Sueños y Shinigamis:
En mis experiencias diurnas y en fútiles desvaríos nocturnos me ha tocado meditar sobre las sustancias alucinógenas y su componente disociador de la realidad. No niego que especulé con la posibilidad de poblar una realidad agria, descartable; me ha llevado a pensar a cerca de las definiciones de la locura, y sobre como Borges podría describirla desde su irónica comicidad.
Tomo por ejemplo a Ichigo de Bleach para mis experimentos de letras. Desprendiéndome de las distinciones clásicas del género al que pertenece, me permito averiguar algo más a cerca de las mocedades del pibe Kurosaki. Reflexiono con respecto a si sus aventuras en la Sociedad de Almas y el Hueco Mundo no son sino una metáfora que describe la evasión introspectiva por medio de compuestos químicos. No considero totalmente despreciable la idea de que el protagonista sea un asiduo consumidor de alucinógenos.
Un adolescente huérfano de madre, con un padre ausente y la responsabilidad de dos hermanas en sus hombros. Atormentado por una existencia insuficiente, en algún momento sus dedos se hundieron en un pasaporte de escape en polvo. Luego de eso, los espíritus andantes, las chicas Shinigamis y los demonios de rostro enmascarado no se hicieron esperar.
Aventurándome un poco más, podríamos arriesgarnos a pensar que los Espada son proyecciones de los miedos de Ichigo. Ulquiorra, cuyo significado es el vacío, podría ser la representación del hueco que su madre dejó; Grimmjow, su más directo y obsesivo rival, sería la encarnación misma de la adicción que sufre nuestro protagonista; Barragan es el miedo primitivo de cualquier hombre: el paso del tiempo.
El secuestro de una princesa por parte de un perverso y calculador brujo es una estructura clásica de la narración que se ve transportada a nuestros tiempos en la mente de un drogadicto.
Si se me permite entrar un poco en el humor, creo que soy capaz de ver en la cancelación del anime la sirena de una ambulancia que marcha frenética; su carga es un adolescente que ha sufrido una sobredosis.
¿Habrá encontrado Ichigo su esquiva liberación? ¿Acaso su realidad como segador de almas es menos aceptable que su existencia como estudiante de secundaria? Pero la mejor pregunta es: ¿Estás tú seguro de ser más real que Ichigo?
