Editado: 8 / 02 / 2018
Disclaimer: No soy la dueña de Shingeki no Kyojin. Es un universo alternativo con el fin de entretenerlos basado en algunos acontecimientos del manga. Es yaoi sino te gusta te invito a buscar algo de tu agrado.
Atado, frente al tribunal y las miradas de los testigos, contemplaba en silencio mi audiencia militar. Era natural que estuviera así, después de todo, temían que podía convertirme en un titán y acabar con todos. En poco tiempo, todos expresaron sus ideas y preocupaciones, como si se tratara de un discurso elaborado. Tenía dos opciones:
1.- Ser entregado a la Policía Militar quienes acatarían las órdenes de la familia real.
2.- Unirme al grupo de investigación para recuperar la Pared María a cualquier precio.
Ambas alternativas suponían un peligro mortal. Significaba separarme de Armin y Mikasa y, por supuesto, la acción que nadie se atrevía a mencionar:
Asesinarme.
Más no tuve elección.
Como si se tratara de un poderoso cazador, algo se acercó rápidamente. Lo último que supe fue que la gravedad me atrajo agresivamente hacia el suelo. Incluso noté cómo voló lo que parecía uno de mis dientes. Un hilo de sangre se entrevió de mis labios, cayendo lentamente sobre mi ropa. De pronto, recibí otro impacto fuerte en mi estómago que me dejo sin aliento. Los murmullos y exclamaciones fueron reemplazados por un extraño silbido agudo. Unas manos fuertes sujetaron mi cabeza y jalaron de mi cabello, obligándome a reconocer a mi agresor. Para mi sorpresa, se trataba del sargento Levi; el soldado que podía enfrentarse contra cien titanes. Sin aviso, en un ágil movimiento colocó su pierna sobre mi cabeza y me tiró al suelo sin piedad. Sentí la frialdad de su bota sobre mi cuello así como la fuerza que ejercía para que continuara inmóvil.
- Para disciplinar, el dolor es lo más efectivo- exclamó el sargento.
No pude darle mayor importancia a sus palabras. El extraño silbido agudo seguía en mis oídos junto con el sentimiento de humillación y de no saber qué hacer. Incluso el general Dalis Zacurey hizo caso omiso de la agresión. Sin embargo, el sargento continuó presionando su bota sobre mi rostro. ¿Acaso esperaban tratarme así sin esperar una respuesta?
No obstante, la audiencia se percató de mi enojo, provocando que detuviera la agresión. El sargento dio muy clara sus intenciones de saber "utilizar mi fuerza" así como encontrar los medios adecuados para "destruirla" si fuera necesario. Palabras clave que cualquiera de los bandos estaría conforme de escuchar. Era sencillo: podían usarme y deshacerse de mi. Una estrategia que terminó convenciendo naturalmente al general Dalis y poniéndome en manos de la Legión de Reconocimiento.
"No nos queda más que creer ciegamente en ti"
Fueron las palabras de Hanji, líder del departamento de investigaciones de la Legión de Reconocimiento. Pero ¿qué significaba exactamente "creer ciegamente"?
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Dedicado a Kirika.
And this how it hurts when I
Pretend I don't feel any pain
And this is how I disappear
When I throw myself away
Breath into me
RED
Blame it on
Complejos y síndromes
Antiguo cuartel central del grupo de investigación
Sótano
La camisa blanca del uniforme comenzaba a incomodarme. Aunque me quité la escarola, sentía mucho calor. Me encontraba en el sótano de un castillo antiguo, hogar del cuartel del grupo de investigación, lejos de Mikasa y Armin. A pesar de ser un lugar pequeño, tenía una cama y una mesa sencilla. El único problema era mi invitado…
No podía dejar de parpadear constantemente. El sargento Levi golpeaba con fuerza un saco equivalente a su tamaño. El tan sólo recordar aquella poderosa patada, hacía que mi cuerpo se contrajera por cada impacto hacia el inocente objeto. Mi cuerpo me pedía a gritos que lo detuviera y lo entendía. Inconscientemente, esperaba que en cualquier momento el sargento dirigiera alguna patada sobre mi… ¡de nuevo!.
Aún olía la sala del tribunal, mezclada entre el nerviosismo de la gente y su olor corporal. Los muebles viejos junto con el ligero olor a sangre seca… quizás del acusado anterior. Las miradas de odio justificadas por sus ideales y reconocer el miedo en varios me hizo sentir enfermo. Impotente por estar atado y no tener siquiera libertad para sentarme en una maldita silla. Me cansé de los comentarios egoístas de la gente que vivía conforme con ser devorada algún día. Encima que nunca habían visto un titán cara a cara. Estaba a punto de intentar desatarme. Hasta que él apareció…
- Oi, basura.
Salí de mis pensamientos y contemplé de inmediato al sargento. A pesar de entrenar por más de una hora, lucía como si se hubiera tratado de una caminata. No había sudor exagerado en su cuerpo, sino unas cuantas gotas que se desvanecían entre su ropa. Parecía ser inmune al calor que la pequeña semi-mazmorra emitía. Era imposible que no fuera afectado por la alta temperatura.
-Defiéndete.
De pronto escuché su orden. Más fue demasiado tarde. En un instante, recibí un golpe en mi mejilla, provocando que cayera al suelo boca abajo. Su impacto provocó que varias heridas se abrieran en mis brazos. Antes que pudiera incorporarme, escuché cómo el sargento se hincaba en el suelo y jalaba mi cabello hacia él. Sin embargo, no me dolía. Estaba acostumbrado incluso al dolor extrañamente agradable que evocaba ese movimiento. El sargento me miró desde arriba, colocó una mano para apoyarse en el suelo y fijo su atención sobre mi. Fríamente como sólo él podía hacerlo.
-¿Cómo puedes ser la esperanza de todos cuando eres tan débil?- expresó el sargento seriamente.
Me miraba como si siempre esperara alguna respuesta adecuada a la situación. Al principio creí que se trataba de odio pero con el tiempo entendí que siempre conservaba aquella expresión tan dura. Me percaté que seguía esperando mi respuesta ya que tiró ligeramente de mi cabello y me acercó un poco hacia su rostro. Tan extrañamente normal.
Sacudí mi cabeza y volví a la normalidad. Si, puede que fuera débil en ese momento, no podía compararme con el "soldado más fuerte de la humanidad" Pero…
- Mejoraré, sólo necesito tiempo- exclamé con decisión.
- Buena respuesta.
Me soltó mientras se ponía de pie. De inmediato, giré mi cuerpo para verlo alejarse y beber de una cantinflora. Me recargué en la pared y comencé a sentir un fuerte dolor en mi mejilla izquierda. Apenas percatándome del hilo de sangre que salía de mis labios. Su sabor era amargo más no me incomodaba. Después de todo, ¿cuántas veces un soldado probaba su propia sangre?
Lo único inusual eran de los extraños síntomas que aparecieron desde aquél día en el jurado. Ansiedad, fiebre, dolor de estómago e insomnio. Pero ante todo, la inexplicable ansiedad. Podía entender los síntomas físicos, era una forma que mi cuerpo se desahogaba de los acontecimientos en la muralla. Pero era algo nuevo, cómo si se tratara de la consecuencia de algún hecho…
Tenía una idea vaga de la situación, más no sabía si era correcta. Desde el camino hacia el cuartel, no entendía la razón pero no podía dejar de mirarle. A pesar que tuviera una misión tan importante como descubrir los misterios que encontraríamos en el sótano de mi antiguo hogar… me era imposible dejar de pensar en nuestro encuentro en la audiencia. Más que nada, la manera tan inteligente que usó para obligar a toda la gente egoísta y asustadiza que me dejaran a su cargo. Fue un acto muy arriesgado, por no decir que tuve que recibir una buena golpiza, pero lograron su objetivo. Seguramente fue elegido por los demás para representar ese papel; el del dominador. Sin darme cuenta, al ser el agredido, colaboré para llevar a cabo su misión. En ese momento, trabajaba al lado de los mejores soldados del mundo. Todo gracias a su interpretación de aquél día.
Por ello, no podía negar que no sintiera algo hacia él… Desconocía si era admiración o algún tipo de cariño. Sólo entendía que era más allá de lo que había sentido. Éramos hombres, lo entendía, ese tipo de sentimientos era un pequeño problema dentro de la peligrosa extinción de la raza humana. Sólo no podía ignorar más esa sensación. Si se trataba de un simple síndrome o complejo, sería mejor enfrentarlo a dejar que me consumiera lentamente. Sujeté con fuerza la cadena que ataba mis pies y respiré profundamente.
-Sargento.
El soldado giró su cuerpo mientras se secaba varias gotas de sus labios. Su mirada de fastidio se fijo sobre mi, prestándome su atención. De inmediato perdimos contacto visual, era demasiado incómodo tener que hacer una pregunta tan extraña. Más debía intentarlo.
- Usted… usted, ¿cree en el amor?
Al principio me miró como pareciendo que no entendía el significado de mi pregunta. Estaba consciente que no existía un contexto adecuado para hacerlo.
- ¿Qué clase de amor? - respondió.
- E-El de pareja, señor.
- Por supuesto- respondió el sargento- aunque no debería ser una opción para los soldados.
El sargento colocó la cantinflora en una mesa al lado de mi cama y se sentó en ella.
- He visto cómo mueren por sus seres queridos y cómo sufre la persona que abandonan- exclamó- Es un sentimiento muy egoísta que no deseo experimentar.
- Pero si no lo ha experimentado, ¿cómo puede saber que no ocurrirá lo mismo
contigo...?
De inmediato me percaté de un terrible error. Sin querer, le hablé informalmente.
- Con usted, lo siento- me disculpé de inmediato. El sargento afirmó con su cabeza y se tranquilizó, para mi fortuna.
- Porque no es una opción para nosotros. Nos enlistamos para sacrificar esos "privilegios".
- No creo que sea del todo cierto…
El sargento se dirigió hacia donde estaba. De inmediato, mi cuerpo se tensó de tan sólo imaginar qué tipo de táctica marcial usaría esa vez en mi. Tan sólo se limitó a cruzarse de brazos y clavar nuevamente su mirada.
- Dime mocoso, ¿tienes alguna prueba para convencerme?- indagó el sargento con ironía.
- Sino lo ha experimentado, ¿cómo quiere que lo haga?
- Buen punto...
El sargento permaneció en silencio por varios instantes.
- De acuerdo, de ahora en adelante, fingiremos ser pareja.
¿Qu-qué acababa de decir? No obstante, no pude analizar sus palabras ya que colocó rápidamente su pierna en la pared, justo a la altura de mi rostro. De inmediato, parpadeé varias veces por reflejo. Sabía que quería demostrar su autoridad y lo hacía muy bien. El soldado acercó su rostro, como si tratara de demandar aún más su atención. Sin notarlo, comencé a respirar agitadamente mientras recorría por mi mente mil y un formas de golpes que podría ejercer en cualquier momento.
-Escúchame bien, la única regla será que nadie lo sepa, no quiero que mis soldados piensen que baje la guardia contigo – demandó Rivaille - ¿Está claro?
- Si, señor.
-Nos entenderemos bien entonces.
El sargento se incorporó y se dirigió hacia la salida sin decir más. No podía tener las ideas claras ya que su reciente intimidación y su atrevida propuesta chocaban en mi mente. Pero la pregunta que más hacía eco en mi mente era...
¿Cuándo comenzaría la farsa?
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Ha llegado el final del capítulo. Esperen el siguiente capítulo. Se les agradecería bastante si dejan reviews.
Notas de SoritaK.
Al fin, pude graduarme exitosamente y para celebrarlo, retomé las actividades que abandoné. Me siento nerviosa puesto que no sé si perdí el toque para redactar pero les dejaré esta "prueba" para que la juzguen y me digan sus comentarios.
¿De dónde surgió la idea de Blame it on?
Amé la serie desde el primer capítulo que vi. Demasiado épica, con un increíble soundtrack, se notaba que el estudio sabía cómo llevar esta historia al aire. Así que leí todo el manga en menos de tres días y noté que había bastante material aislado como para escribir una historia. Más no imaginé ningún fic por el momento. Hasta que comencé a ver el mar de fanarts de Rivaille y Eren. Fue cuando poco a poco, una idea breve comenzó a indagar y terminé creando la historia mientras esperaba a una amiga.
Espero lo disfruten tanto como me divertí al escribirlo. Les agradezco que se hayan tomado la molestia en leer. Esperaré con gusto sus peticiones, comentarios, regaños, alabanzas y gritos de alegría.
Búsquenme en Facebook y Wattpad como: SoritaK.
¡Gracias a todos los lectores anónimos!
Blame it on
When the end comes
