Disclaimer: Las Crónicas de Narnia no me pertenecen, nací en el siglo equivocado.
Este fic participa en el Reto de Apertura "Personaje favorito" del foro El Viajero del alba
Millones de nombres en miles de lenguas. Millones de criaturas que pronuncian su nombre (sus nombres) buscando esperanza, seguridad e certidumbre, a veces con odio, rencor o con resentimiento. Está acostumbrado al miedo, es merecido.
Miles de formas que adopta cuando vaga por los mundos (sus mundos), con miles de connotaciones y miles de vidas que exhalan su aliento, sin darse cuenta de la magia que eso supone. Sin darse cuenta que están hechos de magia, que la magia son ellos.
Tantos y tantos años, tantos siglos y milenios que cualquier otro habría perdido la cuenta, pero Él no la pierde nunca, sabe cada minuto, cada segundo y milésima de cada mundo y de cada vida, la suya incluida. Lo recuerda todo, hasta el más mínimo detalle, como si fuera lo más importante. Para Él lo es.
Cada vez más mayor y nunca más joven; todos los errores que ha visto cometer, todos los pecados consumados y todos los crímenes perpetrados que ha observado desde su puesto privilegiado están gravados en su memoria. De la misma manera que recuerda cada primer amor puro, cada amistad florecida y todos los padres que miran con infinito (más infinito que su existencia) cariño a sus hijos.
Él tiene fe, la misma fe que ellos tienen en Él.
Quiere un lugar de descanso. Un lugar bueno, un paraíso lejano a la corrupción de las almas que Él mismo crea. Lo quiere y lo hace, con infinita paciencia pues tiene todo el tiempo del mundo.
Antes de que Diggory pise lo que aun no es Narnia ya sabe que pasará. Antes de que la bruja, Polly, el cochero y el caballo lleguen, Él ya los está esperando.
Aunque ellos no lo sepan, pocas cosas escapan de su conocimiento, algunos dirían que nada. Narnia no será lo que Él quería, pero Él la amará igual que a todas sus otras creaciones. Él tiene amor para todos.
El nuevo nombre que le dan es Aslan y la forma, un león de caballera dorada. Que así sea. Con ese nombre responderá sus plegarias, aunque llegue un momento en que ellos ya no puedan escuchar su réplica, aunque se convierta en leyenda y esperen su retorno sin entenderle. Él escuchará a cada uno de ellos. Siempre. Hasta que lleguen los reyes de la profecía, hijos de Adán e hijas de Eva. Entonces, seguirá escuchándolos. Porqué nunca habrá parado.
Aslan es solo uno de los millones de nombres en miles de lenguas que le pertenecen. Millones de criaturas pronunciarán Aslan buscando esperanza, seguridad e certidumbre, a veces con odio, rencor o con resentimiento.
La bruja lo pronunciará con miedo, es merecido.
