ojos y la misma mirada que el otro ángel y un par de alas blancas con reflejos dorados. – Bienvenida, Angie.
- ¡No! – grité despertando muy sofocada. – Solo era una pesadilla. – dije levantándome de la cama y dirigiéndome hacia el espejo del escritorio. – estoy igual que siempre. – dije tocándome la espalda. Todo seguía igual, dos ojos azules, pelo largo y azul cobalto, una figura envidiable y un rostro de niña buena como el de mi madre.
- ¿Estás bien, Sara? – Preguntó mi padre muy preocupado desde la puerta. - ¿Has tenido otra pesadilla?
- Tranquilo, Satoshi – dijo mi madre abrazándolo desde detrás. – Si le ocurriera algo malo las cartas me lo dirían. – Mi padre y yo sonreímos, ni él ni yo creíamos en las predicciones de mi madre, pero casi siempre acertaba. – Sara, cariño, si no te encuentras bien puedes faltar mañana al instituto.
- No hace falta mamá – dije con una sonrisa algo forzada. – Mañana es mi cumpleaños y el de Miyu. Los tíos y los abuelos han preparado una fiesta para las dos. – Dije emocionada, cumplíamos catorce años.
-es verdad – dijo mi padre con una sonrisa de preocupación. – Entonces duerme bien. – Dijo antes de salir de mi habitación y dejarme a solas con mi madre.
- ¿Te cuento otra historia de Dark? – Preguntó muy emocionada sentándose en mi cama.
- Por favor, necesito algo bonito para quitarme este mal sabor de boca, que me ha dejado la pesadilla. – A mi madre le encantaba contar historias sobre "El ladrón fantasma, Dark", bueno y a mi tío Daisuke y a mi abuela también les encantaban esas historias.
En la casa Niwa:
- Miyu, dame la mano – dijo un chico de mi edad que era idéntico a mi padre. – Te voy a presentar a un viejo amigo.
- Pero estoy en pijama – me quejé recordando que estaba en pijama.
- Tranquila Miyu, esto es solo un sueño. – dijo con una gran sonrisa, tenía que ser mi padre, él siempre sonreía así. – No te asustes, prométemelo.
- Prometido – dije poniendo mi mano derecha sobre mi corazón y cerrando los ojos. Cuando los abrí ya no había rastro alguno de la versión adolescente de mi padre. - ¡¿Tu eres Dark?!
- Sí, pequeña Miyu, ¿me harías el honor de ser la portadora de los poderes de mi hija? – ese rostro tan seductor, tan enigmático, deseé parecerme un poco a él y no al patoso de mi padre pero enseguida corregí mis pensamientos.
- A mi madre no le hará ninguna gracia – dije pensando en todo lo que mi madre detestaba a Dark. – Y seguro que mi padre se preocupará. – miré su cara, estaba aburrido. – Qué demonios... claro que quiero. – Sonrió y puso un espejo delante de mí.
Allí había una chica, un ángel vestido con una gabardina negra y unos pantalones de cuero negros. Su cara era perfecta, sus ojos eran de color violeta al igual que su pelo largo y suelto que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Pero lo que más me gustó fue ese par de alas negras con reflejos morados.
- Ahora eres mi hija – dijo poniendo una de sus perfectas manos sobre mi hombro derecho. – Bienvenida, Devi.
- ¡Guay! – desperté cayendo de culo de mi cama. - ¡Ay! Que daño.
- ¡Miyu! – gritó mi madre muy preocupada al verme tirada en el suelo maldiciendo a mi cama. – Hija ¿estás bien?
- he tenido un sueño magnifico – dije gritando muy emocionada. – No veo el momento de contárselo a papá, a la abuela, a Sara, a Shun y a Taichi.
- No me lo quieres contar – dijo mi madre fingiendo indignación. – está bien, tranquila, lo entiendo. – tenía los ojos llorosos. – Quieres más a todos tus amigos, a tus primos, a tus abuelos, a tus tíos, a tu padre... todos van antes que tu pobre madre.
- Si te lo iba a contar ahora. – dije riéndome y subiéndome a la cama. – Tú siempre vas la primera, por eso no te nombro nunca.
- Te pareces tanto a tu padre – dijo mi madre acercando el espejo de pie a mi cama y haciéndome poner de pie justo enfrente. – Justo a esta hora nacisteis Sara y tú.
Miré mi reflejo esperando estar igual que en mi sueño, pero seguía siendo una chica de ya catorce años, con la cara y el pelo de mi madre, bueno en verdad un poco más castaño que el suyo, los mismos ojos rojos de mi padre y su don para caer las cosas y para caerme en el momento menos apropiado.
- Pequeño clon – dijo mi hermano desde la puerta – feliz cumpleaños, enana. – puse una expresión de fastidio que hizo reír a mi madre.
- Daichi, cállate, - le ordenó mi padre con una de sus grandes sonrisas – o por la tarde no te dejaré escaquearte con tu primo Takato. – mi hermano sonrió y se rascó la cabeza. – Mañana es tu cumpleaños, mi pequeña Miyu, también es el cumpleaños de tu prima Sara. – se giró hacia mi madre y con una mirada de complicidad se giró hacia mí. - ¿Sabes si vendrá Shun? – Me sonrojé, Shun era el chico del que estaba enamorada, era casi tan perfecto como Dark.
- No...No lo se – dije tartamudeando. – Pero si que se que Tai se quedará a cenar, sus padres no pueden pasar antes a por él.
- Miyu tiene novio, Miyu tiene novio. – dijo mi hermano desde la puerta. – Tai y Miyu se van de paseo y en medio del... – una almohada aterrizó en su cara.
- A mi me gusta Shun no Tai. – grité muy enfadada. – No, Dai, Dai no te atrevas a decírselo.
- ¿Por qué no? – preguntó desafiante sacando su móvil del bolsillo del pijama.
- Porque entonces yo te quitaré el móvil y te prohibiré salir con Sakura. – dijeron mis padres a la vez.
- Que compenetración. – dijo mi abuela desde la puerta. – Dai vuelve a la cama, yo he de hablar con tus padres. – dicho esto me quedé sola en mi habitación y me volví a dormir.
A la mañana siguiente, en el instituto:
- Miyu – me llamó un chico de pelo alborotado marrón, pero lo tenía muy corto, para mi gusto – Felicidades.
- Gracias Tai – dije distraída buscando a alguien con la mirada detrás de él. - ¿Has visto a Sara?
- Sí, la otra cumpleañera subía en coche – dijo con una mueca – ni que subir andando o en bici desde su casa fuera tan complicado. – Se quejó, como siempre. – Takato lo hace todos los días y no se muere.
- Pero Takato tiene una salud de hierro y yo no – dijo mi prima a la espalda de Tai que palideció. – Da gracias que es nuestro cumpleaños y estoy cansada, que si no... Otro gallo cantaría.
- Otra pesadilla – afirmamos Tai y yo al unísono.
- que compenetración – dijo Sara con una risita cansada. Me sonroje al pensar en que eso mismo se lo había dicho la abuela a mis padres; si fuese Shun me alegraría de oír eso, pero siendo Tai era raro.
- Las grandes mentes piensan igual – dijo Tai rodeándome el cuello con uno de sus fuertes brazos y haciéndome la cerilla. – Vamos a clase antes de que pase Shun. – su cara se ensombreció, a Tai le caía mal pero eso a mí no me importaba.
- Oye, Miyu, - me llamó Sara que iba un poco rezagada. – Tú también has soñado algo.
- Sí, he soñado que era la hija de Dark – dije muy ilusionada, pero eso solo hizo que a mi prima se le ensombreciera el rostro. – El ángel blanco... ¿salía en tu sueño?
- No solo él, también mi padre – esta vez fui yo a la que se le ensombreció la expresión. – Tu padre también... eso solo puede significar dos cosas. – comenzó a decir algo asustada. – Que nuestros padres eran Dark y... Krad y nosotras debemos seguir sus pasos o que no tenemos que comer con Tai esas porquerías antes de cenar. – esta vez nos reímos.
Llegábamos tarde a clase de cocina y para nuestra desgracia seguía dando el mismo profesor que les daba a nuestros padres.
- Niwa, Hikari – nos llamó enfadado el profesor, estaba bien cuidado solo que ahora llevaba gafas, el pelo blanco y tenía voz de viejo gritón. – Espero que su retraso valga la pena porque llegan diez segundos tarde y no llevan puesto el delantal.
- Lo siento, ha sido mi culpa profesor. – dijo Shun desde el fondo de la clase. – La directora me mandó recoger unos papeles pero como no podía permitirme llegar otra vez tarde a su clase les pedí a Niwa y a Hikari que me hicieran ese favor.
- está bien – dijo el profesor bastante enfadado. – pero que no vuelva a ocurrir.
Nos pusimos en nuestra mesa con Tai y empezamos a cortar la cebolla, el pimiento y el tomate para la paella que íbamos a hacer hoy. Shun que era un virtuoso de la cocina se acercó un par de veces a ayudarnos, claro está sin que el profesor se diera cuenta.
- Ya hemos terminado la paella, al estilo valenciano. – dijo el profesor sirviendo el ultimo plato, el suyo. – Que os aproveche.
- Igualmente – dijimos toda la clase al unísono.
- Ahora diré quien se queda a cortar coles después de clase. – odiaba que dijera eso, siempre me tocaba quedarme con Tai y no era que me aburriera en mi castigo era que prefería ir con Sara a pintar al acantilado. – Ishida Shun, Hiroto Taichi, Hikari Sara y Niwa Miyu.
Fuimos a la siguiente clase, educación física, me puse el chándal del uniforme y empecé a correr alrededor de la pista.
-Niwa, tranquila. – Dijo Shun a mi espalda – amiga mía, esto nos puede pasar a todos. – me estaba hablando, a mí, pero ¿qué acababa de llamarme?, ¡amiga!, me veía como una amiga. - ¿Sigue en pie la invitación de tu cumpleaños?
- Claro, Ishida – dije con una falsa sonrisa y un par de lágrimas en los ojos - ¿me disculpas? – Dije parando – creo que aun me escuecen los ojos por culpa de la cebolla.
Me fui corriendo hacia la enfermería y por el camino me crucé con mi primo Takato y mi hermano Dai. Al verme llorar mi hermano que tenía dieciséis años y mi primo que tenía quince pero le habían adelantado un curso me acompañaron a la enfermería.
- Peque, - dijo Takato - ¿te ha llamado amiga? – asentí y Dai se rió, pero Takato le tapó la boca. – A ti Akane también te llamó amigo. – eso no me animaba, Dai nunca había conseguido salir con Akane. – Pero gracias a eso ahora sales con Sakura y la quieres incluso más que a Akane.
- Que por cierto es tu novia – dijo mi hermano algo molesto. – Pero es verdad, Akane nunca me quiso, pero gracias a eso descubrí todo lo que me quería Sakura y que yo sentía lo mismo hacia ella.
- Callaros – dije aun llorando – me da igual todo lo que me digáis. ¿Estamos? – Pusieron cara de "Que tierno, se cree más lista que nosotros" – ahora os vais que sino llegareis tarde.
- Sí, mamá – dijeron burlonamente antes de salir corriendo hacia su clase.
Entré a la enfermería y la enfermera me puso un colirio para los ojos, porque se supone que estaba así por las estúpidas cebollas. Y justo cuando me iba a ir entraron Tai, Shun llevando a Sara inconsciente entre los dos.
- Se ha desmayado, sin más en mitad de clase. – dijo Shun que la llevaba agarrada de los hombros.
- lleva semanas sin dormir bien – dijimos Tai y yo otra vez al unísono. – solo está cansada.
- Que compenetración – dijo la enfermera con una gran sonrisa. – En todo caso debe descansar.
- Me quedaré con ella. – les dije a Tai y a Shun – Yo también estoy... cansada.
- ¿Te encuentras mal? – preguntó Shun preocupado y mi corazón comenzó a latir más rápido que una locomotora. – Si quieres me quedo con vosotras.
- En todo caso me quedaría yo, Ishida. – dijo Tai con un tono más que evidente de celos, pero ¿celos, por qué?
- ¿celos? – Preguntó Shun – Tranquilo Hiroto, solo me preocupaba por su salud. – eso hizo que una nueva oleada de lagrimas luchase por salir, pero logre reprimirlas.
- Miyu – dijo Tai agarrándome antes de que perdiera las pocas fuerzas que me quedaban. – di cuantos dedos ves. – dijo sacando dos dedos y poniéndome los delante de la cara.
- veo dos dedos y a un par de amigos algo idiotas que se están jugando un par de horas de castigo. – dije aun mareada. – Iros, vamos, ¿o esperais a que lluevan flores?
- Miyu, cuídate – dijeron los dos a la vez y Tai me besó la frente, justo antes de que Shun me basase la mejilla.
El día se pasó lento, todo el día en la enfermería. Pero hubo algo bueno nos pospusieron a todos el castigo de cortar coles. Shun nos acompañó a casa y le ofreció a Tai bajarlo en coche, aunque este rehusó.
- Entretén a las fieras – le dije a Sara con una gran sonrisa idéntica a las de mi padre. – Voy a mi cuarto un momento.
Subí a mi cuarto, las paredes estaban llenas de dibujos de sitios en los que nunca había estado, gente a la que nunca había conocido y justo enfrente de mi cama quizás el dibujo que más odiaban mis padres, un ángel negro (Dark) llevando en brazos muerta a un pequeño ángel también negro (Devi) Mientras detrás de él dos ángeles dorados y blancos se arrodillaban agarrándose la cabeza (Krad y Angie). Pero la escena no acababa ahí, una línea en diagonal partía el cuadro, en este otro lado se veía a cuatro chicos de catorce años en una gran playa de arena blanca y agua cristalina todos felices, pero había algo oscuro en esa escena dos ojos color ámbar llenos de odio se veían en el cielo, difuminados, pero ahí estaban. Ese dibujo me encantaba, era tan real y a la vez tan imposible o por lo menos así lo creía.
- Lily – dije viendo a mi pequeña conejita negra dentro del cajón de mis dibujos más íntimos. - ¿Cómo lo has abierto? – miré la pagina, eran dos dibujos en uno Tai con su balón de fútbol y en el otro Shun con su kimono de karate. - ¡Ay! – me dolía el costado, cerré los ojos por colpa del dolor y cuando los abrí me miré en el espejo. - ¡Aaaaahhh! – grité al ver el reflejo de la hija de Dark en mi espejo. Moví mi brazo derecho y el reflejo lo movió, moví la cabeza y el reflejo la movió, saque la lengua y el reflejo la sacó.
- Miyu – dijo mi abuela entrando seguida de mi padre. – Veo que mis sospechas eran ciertas. – su voz daba a entender toda la alegría y también aquella pizca de envidia que sentía. – Bienvenida, ladrona fantasma Devi.
- Tienes muchas cosas que explicarnos mamá – dijo mi padre sentándose en mi cama con la cara entre las manos.
- En teoría – comencé a decir. – Solo los hombres se pueden convertir en ladrón fantasma.
- Exacto – afirmó mi padre enfadado. - ¿Qué pasa, aquí entonces? – estaba muy mareado. – Vigilamos que Dai no se convirtiera en Dark pero nunca vigilamos a Miyu, porque era imposible, según tú que se pudiera convertir en una ladrona fantasma.
- Pero no lo es – dije mirándome en el espejo buscando esas preciosas alas negras y moradas a mi espalda.- ¿Dónde están mis alas?
- ¿Qué? – preguntaron mi abuela y mi padre a la vez.
- En mi sueño tenía unas alas negras y moradas preciosas. – dije desilusionada. – Y ahora no están.
- Wiz – susurró mi padre con nostalgia y un pequeño conejo blanco de orejas y rabo extraños apareció dando saltos por la puerta parándose al lado de Lily – Eso es. – Mi abuela y yo nos giramos sorprendidas hacia mi padre. – Lily es chica y Wiz es chico. – pensé que a mi padre se le había ido la olla por completo. – Wiz era las alas de Dark, tal vez Lily sea tus alas.
- Sí, que hijo más listo que tengo – dijo mi abuela muy emocionada. – sal al balcón, salta y di: Lily ven.
- Ya está, se os fue la cabeza por completo – dije enfadada. – Lo que queréis es que Dai sea hijo único. – dije asustada.
- No seas tonta, eres mi hija nunca te haría eso – dijo mi padre con una de sus sonrisas. - ¿Qué puedes perder al intentarlo?
- La vida – respondí con ironía. Mi abuela me empujó del balcón. - ¡Lily ven! – grité cerrando los ojos y un par de alas negras y moradas aparecieron en mi espalda. - ¡Yuju! – grité aterrizando en mi balcón.
- Ahora ve a la catedral – dijo mi abuela. – Ya he mandado el aviso a la policía.
En la fiesta:
-¿Dónde se ha metido Miyu? – pregunté entrando en la cocina como si fuera mi casa y cogiendo el mando de la tele.
- ¿No te han dicho que es de mala educación hacer eso, Tai? – me preguntó Sara molesta. – esta no es tu casa.
- Ni la tuya – dije tirándome en el sofá encendiendo la televisión.- mira las noticias – dije viendo a Takeshi, un antiguo compañero de clase de mi madre.
- hoy les informamos que en la catedral se va ha cometer un robo. – todos se agolparon ante la pantalla del televisor. – "Devi, la ladrona fantasma" así es como ha firmado su aviso a la policía. En el cual según filtraciones explicaba que iba a robar la gárgola de la catedral y que es la hija del famoso ladrón fantasma, Dark. – una sonrisa de satisfacción se dibujó en la cara del reportero al decir ese nombre. – Y un servidor espera, que esta joven sea igual de buena que su padre.
Hay estaba, una chica preciosa, de pelo morado igual de largo que el de Sara, vestida con una gabardina negra y unos pantalones que parecían de cuero del mismo color. Le enfocaron la cara, era perfecta, preciosa, la chica más hermosa que había visto nunca; pero sus ojos me recordaban a los de alguien. Esos ojos rojos eran idénticos los de... Miyu.
- Devi se ha posado en la parte no iluminada por la policía – no podía verla, iba de negro y era de noche. – Esperen un momento, la gárgola, se está moviendo. – ese pequeño monstruo se dirigía hacia Devi. – están luchando.
En la fachada de la catedral:
- Bien – exclamé pegada a la pared manteniendo el equilibrio. – Ahora solo he de coger esa cosa y... ¡Se mueve! – esa gárgola se acercaba hacia mí, y en su cara se veía las ganas de sangre. – Necesito un poquito de ayuda. – dije esquivando el último ataque de la gárgola con bastante esfuerzo.
(Narrado por Taichi)
-La va a herir – dije con un nudo en el estomago – Vamos Devi, atácale.
- Defiéndete – dijo Shun a mi lado igual de preocupado por la chica. – se que alguien como tú puede con ese bicho. – odiaba que Shun pensara lo mismo que yo, porque tal vez el también podría llevarse bien con Miyu o eso significaría que yo podría gustarle a Miyu, sacudí la cabeza ante aquel pensamiento.
- "Tranquila, Miyu, yo te ayudo" – dijo una voz dentro de mi cabeza y en un parpadeo Devi tenía el control de mi cuerpo. – Creo que este monstruo necesita una siesta. – sentía cada olor, cada movimiento, cada golpe cada batida de alas, pero no estaba allí, veía la escena con total nitidez pero yo no estaba allí. Entonces, ¿Dónde estaba?
Un millón de plumas negras y moradas envolvieron a la gárgola. Devi sacó algo del bolsillo de su gabardina y se lo puso en la frente a la gárgola.
- Nunca creí que volveríamos a ver una pelea semejante – Dijo Takeshi sin darse cuenta de que tenía el micrófono abierto. – Menos mal que a la chica no le ha pasado nada. Veo que esto de reforzar la vigilancia esta igual que cuando mi padre era el inspector – paró de hablar y el cámara enfocó mejor a la chica. Devi se dio cuenta de que la grababan y le guiñó un ojo a la cámara, pero esos ojos eran morados.
- Juraría que antes sus ojos eran rojos. – dije pensativo y desvié mi mirada hacia una foto que estaba en un mueble al lado de la tele. – Tenía los ojos del mismo color que Niwa. – pocas veces la llamaba Niwa, solo la llamaba así cuando nos enfadábamos o cuando me tenía preocupado.
- ¿No te encantan las cámaras? – me preguntó Devi. – Son tan... a quien intento engañar. Solo me gusta cuando me enfocan a mí, bueno a ti, a nosotras. – Me estaba pareciendo un poco... egocéntrica, egoísta, chula y pasota.
Volamos por toda la ciudad, planeamos sobre la casa de mis tíos, la antigua casa Harada. Me encantaba la figura de la fuente que había en el jardín delantero.
- Hiroto, ¿Quieres que te llevemos? – preguntó Shun desde la puerta. – Niwa está enferma y creo que harías mejor viniendo conmigo. – odiaba que tuviera razón.
- está bien – dije mirando preocupado las escaleras que subían a la habitación de Miyu. – Señora Riku, ¿le importaría darle esto a Miyu?- le entregué un paquetito envuelto en papel de regalo morado con dibujitos, su preferido.
- Claro Tai – dijo con una gran sonrisa la señora Riku. – Y perdona que no haya podido bajar, es que se encontraba mal. Su padre la está cuidando arriba.
- "mi fiesta" – pensé desanimada – "Shun ya se habrá ido y Tai estará cenando con mis padres y mi hermano" – no sabía que me daba más miedo si el tercer grado de mis padres hacia Tai o que Tai empezase con sus bromas de mal gusto, esas que solo entendía yo. - ¿Quién es Shun? – preguntó Devi con una sonrisa. - ¿es tu novio? – no sabía que responderle. – "Mas quisiera yo. No, solo es el chico más guapo del universo." – Devi volvió a sonreír. - ¿Me lo describes? – me puse muy nerviosa, no sabía como empezar. – "Es alto, tiene el pelo morado y largo, como tú pero siempre lo lleva en una coleta baja, sus ojos son verdes y se le dan bien todas las materias que estudiamos, incluso Cocina y educación física. Lo único que no se le da bien es el arte y el teatro, es un desastre" – me reí y Devi sonrió melancólicamente. - ¿Quién es Tai y como es? – Sentí una sacudida.
Devi miró sus manos, la gárgola ya no estaba. Buscamos por encima de nosotras pero solo la encontramos después de oír como un coche frenaba y sus cristales se hacían añicos por el impacto contra algo muy duro.
Iba hablando con Shun de fútbol y de Karate cuando aquel monstruo cayó sobre el asfalto. El padre de Shun intentó frenar pero aun así chocamos contra el bicho de piedra. Estaba apunto de atacarnos cuando Devi se lanzó contra él, lo lanzó hacia el cielo y lo embistió de nuevo esta vez hacia el bosque.
- chicos no os mováis – dijo la madre de Shun muy alterada por lo que acababa de pasar. – vamos a llamar a la grúa y a la policía. – Estaba empezando a llover y Shun no paraba de decir que se aburría y que preferiría estar con Devi que conmigo, así que salí del coche y me senté detrás de un árbol junto a la carretera.
Le lancé dos, tres, cuatro e incluso hasta cinco veces contra aquellos árboles tan gruesos y no conseguía distraerlo el tiempo suficiente como para colocarle otra de mis plumas en su frente y poder llevármelo.
- "Esquiva los árboles de la derecha y guíalo hacia allí. En el claro será más fácil distraerle" – le dije a Devi que se estaba empezando a cansar. - ¿Cuál es tu plan? – preguntó recibiendo otro golpe de ese pequeño demonio de piedra. – "Allí podrás duplicarte y así conseguiremos distraerle" – pensé de manera triunfal. – Es genial. Ni que lo hubiera pensado yo.
Así lo hizo, lo guió al claro allí Lily hizo una copia exacta de Devi y el diminuto cerebro de piedra de la gárgola se colapsó. Devi saltó sobre aquel pedazo de roca y le colocó la pluma morada y negra sobre la frente, en ese momento la gárgola quedó completamente inmóvil.
- Bueno, este bicho está camuflado en esta bolsa de deporte y Lily se ha cansado así que... – unas gotas comenzaron a caer sobre nuestra cabeza. – Nos toca andar bajo la lluvia. – su voz irradiaba optimismo. – No tienes ni idea de lo mucho que he echado de menos esta sensación.
- Me estoy calando – dije apoyado sobre el árbol – y hablo solo. Pero haría cualquier cosa con tal de no escuchar ni una sola palabra más sobre la ladrona esa y menos si el que habla es Shun.
- No sabía que alguien me detestase tanto. – Dijo Devi a Tai de manera desafiante. - ¿Quién te crees que eres para llamarme "la ladrona esa"? – Se estaba divirtiendo torturando a mi amigo.
- Alguien honrado – le contesté secamente – Yo no voy robando arte. Y mucho menos imito (pésimamente) a un gran ladrón como lo fue Dark. – eso no creí que lo hubiera dicho yo.
- con que pésimamente – repitió Devi, mientras que yo me estaba empezando a enfadar con Tai. – Pues siendo mi padre, dudo que lo imite tan pésimamente. – Pensé en lo mucho que mi madre odiaba que Dark fuese besando a todas las chicas y Devi sonrió. - ¿Qué crees que le falta a mi imitación?
- Dark después de robar cualquier obra de arte, primero no la dejaba caer sobre los vehículos de la gente – eso le molestó, se notó en su cara – y segundo, lo celebraba besando a la primera chica guapa que veía.- Terminé de decir esto y me besó. Fue un beso dulce y cariñoso que se llenó de nerviosismo de pronto. No parpadeé ni cerré los ojos y así fue como me pareció ver a Miyu antes de caer desmayado sobre el suelo mojado.
- No – dije cuando Tai se desmayó y lo cogí para apoyarlo contra el árbol en el que había estado apoyado, con tal mala suerte que se resbaló y cayó sobre un charco. – Devi, te odio. ¿Por qué has besado a Tai teniendo a Shun a un par de metros? – no me respondía. Anduve por la carretera hasta llegar a mi casa, donde mi madre me esperaba impaciente y preocupada.
- Miyu, hija estás empapada – dijo al abrirme la puerta. – entra y ponte el pijama.
- Gracias mamá – dije cogiéndome el pijama y subiendo las escaleras. – Odio a Devi.
- Mientras no te haya hecho lo que le hizo Dark a tu padre – dijo por lo bajo enfadada. – ¿Besó a la chica equivocada apropósito?
- No lo sé – dijo mi padre – pero gracias a ese beso me enamoré de ti.
- Pues espero que a mi no me pase - dije muy enfadada. - ¿Cómo se le ocurre imitar a Dark en esas cosas?
- ¿A quien te ha hecho besar? – preguntó mi abuela cogiendo la gárgola y bajando al sótano. – Bueno, da igual, ahora duerme. Que mañana tienes colegio.
Di mil vueltas en la cama pero solo recordaba el roce de mis labios con los de Tai.
Después de soñar ese magnifico beso, me despertó Shun y me ayudó a ir al coche. Mi madre se enfadó porque estaba empapado y me mandó a mi cuarto. Me puse el pijama, pero no podía dormir.
- ¿Por qué habré visto a Miyu en mi sueño? – Pensaba una y otra vez - ¿Por qué me ha gustado besar a Miyu en sueños? – cada pregunta me recordaba el final de ese beso, que a decir verdad me había gustado mucho más que el resto de ese beso soñado, ese roce calido de sus labios con los míos.
-¿Será esto lo qué se siente al estar enamorado? – se preguntaron los dos a la vez mirando por sus respectivas ventanas al cielo nocturno, los dos maldiciendo a Devi y sus ansias de ser como su padre.
