SÓLO CONTIGO. CAPÍTULO 1
En un bar abarrotado del centro de Princeton se encontraban House, Foreman, Chase y Cameron. Los tres jóvenes médicos habían convencido a su jefe para celebrar que habían salvado a su último paciente, un niño de corta edad que ingresó con extraños síntomas de una enfermedad que tardaron cuatro días en hallar. En el momento en que casi se daban por vencidos y el niño estaba a punto de morir encontraron la solución. House se había mostrado reticente a celebrarlo, él nunca celebraba nada relacionado con el trabajo ni era amigo de salir a tomar nada por ahí. Cameron había conseguido convencerle de que sería buena idea para todos airearse un rato fuera del hospital. Ella y House habían avanzado mucho en su relación las últimas semanas, desde que salvaron a Foreman y trabajaron juntos para encontrar qué estaba matando a su compañero se miraban y trataban de forma diferente. Los dos habían notado que su comprensión mutua era mayor, con frecuencia las miradas los delataban y las conversaciones que mantenían eran menos tensas y más amistosas. Ambos se encontraban cómodos con la situación, había costado casi dos años pero habían logrado entenderse como dos personas maduras, llegar a crear una relación casi de amistad, lejos de la tensión entre jefe y subordinada.
Cameron se había acercado aquella tarde a su despacho tras hablar con los padres del paciente. Había entrado con calma a su despacho, en medio de la oscuridad que siempre reinaba en la estancia y se había acercado a su mesa. House se encontraba sentado en su silla, mirándola mientras se aproximaba a él, llevaba días fijándose en ella, desde que habían sellado una especie de acuerdo silencioso de respetarse y disfrutar de la otra persona no podía evitar posar sus ojos en ella. Durante meses había evitado verla como una mujer, no se lo había permitido. Había hecho esfuerzos enormes para no mostrar interés en ella, para que no le resultara una persona interesante, pero a medida que Cameron se había abierto a él y él había dejado que ella entrara en su cabeza la idea se había diluido. Ella llegó hasta él y se quedó mirándole a los ojos, jugueteando con algo entre sus manos que él no acertó a ver, puesto que no bajó la vista en ningún momento.
- Vamos a celebrar lo de hoy. -dijo ella con una media sonrisa dibujada en sus labios. Él no contestó.- Quiero que vengas. Quiero que estés con nosotros.
- ¿Contigo? -preguntó él bromeando. Conocía a Cameron suficiente como para saber lo mucho que a ella le gustaban esos juegos.
- Conmigo. -contestó ella - Me encantaría que estuvieras conmigo... hoy.
Él sonrió y, resoplando, bajó la vista al suelo. Nunca se acostumbraría a aquel pequeño juego. Nunca se lo había dicho a ella, ni siquiera a Wilson, pero lo cierto era que Cameron era ya una parte de su vida que no podía obviar. Durante meses había querido evitarlo, pero ella se había colado en su existencia y él ya no quería que la abandonase. No era amor, quizá ni siquiera era cariño, seguramente se había acostumbrado tanto a ella que su vida no sería igual si faltara.
Se levantó de la silla apoyándose en su bastón. Anduvo hacia ella lentamente, como siempre lo hacía, y le habló en voz baja y sosegada, como también siempre hacía.
- Avisa a esos dos. Nos vamos a celebrarlo. Hoy me apetece emborracharme. Contigo. -ella sintió su cálida respiración contra su piel.
Cameron se sonrojó al comprobar cómo él había usado la misma táctica que ella para convencerle. Separándose de él de una vez se giró y se dirigió a la sala de diagnósticos para avisar a sus compañeros.
Para las doce de la noche ya habían bebido todos más de la cuenta. Chase y Foreman charlaban entre ellos sobre alguna clase de tema totalmente aburrido para Cameron y House, que se encontraban en un extremo de la mesa, uno al lado del otro, compartiendo una copa.
- ¿Y si sólo fuera una vez? -preguntaba él constantemente al no recibir respuesta por parte de ella. Cameron evitaba una y otra vez responder a su pregunta.- Me gustaría probarte. Lo sabes. A ti también te gustaría, llevas deseándolo desde que me conoces.
- House, estás borracho. -le cortó ella intentando rebajar la tensión.
- Tu también, Dra. Cameron. Casi -juntó los dedos índice y pulgar de la mano derecha y los situó frente a sus ojos- tanto como yo. Ella bajó su mano de un empujón con la suya propia, haciendo que ambas cayeran sobre la mesa. La clara piel de Cameron resaltaba comparada con el dorado tono de la de él.
Ella apartó apresuradamente su mano de la de él, haciéndole ver que aquel gesto le resultaba incómodo, pero a House le faltó tiempo para cogerle la mano de nuevo bajo la mesa y acariciarla.
- Tu piel es suave. -le dijo entre hipos- Me gusta su color. -desvió la mirada hacia Chase y Foreman, que seguían hablando de algo imperceptible para los oídos de House, totalmente anulados por el alcohol- Creo que esos dos están ligando. -le dijo a Cameron en voz baja. Ella rió abiertamente, provocando que la sonrisa de él creciera, abarcando todo el ancho de su cara.
Cameron pensó que ellos también estaban haciéndolo, aunque quizá ni ella ni House lo verían de esa forma. Mientras que para House sus compañeros estaban ligando ellos únicamente estaban disfrutando de la noche. Apartó la mano de él, notaba el calor y el sudor que emanaban de su piel, House tenía las manos calientes y ella se sentía presa con él agarrándola de semejante manera. Levantó la mano hasta la copa que compartían y, pasando el dedo índice por el borde del vaso ancho le habló.
- ¿Vas a terminártela?
- Toda suya, Dra. Cameron.
Ella comenzó a beber lentamente el líquido que quedaba en el recipiente. House observó cómo su cuello se estiraba y su nuez se marcaba a través de su carne. Con el vaso en alto, apurando las últimas gotas de líquido, ella sacó la lengua y la rozó con los hielos, que caían sobre sus labios. Aquello resultó demasiado para House, que le arrebató el vaso de la mano y lo puso de nuevo sobre la mesa. Ella le miró fijamente, él apartó la vista de ella y, sacando la cartera del bolsillo de su americana, tiró dos billetes sobre la encimera de la mesa. Agarró a Cameron de la mano y la obligó a levantarse, tirando de ella hacia arriba. Los dos salieron a trompicones del estrecho espacio entre la mesa y la pared. Se detuvieron frente a Chase y Foreman, que seguían hablando entre ellos en lo que a House le pareció una conversación de novios.
- Siento romper el cálido momento. Cameron y yo nos marchamos. -giró la cabeza para mirarla, pero ella tenía la vista puesta en otra parte y le costaba mantener el equilibrio. House notó cómo Cameron se apoyaba ligeramente en él para seguir en pie. Estaba borracha, ni siquiera podía erguirse.
Foreman y Chase los miraron incrédulos. No entendían qué pasaba con ellos, tantas veces los habían visto discutir, enfadarse uno con el otro, dañarse, que ahora parecía increíble que se hubieran emborrachado juntos. Cameron miró a sus compañeros, no había podido hacerlo desde que se había sentado en la mesa porque el cuerpo de House se lo impedía, pero pudo comprobar que ellos no estaban borrachos, de hecho, con seguridad la conversación que habían mantenido había versado sobre medicina o sobre el último caso que habían llevado.
- Yo la llevo a casa. -dijo House con una sonrisa- Es mi cita y la acompañaré. Foreman intentó detenerlos, estaban los dos bebidos y House había llevado la moto. No era conveniente que ninguno de los dos condujera en ese estado. Cuando quiso darse cuenta los dos salían por la puerta, agarrados de la mano y riendo.
Ya en la calle Cameron se fijó en la moto de House. Ella nunca había tenido miedo a ir montada en una, incluso una vez lo había hecho en la de House, pero lo cierto es que aquel día ningunno de los dos estaba en condiciones de montarse en ella.
- House, tengo miedo, no quiero ir en moto. -dijo ella con voz temblorosa mientras se agarraba fuertemente a su mano.
- No iremos en moto, princesa. ¿Tan irresponsable crees que soy? Iremos andando hasta tu palacio, yo te acompaño. - le contestó mientras perdía el equilibrio y Cameron tenía que sujetarle para evitar que se cayera. Los dos rieron de nuevo al encontrarse solos, en aquel aparcamiento, bromeando y disfrutando de cada momento juntos.
Los dos comenzaron a andar por la calle que les llevaría a su destino. Siguieron el camino que marcaban las farolas por expreso deseo de House, que había agarrado a Cameron del brazo y la llevaba por la acera como si fuera una persona importante, luciéndola, sin importarle que nadie compartiera espacio con ellos. Anduvieron durante un buen rato, la noche era fría pero ninguno de los dos sintió la falta de calor. El alcohol ayudaba a que la temperatura de sus cuerpos no descendiera, además de que cada pocos metros uno de los dos tropezaba, haciendo que el otro tuviera que ayudarle a levantarse. Las caracajadas se sucedieron durante todo el trayecto, sin importarles que no fueran horas para gritar en la calle o reirse a gran volumen en una zona residencial. Ella se quedó paralizada cuando, tras uno de los múltiples ataques de risa, él se puso serio y habló.
- Nunca te había visto reir así. A decir verdad, nunca te había visto reir. -dijo él seriamente.
- Yo tampoco te había visto reir a ti. Me gusta. -ella contestó reprimiendo una carcajada. Aquello resultaba completamente absurdo. Habían necesitado varias copas, muchas, de alcohol y dos años para conseguir llegar a ese punto de sinceridad y comprensión. Se encontraba muy a gusto junto a él, se encontraba de la manera de la que había deseado encontrarse durante aquella cita en el restaurante. Quizá en aquella ocasión ninguno de los dos estaba preparado para aquello, el tiempo les había puesto a cada uno en su sitio y los acontacimentos habían hecho que llegaran a compenetrarse casi perfectamente.
Tras andar por las calles un rato más House se paró en seco y levantó la vista. Alzando un brazo como quien enseña una obra de arte o descubre algo; espetó:
- Hemos llegado. Nuestro destino.
- ¡Pero si esta es tu casa! -gritó ella doblándose hacia adelante por la risa.
- Sí, bueno, me gusta más que la tuya. ¿Quieres entrar?
Ella asintió con firmeza, no deseaba que su noche con él acabara ahí y de esa manera, si hubiera podido elegir habría querido seguir toda su vida así con él. En aquellos momentos lo adoraba, lo quería más de lo que lo había hecho desde que lo conoció, era su hombre perfecto, igual de maleducado y bruto, pero gracioso y cariñoso. Ella siempre había intuido que House guardaba para sí una personalidad suave y tierna, que no dejaba a la vista para evitar salir dañado, para que nadie aprovechara su debilidad para lastimarle. Se sintió afortunada de compartir aquello con él, de comprobar que en aquel momento él confiaba tanto en ella que estaba dispuesto a mostrarse en esencia, a regalarle su verdadero carácter.
Sin poder evitarlo, ella se acercó a él con pasos temblorosos. Alzó la cabeza hasta que sus labios se situaron a la altura de su cara y besó su mejilla con ternura.
-Me muero por entrar. -le contestó, las palabras salían con dificultad de su boca.
Él tiró de ella, aún con sus manos agarradas y la llevó hasta la puerta de entrada. Nerviosamente, sacó las llaves del bolsillo de su pantalón. Sin saber por qué las manos no le respondían en aquellos momentos, pensó que seguramente sería a causa del alcohol, aunque también podía tener que ver con que Cameron se encontraba tan a su lado que sentía su calor contra su cuerpo. Al intentar insertar la llave en la cerradura el manojo cayó de sus manos, provocando que Cameron se agachara para recogerlo del suelo. Al levantarse de nuevo los ojos de los dos se encontraron por unos segundos. House recuperó sus llaves de la mano de ella.
- Gracias, Dra. No sé qué haría sin usted. -ella le dio un pequeño golpe en el hombro mientras él reía entre dientes.
House abrió la puerta de su casa y alargó la mano para encender las luces, pero un golpe seco en su brazo hizo que el miembro cayera de nuevo, colgante, paralelo a su cuerpo, ella no parecía desear que las luces estuvieran encendidas. Cameron empujó ligeramente su espalda para que él entrara en la oscuridad del piso, él tropezó por las prisas, haciendo que ella tuviera que sujetarle de la cintura para que no se cayera.
- Recuérdame que no vuelva a salir con un cojo que se tropieza en su propia casa. - bromeó ella cuando los dos habían entrado. Se sintió aliviada al oirle reir a él, no le había sentado mal el comentario, ella había temido que tratar el problema de su pierna lo pondría a la defensiva, como siempre lo hacía.
Él volvió a intentar encender las luces pero Cameron se lo impidió de nuevo. Se acercó a él, juntando su cara a la suya. Acarició su piel, su barba, respiró junto a sus labios y, de un solo golpe, lo aprisionó contra la puerta. House se sentía sin escapatoria, contra la espalda tenía la madera, contra su pecho a Cameron poseída por el alcohol. Pensó en ello. Realmente, no se le ocurría mejor situación en la que estar.
- ¿Te morías por entrar, eh? -preguntó él con la respiración entrecortada.
- Tú querías probarme. -dijo ella tras rozar sus labios con los de él, sin besarle, únicamente dejándole probar una mínima parte de su esencia.
- Me encantaría. -él acercó sus labios a los de ella y la besó, sintiendo su calor y el sabor a alcohol que aún mantenía en su boca. Respiró profundamente mientras acariciaba sus labios con los suyos. Tiró el bastón a un lado para tener las dos manos libres y poder recorrer su espalda con tiento, notando cada hueso de su cuerpo, sintiendo cómo vibraba bajo su tacto. Continuó besándola, le encantaba sentirla junto a él, haciendo que ella se diera por completo, fundiéndose en un beso que deseaba que fuera interminable. Tras varios minutos juntos se separaron, Cameron se recorrió los labios con la lengua, recogiendo los últimos restos del beso.
- Ha sido... -comenzó él a decir.
- Shhhhh, aún no digas nada. -le cortó ella mientras volvía a acercarse a él y le besaba de nuevo.
A los pocos minutos ella tiraba de él por el pasillo y lo llevaba hasta su dormitorio, dispuesta a que él la probara, que hiciera con ella todo lo que deseara, no se lo había dicho, pero ella también se moría por descubrir su cuerpo, sus caricias, descubrirle a él.
A la mañana siguiente House despertó en su cama, tapado hasta la cintura con las sábanas. Oyó el ruido del agua en el cuarto de baño, vio las cosas de Cameron sobre una silla. Sonrió al recordar lo sucedido. Habían pasado toda la noche en la cama, habian hecho el amor varias veces durante aquellas horas. Él sabía que, al igual que a él, a ella el efecto del alcohol se le había pasado hacía tiempo y que muchas de las caricias y besos que se habían brindado no habian tenido nada que ver con el alcohol. Vio desde la cama cómo ella salía del cuerto de baño. La miró a los ojos, intentando adivinar lo que decían. Ella sonrió y le tiró la toalla que llevaba entre las manos.
- No me mires así. Me da vergüenza. -le dijo riendo.
- Ayer no tenías vergüenza. -contestó él apartándose la toalla de la cara.
- House... lo de ayer... - él asintió, sabía lo que ella iba a decir- No debería repetirse. Trabajo para ti, no es justo ni correcto. -el continuó asintiendo- Lo de anoche fue... increíble.
Él no retiró sus ojos de los de ella. Sabía que tenía razón, no era lo correcto. Ella aún tenía que terminar sus años bajo la tutoría de House, aún era su alumna. No sería bueno para ninguno de los dos que aquello siguiera adelante, especialmente si tener las ideas claras.
- Yo no te quiero, Cameron. Puede que me gustes, pero no estoy enamorado de ti. -le dijo él repentinamente y con sinceridad mientras ella le miraba.
- Lo sé. Por eso no debería repetirse. -él asintió y le sonrió. Quizá no se repetiría, pero aquella noche habían cruzado una línea, nunca más volverían a mirarse con las mismas caras, no podrían. Él nunca podría olvidar su cuerpo desnudo ni cómo le había acariciado durante toda la noche. En su interior él sabía que nadie en los últimos años había mostrado tanto amor hacia él únicamente con las manos y la boca. Cameron le había hecho sentirse querido y amado. Le había hecho sentir algo que creía muerto desde hacía tiempo.
Ella se mantuvo apoyada en el quicio de la puerta del baño. Vio cómo él apartaba las sábanas de su cuerpo desnudo y se levantaba pesadamente de la cama. No tenía su bastón a mano, lo habían tirado junto a la puerta la noche antes, por lo que tuvo que cojear hasta donde ella estaba. Cuando llegó a su altura la miró de nuevo, repasó cada facción de su cara con ternura. Ahora sí, sentía verdadero cariño por aquella mujer, había pasado mucho junto a ella y en aquellos momentos sentía que era la única capaz de comprenderle, pero una relación entre ellos no podía ser. Cameron sonrió, levantó un brazo y acarició su mejilla con la palma de su mano.
- Lo de anoche fue... -él reprodujo la misma frase que ella había usado momentos antes- maravilloso.
Rozando su brazo desnudo contra el de ella se introdujo en el baño y cerró la puerta tras de sí. Cuando salió, ya duchado, Cameron no estaba. Había recogido todas sus cosas y se había marchado de su habitación y de su vida. Sonrió al fijar su mirada en la cama deshecha. Quizá ella se hubiera marchado, pero no sería tan fácil eliminar el recuerdo de aquella noche.
