¡Buenas, buenas! Hacía mil años que no subía una historia (esta es la segunda...), y he pensado, o mejor dicho, sentido, que este era el momento. Con todo el revuelo de The100, un montón de ideas vinieron a mi mente. Todos sabemos cómo fue la trágica historia de Lexa y Clarke, y creo que a todos nos hubiese gustado algo diferente. Sin embargo, la historia que os traigo no es algo alternativo a lo que vimos ni en un universo alternativo ni nada, es exactamente la continuación de la 3ª temporada, o sea, donde la serie acabó empieza esta historia. No sé vosotros, pero hay cosas que me faltaron por ver de Lexa, y cosas que me gustaría que pasasen en la 4ª temporada y que obviamente no van a pasar. Así que esta historia es como un alivio para nuestros corazones :D Porque sí, aunque esté muerta la Comandante, volverá a salir, já!

Así que aquí os dejo este primer capi :)

Disclaimer: Los personajes de The 100 no me pertenecen aunque deberían.

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CHOQUE DE REALIDAD

Clarke respiraba agitadamente mientras trataba de recomponer toda la información que había llegado como una estampida a su cabeza. Lo que ALIE acababa de revelarle le martilleaba todas sus neuronas, y ellas, por más que intentasen trabajar a un ritmo frenético, no lograban asimilar correctamente la información. Bellamy la miraba a su derecha con cara de alarma debido a lo que Octavia acababa de hacer, y la poca capacidad de reacción que había vislumbrado en la rubia ante el acontecimiento.

-Clarke, ¿qué ocurre? - Preguntó Abby con extrañeza al llegar hasta ella – Se acabó, lo lograste. Podemos descansar y ocuparnos tranquilamente del asunto del nuevo Comandante.

- No, mamá. No ha acabado nada.

Clarke se resistió a explicar nada hasta que volvieron a Arkadia, donde todos se encontraban ya entre excitados y nerviosos por las noticias que la "Comandante de la Muerte" les fuese a traer. No se hizo esperar, y los reunió a todos en una de las salas del antiguo Arca, ya no aguantaba más con esa verdad absoluta y terminal dentro.

- Hemos librado una gran batalla, pero estamos lejos de haber ganado la guerra. Voy a ser directa. – Clarke resopló y cogió fuerza -. Todo el asunto de la Ciudad de la Luz y todos los planes de ALIE tenían un por qué, no era simple malignidad – miró a Jaha -. Creo que ni tú fuiste consciente del verdadero por qué de la creación de esa...especie de realidad virtual. El trasfondo de sus planes no era malo – se detuvo un momento para asegurarse de que era consciente de lo que ella misma decía -, era altruista. Lo que ella verdaderamente quería era salvar el mundo, pero salvarlo en una versión mejorada, una versión en la que no existiesen el dolor ni el sufrimiento.

- Ahora resulta que los malos somos nosotros, ¿o qué? - Dijo Raven poniendo una mano sobre su cintura.

- No. Pero tampoco hemos sido nunca los buenos. Quiero decir, nosotros actuamos según nuestros intereses, para protegernos entre nosotros y a nosotros mismos, y eso nos parece el bien. Pero sólo desde nuestro punto de vista. Cada uno tiene su propia versión de lo que es el bien según sus propias circunstancias -

Los pensamientos de Clarke se remitieron inevitablemente a aquella conversación que tuvo con Lexa después de la lucha con Roan. Ella le había enseñado a abrir la mente de aquella forma tan versátil, a aprender a entender las razones de los otros sin dejar que las nuestras propias se entrometieran, a comprender por qué tomamos las decisiones que tomamos. Cuanto había aprendido de ella...

Cambió su foco de visión y se concentró en su madre, lo que la ayudó a repeler la tristeza que amenazaba con apoderarse de ella desde el día en el que perdió a Lexa.

"No, ahora no".

Abby vio alzarse una vez más a su hija, la grandeza que constituía, todo lo que había aprendido durante el camino.

- El mundo va a desaparecer por completo, las centrales nucleares que quedaron en pie tras las bombas, están entrando en fusión. Lo que quiere decir, que la radiación está aumentando a niveles que ni siquiera nosotros podremos resistir. ALIE me lo confirmó justo antes de que acabara con la Ciudad de la Luz, me advirtió que si lo hacía, la alternativa era que encontrásemos una forma, casi imposible, de sacar el mundo adelante. En ese momento de decisión confié en nosotros, confié en que lograremos encontrar el modo de solucionar esto. Sé que lo haremos. Sólo debemos encontrar la forma.

El silencio y los resoplidos se hicieron eco en la sala del Arca. Posturas inquietas, miradas intranquilas, silencio.

- ¿Y cuándo se supone que ocurrirá eso? - Preguntó Octavia con indiferencia, desde una esquina apartada del grupo donde parecía estar rumiando su odio y desesperación.

- En seis meses.

Los suspiros de asombro entraron en escena.

- Clarke, no tenemos tiempo – advirtió Raven -. No podemos encontrar una forma de salvar el planeta en seis meses, ¡ni siquiera podemos desplazarnos a donde quieran que estén esas centrales nucleares!

- Es una locura...- aportó Kane masajeándose nerviosamente la barbilla.

- Mirad, lo siento, es lo que sé. Podemos dejar que el tiempo nos alcance o podemos enfrentarnos al problema como sea.

- Esto es...es demasiado, yo no...no estamos listos para esto. No contéis conmigo – Jasper se dio la vuelta y salió de la sala.

- Buena suerte con la misión de salvar el mundo – Octavia se levantó y salió también.

Uno a uno fueron saliendo todos de la sala, todos bajo frases de "imposibles" y de agotamiento. Harper, Brian, Miller, Jackson, Raven, incluso Kane y Bellamy, que vacilaron, salieron lenta y dubitativamente de allí. Sólo quedaron Abby, Monty y Clarke.

- Necesitan tiempo, la noticia les ha sobrepasado, nos ha sobrepasado a todos – explicó Abby pacientemente -. Hay que dejar que la digieran.

- Lo sé.

A los pocos segundos entró Raven en la sala, con su ligera cojera.

- ¿Sabéis qué? Es una maldita locura. Sí, una jodida locura. ¿Pero sabéis qué más? No pienso quedarme seis meses de brazos cruzados esperando a que la mierda que desprende la Tierra acabe con nosotros.

Clarke sonrió ante la forma rebuscada y vulgar de Raven de decir que se unía a ellos para buscar una solución.

- Será mejor que hoy descansemos, no vamos a salvar el mundo con la poca fuerza que nos queda – sentenció Monty.

A pesar de estar todos agotados por las emociones y el impacto de los acontecimientos recientes, aún hubo algunos rezagados que permanecieron despiertos mientras esperaban a que fuesen llegando los demás Skaikru del bosque o de Polis, sin embargo a algunos simplemente les podía el insomnio y se resistieron a irse a la cama, como era el caso de Abby, que tras pulular un rato como un ave solitaria e inquieta por los pasillos del Arca, se dirigió a la habitación de su hija a asegurarse de que se encontraba bien.

Abrió la puerta con cuidado y vio a Clarke durmiendo de lado, mirando hacia la pared. Se acercó sigilosamente y se arrodilló en el suelo mientras le subía la manta y le tapaba los hombros con cuidado.

- Mi pequeña, mi valiente niña – susurró, mirando con cariño la cabellera rubia que le caía por la espalda y se desordenaba sobre la almohada -. Todo lo que hemos logrado es gracias a ti.

Tras observarla en silencio con infinito amor durante unos minutos, se acercó y le besó la sien. Vaciló en su impulso de ponerse en pie cuando percibió una especie de temblor en su hija.

- ¿Clarke?

La rubia se dio media vuelta y miró a su madre en la oscuridad, con el solo reflejo de la luna que entraba por el ventanuco.

- Mamá, ve a dormir, anda.

- ¿Qué te ocurre Clarke? - Preguntó más alarmada al darse cuenta de que su hija había estado llorando.

- No es nada, es simplemente la presión, todo...todo lo que llevamos a nuestras espaldas. No puedo con todo, no soy tan fuerte como parece – la cara impertérrita que solía adoptar Clarke y que la protegía de sus propias emociones empezaba a resquebrajarse.

- Mi amor, no es algo que puedas llevar tú sola. Hasta ahora me ha sido imposible cuidar de ti porque te las has arreglado para cuidar de todos sin apenas ayuda. Pero tienes que ceder parte del peso a los de tu alrededor, este es el momento, deja que te ayudemos a sobrellevarlo, ahora estamos todos juntos en esto.

- ¿En serio? Aparece un nuevo problema y vuelve a deshacerse todo, todo se viene abajo... - respondió con pesar.

- Esta vez estamos juntas, lo solucionaremos, Clarke confía en mí igual que yo confío en ti – Abby compuso una cariñosa sonrisa que arrancó una más pequeña a su hija.

Por muchos peligros que Clarke hubiese enfrentado, seguía viendo en ella a aquella pequeña inquieta e independiente que había visto crecer, pues después de todo, todavía era prácticamente una niña.

Al ver que la chica no se terminaba de quedar tranquila aunque intentase fingirlo, decidió seguir indagando un poco más.

- Si hay algo que quieras compartir, Clarke, algún momento especialmente duro, algo que no consigas superar, no dudes en compartirlo, ¿de acuerdo? Tal vez ni siquiera quieras compartirlo conmigo, pero al menos busca a alguien de confianza con quien hacerlo – Abby soltó una pequeña risa nerviosa, su hija nunca solía compartir con ella sus miedos o sus problemas en el Arca, pero creía que aquí abajo en la tierra se estaba empezando a abrir poco a poco y no pensaba desperdiciar esa oportunidad.

Por un momento pareció que Clarke estaba dispuesta a decir algo, y seguramente algún tipo de confesión estuvo a punto de salir de sus labios hasta que el cerebro racional la frenó en su intento, dejando a Abby sedienta de la confianza que algún día esperaba recibir de su hija.

- Buenas noches, mamá – Clarke se incorporó ligeramente y abrazó a su madre con sinceridad.

Abby disfrutó el momento intensamente. De pronto, al soltar a Clarke, se fijó en algo. Un resplandor salía de la mano de su hija, como un sutil haz de luna capturado entre sus dedos. Clarke se percató de inmediato.

- Oh, eh...sí, igual te resulta extraño, pero ya me había acostumbrado a dormir con ella – Clarke abrió la mano.

- La Llama – Abby miró la pequeña pieza azulada entre sorprendida y fascinada por el hecho de que su hija hubiese desarrollado un vínculo tan estrecho con ese objeto grounder. Y entonces, como si un momento de iluminación se hubiese apoderado de ella, lo comprendió definitivamente y con claridad -. Lexa...

Desde el momento en el que vio a Clarke arrodillarse ante ella supo que algo se estaba empezando a remover en las entrañas de su hija, algo que había contribuido a que se quedase allí en lugar de con su gente, que le había hecho mirar a los grounders de otro modo, algo que le había hecho permanecer junto a Lexa hasta el último momento...y por lo visto más allá. No había llegado a sospechar que esa posible "conexión" que pudiera haber tenido Clarke con la Comandante hubiese sobrepasado las meras ilusiones de dos chicas jóvenes en posiciones similares que congenian bien. Sin embargo, ver a su hija aferrada con vehemencia al rastro último de Lexa, a la única pequeña parte de ella que podía retener, le hizo comprender definitivamente que el lazo que las había unido era más fuerte de lo que hubiera podido imaginar. Más fuerte que la propia muerte.

Ante las cavilaciones silenciosas de su madre tras pronunciar el nombre de Lexa, Clarke asintió.

- Me acostumbré a cargarla conmigo durante días hasta que encontrásemos a Luna o a otro posible nightblood – explicó, mirando una vez más a su minúscula compañera de viaje -, y ahora que sé lo que conlleva, no puedo deshacerme de ella.

- Ya veo. Entiendo – Abby seguía en el proceso de asumir lo que aquello significaba -. Clarke, ¿por qué no me lo constaste? Podríamos...no sé, haberte apoyado más desde aquí, o haberte acompañado cuando aquel desgraciado accidente pasó o...qué sé yo.

- No te culpes, mamá. Tú ya tenías bastante con todo este asunto del chip. Además, no te volví a ver después de que Lexa muriese - Clarke se quedó en silencio un momento y se recompuso enseguida -. Ahora es momento de mirar al futuro.

Abby no podía ni imaginar cómo se había sentido su hija al ver morir a su amante y al tener que seguir adelante sin mirar atrás y sin permitirse un sólo momento para dejarse llevar por la aflicción o el llanto. La conocía bien y sabía que se había tragado su profunda tristeza como un puñado de tierra por la garganta y había conseguido llegar hasta la destrucción de la Ciudad de la Luz gracias a su terquedad y determinación. Pero con toda seguridad, todavía guardaba dentro ese peso del dolor mal canalizado que le impedía liberarse de la pena y del abrazo invisible de su amor.

- El amor es algo tan impredecible, tan poderoso. No creo que logremos llegar a controlarlo nunca – cogió despacio la mano de su hija -. Y por eso debemos compartir sus idas y venidas unos con otros – la miró a los ojos y esperó a que la rubia le devolviese la mirada -. Lexa era una persona fuerte, con una personalidad arrolladora, por lo poco que llegué a conocer de ella. Estoy segura de que alguien con las emociones tan concentradas como ella, y con esa fuerza en su corazón, llegó a amar muy fuerte...

Clarke desvió inmediatamente la mirada de los ojos de su madre, enfocándola en la manta, y luego en el techo, empezando a respirar agitadamente. Abby le acarició la mano y supo que si seguía por ahí conseguiría derrumbar las defensas de Clarke, pero a partir de ahí, dejaría en manos de su hija si quería seguir o no, y esperó pacientemente a que ella tomase la palabra.

- Todo lo que hacía lo hacía con fuerza – Clarke tragó saliva y soltó una pequeña y nerviosa risita -. No fui lo suficientemente rápida perdonándola mamá, mi orgullo y la responsabilidad con todos vosotros me cegaron y no me abrí a ella cuando pude, cuando todavía teníamos... - cogió aire con fuerza – tiempo. Todo podría haber sido tan distinto.

En ese momento, y contra todo pronóstico, Clarke rompió a llorar como hacía tiempo que Abby no la veía, desde que se llevaron a su padre para flotarlo. Esta vez era más amargo, más lleno de culpa, con responsabilidad por esa pérdida, no era simplemente tristeza. Abby le puso la mano en la espalda y la atrajo hacia su regazo, dejándola llorar libremente entre temblores y suspiros. Notó a su hija aferrándose a ella como un bebé que busca consuelo en su madre cuando no entiende el mundo que le rodea, y notó sus emociones tan cerca que casi pudo sentir a Lexa allí mismo, consolando de forma invisible a Clarke.

De alguna manera, Abby era conciente de todo lo que la Comandante había hecho por su hija. Clarke había sido el blanco de los grounders desde lo que pasó en Mount Weather y no habían dejado de perseguirla, hasta que se mostró al público ya en Polis, donde nadie se atrevió a tocarla ni un pelo bajo la protección de Lexa, quien seguramente había arriesgado su posición, su reputación e incluso su vida con tal de mantener la de Clarke a salvo. Y todo ello a la vez que trataba de cambiar la mentalidad grounder de arriba abajo y derrotaba a enemigos como la Reina de la Nación del Hielo. Desde luego la chica había hecho todo lo que había podido, si eso no era devoción por una persona, a Abby no se le ocurría otro ejemplo.

Clarke alzó la cabeza del pecho de su madre, todavía extremadamente compungida.

- Guarda su recuerdo en tu corazón, atesóralo – dijo Abby con dulzura -. Será una fuerza que te ayude a seguir adelante siempre, pase lo que pase.

Clarke asintió y volvió a recuperar su posición boca arriba en su cama.

- No creo que encuentre a otra persona así, no creo que pueda querer a nadie como a ella.

- Entonces deja que sea así – Abby sonrió y dio otro beso a su hija en la frente.

- Vamos a descansar, mañana tenemos mucho en lo que pensar.

- Buenas noches, Clarke. Que descanses.

Salió de la habitación con una mezcla de sentimientos. Sentía alivio al haber conseguido esa confianza que anhelaba de su hija, pero la enturbiaba un sentimiento agridulce al ver a su hija tan conmocionada. Maldecía a la vida por negar a Clarke la felicidad que merecía, y por arrebatarle tan rápido a alguien que se había ganado a pulso el ser merecedora de ella. Pero qué iba a decir ella de la vida, que tantas alegrías y desavenidas le había dado, y que ahora la sorprendía con la posibilidad de una nueva ilusión de la mano de Marcus Kane.

Clarke volvió a abrir los ojos en la oscuridad. Le escocían los ojos de tanto llorar y el despertar de sus sentimientos no la dejaban conciliar el sueño. No sabía si se alegraba de haberse abierto a su madre o no, no le gustaba mostrar su vulnerabilidad a los demás, aunque fuesen su familia. Pero en este punto de su vida ya no podía soportar más dolor y pesar, y en ese sentido no se arrepentía de que al menos fuese su madre la encargada de ofrecer su hombro para dejarla llorar libremente un rato. Aun así, su dolor seguía ahí, inmutable y consistente, Lexa seguía adherida a su corazón como si ya formase parte de él.

"Con el tiempo se pasará" - pensó -. "Si es que llegamos a disponer de tiempo".

Apretó fuerte la Llama contra su pecho y se dispuso a intentar dormir, sintiendo al menos esa punzada de calor contra su piel.