LCN - El príncipe y la dama

Resumen: Versión alternativa de El Principe Caspian.

N/A: ¡¡Hola a todos!! No es el primer fic que escribo, ni será el último, pero sí es el primero que hago sobre las Crónicas de Narnia. Tengo que aclarar que no he leído los libros (he de hacerlo un día de estos, cuando tenga tiempo y ganas de leer) y no me hace falta para escribir esto. El fic es una versión alternativa de El Príncipe Caspian, versión película recién estrenada. Espero que os guste y que me dejéis comentarios. Quiero aclarar que esto es sólo un entrenamiento y un entretenimiento, nada realmente serio. Intentaré hacerlo lo mejor posible, pero no me tratéis como a una gran escritora que ha escrito algo peor de lo que se esperaba. Soy simplemente una chica de dieciséis años, con inexperiencia en algunas cosas, imaginación y ganas de escribir.

Capitulo 1 - La llamada

El rey Miraz contuvo un grito de alegría. Un niño. Su esposa acababa de dar a luz a un niño. Y eso era una gran noticia para él.

En realidad, Miraz no era el legítimo rey de Telmar. Ese título correspondía a su sobrino, Caspian, hijo del rey legítimo. Miraz, deseoso de ocupar el trono, asesinó a Caspian IX. A la muerte de éste, siendo su hijo menor de edad, se eligió a Miraz como regente hasta el momento en que el príncipe Caspian pudiera convertirse en el rey Caspian X. Pero Miraz controlaba el país como si fuera su propio rey. Hubiera matado a Caspian cuando era niño, pero quería asegurarse de tener alguien que le sustituyera una vez hubiera muerto (si no conseguía hacerse con la vida eterna o algo así). Además, tenía que cubrirse las espaldas. Como amante tío, protector y educador del joven príncipe desde la muerte del rey, nadie se atrevía a hablar en su contra. Pero esto había cambiado. Caspian, a pesar de Miraz, tenía un carácter similar al de su padre, que Miraz calificaba de débil e indigno de un rey. Y ahora acababa de tener un hijo. Un niño que podría heredar la corona. Caspian ya no era necesario.

El bebé había nacido en plena noche. En el gran castillo, casi todos estaban durmiendo. Incluido el príncipe Caspian, quien, sin desconfiar de su tío, dormía tranquilamente en su cómoda cama.



Por fortuna para el joven, una persona apenas podía dormir. Su maestro, el Dr. Cornelius (N/A: ¿Su nombre es ese? Si no le es, que alguien me diga cuál es, por favor, para cambiarlo), intranquilo, había permanecido despierto y sabía que el recién nacido era varón. El hombre temía que la vida del príncipe corriera peligro. Sabía quién había matado al antiguo rey. Y suponía, con mucho acierto, los planes de Miraz para Caspian. Resolvió que lo mejor era despertar al chico y enviarlo lejos. Si se quedaba, lo matarían o lo desterrarían o lo encerrarían o quién sabe qué le harían. Si se iba, probablemente pudiera establecerse en algún lugar y llevar una vida tranquila, aunque fuera diferente a las comodidades a las que Caspian estaba acostumbrado.

Sin perder tiempo, el anciano hombre preparó todo lo que Caspian podía necesitar y corrió en busca del príncipe. Lo encontró durmiendo a pierna suelta, probablemente soñando con algo agradable, debido a la sonrisa que había en su rostro.

- "Pobre chico, no se imagina la que se le viene encima" - pensó Cornelius. Negó con la cabeza. No había tiempo para vacilaciones. Sin reparos, zarandeó al príncipe para despertarlo.

- Mmmmmm - protestó Caspian - deeejaaameeee

- Príncipe, es necesario que os levantéis, vienen por vos.

- Ciiinnco minnuuuutoooos

- Vaaaamos, alteza, despierte - lo zarandeó más fuerte - Vuestro tío quiere mataros

Consiguió sacar a Caspian de la cama y llevarlo medio a rastras y a trompicones hasta una pared que ocultaba un pasadizo secreto.

- ¿Y el desayuno? - preguntó el príncipe, confuso, aún medio dormido.

- No hay tiempo. Venid, rápido.

Tiró de él, lo ocultó en el pasadizo y cerró la puerta justo en el momento en el que los secuaces de Miraz irrumpían en la habitación. Mirando por unos pequeños agujeros, el profesor y el adormilado príncipe vieron como los hombres acribillaban a flechas la cama del príncipe, ahora vacía. Esto despertó al príncipe de golpe. Jamás imaginó que esos hombres, a los que conocía, con los que había entrenado y compartido sus días, serían capaces de intentar asesinarlo tan brutalmente. Antes incluso de que la lluvia de flechas destrozara por completo lo que hasta hacia menos de cinco minutos había sido su cama, Caspian era 

arrastrado rápidamente por su profesor a lo largo del pasadizo, rumbo a las cuadras.

El capitán de la guardia lanzó una exclamación de sorpresa al ver que el lecho estaba vació. Durante unos segundos, nadie sabía qué hacer o decir. Luego pasaron unos minutos intentando encontrar explicación a lo ocurrido y corrieron a avisar a Miraz de la desaparición del príncipe.

Para entonces, Caspian se encontraba a lomos de un caballo, con Cornelius dándole las últimas y confusas explicaciones.

- Cabalga hacia el bosque y adéntrate en Narnia, allí no te seguirán - le dijo su profesor - Y ten esto - le dio un cuerno bellamente tallado - Hazlo sonar si necesitas ayuda, pero escúchame bien, hazlo solo en caso de extrema necesidad. Es un objeto muy poderoso y no puede ser usado a la ligera. He tardado muchos años en encontrarlo, no lo pierdas.

- ¿Pero para qué...? - Caspian no entendía nada.

- ¡No hay tiempo - lo cortó Cornelius - Debes irte ya. - Palmeó los cuartos traseros del animal que salió al galope - Buena suerte, hijo. La vas a necesitar.

Miraz, furioso por la desaparición de Caspian, envió a algunos de sus hombres en su busca. Cuando estos salieron, el príncipe les llevaba bastante ventaja, pero aún se le podía ver a lo lejos.

Caspian, al darse cuenta de que lo seguían, espoleó a su caballo para que corriera aún más rápido.

Atravesó el bosque, asustado y confuso, a toda velocidad, sabiendo que no podía detenerse, dudar o intentar seguir un camino, pues los hombres de Miraz podrían alcanzarle en cualquier momento. Llegó al enorme río que separaba Telmar del reino conocido como Narnia, conquistado por los telmarios años atrás. Tras él, los hombres de Miraz intentaron hacer lo mismo. Caspian tuvo suerte, su caballo consiguió cruzar el rio. Sus perseguidores no. Todos, salvo tres, cayeron en el lecho del rio y perdieron la pista del príncipe.

Caspian se internó en el bosque narniano, que le resultaba aún más tétrico que el telmario. Cabalgando rápido, sin fijarse siquiera si seguía alguna clase de camino, se golpeó con una rama y calló de su caballo. El animal (inteligente el bicho) siguió corriendo con alma que lleva el diablo. Caspian se quedó tumbado en el suelo, intentando no desmayarse.



Los hombres de Miraz le dieron alcance. Estaba perdido. Cuando ya se resignaba a su destino, dos sombras cruzaron veloces, golpeando a los telmarios.

Caspian apenas se enteró de lo que ocurría. Cuando todo se calmó, se encontró a un enano lanzándole una fiera mirada. Después se desmayó.

- Genial - murmuró el enano - Se han llevado a Trumpkin y nos dejan a este... humano.

- Oh, vamos, Nikabrik - le recriminó un tejón, que se encontraba a su lado - No parece un adulto aún, debe de ser un macho joven. Y está herido. Llevémosle a casa, rápido, necesita cuidados.

Cuando Caspian despertó, se encontró mirando lo que parecía el interior de un árbol. Se incorporó. La cabeza le dolía muchísimo. No le sonaba el lugar en el que estaba. Aguardó al escuchar voces, al otro lado de un arco.

- Debimos haberle dejado en el bosque. Ese humano sólo nos traerá problemas - refunfuñó una voz.

- Si estuvieras en su lugar ¿no te gustaría recibir ayuda? - respondió otra voz - Tómate la sopa y no me amargues el día. Y no hables tan alto, que le vas a despertar.

- No, si el chico ya se ha despertado solito.

Caspian había asomado la cabeza por el arco y casi se cae al suelo al ver quienes estaban hablando. Frente a él, un tejón y un enano estaban sentados en una mesa, con sendos tazones de sopa delante. El enano le lanzaba una mirada desafiante. La del tejón era amable.

- Buenos días, dormilón - le saludó en animal - ¿Te encuentras bien? Hemos curado las heridas que te hemos visto, pero tal vez tengas algo que se nos haya pasado por alto. ¿Quieres un poco de sopa?

Caspian simplemente lo miró, preguntándose si estaba soñando, se había vuelto loco, o solo alucinaba.

- Eres... un tejón - señaló, inteligentemente.

- Qué observador... - se burló el enano.

- Los tejones... no hablan...

El tejón pareció molestarse un poco.



- Por supuesto que hablamos, como todos los narnianos. Otra cosa es que vosotros, hijos de Adán, os creáis tan superiores que penséis que sois los únicos capaces de hacerlo.

- Lo siento - se disculpó Caspian - No tenía ni idea de que los animales hablaran...

- Bueno, lo cierto es que los narnianos no solemos cruzar palabras con vosotros, los humanos...

- ¿Por qué?

- ¿Por qué? ¡Porque nos perseguisteis hasta casi exterminarnos! - exclamó el tejón - Pero no hablemos ahora de eso. Dime, chico, ¿Quién eres y por qué te perseguían?

Caspian les relató su historia, al menos las partes que mejor entendía. El enano protestó, diciendo que por su culpa habían apresado a su amigo, pero el tejón insistió en que se quedara, al menos hasta que se recuperara por completo. Caspian aceptó su hospitalidad, preguntándose si alguien en su reino sería capaz de ofrecer ayuda, techo y comida a un joven desconocido.

Casi una semana después, Caspian decidió que tenía que irse. El enano y el tejón intentaron disuadirle, siguiéndole una vez que se había puesto en camino.

De pronto, se vieron sorprendidos por los hombres de Miraz. Intentaron huir, pero les dieron alcance. Sin saber qué hacer, Caspian recordó el cuerno que le había dado su maestro. Al verlo, tanto el enano como el tejón palidecieron (bueno, el tejón lo hubiera hecho de haber podido) y le rogaron que no lo hiciera. Caspian no les escuchó. Se llevó el cuerno a los labios y lo hizo sonar tan fuerte como pudo.

- ¡Estúpido! - exclamó el enano - No tienes ni idea de lo que has hecho.

Acto seguido, los tres salieron corriendo. Los hombres de Miraz, momentáneamente aturdidos, tardaron en reaccionar. Aprovechando su conocimiento del terreno, el príncipe, el enano y el tejón sacaron ventaja y corrieron con todas sus fuerzas.