Prólogo

El joven suspiró. Dejó vagar su mirada por aquel paisaje, deleitándose en cada lugar conocido. Hacía una eternidad que no había vuelto a aquel sitio y sin embargo seguía incrustado en su memoria, como desde el primer día.

Se apartó un cabello rebelde de los ojos claros y acto seguido avanzó un paso, dirección a la gran verja de rosas. Su rostro adquirió una expresión seria y distante, como si estuviese culpando a alguien…de la situación en la que actualmente se encontraba. Alejó esos tristes pensamientos de su mente y lentamente acercó su mano derecha a una de las rosas que crecían. Una de las rosas que tanto había amado en un pasado.

Dulce Candy. Un dolor agudo traspasó su pecho , fue más intenso que si le hubiesen acuchillado en lo más hondo de su ser, mucho más fuerte que cualquier ataque físico.

No quería remover el pasado, había sido demasiado tiempo atrás en que él había salido de su vida y pensaba que era para mejor y sin embargo…ahora ya no estaba tan seguro. Apretó los puños con fuerza y maldijo por lo bajo. No importaba el tiempo que hubiese transcurrido, sus sentimientos seguían siendo los mismos, nada había cambiado, exceptuando los cuatro años sin verse. ¿Y qué eran seis años comparados con una vida humana?- Poco. Muy poco. Alentado, volvió a acercarse a las bellas flores y se inclinó, para aspirar su aroma. Jamás se cansaría de hacerlo. No obstante, en los últimos seis años de su vida no había vuelto a acercarse a un ejemplar de rosa como aquel, ni nada que se le pareciese. Nada tenía realmente sentido para él. La vida había dejado de tener un aliciente…hasta ahora. En parte se sentía mal de agradecer la muerte de su tía. La respetada pero tambien odiada Tía Elroy. Parecía una anciana tan fuerte que era impensable que pudiese fallecer pero eso mismo había ocurrido. Y por eso ahora él estaba ahí, delante de la verja de las rosas, de vuelta a su hogar. El funeral no tardaría en empezar, toda la familia Andrew había sido invitada…

"Candy…Candy Andrew…".

De nuevo un golpe profundo en su ser, ella asistiría. Y tambien todos los demás, incluido Archivald, y sus padres…¿Qué iba a decirles, cómo iba a justificar su ausencia?.

Paseó ambas manos sobre cada rosa, saludándolas despacio, pensando en el futuro que le aguardaba y que no tenía realmente derecho a irrumpir asi de pronto en las vidas de unas personas que hacía tiempo le creían muerto.

" No tuve opción…lo hice…lo hice porque era lo correcto…"

Un instante más y después emprendió el rumbo hacia el jardin de la gran mansión donde el funeral estaba a punto de empezar. No se aproximaría, no de momento. Seguiria oculto tras los grandes árboles que se movían al compás del viento, oculto entre las sombras como los últimos años.

Por última vez, miró la gran verja y después Anthony Brown empezó a camniar sin mirar atrás.