Lo que uno más desea es insignificante frente a los anhelos del resto, vivimos en una sociedad plagada de individualismo, marcada por el dinero y la insaciable sed de poder, de ser vistos y comprendidos en un mundo pútrido y resquebrajado por los deseos de individuales de los hombres, así de cruel es el mundo. El infinito universo donde se habita y es que de manera única y contradictoria todos buscamos ser amados el fin de la vida motona y el comienzo de nuestra autodestrucción.
-Me dijiste ayer que llegarías a cenar, la voz de una mujer en una mueca de compunción en sus labios, en sus ojos se reflejaban más que ira dolor, decepción y sobre todo de era una expresión de sufrimiento. Él la miro y la culpa lentamente se esparcía como cáncer por su cuerpo, hiriéndolo, susurro un imperceptible lo siento. Pero no se disculpaba por haber demorado, se disculpaba por haber recorrido el cuerpo de otra con sus manos, de haber saboreado unos labios ajenos a los que tenía su esposa, se disculpaba por engañarla, por lastimarla, a ella la mujer que recogió los pedazos de su maltrecho corazón y haberlos pegado uno a uno, esa mujer que reparo su alma para irónicamente se lo entregara a otra, porque era irremediable, el estaba perdido. Un tímido murmullo de ella lo despertó de sus ensoñaciones
- Lo siento amor la reunión con el director de la compañía se extendió más de lo pactado en verdad lo lamento.
Hinata suspiró, sentía que había algo más dentro de ello, mentía, pero decidió creerle, finalmente lo amaba, adoraba a ese hombre tierno y pícaro, enamoradizo y protector, su amigo, amante y esposo, sencillamente lo amaba.
-Está bien Naruto- dijo mientras jugueteaba con sus dedos, una costumbre arraigada desde su infancia- por favor siéntate debes tener hambre-dijo mientras colocaba una fuente de rameen frente a él.
Una vez terminado se dispusieron a dormir y es que él cavilaba, cómo fue posible aquella situación, cómo fue capaz, sabia que estaba mal, claramente estaba mal, pero no podía simplemente dejar a alguien que no es suyo, sino de otro, él es un vil ladrón la roba, la besa y hace que suspire su nombre. De su boca soltó un leve te amo, pero a quien estaba confinado esa declaración, a la mujer que tenia al frente, esa de piel pálida casi como luna, con un cabello sedoso que se esparcía por las sabanas satinadas, ese te amo aterciopelado era para ese ángel, su ángel o para el demonio que dormía en los brazos de ese que se llamaba su esposo, del dominio de piel tostada, ojos verdes que reflejaban su ternura y osadía, esa de cabellos rosa como las hojas de aquel colorido árbol que se desprendían sensuales en el viento, a quien amaba, no lo sabía tampoco querría divagar, se acostó en el lecho que era de ambos dos sintiéndose una escoria, y se perdió en ese mundo de sueños, de ángeles y demonios, de los suyos y propios, de su amable tormento y lujuria ciega así se durmió esa noche.
