Notas de Autor: Hey! Espero que les guste, aunque solo es el primer capítulo. Y es muy corto. Y son las seis de la mañana. ¿Por qué hablo siempre de la hora cuando publico algo?
No es la primera vez que escribo y publico pero es la primera vez que escribo en este universo. Soy más de leer por acá. Mucho. Pero cambiar de rol es bastante divertido. ¡Pulgares arriba!
Descargo de responsabilidad: Nada que tenga que ver con el mundo de Harry Potter me pertenece.
talking of michelangelo
Capítulo 1 : En el salón las señoras están deambulando
Hay unas cuantas verdades irrevocables circulando por Hogwarts a mediados de los '90. Cuestiones con las que nadie se mete, simplemente porque es una pérdida completa de tiempo planteárselas en un interrogante. La existencia de esta clase de cuestiones es tan longeva como la fundación del colegio, pero la particularidad de cada una de ellas cambia con el tiempo.
El suceso de este predicamento tan simple como inútil, fue descubierto hace unos cuantos años por los alumnos de Ravenclaw. Como era de esperarse, agregaría alguno.
Cada casa tiene su manera especial de pasar el tiempo libre, y con el paso de los años crean un estilo, una moda. Algo personal, pero lo suficientemente público como para que se escuche por los pasillos del colegio, marcando una tendencia de la casa. O como se declara, "muy al estilo de".
Fueron los alumnos de Ravenclaw quienes encontraron algo que solo pudieron concebir ellos con esas viciosas mentes. Y cuando el rumor de su existencia recorrió el colegio, la juventud mágica no pudo más que estar interesada. Tenía la brillantez de Ravenclaw, la malicia de Slytherin, la bravura de Gryffindor y la imparcialidad de Hufflepuff. Fue nombrada "La Lista".
Improductiva, innecesaria, hostil. Perfecta para captar la atención de multitudes de adolescentes. Perfecta para quedarse en los años.
"La Lista" fue presentada explícitamente como un resumen de la cruda verdad de Hogwarts. Eran situaciones innegables que jamás podrían ser rebatidas, pero que desafiaban en un punto a los alumnos a hacerlo. Mal por ti si tu nombre entra pero atrévete a tratar de sacarlo.
Era escrita en un principio por la casa de sus inventores, pero con su popularidad los mismos resolvieron quedarse con el crédito de su fundación y tener la colaboración del colegio para la presentación anual. El conocimiento público dice eran en total cinco alumnos a cargo. Uno al azar de cada casa y el sucesor del creador de la lista, un estudiante que es elegido cada tres años secretamente. Nadie sabe quienes son los representantes de las casas. Algunos rumorean que son llevados a hacerla a través de pociones o aún peor, Imperios, y que luego olvidan haberla hecho por Obliviates.
A pesar del miedo que esas suposiciones implican, La Lista se presenta inalterablemente la segunda semana luego de que terminen las vacaciones de invierno. Solo hay una copia de ella y la misma aparece por todo el colegio. Mágicamente por supuesto. Nadie está exento de verla y reconocerla. Nadie puede decir que no le pegó una hojeada.
Ya a principios de marzo y cuando la primavera va apareciendo, la lista desaparece tan repentina y mágicamente como apareció.
1991 no fue el primer año que el nombre Harry Potter estuvo en la lista. Pero fue desde ese momento que no dejo de hacerlo, hasta mucho después de la Segunda Guerra Mágica.
Entre "Severus Snape quiere ser y nunca será Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras" y "La novia de Oliver Wood teme que él la golpee confundiendola con una Quaffle", había aparecido ese año:
"Todos fuimos a ver quien era Harry Potter"
Y así siguió haciendo acto de presencia en todos los años de estancia del joven mago en Hogwarts, así como después. Pero este mismo ignoraba bastante el sensacionalismo de "La Lista". Tenía bastante aventura con su propia vida al borde de la muerte, que le daba más sensaciones que la misma Cho Chang, como para prestarle un pensamiento a "La Lista". Y leer su nombre en el Profeta y oír las murmuraciones en su propia casa le agregaban el suficiente chisme a su vida como para estar asqueado por una eternidad.
Pero eso no significaba que sus amigos no lo hicieran.
Por lo tanto no era de extrañar que en Quinto Año, cuando Hermione Granger se acercó una tarde al Baño de Prefectos y encontró un papel pegado a la pared lo reconociera al instante. No era de extrañar que suspirara y rodara los ojos hasta ponerlos blancos. No era de extrañar que lo leyera. Porque todos lo hacían.
La lista
De las verdades más crudas
De Hogwarts
Severus Snape quiere ser y nunca será Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras
Dolores Umbridge es un verdadero dolor en el puente de nuestro trasero.
Nadie sabe que tan mestiza es Hannah Abbott.
Cho Chang dirige muchas miradas fuera de la mesa de Hufflepuff.
Harry Potter parece no saber como desligar su fama de Quién-Tú-Sabes
Basura. Total y completa basura.
Pero fue a mitad de la lista que Hermione se encontró estancada.
Draco Malfoy jamás estaría con una Gryffindor.
Entendía de donde salía el chisme. A principio de año el joven había rechazado muy poco cortesmente y con mucho escandalo a Lavender Brown. La situación había sido la comidilla de las horas de comer por la siguiente semana. Y el murmullo en los pasillos siguió a Lavender Brown por otras dos.
Pero ahí, como una parte más de la resolución y algo que merecía ser resaltado, se leía:
-( Pero mucho menos con Hermione Granger. )
Por varios segundos permaneció su mirada en su propio nombre. Abrió la boca. Y luego la cerró, porque no tenía nada que decir. Y a nadie a quien gritarle.
Porque eso era lo que quería hacer. Gritar. ¡¿Cómo se atrevían a poner su nombre en la lista para relacionarla con tremendo memo?!
Largo un bufido exasperado, pateó el piso con un pie. Pero el piso no se movió.
Se tiro al ofensivo papel para sacarlo y darse cuenta que más que pegado parecía parte de la pared. Sacó su varita pero pronto se tuvo que resignar a que así como el Mapa del Merodeador, no se usaba simples y generales hechizos para destrozarlo en pedacitos como ella quería hacer.
Indignada, agarró la toalla y su ropa y se fue por donde había llegado. Pensando en lo estúpido de una lista así y de la inmadurez de los que habían creado algo así.
Eso sí era de extrañar.
