La semana más extraña de mi vida….O quizá exageraba sólo un poco.
La azotea de la casa estaba empapada. Ahí he acostumbrado a escribir el diario desde que tengo memoria. Cuando no estoy en la azotea, siento que no puedo escribir…Este lugar es mi santuario, el lugar que me ha hecho pensar en mil cosas a la vez y una y otra vez la misma pregunta nubla mi mente.
Esa tarde estaba sentada en la acostumbrada azotea, hacía un frío espantoso y nada conveniente, si mi madre se enteraba de que había salido cuando estaba a punto de ocultarse el sol quizá me castigaría, pero no dejaría la oportunidad de escribir en mi diario. De una costumbre de mi madre, ahora se había hecho una obsesión; cada palabra escrita ahí yo la había vivido.
La nueva sensación de no saber a dónde perteneces es insufrible…Se vuelve también una obsesión, buscando el significado de muchas cosas. Mi vida estaba llena de mentiras y por más que lo quisieran ocultar no lo lograban…En Hogwarts me tendrían que sacar algún día de dudas…Mi nuevo plan: ir con el sombrero seleccionador; ¿Qué habría visto el día cuando me puso en Ravenclaw y mencionó mis raíces de otras casas? El enigma más grande de mi vida: Mi padre.
Jamás lo conocí, ni siquiera una foto de él había visto. ¿Quién habría sido mi padre? ¿A quién había heredado mis ojos, mi rostro, mi cabello, mi forma de ser? No era de mi madre…
Amelie L.
El sol estaba a punto de meterse tras las montañas. Desde arriba de la azotea, Amelie escribía su diario con agilidad.
Amelie Lovesfeald era una niña muy menuda para tener 13 años. Acababa de regresar de su tercer grado en Hogwarts, ahora estaba en vacaciones de verano, disfrutando del verano con su madre Laorheen. Las dos vivían solas en una casa al sur de Inglaterra, Laorheen Lovesfeald había criado a Amelie ahí desde que la niña tenía memoria.
Amelie terminó de escribir y dejó el diario a un lado suyo, junto con su pluma.
Vio el horizonte, viendo cómo poco a poco el día se acababa y la noche empezaba. Hacía bastante frío a pesar de que el sol apenas se ocultaba. Las nubes empezaban a arremolinarse sobre ella y el viento helado acariciaba sus brazos desnudos. Había olvidado su chamarra junto a la silla del estudio.
Suspiró largamente y recargó el mentón sobre sus piernas recogidas.
Unos pasos la sobresaltaron. Amelie palideció y se paró de un salto, casi resbalando con lo mojado del piso.
-¿Amelie, qué haces aquí a estas horas?- Laorheen apareció por las escaleras. Llevaba su largo cabello rubio recogido en una coleta y vestía de ropa deportiva muggle.
-Tenía que escribir, mamá- Amelie recogió su diario con premura y lo escondió en su espalda. Laorheen la miró un poco extrañada y esbozó una sonrisa. Ella sabía perfectamente que su hija escribía un diario. Ella misma se lo había recomendado por varias razones.
-¿Terminaste de escribir? No quiero que te resfríes, Am- Laorheen se acercó a su hija de trece años casi recién cumplidos y tomó su mano entre la suya; estaba helada.- Amelie ¿Qué pasó con tu chamarra?- Laorheen tomó asiento en donde hace un momento Amelie estaba sentada y jaló con delicadeza la mano de su hija, invitándola a tomar asiento a un lado suyo. Amelie aceptó la invitación y se sentó a un lado de Laorheen. Aún estaban tomadas de la mano y Laorheen dibujaba pequeñas mariposas en la mano de Amelie imaginariamente.
-La chamarra se quedó en el estudio…Emm…, no tengo frío.- agregó y desvió su mirada al horizonte.
-No hemos hablado desde que volviste de Hogwarts, cariño.
-Mamá- Amelie miró de nuevo a Laorheen. La niña levantó una ceja como diciendo "¿Por qué dices eso?".- Ayer volví de Hogwarts.
-Pero Amy, quiero saberlo todo ahorita. ¿Cómo fue tu año? ¿Qué tal el torneo? ¿Hablaste con Harry como te dije? ¿Le preguntaste a Luna sobre su padre como te encargué?
-Mamá, por partes por favor.
Laorheen sonrió enseñando los dientes un tanto divertida. Amelie le devolvió la sonrisa para luego reír a carcajadas.
-Bueno. Empezando; ¿Conociste a alguien nuevo?
Amelie levantó la vista para ver de nuevo a su mamá y tomó un leve rubor en su mejilla.
-Sí.- no contestó más.
-¿No me hablarás sobre el recién conocido?
-Oh mamá…-Amelie se puso más roja.
-Está bien si no quieres, pequeña. Sólo era auténtica curiosidad- Laorheen apartó un cabello castaño claro de la mejilla de su hija, colocándolo detrás de su oreja.
-No es eso mamá…es que…-Amelie bajó la mirada y de nuevo el cabello se le vino a la cara. Laorheen borró la sonrisa de su rostro un poco preocupada y esperó a que su hija continuara. Y así lo hizo.-Las cosas en el colegio son muy raras. No estoy implicada en ello pero…Es como si lo fuera. Sé lo que pasa en el castillo mejor que nadie y de hecho me siento extrañamente familiarizada con todo.
Después de sus palabras un feo silencio inundó el ambiente. Laorheen miraba hacia el frente y Amelie se animó a levantar de nuevo la vista.
-¿Qué pasa, mamá?- Amelie aún tenía la mano de su madre en la suya y en la otra mano tenía su diario. Le dio un ligero apretón. Laorheen se había puesto muy extraña; su tez estaba un poco pálida, apretaba los labios con fuerza, como si temiera que lo que salieran de ellos no iba a ser algo bueno.
Laorheen miró a Amelie y le sonrió con una chueca sonrisa. Aún estaba un poco pálida.
-¿Qué ha pasado exactamente estos años, Amy?- Laorheen no solía leer mucho El Profeta, pero Amelie estaba segura que si sabía lo que pasaba en el mundo mágico.
Amelie había crecido con su madre en un pequeño lugar de Inglaterra. No tenía padre y no sabía exactamente qué era lo que le había pasado. Laorheen evitaba hablar sobre el tema, así que no sabía muy bien su verdadera procedencia. Su infancia fue llena de magia y al mismo tiempo era una infancia muggle. Había ido a la guardería, había cursado parte de la primaria (solo dos años), jamás tuvo un amigo muggle, no se hallaba con ese mundo. La magia era muy utilizada en su casa por su madre y ella misma le había enseñado todo lo de magia que ella había aprendido. Amelie prefería sobre todo la magia. Laorheen era diferente; aunque ella hubiera crecido en el mundo mágico y su infancia había sido muy similar a la de su propia hija; había sido educada por su joven y bruja madre, su padre había muerto y jamás lo había conocido. Estudió en Hogwarts al igual que Amelie e igual había pertenecido a la casa de los Ravenclaw.
Amelie despertó de su pequeño trance, tratando de recordar todo lo que había pasado en esos últimos años.
-Muchas cosas en realidad…mamá.- Amelie no sabía cómo explicarlo todo.
-¿En primer grado?
-Me pusieron en la casa Ravenclaw, y el sombrero había dicho que mi pasado era muy revelador.- Amelie miró a su madre, esperando a que dijera algo, sin embargo ella solo asintió. Ella continuó.- Luego empezaron a haber cosas muy raras; personas petrificadas en los pasillos. Habían visto algo y escribían cosas en las paredes, escritas con sangre- Amelie notó escalofríos con solo recordar las escenas.- Luego raptaron a Ginny Weasley. Todos hablaban sobre una extraña Cámara de los Secretos y el heredero de Slytherin. Muchos pensaron que Harry Potter.- al mencionar el nombre lo hizo con debido respeto. El chico era verdadero ídolo de Amelie. Amelie sabía la historia sobre Voldemort y en verdad todo se le hacía muy interesante.- era el heredero. Lograron sacar a Ginny y se mantuvo todo en secreto, hasta que escuché por ahí que dentro de la cámara habían sucedido cosas horrendas. Que dentro había un enorme basilisco.
-¿Basilisco?- Laorheen de nuevo palideció y abrió mucho los ojos.-Perdona…No era nada.
Amelie no dijo nada y prefirió continuar.
-En mi segundo año fue mucho más aterrador. Pues había recién escapado el prisionero maniaco de Azkaban. ¿Recuerdas cuando lo vimos en las noticias muggle y tú lo reconociste de inmediato, tirando tu té encima de mi?- Laorheen asintió con los ojos un poco abiertos.- El expreso de Hogwarts se detuvo un momento y luego de la nada apareció un terrible dementor…recuerdo que el verlo fue tan aterrador…Sentí que mi vida era infeliz, y muchas imágenes horribles vinieron a mi cabeza.
-¿Qué imágenes?
Amelie se sonrojó un poco y no contestó. Sólo continuó la historia.
-Al llegar a Hogwarts recuerdo que había mucha seguridad en todo el castillo y que Dumbledore nos advirtió sobre los horribles dementores.-la palabra "horrible" y "aterrador" eran las más presentes para esa anécdota.- Una tarde vi como un enorme perro negro estaba frente al retrato de Gryffindor y el perro me miró por un breve momento. Luego arañó el retrato y La Señora Gorda empezó a gritar. Yo salí corriendo de ahí, temiendo del perro y fue cuando hasta el director acudió a la escena. Yo no dije nada de lo que había visto. ¿Quién le creería a una niña de segundo grado?
"Aumentó la seguridad en el castillo y el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras de repente empezó a faltar. Era maravilloso el profesor Lupin… Sirius Black fue capturado pero logró escapar. Terminando el año escolar, el profesor se fue y nos quedamos de nuevo sin profesor. Sirius Black aún era perseguido pero pude notar como Harry Potter veía diferente al prisionero en los carteles de "Se Busca", veía en sus ojos que en realidad Sirius no era culpable del todo.
Laorheen amaba las anécdotas y le gustaba como su hija las contaba.
-En tercer grado era el Tornero de los Tres Magos. Todo era normal y al parecer todos estaban muy emocionados por la llegada de los Durmstrang y Beauxbatons al colegio. Llegaron teatralmente y los directores parecían muy felices. Explicaron en qué consistía el Torneo. Nadie menor de 17 años podría participar, ya que las pruebas del torneo eran muy riesgosas.
"Yo no estaba interesada en eso, más bien me interesaba el ver las pruebas. Un nuevo maestro de DCAO había recién llegado; Ojo Loco Moody; Alastor Moody. Es el hombre más extraño que he conocido, está verdaderamente loco…
Los campeones salieron unos días después del cáliz de fuego. Fleur Delacour de Beauxbatons, como la campeona. De Hogwarts fue el apuesto Cedric Diggory, de Hufflepuff, y Victor Krum como el campeón de Durmstrang. Algo muy extraño pasó y Harry Potter fue elegido el 4° campeón, de Hogwarts; Gryffindor.
Nadie sabía qué había pasado y fue entonces cuando el torneo empezó.
Primer prueba; Pelear por un huevo de oro protegido por una dragona. Los dragones eran en verdad criaturas sorprendentes y los cuatro campeones salieron victoriosos.
Segunda prueba; tendrías que descifrar lo que el huevo de oro decía. Nadie lo supo abrir antes que Cedric Diggory. De inmediato se puso a investigar sobre cómo respirar debajo del agua por una hora. Y fue cuando lo conocí. Se la pasaba en la biblioteca en busca de algo y me acerqué a él a ayudarlo. Él era un muy buen chico y me agrado en verdad, era atractivo también y me trató muy bien a pesar de que yo era mucho más chica que él.
El día de la segunda prueba tendrían que rescatar a lo que más querían y sacarlo del agua. La única que no lo logró fue Fleur Delacour, ya que fue atacada por unas criaturas submarinas con nombre extraño…Bueno; después de esa prueba, Cedric y yo nos hicimos muy amigos. Aunque él estuviera en su último año y yo en tercero nos llevábamos muy bien. Sólo faltaba una prueba para que acabara el Torneo.
Poco después de esa prueba, se supo de la muerte de Barty Crouch, el jefe de no sé qué sección del ministerio.
Quedaba el baile de Navidad.
Los tres campeones, en este caso; cuatro, tendrían que inaugurar el baile. No escogí pareja, no fue necesario ya que habíamos quedado Colin Creevey y yo de ir al baile como amigos.
Fue muy bonita la velada y me reencontré con los Blaccwen.-Laorheen levantó ambas cejas algo impresionada.- Sí- dijo Amelie antes de que Laorheen la interrumpiera en el relato.- Brandon y Brendan han cambiado de verdad, y Brandon se ha vuelto mucho más pedante e insoportable que antes. Brendan es muy lindo, es muy atento y me agrada mucho. Bailé con ambos y con Colin, pero parecía que Brandon se suavizaba conmigo después de que yo estaba con Brendan.- Amelie empezaba a meterse demasiado en sus pensamientos. Decidió salirse de ellos.- El baile fue muy agradable y poco después empezaría la próxima prueba.
Nos llevaron a un laberinto que había sido hechizado. Los competidores se adentraron en él y nadie supo qué pasaba dentro de ese laberinto. Dos campeones se retiraron; los dos de las escuelas extranjeras. Cedric y Harry aún seguían dentro.
El tiempo corría y yo me ponía muy nerviosa. Mi amigo no salía, ni tampoco Harry. La mayoría de los profesores estaban igual de nerviosos y entonces aparecieron…
Harry y Cedric, uno tomado de la copa y el otro inmóvil. Fleur empezó a gritar y de repente Amos Diggory saltó de las gradas gritando el nombre de su hijo. Me levanté de mi asiento y pude ver que Cedric estaba…muerto. Me quedé petrificada y algo dentro de mí murió junto a él. – Amelie sintió la mirada confundida de su madre sobre ella. Levantó el rostro y miró a Laorheen a los ojos.- Aunque lo conociera desde hace poco sentía una conexión con él. Aparte era como mi mejor amigo…- Laorheen no dijo nada y bajó la vista para seguir escuchando a su hija.- El papá de Cedric lloró un buen rato junto al cadáver de su hijo y mientras tanto; Harry gritaba sobre el regreso del Señor Tenebroso.
-¿Entonces si es verdad…?- Laorheen se puso lívida.
-El ministro lo desmintió. No supe a quién creerle.- Amelie estiró los pies hacia el frente y jugueteó un poco con sus manos.- No pude aguantar más estar ahí en pleno dolor de la muerte de Cedric. Me fui directo al castillo casi a escondidas para que nadie me detuviera y me dirigí a las habitaciones de Ravenclaw. En el camino escuché voces. Me detuve paralizada.- Amelie alejó su vista en el horizonte recordando cada cosa que había pasado, tal y como había pasado.- Al instante me escondí detrás de una estatua cercana. Me cubría bien y al mismo tiempo me daba visibilidad. Vi a los tres dueños de las voces; uno era el director Dumbledore, el segundo era el profesor Snape y el último era un sujeto con cara de lunático; tenía un tic que repetía mucho, parecía que si lengua era bífida como la de una serpiente.
"-¿Llamaste a Azkaban?"- preguntó el director. Vi como Snape y Dumbledore sujetaban con fuerza a su prisionero.
"-Ya lo he hecho."- confirmó Snape. Aguanté la respiración cuando pasaron frente a mí. No quería que supieran que yo estaba ahí, me podría ir muy mal.
"-¡Mi señor ha regresado y no lo podrán evitar!"-gritaba el lunático.
Los profesores no se dieron cuenta de mi existencia pero al parecer el prisionero sí.
Me miró con esos ojos llenos de locura que ocultaban una mente perversa y me sonrió con su macabra y chueca sonrisa. Sentí que el alma se me iba a los pies y cuando los tres desaparecieron tras un pasillo, salí de mi escondite y salí corriendo a mi Sala Común…Un día después fue fin de año. Dumbledore dio unas palabras de despedida e hicieron memoria a Cedric. No pude evitar llorar, me dolía su muerte…Nos despedimos de los Durmstrang y de las Beauxbatons y ese mismo día regresé a casa…-Amelie terminó su relato. Ninguna de las dos habló por un largo rato. Laorheen estaba muy pálida y Amelie se dio cuenta de ello.
-¿Está todo bien, mamá?- preguntó, ya que Laorheen parecía que se desmayaría pronto.
Laorheen no respondió. Se levantó del piso y apretó la mandíbula.
-Tenemos que hablar.- Dijo solamente y se dirigió dentro de la casa. Laorheen estaba seria, muy seria y Amelie sentía que recibiría un regaño. Laorheen jamás la había regañado. ¿Qué habría hecho mal?
Amelie se paró del suelo con rapidez y se guardó su diario-que aún tenía en manos- en el bolsillo. Apenas y cupo y salió corriendo tras Laorheen.
