Holaaa =) aquí vengo a publicar mi, emm, perdí la cuenta que número de fic, espero que agrade, ya lo había publicado antes y lo dejé pausado, no quise continuarlo, porque creí que lo iba a dejar así, pero me decidí por continuarlo y aquí lo vuelvo a republicar, espero que les agrade n.n
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"Nunca había pensado en las vueltas que la vida podría llegar a dar, sólo me importaba el presente, pero cuando todo da un vuelco, sólo quieres quedarte con el pasado"
Era un día común…o al menos eso yo creía. Mi nombre era Sakura Haruno, era una chica normal, bueno casi, lo único que tenía de normal era que tenía dieciséis años, un padre, y una madre, y lo anormal era que mi cabello era extrañamente rosa, lo cual nunca me afectó en realidad, ya me había acostumbrado a las preguntas de que si era teñido, pero qué mas da. Mm ¿que más? Ah! Mis ojos eran verdes, era delgada, blanca y aunque suene un poco ególatra mi cuerpo no estaba nada mal.
Estudiaba, tenía amigos y era feliz, bueno, por algo digo "era".
Flash Back
Estaba tomando tranquilamente el té en compañía de mis padres y no fue hasta que apagaron la TV justo en los típicos programas de farándula, en donde salen a relucir todos los chismes, joder, ¿acaso la fama consistía sólo en eso? De pronto todo se quedó en silencio, y mi amable, pero a veces algo caprichosa madre que tenía siempre una mirada dulce y el cabello como yo me miró atentamente.
- Sakura, cariño, debemos decirte algo - ¿Algo? ¿Tendré un hermano? Al menos así empezaban los padres de las novelas cuando querían dar ese tipo de noticias.
- Te escucho – en mi interior cruzaba los dedos porque no fuese algo tan drástico, la verdad no se me daba muy bien aceptar los cambios.
- Bueno, lo que sucede es que a tu padre lo trasladaron a Tokio, y tendremos que dejar Osaka -¿Qué? ¡¿Qué? ¡¿QUÉ? No, no podía ser verdad…esto era aún peor que un hermano – Sakura nosotros…
- ¿Tokio? Madre, padre ¿En qué estaban pensando? Saben lo mucho que me encanta Osaka, es pequeño, relajante y no "La gran ciudad" – bien, debía aceptar que me estaba comportando como una cría, pero es que simplemente no podía soportar la idea de tener que mudarme, y menos queriendo tanto este lugar.
- Sakura, ya hemos tomado la decisión, ¿Podrías calmarte? – esta vez habló mi padre, era bastante comprensivo, pero mi actitud estaba apunto de sacarle de sus casillas – Unos amigos míos nos albergarán ahí hasta que tengamos un departamento estable, así que nos iremos en auto, y hoy comienzas a empacar, nos vamos mañana, en una media hora más vendrá el camión a recoger todas las cosas para la mudanza – Y yo que creí que no podía ser peor, tenía un día para disfrutar de la ciudad que me vio nacer y crecer.
- Yo… - ¡Tsk! Ya no podía decir nada más – saldré a caminar – No quería estar en esa casa, al menos no por ahora, así que tomé mis llaves, giré el pomo de la puerta.
- ¡Sakura! – gritó mi madre.
- Déjala Mitsuki, tiene que asimilarlo – mi madre tomo sus manos y las apretó a su pecho en señal de angustia.
Fin del Flash Back
Y eso era todo lo que había pasado, ahora me encontraba en la playa, era de noche, aún no regresaba luego de salir de mi casa, mi gran temor se había cumplido, tener que alejarme de mi tierra e ir a otra extraña. No era muy patriota, pero cuando tenía algo por mucho tiempo, me era bastante difícil alejarme de aquello. Asomé mi cabeza para mirar el horizonte, que no se distinguía bien por la oscuridad, que hermosa era la luna cuando e reflejaba en el mar. Y pensar que en dos días más estaría viendo la misma luna pero desde otro lugar.
Entonces un sonido me hizo regresar a la tierra. Mi estómago sonó fuertemente, sí que estaba hambrienta, comía demasiado, pero nunca engordaba, mis amigas me decían que tenía un agujero negro en el estómago. Sonreí al recordar aquello, al menos eso sería algo que no cambiaría.
Me levanté con pesadez de la arena y seguí mi camino de regreso a casa, era verano así que no me importó haber salido con shorts, una camiseta y un polerón encima. La luces se veían hermosas, ah, cuanto amaba mi ciudad, la vegetación, las casas, todo, de veras que extrañaría todo esto. Atravesé unas dos calles más y me encontré con mi hogar, era una casa de dos pisos, no podría decir que era pequeña, mi padre era empresario, aunque no influía mucho ya que éramos una familia bastante sencilla y humilde.
Saqué mis llaves, y entonces sonreí nuevamente al ver que tenía un pequeño osito de peluche como adorno colgado a ellas, sí, ese era mi llavero. Sonó el chirrido de la puerta cuando entré y me encontré con todo oscuro, al parecer ninguno de mis padres se había quedado levantado.
Así que subí directamente a mi habitación, me puse el pijama, y caí rendida ante el sueño y unas discretas lágrimas.
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Desperté restregándome los ojos, aún quedaban rastros de lo que había llorado la noche anterior. Me sentía un poco incómoda, aún no entendía el motivo, como si algo no andase del todo bien. Tenía un mal presentimiento. Pero quise ignorarlo, a lo mejor se trataba de los nervios y angustia por el viaje.
Me vestí sabiendo que quedaban pocas horas para el gran momento de partir. Bajé las escaleras y encontré a mi madre haciendo el desayuno, al verme sonrió cálidamente, sí que lograba confortarme sonriéndome así, le devolví el gesto pero no con el mismo entusiasmo, supongo que ella lo entendería.
- Buenos días cariño ¿Qué quieres desayunar? – Mm así que quería darme el gusto por ser el último día. Tardé un poco en asimilar la pregunta ya que me había quedado observando las enormes cajas cubiertas con scotch, de seguro ahí se encontraban todos los muebles y pertenencias que llevaríamos en el auto.
- Se me antojan unos panquecillos con manjar – Y entonces mi estómago comenzó a rugir nuevamente a lo que me sonrojé y causó que ella me mirase con ternura.
- ¡De inmediato! – anunció sonriente. Entonces bajó mi padre con un periódico en la mano y sus gafas puestas.
- Buenos días cielo – y besó a mamá en los labios fugazmente – buenos días hija – me saludó ya sin el enojo de ayer.
- Hola – saludé tímidamente.
El desayuno había transcurrido bastante normal la verdad, nada nuevo, ni una novedad, sólo se dedicaron a comentar lo que sería la llegada. Oí que llegaríamos donde unos tales Uchiha, creo haber oído antes de ellos, al parecer eran muy amigos de mis padres, así que no me preocupé, según los comentarios que les escuché de ellos parecían buenas personas. Eran cuatro, la pareja y dos hijos. Me mencionaron que uno era de mi edad. No tenía muy seguro si le agradaría, ya que me consideraba a mi misma una persona algo aburrida en sus cosas, y divertida en una conversación, tenía una obsesión por el animé, los videojuegos, las revistas de chicas, la lectura y la música. A decir verdad no notaba ninguna diferencia con ninguna otra chica. Me sentía otra más del montón a pesar de mis intentos por ser diferente al resto sin sobresalir.
La mañana pasó volando al igual que la hora del almuerzo, ya eran las cuatro de la tarde y estábamos empacando todo, yo ya tenía mi bolso de mano y una mochila con mis cosas, las cosas más especiales que tenía eran mi llavero de osito, mi Mp4, Y una libreta con letras de canciones, que me encantaban, había tardado bastante en hacerla, pero valió la pena, era mi mayor orgullo de obra hasta ahora.
- Hija, nos vamos – llamó mi madre desde afuera, al parecer ya tenían todo cargado, así que tomé mi bolso y me colgué mi mochila para subir al auto.
- Bien – subí al auto dejando atrás a papá que cerraba la puerta, al parecer iban a arrendar la casa. Se giró hacia nosotras dirigiendo una última mirada a la casa – Adiós – dije a mi hogar, mejor dicho ex hogar.
El camino comenzó, vi como rápidamente iba desapareciendo la ciudad enfrente de mis ojos, no íbamos a tanta velocidad pero aún así pasaban todos los paisajes bastante rápidos. Me puse mi Ipod y comenzó a sonar una canción ideal para los viajes "Distance" no sé por qué pero por algún motivo la sentía ideal para este momento. Cerré mis ojos, no quería ver nada más, y continué escuchando música. Apagué el Ipod y comencé a dormir.
…
Me desperté sin mucho entusiasmo, vi la hora, y el cielo, eran las siete, si que había dormido, pero aún estaba claro y mis padres seguían conversando animosamente y comentando las nuevas expectativas, hasta que vi que se detuvieron en una gasolinera.
- Hija, nos detendremos a comprarte algo para comer, llevas hablando de comida todo el rato mientras dormías – me sonrojé. ¿Tan lejos llegaban mis ansias de comer? – Ten – me pasó algo de dinero.
Me bajé del auto para ir a comprar un paquete de galletas, mis favoritas eran las obleas, pero al acercarme a la estantería vi que no había de las que quería así que no me quedó más opción que comprar de mantequilla. Genial.
Llevé el dinero a la caja, Mm, que lindo era el cajero – Aquí tiene – le dije pasándole el dinero a lo que se quedó mirándome para luego pasarme el dinero con una radiante sonrisa.
- Gracias por tu compra, espero que regreses en otra ocasión – bien, lo primero se lo acepto, pero lo segundo que dijo creo que ya era algo añadido por él. La verdad no me importó mucho, no me consideraba muy guapa para ser sincera.
Salí con mi bolsa en mano, y lo que vi me impactó, no sé en que orden sucedió todo, pero nada era más bueno que otro, primero, vi como un auto perdía el control en la carretera, segundo, el auto de mi familia estaba en la dirección a la cual impactaría el auto, tercero, el estruendo que causó mi grito.
- ¡MAMA, PAPA!
No, no, no, no, no, no había quedado nada del auto en buen estado, este viaje se había llevado dos cosas fundamentales para mi, mi felicidad,
Y la vida de mis padres…
Algo saltó de aquel impacto, al parecer era una maleta o no sé que, pero impactó contra mi cabeza, y luego no vi nada más.
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¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? Lo único que oía eran voces, y muchas luces blancas, todo era blanco, y las personas corrían, y me miraban, ¿Por qué estaba recostada? ¿Por qué corrían? Tenía entre abiertos mis ojos, y uno de los seres de blanco me miró.
- ¡Ha despertado! – anunció, ¿Me desmayé?
- ¿Sus padres cómo están? - ¿Mis pa…padres? …y en dos segundos ya lo había recordado, el accidente…
- No pudimos hacer nada…sólo sobrevivió la niña
Y de ahí no quise escuchar más.
No pudimos hacer nada
No, no, mamá, papá, ellos no podían estar…me mordí el labio, no quería ni mencionar la palabra.
No pudimos hacer nada
Basta por favor.
No pudimos hacer nada
Vi como un líquido rojo corría por mi cara, y entonces volví a cerrar los ojos.
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¿Qué tal? :P les agradó? espero que si . gracias por leerme :3 pronto la continuación c:
