Disclaimer: Naruto le pertenece a Kishimoto M.

Advertencia: Si no le agradan la relación de un hombre adulto con el de una menor, no lo lean please. No lemmon, pero contenido algo fuerte.

Notas: Itachi tiene 21 años, 5 mayor que Sasuke. Hinata tiene 15, ella no cumple hasta diciembre. Sasuke cumple en julio. Mucho humor, Itahina one-shot.

Voyna: The Kaka/Hana is for you girl, lol!


Itachi supo desde el principio, que esta fiesta ocurrencia de su primo iba a ser un desastre.

Caminaba por la casa midiendo y calculando los daños. La fiesta se había desbordado de los parámetros del salón que con tanto recelo le había aclarado y reiterado a Shisui que no se saliera.

Ni la asistencia de Minato-sama había puesto algún tipo de apremio en los asistentes.

La música resonaba por el barrio Uchiha a todo meter, sabiendo que la policía de su clan ni vendría a poner orden a aquello, ya que ellos eran propiamente los que andaban formando alboroto y bailoteo en la casa, aprovechando el hecho de que el líder y señora de la casa se ausentaban por asuntos oficiales de la villa.

La verdad era que los Uchihas a pesar de ser muy respetados y temidos en Konoha, eran también muy conocidos por sus fetecumbes. Sobre todo cuando Fukaku se ausentaba, ya que a este no le gustaban las fiestas y decía que era un bochorno el comportamiento que adoptaban los miembros del clan en estas.

Vasos, platos por todos lados, reguero de gente. Muchos ni conocía. Un charquito de vomito yacía en un rincón en el jardín a un lado del portal lateral. Le había advertido a Shisui que no quería nada de alcohol en la casa, que era una fiesta de menores. Pero estaba seguro que alguien se las había arreglado para colarlo. Aquella 'ponchera de frutas' le era particularmente sospechosa, sobre todo porque había sido su pariente Obito Uchiha, un conocido jodedor el que lo había traído. La verdad es que no había tenido ni tiempo de comprobar sus sospechas debido a la algarabía del lugar, y observó con inquietud como muchas niñas degustaban de aquel "ponche virgen".

Shisui le había sugerido de hacer una fiesta sorpresa de cumpleaños a Sasuke, quien cumplía 16 años. Evidentemente a Sasuke las fiestas sorpresas no le gustaban, pero Shisui lo había convencido diciéndole de que el chico era un crío crecido que tenía que aprender a divertirse porque —la vida es muy corta, especialmente la de shinobi. Que además, no podía dejar que su hermanito se convirtiera en un joven/viejo como su hermano mayor. Itachi comprendió que tenía razón, que sus costumbres probablemente influenciaban a Sasuke, que siempre buscaba la aprobación de su querido aniki. Itachi, que por lo general lo complacían las ceremonias de té y la caligrafía, entendió que tenía que dejar que Sasuke desarrollara sus propios gustos. Quizás una fiesta no le vendrá mal...pensó en aquel momento. Ahora se arrepentía.

Lo peor para el joven Uchiha no fue encontrar a Anko chillando y gimoteando obscenamente, con las piernas enrolladas alrededor de Aoba. Este último con sus pantalones bajo sus nalgas embistiendo duramente a la mujer en un pasillo oscuro del complejo. ¿Y quién invitó a esos dos? Ni siquiera lo fue encontrarse a Kakashi, el sensei de Sasuke, agachado con su cabeza colada entre las piernas de una quejumbrosa Hana Inuzuka acostada en la mesita, en el saloncito del té, practicándole lo que obviamente era cunnilingus. Si, esa misma mesita donde su madre le sirve a Sasuke y a él la merienda todas las tardes.

Lo peor en su opinión fue encontrarse al propio Shisui en el cuarto de Sasuke, en la cama de Sasuke, con la compañerita peli-rosada de Sasuke, boca abajo, de rodillas y gimiendo, agarrando las sabanas con fuerza mientras que un excitado Shisui palmeaba salvajemente las nalgas de la chica con su pelvis, adentrando con cada movimiento su excitado miembro masculino. El muy descarado, al escuchar la puerta abrirse simplemente le miró sin vergüenza y sin parar sus movimientos sonrió, mostró su pulgar en símbolo de victoria y agarró a la chica nuevamente por sus caderas para seguir con sus actividades.

Itachi cerró la puerta de un tirón. Si no se equivocaba, la chica siempre había estado enamorada de su hermano, pero sabía que a Shisui le gustaba desde hacía un tiempo, pero con lo mujeriego que era... Se preguntó mentalmente como había logrado engatusarla, y rogó en su interior que la chica no estuviera ebria. Mañana tendría una conversación muy seria con su primo. Y además en la cama de Sasuke, si este se entera lo mata, pensó preocupado.

Agotado mental y físicamente se dirigió a su cuarto. Mañana sería otro día, pensó con resignación. Sufrirá la decepción de sus padres en silencio y con entereza, ya que él no les ocultaría nada. Tomaría además la responsabilidad de todo, como siempre, ya que a pesar de sus buenas intenciones, él lo había autorizado.

Entró a su cuarto y prendió la luz, listo para tirarse en su cama, cuando advirtió a una ninfa seductora y desnuda ocupándola.

Itachi tragó en seco. A pesar de sus 21 años, jamás había visto el cuerpo desnudo de una mujer, y menos una tan... tan... no tenía palabras para describirlo...espera ¿ninfa seductora? Una parte en su mente se preguntó dónde había sacado tal termino, mientras que la otra cuestionó la identidad de la chica. Se pellizco, tenía que estar soñando y fue entonces cuando la identificó, para su horror y sorpresa.

Era la princesa Hyūga la que dormía como si no hubiese un mañana, en su futón.

Se fijó en sus alrededores, notando que las ropas de la chica estaban arrojadas en completo desorden alrededor de su cama. Ella yacía bocarriba, la única prenda en su cuerpo consistía en pequeñas braguitas blancas con rojas... ¿fresitas? Sus abundantes pechos se movían suavemente al compás de su respiración, terminando en sendos pezones, lindos y rosados. Itachi quedó algo embobado.

Sacudió su cabeza liberándola de pensamientos atolondrados y notando que ella no había despertado al él prender la luz, se dirigió al borde de su futón donde dormía. Sabía que tenía que vestirla y sacarla de su habitación. Lo último que necesitaba para rematar el día era envolver a su familia en una pelea con el clan Hyūga por "haber mancillado la honra de Hinata-sama".

Se sentó junto a ella y ubicando su mirada lejos del cuerpo desnudo de la chica, tomándola del brazo para agitarla suavemente. Sintió, más que vio, por los sonidos que emitía la niña, porque es una niña Itachi, métetelo en la cabeza, -se repetía -que despertaba. ¿Y desde cuando las niñas tienen cuerpos de diosas?

Itachi imaginó que quizás la chica se asustaría, gritaría o algo similar, pero no fue así.

—¿Itachi-kun? ... ¿Eto... que hace usted en mi cuarto? — escuchó su voz de pajarito cantor.

¿En su cuarto? pensó alarmado, sin que su rostro traicionara sus emociones. Tiene que estar ebria.

—¿Usted bebió alcohol Hinata-san? — le cuestionó serio

—No para nada, —respondió con total inocencia, —solo comí de aquel cóctel de bayas...estaba tan rico... —dijo con un gemido suspirante que le llego a su ingle. El maldito ponche...

—Hinata-san, ¿usted sabe dónde está? — y entonces posó sus ojos en ella finalmente, sin saber que esperar. La chica se encontraba sentada, piernas cruzadas al estilo indio, y pechos al descubierto sin pudor alguno. Sus mejillas estaban rojas, seguramente del alcohol, y con una mirada tan inocente que lo descolocó. Itachi se dio cuenta de que ella no tenía idea de lo que hacía, como podría, con esos ojos de conejito...No la conocía bien, pero lo poco que sabía es que era un nidito de timidez

—¿No es mi cuarto? —preguntó encogida.

—No, no lo es señorita Hinata, este es mi cuarto. Usted está en el complejo Uchiha, —aclaró sin afectación, intentando con esfuerzo sobrehumano no dejar sus ojos caer en sus abundantes pechos.

No pudo, y pasó saliva nuevamente al ver como caían delicadamente producto de la gravedad. Además, la curva de su vientre...su cintura...caderas... su entrepierna...

—Ah, disculpe. Pensé que era mi cuarto, se parece al mío... —dijo apenada.

¿Y duermes desnuda? ¡Kuso, kuso, kuso! maldijo en su cabeza. El que nunca maldecía, y así y todo su rostro jamás cambió su expresión impasible. Se preguntó además como era posible que su cuarto, el de un hombre, pudiese parecerse al de la princesita Hyūga.

—¿Verdad que son feas...y desagradables? —alegó, su voz bajita y triste, posando su mirada en sus pechos, mientras que se los sostenía, allí en dirección donde él la tuvo puesta hacía unos segundos. Itachi pensó que eran lo más hermoso que había visto en su vida.

—Y pesan tanto... —gimió con desconsuelo.

Cualquier otro hombre la hubiese violado, o abierto la boca de impresión, pero no Itachi. Como ANBU élite de la guardia personal del Hokage, había convertido en arte mantener el rostro imperturbable en cualquier situación.

—Una vez, —prosiguió ella casi en llanto, —les saque el peso, comparándolas con frutas. Cinco libras, cada una, eso son diez libras que mi espalda cargan todos los días. Mire... —sujetó sus manos para colocarlas bajo sus pechos. La chica con sus manitas bajo las de él, las subía y bajaba para que le apreciara el peso.

—Ya veo, —corroboró formal y con mucho aparente aplomo.

Itachi sitió con vergüenza como su sexo se endurecía. Fue en ese momento que él compendió del poder sobrenatural que ejercía la mujer sobre el hombre, al punto de que sintió una extraña simpatía por su primo mujeriego. Tomo cuenta en ese instante que él no era muy diferente de ... Jiraiya-sama por ejemplo, o Kakashi-sempai. Se sintió humillado ante tales sensaciones.

No pudo evitar apreciar la textura de su piel. Suave, sedosa, una piel linda y limpia como la de los bebes. Tomo el peso de los pechos de la chica y los acarició distraídamente.

—Ya veo Hinata-san, —repitió inconsciente.

—Itachi-kun, ¿se encuentra bien? —dijo preocupada.

—Me encuentro de maravilla Hinata-san. ¿Por qué lo pregunta? —susurró mientras le seguía palmeando y acariciando levemente los pechos.

—Es que... esta sangrando Itachi-kun. —Ya es oficial, soy un pervertido...

La vio acercar su cuerpo y su mano, notando como sus senos saltaban levemente con el movimiento y le limpió delicadamente la sangre que brotaba de la nariz, sangre que ni se había percatado. Su pelo olía a violetas. Fue entonces que, teniendo el rostro de la chica tan cerca de él, apreció cuan bella era.

Se quedó perdido en sus orbes luna por unos instantes y le recorrió la cara con la mirada. Descubrió que sus pupilas blancas, en realidad tenían un leve toque de lila y que sus labios eran del mismo tono rosa que sus pezones. Lindos labios...

Itachi acercó su rostro al de la chica, capturando los labios de ella en un beso húmedo y ardiente. Adentró la lengua en su boca, degustando su sabor a bayas. La sintió gemir en su boca, excitándolo aún más.

Alejó sus labios de los de ella, antes de dejarla casi sin aire por recorrer su cuello con mojados besos, hasta llegar a sus agitados pechos. Los chupó como niño recién nacido que necesita de la leche de su madre para subsistir. Mamaba uno, con fervor, acariciándole con la lengua, mientras que su mano le sobaba el otro haciendo hincapié con su dedo pulgar en su pezón...

—Sí y cuando estoy con mi ciclo, —prosiguió ella haciendo pucheros, —me duelen, sobre todo cuando corro... —Itachi sintió dos gotas de sudor correrle por la sien. Jamás sudaba, ni en misiones clase S. Soltó los pechos de la chica casi reacio, al darse cuenta de que seguía sosteniéndolos.

La chica frente a él se dio la vuelta de súbito, en posición de perrito, mostrándole su amplio trasero. La braguita blanca de fresitas se le había acuñado entre las nalgas dejando mucho de sus carnes a la vista del hombre. Itachi gimió en sufrimiento.

—Y mire, mis caderas parecen de mujer embarazada, son un horror… Kiba se burla de mi diciendo que tengo culo de hipopótamo, —sollozó.

Itachi pensó que eran perfectas...

Se arrodilló tras ella, colocando un brazo al lado de su cintura sosteniendo su cuerpo sobre el de la joven. Le besó la nuca y la espalda mientras que con la otra mano se zafaba la cremallera del pantalón y se los bajaba. Acercó su pelvis descubierta al trasero de la chica mientras que corría hacia un lado la braguita, rozando a propósito la intimidad suave de la chica, y entonces se ...

Itachi se cacheteó el rostro con ambas manos, despertándose y entrando en razón. Tenía que salir de allí antes de cometer alguna locura. Estaba completamente desprevenido y perdido ante aquella situación.

Se paró y se dirigió hasta su closet, agarró una playera de entrenamiento y se la dio a la chica.

—Ponte esto, —dijo cortante. Pero la chica inmune a su tono de voz, no tomó la playera en sus manos y elevó sus manos diciéndole —está bien, —con voz de niña obediente.

Itachi pensó que se desmayaba, pero sin mucho pensarlo le puso la playera, tal y como le hizo a Sasuke cuando era pequeñito. Excepto que Sasuke no tenía semejante cuerpo a esa edad, ni ahora, gracias a Dios...Itachi se alegró en aquel momento de no tener hermana.

Ella se volvió a acostar en su futón, quedando completamente dormida el instante que su cabeza toco la almohada. Itachi la observo por unos momentos, no supo que era peor, verla desnuda o verla con su playera con el símbolo del clan.

Apagó la luz y se fue al baño a darse una ducha fría. Su piel estaba muy acalorada y necesitaba que una parte de su cuerpo se calmara.

Se puso la misma ropa con la que había entrado, ya que por nada de la vida regresaría a su cuarto a buscar ropa limpia, y caminó hacia el porche lateral de su casa, sentándose en el piso de madera y recostando su espalda a las puertas shoji que abrían su habitación al exterior. En ningún momento se le ocurrió abrir la puerta.

Su casa, tradicional al estilo sukiya-zukuri era de considerable tamaño. Escuchó a lo lejos la música que aún seguía tronando. Se preguntó en donde andaría Sasuke, y que haría con la joven Hyūga cuando llegara la mañana. Y quedó dormido bajo la luz de la luna menguante y la brisa tibia de verano.

Se despertó en la mañana con el canto de Pochi, el gallo pinto de su madre. Se desperezó, fue al baño a limpiarse la cara, y se dirigió a la cocina para prepararse algo de desayuno.

Se encontró la cocina hecha un desastre, como era de esperar. Vio a Sasuke malhumorado y sus ojos inyectados en sangre, tomando té junto a un sonriente Shisui. Si, Shisui lucía demasiado complacido. Sintió enojo hacia su primo. Hablaría con él luego, no lo haría frente a Sasuke.

Preparó arroz al vapor, tamagoyaki, pescado asado, sopa miso y umeboshi.

—¿Y a Sasuke que le pasa? —preguntó bajito al primo que se había parado a su lado para lavar los platos usados.

—No digas nada ahora, pero creo que esa prima loca de Naruto, ¿cómo se llama...? ah si Karin, yo creo que lo violó, —y rio. Itachi se tensó, ¿qué rayos?

—¿Shisui estás seguro de eso? —cuestionó preocupado.

—Tranquilo, ni que fuera pa' tanto. A ver si se le quita lo chama... —Itachi quiso estrangularlo por un instante.

—Shisui que solo tiene 16 años... —y se le trabó las palabras en la garganta, recordando lo que le quiso hacer a una niña de la misma edad la noche anterior. Ahora además de pervertido, soy pedófilo, pensó perturbado.

Itachi comió rápido y preparando una bandeja con los alimentos se dirigió al cuarto de... bueno es mi cuarto.

Abrió la puerta y observó que estaba despierta, acostada de lado y sosteniéndose la frente. Ella volteó al escuchar la puerta abrirse, abriéndosele los ojos como platos. La vio taparse rápido con una sábana, después de todo tenía las piernas desnudas. Colocó la bandeja en el piso, un tanto alejada de ella. Había visto temor en sus ojos. El gesto de ella lo enterneció.

—No se asuste señorita Hinata, yo solo le traje algo de desayuno, ¿se siente bien? —le dijo amablemente.

—Ano...Uchiha-san... ¿dónde estoy...? —Itachi tragó saliva y se aclaró la garganta.

—Está en mi casa, en mi habitación. —Dijo sin rodeos. Por lo que parecía no recordaba lo de ayer, dándole gran alivio.

La niña lució mucho más asustada y avergonzada.

—Ano... que paso ayer...que hice... —parecía que iba a llorar.

—No se preocupe, no pasó nada. Usted se embriagó y quedo dormida en mi cama.

—¡Pero yo no tomé alcohol! —exclamó agitada en pánico, —...yo no nunca tomo...eso... —aclaró más sosegada después de su sobresalto.

Itachi la escuchaba tartamudear y pensó que era lo más adorable del mundo. Su corazón palpitaba fuerte al solo verla, tan linda...

—Fue el cóctel de frutas...tenía alcohol. Yo lo siento, fue una irresponsabilidad mía no haberlo notado a tiempo, —respondió él casi sin habla.

De pronto, ella se paró del futón, se acercó a él rápidamente y se arrodilló a sus pies.

—¡Por favor discúlpeme! Si desea informar de esta vergüenza a mi padre no me importa, solo... discúlpeme por favor... sus sabanas, se sienten como las mías... —lo último fue dicho tan bajito, como para sí misma, que si no fuera por el hecho de que él estaba bien atento a sus palabras, jamás lo hubiera escuchado. Ah, eso explica la confusión de la chica...

Itachi se agachó junto a ella, la sostuvo de un brazo para elevarla, y tratando de no mirar como sus pechos se marcaba en la playera suya, o notar la piel de sus piernas desnudas, le dijo gentilmente, —no se preocupe pequeña, yo no le diré nada a su padre, ni estoy molesto con usted. Solo le traje desayuno, —mientras que sus manos le sostenían el rostro y le acariciaba una mejilla con su pulgar.

Se miraron a los ojos uno al otro, por un rato. Uno con deseo, la otra con fascinación, hasta que oyeron la puerta del cuarto deslizarse.

—Itachi préstame... —Era Shisui, pelo mojado y envuelto en toalla.

Bonito cuadro debemos pintar... pensó Itachi avergonzado. Sujetando una chica semidesnuda, en su habitación, y casi encima de él.

—Ah disculpen..., —se disculpó con una sonrisita insolente, —cabrón te veo luego, —le informó con la ceja elevada y se marchó. Itachi cerró sus ojos martirizado.

Cuando los abrió nuevamente, vio a la chica horrorizada viéndose la playera. Hinata dio un gritito y elevo su mirada, su cara estaba más roja aún. Lo miró con cara de conejito preso, —ahh ...yo ...eto ...que … —y se desmayó.

Itachi suspiró. La acostó en su futón, la cubrió con las sabanas y salió al porche lateral, cerrando las puertas shoji tras él. Se sentó en el escalón de madera ya fuera de su cuarto, mirando el estanque de peces koi a una distancia y escuchando el golpe del bambú contra la piedra, analizando la situación.

No le tomó mucho tiempo en determinar su plan de acción. Cuando ella despierte, la acompañará a su casa, y le pedirá una cita. Y si le dice que no ... si le dice que no él terminara seguramente haciendo alguna barbaridad con tal de conquistarla.

Owari.


Notas de la autora: El desayuno que prepara Itachi es muy común en el Japón. Sukiya-zukuri, es un estilo de casa tradicional. Tamagoyaki, tortilla de huevos. Umemboshi, ciruelas al escabeche.