Hello, es la primera vez que aparezco por esta sección y estoy aquí con una pequeña idea que se me vino a la mente tras ver P4U, y notar ciertas cosas… Pero bueno, disfruten de este pequeño fic de unas cuantas partes, disfruten de la pareja!~

Spoiler Alert: Aquí se hacen referencias a la historia del juego, así que si no lo ha jugado, debería hacerlo o simplemente; si no deseas spoiler, no lea.


Empty Promise.

Chapter I: Is that you?

El día ya se terminaba al igual que la caída el sol en el horizonte, sus ojos se perdieron en la vista y se cerraron lentamente…

"Mi amor por ti no cambiará… Te amo…"

-Qué inmaduro…- murmuró para sí mismo mientras que los abría de nuevo, ahora con una mirada vacía aún admirando el color naranjo sobre el mar.

-Oye, ¿No es ese Amada Ken?- preguntó una chica a otra, no muy disimuladamente ya que el mismo chico le escuchó además que no estaba muy lejos, estaban en los asientos detrás de él, quien miraba hacia afuera del tren.

-¡Kya! Es realmente genial como dicen- respondió la otra, se dieron cuenta que él las escuchaba, no muy difícil, puesto que ya no era tan tímido como antes y ahora las miraba sin vergüenza mientras hablaban de él.

-Ah, Amada-san…- dijo la primera chica casi en un murmullo.

-Muchas gracias- agradeció el cumplido con una sonrisa leve, las chicas volvieron a chillar y a reír felices, tanto que no notaron que su sonrisa se desvaneció rápidamente y desvió la mirada de nuevo a la ventana, ya estaba acostumbrado a tratar con las chicas y generalmente ya les había perdido relevancia a esos comentarios, pero en este momento en particular se sintió ligeramente irritado.

Su vista siguió observando ese atardecer. El sol ya se había escondido por completo y sólo dejó un aura carmesí por su camino…

-Carmesí…- murmuró nuevamente –Igual que sus ojos…- sacudió levemente la cabeza- ¿Qué estoy haciendo? Ya debería de olvidar aquella promesa…

De repente, distinguió una pequeña y frágil figura que se desprendió del carmesí del crepúsculo, por un pequeño instante, ahí como saludándole, apareció volando una mariposa carmesí, el chico se sorprendió, pero antes de que pensara en algo, la interrupción de un poste, entre su contacto con la criatura, hizo que esta prácticamente se esfumara.

-Debo… De estar alucinando…- dijo mientras que se pasó la mano por el cabello desde la frente hacia atrás –Pero… Aún así…

~Llegando al dormitorio~

-Si no me equivoco, deberían de estar por aquí…- dijo mientras introducía su mano en la mochila buscando las llaves, pero aún no hacía contacto con ellas, lo cual le extrañó, siguió hasta llegar frente a la puerta, y ahí decidió buscar con la mirada, mas tampoco encontró nada.

Soltó un suspiro derrotado mientras se iba por sus pisadas de vuelta, de seguro que tuvo que habérsele olvidado en alguna parte, ha estado todo el día con la cabeza en las nubes por culpa de un sueño… O más bien una pesadilla.

-¿Por qué?... Sigues ahí…- se pregunta al estar frente a la gran puerta dorada, donde el cuerpo de una chica, ahora de piedra retenía los oscuros deseos de la perdida humanidad.

-…- era tan sólo un envase sin vida.

-Hey…- le vuelve a hablar, pero no hay respuesta, camina hacia ella e intenta alcanzarla con sus manos, pero entonces apareció Erebus, quien la toma con una de sus grandes y negras manos –¡No la toques!- sacó su evoker y se apuntó al pecho, pero al apretar el gatillo, no sucedió nada –Mentira…

Sintió la malvada risa de la sombra, mientras comenzaba a presionar más fuerte la figura en su mano, hasta que unos horribles crujidos resonaron, el chico miraba impotente, sus manos temblaban, las piernas le flaquearon y cayó de rodillas, pero aún con la mirada fija en la horrible escena.

-No puede ser… Incluso después de que he intentado mejorar…- de nuevo sonó otro crujido –Después de que hemos intentado cambiar y cambiar el mundo… ¿Todo ha sido en vano?- comenzaron a caer unos pequeños fragmentos del puño de Erebus –¿Aún no soy lo suficientemente bueno para proteger tu milagro?

Finalmente el sello se desmoronó y cayó como fragmentos de un vaso que al estrellarse se hace más añicos, frente a él, estaba deshecha por completo la persona que había amado por éstos últimos 3 años…

-Lo siento… Lo siento…- las lágrimas comenzaron a salir, mientras que la puerta se abría y daba paso al monstruo, ya no le importaba, nada le importaba, sólo miraba aquellos pedazos dispersos que alguna vez tuvieron vida –Después de todo… No pudimos cumplir la promesa…

En ese momento, Erebus ahora lo toma a él y cuando está a punto de devorarlo…

-Desperté llorando hoy…- dijo mientras miraba hacia el piso tras recordar todo -¿Qué acaso soy un niño? –concluyó preguntando al aire, pero como esperaba, nadie respondió.

Su teléfono sonó, lo contestó rápidamente.

-Ah, hola, habla Amada- respondió por costumbre, sonó la voz de otro chico.

-¿Ken? ¿Estás bien? Hoy te saltaste la práctica de futbol…- reconoció la voz de un amigo.

-Ah, eh… Sí… Es sólo que hoy tenía un asunto urgente, por eso tenía prisa en volver…- respondió, no era del todo mentira, quería ocultarse un poco en su habitación del dormitorio para así intentar aclarar algunas cosas en su mente, sino no podría concentrarse.

-¿Tanta prisa como para olvidar tus llaves?- preguntó mientras jugando con ellas hizo el distinto tintineo que tienen al girarlas en un dedo.

-¿¡L-Las encontraste!?

-Por supuesto, las dejaste caer, debes de tener la cabeza en las nubes últimamente como para no notarlo.

-Ah… Bueno…

-Tranquilo, no hay problema en eso, es normal.

-Mmm... Bueno, voy a allí mismo por ellas.

-No tranquilo, espérame frente a tu dormitorio, te las dejaré mientras paso de camino a mi casa.

-No es necesario…

-Te dije que estaba bien, ahora sólo siéntate y relájate por un momento, no vaya a ser que mañana pierdas algo más importante- insinuó riendo.

-Gracias por la molestia- dijo con cierto sarcasmo.

-¡Cuando quieras!

Cortó la llamada, el chico castaño volvió a suspirar.

-Debería hacerle caso…- se dio media vuelta de nuevo e iba a volver a la entrada del dormitorio cuando se quedó paralizado por lo que vio.

Justo frente a la puerta del dormitorio, posando suavemente su mano en la madera con una gran melancolía, apareció una chica de unos 16 o 17 años, con un vestido rojo a cuadros, una chaqueta y unas botas del mismo color azul rey, unos guantes negros sin dedos y por último, una cinta de un color azul oscuro en su cola de caballo… Esa era la figura femenina e inconfundible de…

-Minako…san…

El chico la nombró atónito dejando caer su teléfono de la mano, sorprendido, con un desorden completo en la mente, después de tantos años, se presentaba ahí, frente al dormitorio dónde habían convivido unidos, todos juntos. El momento le pareció eterno, pero no podía serlo, rápidamente la chica le miró sorprendida, el sonido del aparato al tocar el suelo había llamado su atención.

Sus ojos se encontraron, la chica cambió de sorprendida a asustada tan pronto lo reconoció, y entonces, hecho a correr.

-¡E-Espera!

-…- no le respondió simplemente siguió corriendo.

-Demonios- maldijo por lo bajo antes de salir corriendo detrás de ella –Ya te fuiste una vez sin escucharme…- dijo haciendo referencia a la última batalla –¡Esta vez no te dejaré sola!

Corrió detrás de ella durante varias cuadras, hasta que la perdió de vista, se sintió frustrado de un segundo a otro, agitado miró en todas direcciones sin encontrarla por ningún lugar, pero rápidamente notó dónde estaba, cerca del templo Nagaki.

Se apresuró en ir a allí.

Una vez llegó se asomó levemente por el por el portal con cuidado, la observó, realmente no había duda, era ella, sentada en la banca de madera junto a los juegos del lugar, con las piernas abrazadas en posición fetal, su cabello, su rostro, sus ojos, todo era exactamente igual… O casi, al chico le dio una punzada en el pecho cuando vio que su expresión era la más triste y deprimente que tenía, y no le había visto desde que Shinjiro casi muere, sus ojos apagados y sus labios sin sonrisa, con una mirada que decía que podía romper en llanto en cualquier momento, bajó la mirada sintiéndose culpable… ¿Podría ser su culpa? La chica escondió su rostro, dejándose por completo en el dolor, Ken se acercó caminando lentamente hasta llegar cerca de ella, pero sin que esta le sintiera, iba a hablarle cuando…

-¿Por qué?... ¿Por qué de todos debía ser Ken?- tan sólo esas palabras le sorprendieron más que nunca, acortó su distancia, ahora sin preocupación, sus pasos hicieron que la chica levantara la cabeza, pero antes de que siquiera escapara, Ken la abrazó fuertemente.

-Minako… san- dijo suavemente -¿Has… vuelto?- preguntó sin aún creerlo, pero ahora estaba completamente seguro de que aquella chica que abrazaba era Minako Arisato, al abrazarla, su calor era el mismo y el aroma que desprendía de su cabello era también el que recordaba, la única diferencia es que ahora era más pequeña.

Después de unos segundos recién notó lo que estaba haciendo y se colocó rojo hasta las orejas, se separó de la chica y mantuvo sus manos sobre sus hombros, pero no se atrevía a mirarle a la cara así que estaba cabizbajo, ahora sus nervios estaban al límite.

-Lo siento, realmente lo siento, no sabía que hacía, bueno si lo sabía, sino que no era lo que quería hacer, no, espera, si quería abrazarte pero no ahora, no, digo que, en cualquier momento estaría bien, pero, mejor dicho… quiero decir que… ah… esto…- intentó explicar, pero hablaba tan rápido que apenas se le entendía, y al final empezó a callar por no poder ni siquiera él mismo ordenar su cabeza.

-…- no dijo nada, tan sólo intentó librarse del agarre del chico, pero éste reaccionó tomándola más firmemente y levantó la cabeza para enfrentarla, pero aún así, seguía algo ruborizado.

-¿Por qué intentas huir?- lo levemente molesto se le quitó en un segundo al ver que ella estaba también cabizbaja y ruborizada, pero con unas cuántas lágrimas en la cara, cuidadosamente, colocó su mano en la mejilla de la chica, lo que causó que levantara levemente su vista, y el chico con su dedo pulgar le quitó una lágrima -¿Por qué me evitas?- preguntó de nuevo pero ahora más calmado.

-Ken…- fue la primera palabra que dijo, causando que el corazón del chico se acelerara, tardó un poco más en continuar –Lo siento… No… Se supone que debieras verme…

-¿De qué hablas? Por fin haz vuel…

-Yo…- le interrumpió -… Ya no soy humana… No soy más parte de este mundo…- desvió la mirada a un lado -…Olvídame…

-¿Eh?...- comprendía el significado de las palabras, pero no asimilaba lo que se suponía que debieran de decirle ahora, estaba confundido, completamente confundido y también dolido, la última petición le dio otra punzada en el pecho, le pedían lo que él mismo se había estado obligando a hacer en estos últimos años sin éxito, lo que ahora que la había vuelto a ver se rehusaba a hacer… ¿Olvidarla? ¿¡Cómo le pedía eso!? -¿Por qué?

-Ya te lo dije… Ya no soy de aquí ¿Qué no lo ves?- preguntó ahora ella algo molesta, dejando más lágrimas salir –Estuve muerta y he vuelto a caminar, han pasado años y aún no he envejecido, ¿No crees que está mal?

-Sólo creo en los milagros que haz hecho- la chica se sorprendió y le miró de nuevo –Y éste es uno más, uno que me ha hecho feliz…

-¿Qué estás diciendo?...- de nuevo miró a otro lado -Sólo vete y olvídame de una vez, sino, esto será más doloroso…

Se hizo un profundo silencio, el cual sólo fue interrumpido por las gotas de lluvia que comenzaron a caer de repente, Ken repentinamente soltó a Minako.

-Minako-san, si eso es lo que realmente quieres…- comenzó a decir dando unos pasos hacia atrás –Entonces dilo mirándome a los ojos… Así podrás irte.

La muchacha le miró dudosa, no sabía que hacer, le miró a los ojos, mas al abrir los labios no salió nada, sólo comenzó a llorar de nuevo y balbucear cosas incomprensibles por lo bajo, el dolor de su garganta no le dejaba decir nada.

Ken se acercó a ella y la abrazó de nuevo, Minako comenzó a llorar más fuerte que antes pero esta vez le correspondió el abrazo.

-Por favor… Ayúdame…- suplicó, el chico se alejó y rápidamente se quitó su chaqueta de la escuela y se la colocó en la cabeza.

-Entonces vamos.

La tomó en brazos y comenzó a correr de vuelta al dormitorio, la chica no dijo nada hasta que terminó de sollozar a medio camino.

-¿Es necesario que me cargues?- preguntó apenada.

-Es para que no vuelvas a escapar- respondió tranquilo.

-Has madurado…- él le miró confundido y luego sonrió levemente.

-Tú eres la que ha llorado como una niña.

-…-

Poco antes de llegar al dormitorio la dejó bajar, las calles estaban casi vacías y la lluvia ya comenzaba a parar, una vez estaban lo suficientemente cerca, Ken notó a su amigo en la puerta, esperándolo.

-Espera aquí- le susurró y luego fue con el muchacho.

-¿Dónde estabas?- preguntó fingiendo estar molesto.

-Perdón, surgió algo importante…- extendió la mano para que le entregara las llaves, él se las enseñó y las dejó caer, pero las volvió a tomar antes de que Ken las recibiera.

-¿Acaso una novia? ¿Este es tu "asunto urgente" y "algo importante"?- preguntó burlón refiriéndose a la chica que se acercaba lentamente, la chica que tenía la chaqueta que obviamente era del chico sobre ella.

-No es tu asunto- respondió molesto quitándole las llaves.

-No seas tan frío…- se quejó –Después de todo acabo de rescatar algo más- le dio su teléfono olvidado.

-Gracias, ya puedes irte- tomó a Minako de la mano y luego la llevó al dormitorio.

-Ken ya es mayor~- insinuó riendo, ambos no pudieron evitar sonrojarse ligeramente. Pero Ken se volteó molesto y la contestó.

-¡C-Cállate! ¡No seas ridículo, estúpido!- se volvió a lo suyo.

Pero mientras abría la puerta, el otro muchacho le echó un buen vistazo a la chica, pero lo que sus ojos vieron no lo podía creer… ¿Era la misma chica que vio hace 3 años con Ken en la noche?... No era posible…

-Adiós- dijo antes de cerrar con un portazo, una vez adentro suspiró dejando su mochila a un lado y se pasó la mano por el cabello algo aproblemado –Te dije que me esperaras… No creo que sea bueno que los demás te vean…

-No creo que me viera- dijo apuntando la chaqueta -¿Podrías… soltarme?

-¿Ah?- miró la mano que sostenía la de la chica, la última vez que se habían sostenido de las manos había sido hace tanto que ahora, la mano grande, tibia y suave de Minako, la sentía un poquito más pequeña que la suya y ahora estaba más fría. Al notar todo el chico le soltó rápidamente -¡P-Perdón!

-…- ella le sonrió pero no respondió, sólo miró el lugar con nostalgia, cada rincón del dormitorio, seguía exactamente igual que antes, se acercó a la recepción, donde hace tiempo, tanto que parecía una vida lejana, firmó un contrato, por el cual después daría su vida, al igual que por sus amigos… -… ¿Cómo… están los demás?

-¿Ah?- no se esperaba la pregunta –Bueno… Hace un tiempo que no los veo… Excepto a Koromaru- sonrió feliz –Debería estar por ahí…

-¿¡E-Está aquí!?- se cubrió más el rostro y comenzó a esconderse detrás de Ken.

-Sí, ambos vivimos ahora en el dormitorio, ¿Qué pasa?

-Ken…- apretó levemente su brazo para que le mirara –Nadie puede verme… De hecho nadie debería verme más… Por favor no le digas nada, él es demasiado liso…

-Pero…

-Por favor, si alguien me ve...

-Minako-san- colocó una mano sobre su cabeza, tocando la mojada chaqueta –Yo te veo.

-Pero tú ya eres otro caso, nadie más… nadie más que tú…

-Muy bien, si eso quieres… Aunque no puedo asegurarte nada… Ahora Koromaru debe estar arriba durmiendo, lo hace siempre que llueve, además que hoy debería de haber llegado más tarde.

-Entonces no habrá problema en que esté un poco… ¡Achís!- estornudó cubriéndose el rostro, Ken rió levemente.

-Espera aquí, no tardo… Deberías abrigarte más, estamos en medio del invierno- fue por unas toallas y volvió rápidamente, le ofreció una a la chica.

-Gracias…- dijo mientras le devolvía su chaqueta y aceptaba la toalla, colocándosela rápidamente en la cabeza en lugar de la chaqueta –Tú también deberías cuidarte.

-¿Yo?- preguntó riendo –No te preocupes por mi, ya no soy un niño- ese comentario de alguna manera descolocó a la chica, era cierto había crecido bastante, tanto psicológica como físicamente, lo notó desde que lo vio, pero no había hecho conciencia de eso hasta ese momento, era casi tan alto como ella, tenía un rostro más maduro y había comprobado que ahora habla casi como un adulto… ¿Cómo pudo crecer tanto?

-Ken yo…

-¡Achú!- estornudó esta vez el chico, para luego colocar una expresión ligeramente avergonzada, Minako sonrió, tomó la otra toalla de su mano y luego comenzó a secarle la cabeza.

-"Bueno, en algunas cosas aún no ha cambiado…"- pensó mientras continuaba -¿No deberías cambiarte de ropa?

-Lo haré cuando te vayas… ¿Tienes un lugar donde ir, cierto?

-Sí, no te preocupes por eso.

-¿Por qué volviste?- comenzó a preguntar seriamente, la chica dejó ese aire feliz que tuvo por unos segundos pero no dejó de pasarle la toalla por el cabello.

-Eso yo tampoco lo sé…

-Y sobre... ¿Cómo volviste?- cambió la pregunta, pero le respondió con una negativa de la cabeza -¿Por qué no has crecido?- la misma respuesta -¿Por qué…- le miró con detenimiento ruborizándose levemente al ver que seguía igual de hermosa que antes.

-¿Por qué…- le preguntó apartando un poco la toalla para verle bien el rostro, lo que sólo le puso más nervioso, estaba… demasiado cerca.

-¿Por qué tienes otra ropa?

-Tampoco sé eso… Nunca la había visto de hecho- respondió naturalmente.

-¿Nunca?- preguntó intentando concentrarse en ayudar a su… "amiga"…

-Así es.

-¿Sabes lo que ha pasado en estos años?- de nuevo negó. Esto no los estaba llevando a ningún lado… Una idea pasó por su mente.

-¿Por qué utilizaste tu vida como sello?- esa pregunta la dejó atónita, miró a otro lado y dejó de secarle el cabello lentamente, pero no quitó las manos de la toalla de su cabeza.

-… No tenía otra opción…-

-¿Por qué cargaste con todo el peso?

-…Yo…

-¿Por qué no nos dijiste nada?

-Eso no tiene… relación con lo de ahora…

-…- Ken tomó de las muñecas a Minako y avanzó con paso firme, haciéndola retroceder hasta que llegó a tocar la pared con la espalda, clavó sus manos en el muro para que la chica no se soltara, estaba literalmente entre la espada y la pared, el joven la miraba fija y penetrantemente –Respóndeme.

-…- Minako quedó en blanco por completo, un blanco tan absoluto como el de ambas toallas que ahora yacían en el suelo, quedó aturdida, sorprendida, atrapada, confundida, perdida en su mirada… ¿Era realmente el mismo niño tímido que conoció?... Por supuesto que no.

"Ya no es un niño"

El corazón le comenzó a bombear rápido, quería volver a intentar huir, pero sus piernas no mostraban movimiento, ni siquiera sentía los dedos de sus manos, bajó la mirada y cerró los ojos fuertemente, quería esconderse pero bien sabía que no podía, y el hecho no era porque sus extremidades estuvieran paralizadas o porque la tuviera arrinconada, sino porque por más que en su mente gritara "¡Corre!", ella ni siquiera era capaz de hacer un esfuerzo para que sus músculos reaccionaran, quería escapar, pero a la vez no…

¡Que desorden!

-Yo… tampoco estaba segura de lo que hacía…- comenzó a decir en un tono bajo y algo inseguro –Tenía miedo, debo reconocerlo…- comenzó a llorar ligeramente –Pero cuando descubrí… que tenía el poder de salvarlos a todos… No dudé en usarlo, sin importar el costo… ¡Si todos los demás estaban felices estaba bien!

Comenzó a sollozar en lo bajo, el chico quedó sorprendido, lentamente soltó el agarre, y luego besó suavemente a Minako en la frente, causando que abriera sorprendida los ojos y parara de llorar por unos segundos, subió la mirada y se encontró de nuevo con la del chico.

-Esta bien, lamento haberte forzado- dijo con una leve y triste sonrisa, la muchacha enrojeció al notar lo sucedido y se apresuró a la puerta de entrada, se inclinó en dirección a Ken.

-M-Muchas gracias por la ayuda- salió corriendo del dormitorio como alma que lleva el diablo, Ken había hecho ademán de detenerla, pero luego lo reconsideró. Llevó su mano a sus labios con un gran calor en el rostro.

-Es la primera vez… que la beso…- murmuró para si mismo sin creer del todo aún lo sucedido, pero fue real, y eso, por pequeño que pueda parecer, hace a su corazón saltar de alegría incluso hasta ahora… -¡Achú!

Estornudó nuevamente, casi olvidaba que estaba completamente mojado por la lluvia, recogió ambas toallas y subió al segundo piso para ir a su habitación, talvez deba de tomar una ducha caliente después…

Al terminar de subir la escalera le sorprendió no ver a Koromaru en el pasillo, pero luego notó que la puerta de su alcoba estaba abierta, una vez entró descubrió al can durmiendo profundamente a pies de su cama, el pobre estaba acostumbrado a pasar algunos días unas largas y solitarias horas cuando tenía asuntos pendientes que atender después de la escuela, ahora ya no rebosaba la energía de antes, pero aún así tiene la suficiente vitalidad para demostrarle una gran y alegre bienvenida cuando volvía de clases.

Entró sin hacer ruido, mas el perro levantó la cabeza rápidamente con las orejas alerta, al ver que era Ken se relajó, pero aún así algo le siguió molestando. Se acercó a él, moviendo la cola y olfateando como desquiciado a su amigo, Ken se agachó para hacerle cariño, pero Koromaru estaba muy sumergido en la tarea de olfatearlo, que sin medir su fuerza se abalanzó bruscamente sobre el chico y comenzó a pasar su esponjosa nariz por toda su camisa.

-E-Espera Koromaru, tranquilízate…- le dijo, pero logró quitarse al perro de encima cuando se distrajo olfateando su chaqueta y ambas toallas, se reincorporó sentado en el piso, y colocó sus codos sobre sus rodillas –Dios, ¿Qué te sucede?

Pero el perro ni siquiera le miró, se acostó con la cabeza y las patitas delanteras apoyadas sobre la chaqueta mientras comenzó a chillar triste, a Ken le a travesó la respuesta como la más obvia; había sentido el olor de la chica.

-¿Qué te pasa Koromaru?- le pregunta de nuevo fingiendo no saberlo, pero el perro sólo volvió a gemir mientras continuaba oliendo el resto del aroma de la chica que había quedado –Es sólo mi chaqueta…- el animal le miró -Me mojé por no llevar paraguas- dice intentando distraerlo, pero él era muy listo, se puso de pie y fue rápidamente a quién sabe donde -¿Koromaru?- le nombró Ken, pero tan rápido como sintió su chillido de nuevo fue detrás de él, había subido al tercer piso, última puerta a la derecha… "su" habitación…

Ya no había duda, Koromaru tampoco lograba aún de olvidar ni siquiera su aroma, Ken le miró algo triste.

-¿Crees… haberla sentido?- le preguntó, a lo que le respondió con un movimiento de la cabeza, Ken se sintió mal al no poder hablarle con la verdad a su fiel amigo, compañero y confidente de éstos últimos años, pero debía ocultarla. Se agachó de nuevo a su lado y le hizo cariño en la cabeza –Sí… Yo también he pensado en ella últimamente.

Continuará…


Muy bien y aquí concluye, si quieren dar algunas ideas, siempre estoy abierta a ellas, al igual que las críticas constructivas y aportes, deseo que si puedan aporten en esto y así hacer algo entre muchos.

Si desean dejar algún comentario sobre lo anterior y/u opiniones, déjenme un review así podré comunicarme con ustedes, adorables criaturas que leen mis extrañas ocurrencias, sin más que agregar…

Se despide: Marie-Rin-Love.

Sayonara~