Hola!... bueno, el fic se desarrolla durante la segunda guerra mundial... no crean que Ed ya envejecio xD solamente adelante el tiempo... sigue siendo joven, espero me dejen reviews :D me haran muy feliz... Bueno y lo de siempre esta historia es 100 original y esta hecha sin ninguna finalidad de lucro, la mayor parte de los personajes no me pertenecen etc...
Espero les guste!
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A la luz de una vela
"Para obtener algo a cambio, debes dar algo del mismo valor…"
El cielo, de un febril color gris, soltaba una ligera y triste lluvia sobre la ciudad de Londres. El invierno apenas estaba empezando, y ya se podían sentir ráfagas de viento helado. Había una baja niebla, no muy espesa, flotando por la ciudad. La mayoría de los citadinos preferían quedarse en casa a tomar un te caliente, sentándose a un lado de la ventana para observar la lluvia caer. Pero aquellos que vagaban por las calles encharcadas, lo hacían bajo la protección de un paraguas. Todo estaba realmente tranquilo. Incluso en el cementerio, donde se estaba efectuando un entierro, estaba tranquilo, no había tristezas ni sollozos.
Las ligeras gotas de agua fría, rebotaban sobre un ataúd de madera blanca. Muy pocas personas eran las allegadas a la persona que acababa de fallecer. Parecía que solo estuvieran ahí por compromiso, nada más. Todos iban ataviados con fúnebres ropas negras, y se cubrían sus cabezas del agua con paraguas negros. Todos excepto un jovenzuelo, que iba de abrigo largo y café, dejaba que el agua cayera sobre el, y que además, era el mas indiferente de los presentes. Miraba al suelo, y evitaba mirar a toda costa el ataúd.
Cuando comenzaron a bajar el ataúd a la fosa, algunos de los presentes comenzaron a retirarse, no sin antes darle sus condolencias al chico de café.
El chico era de cabellos rubios y bellos ojos dorados, algo chaparro para su edad, pero demasiado fuerte. Detestaba sentir las miradas de lastima; detestaba también, tener que oír una y otra vez las condolencias muy bien fingidas, de gente que ni siquiera conocía; pero lo que mas detestaba, era estar ahí.
Se encontraba en medio de importantes investigaciones para encontrar la forma de volver con su hermano. Justo se hallaba en los montes Cárpatos, realizando lo que consideraba descubrimientos muy importantes, como para volver a Londres, cuando le llego una carta que le anunciaba que su padre había fallecido, en la ciudad de Londres. Se sintió lleno de impotencia al tener que abandonar su trabajo solo para tener que asistir al funeral de una persona a la que se veía obligado a llamar "Padre", a pesar de que mas de la mitad de lo que tenia de vida lo había odiado.
Dentro de cualquier otra familia, el padre es el icono, es como un modelo a seguir. Pero el creció sin un modelo a seguir, y se tuvo que amoldar a su manera. Esa, y un montón de razones mas eran las que el tenia para odiarlo aun después de muerto. A pesar de que mas de la mitad de sus razones eran infantiles e inmaduras y sin coherencia.
-Lo siento mucho- dijo lo que Edward Elric considero la enésima persona en decirle lo mismo. El solo dio una cabezada en señal de asentimiento. No le importaba en lo más mínimo lo que todas esas personas hubieran tenido que ver con su padre. Levanto la vista un momento para asegurarse de que ya no quedaba nadie mas que quisiera presentarle sus condolencias. Vio a lo lejos una figura femenina, que al igual que el, andaba sin paraguas. Pero la chica no estaba ahí por su padre, estaba agachada contemplando otra lapida a la que ya le había dejado un par de rosas amarillas. La chica se sintió observada y levanto la vista también. Y por una fracción de segundo las miradas de ambos se cruzaron. Ed bajo la vista, algo frustrado por el contacto visual. Volvió a levantar la vista, para saber si la chica seguía ahí. Y para su sorpresa la chica estaba delante de el. Se sobresalto y dio un par de pasos hacia atrás. La chica era bastante veloz.
-Yo…- murmuro la chica- creo que tu padre era amigo del primo de un vecino… o algo así- dijo la chica llevándose un brazo detrás de la nunca y sonriendo dudosamente. Era obvio que mentía.
-No te molestes en mentir- sentencio secamente Ed. Si había detestado todo en ese funeral, ahora lo detestaba mas por la gran cantidad de mentiras que había escuchado.
La chica suspiro, se dio cuenta de que su mentira había sido demasiado obvia.
-En realidad me dijo un vecino que un tal Elric había muerto, y cualquier pretexto para venir a visitar a mi madre sirve, por que de otra manera no tendría el valor para venir- explico la chica cabizbaja y en un tono de voz muy deprimente.
Ed la miraba fijamente, y sonrió ligeramente, de una manera casi imperceptible. La chica era la primera persona honesta con el del día, después de todo. La chica levanto la cabeza, a Ed le pareció que la chica antes había estado llorando, o quizá eran gotitas de lluvia sobre su rostro.
-No importa- repuso Ed, y se dio la vuelta para alejarse de ahí. Ya habían acabado de enterrar a su padre, así que no tenia nada más que hacer ahí. Iba a regresar a sus investigaciones a los Montes Cárpatos. Ed se alejaba caminando, y la chica se quedo ahí de pie. Pero después comenzó a correr detrás de Ed.
-Danna- se presento la chica, estirando un brazo para estrechar la mano con Ed. Pero sin embargo Ed la ignoro por completo. La chica bajo el brazo, algo dolida. Pero siguió caminando a un lado de Ed, bajo la lluvia en silencio. Ed comenzó a fastidiarse de la compañía que ni siquiera pidió.
-¿No hay nada más importante que tengas que hacer?- pregunto sarcásticamente Ed,
-Solo intentaba ser amigable¬¬ - repuso la chica
-Pues yo no soy amigable- aseguro Ed
-Vaya… enano malhumorado- murmuro Danna. Y ese comentario saco de sus casillas a Ed, como cada vez que se burlaban de su estatura.
-¡¿A quien llamas enano?!- grito Ed
-Vaya… ¿Pues con quien venia hablando?... ¡Oh no! Creo que he pisado al chico con el que venia hablando…- se burlo la chica mientras hacia como que se revisaba las plantas de sus tenis de bota para cerciorarse de que no lo había pisado. Ed solo pudo apretar los puños para contener su furia, ya a un ojo le estaba empezando a dar un tic. Respiro hondo para no irse sobre la chica y hacerle el mayor daño que le fuera posible.
-Eres una chica, yo no golpeo chicas- se excuso Ed
-Vaya… yo si golpeo CHICAS- dijo Danna mirándolo burlonamente. A Ed le volvió a dar el Tic.
-¿Qué… que insinúas?- le pregunto Ed colérico, al verse humillado siendo llamado chica. Pero trato de contenerse y respiro hondo de nuevo para calmarse.- Eres un fastidio- le dijo Ed
-Si, lo se- acepto la chica con una sarcástica sonrisa en los labios. Ed sonrió también. Aquella chica aparte de ser honesta, también era modesta. Siguieron caminando en silencio un rato.
-Edward- dijo finalmente Ed, siendo el quien estiraba el brazo esta vez- mejor Ed
Danna se detuvo y lo observo. Levanto su brazo ella, y se dieron un fuerte apretón de manos. Continuaron caminando bajo la ligera y fría lluvia. Salieron del cementerio, y caminaron juntos un par de calles.
-¿A dónde vas tu?- le Pregunto Ed, pues sintió que Danna lo seguía.
-A mi casa- respondió Danna - ¿Y tú? ¿A dónde vas?-
-No se- contesto secamente, pues al escuchar la palabra "casa" entro nostalgia dentro de el, al recordar las hermosas praderas verdes de Rizenbull, el lugar al que el solía llamar casa u hogar.
Continuaron caminando bajo la lluvia, de nuevo en silencio. Cuando de repente una explosión provoco que una pared se viniera abajo. Ambos como acto reflejo se jalaron el uno al otro hacia el suelo, para cubrirse de las piedras y el polvo.
-¿Qué demonios ha sido eso?- pregunto sobresaltado Ed
-Una pared que se cayó ¬¬- respondió Danna sínicamente.
-¿Pero…que lo provoco?- insistió Ed, pero no hubo respuesta por parte de Danna, por que una segunda explosión tumbo lo que quedaba de la pared de un edificio de apartamentos. Ambos se pusieron de pie y se alejaron del derrumbe. Solo se podía ver el humo, algunas llamaradas y se podían escuchar los gritos de la gente que había quedado bajo las piedras.
-Tenemos que hacer algo- sugirió Ed, desesperado, pues estaba dentro de sus instintos salvar gente inocente.
-No hay nada que podamos hacer… mejor irnos- le dijo Danna y lo jalo de la mojada manga de su abrigo café, para llevarlo a través de unos callejones. Ed no dejaba de mirar hacia atrás, quería saber que había sido de esa gente, y queria saber tambien la razon por la cual habian caido las paredes, pero Danna lo llevaba casi a la fuerza. Entraron en un edificio que también era de apartamentos. Subieron un tramo de escaleras y después Danna abrió con unas llaves que saco de sus ropas una puerta. Entraron. Era un departamento muy pequeño y humilde. La cocina, la sala y lo que parecía ser el comedor estaban en el mismo sitio. Todo estaba muy pequeño.
Había otras dos puertas, y Ed supuso que conducirían al baño y a una habitación. Danna se asomo por una ventana. Ed se dejo caer en un sillón.
-Te enfermaras- le dijo ella después de apartarse de la ventana- dame tu abrigo para que seque
Ed se despojo del empapado abrigo café que llevaba puesto y se lo dio a Danna quien lo colgó un en perchero que estaba en una las esquinas del apartamento. Ed no pudo evitar sentirse algo incomodo, se pregunto por que había cedido tan fácil a ir con ella. Tenia que sacar algún tema de conversación o algo, por que el silencio era algo bochornoso. Pero solo para el, pues Danna actuaba muy despistadamente.
-¿Aquí vives?- pregunto Ed a lo que Danna negó con la cabeza.-Entonces, ¿Dónde vives?-
-En ningún lugar en especial- respondió indiferente- ¿Quieres algo de tomar?- ofreció Danna, tratando de esquivar el tema de donde habitaba de verdad. Ed asintió ligeramente con la cabeza. Y Danna se puso a buscar sabe que en su pequeña alacena.
-No entiendo… ¿De donde eres?- pregunto Ed, cada vez con mas curiosidad de saber por que Danna no quería decirle la verdad, a pesar de que el había pensado que era honesta.
-Naci aquí, pero mis padres no son originarios del Reino Unido- respondió muy indiferentemente, mientras hacia algunas mezclas en un par de tazas. Ed la miro ceñudo, aun llevaba puesto su largo abrigo negro. - ¿Tu de donde eres?
-De un lindo pueblito que se llama Rizenbull- respondió nostálgico
-Vaya… no he oído hablar de ese lugar- exclamo Danna, mientras ponía a hervir algo en una tetera.
-Es que no esta en este planeta- aclaro Ed. Danna lo volteo a ver con el ceño fruncido. Dejo por un momento lo que estaba haciendo y se quito su abrigo y fue a ponerlo a un lado del de Ed. Danna llevaba puesto un overol cortito, que le quedaba como short, debajo usaba una blusa roja de manga larga. Le pareció extraño que una chica de Londres se vistiera así. Vagamente se acordó de Winly, también usaba short.
-Seguro que te estas burlando de mi- dijo Danna, mientras se iba a sentar al otro extremo del sillón, lejos de Ed, como si temiera que este estuviera loco y fuera a contagiarla. Ed negó con la cabeza, no se estaba burlando de ella, por que era verdad, su pueblo natal no estaba en ese mundo, estaba en otro, donde estaban todos sus amigos, donde estaba su hermano y donde si podía usar alquimia.
Afuera comenzó a oscurecer y a llover más torrencialmente. Así que Danna encendió una velita que alumbraba un poco el lugar. Por la ventana entro la luz de un fugaz relámpago, y después un trueno hizo vibrar las ventanas.
-Si te lo dijera, no me creerías- aseguro Ed
-Estas en el país, mejor conocido como el país de las brujas, seguro que tu historia no es mas loca que La novela de Peter Pan ¿O si?-
-Bien, te diré- Ed se sorprendió de si mismo, hasta ahora, con nadie había sido realmente sincero, pues no había tenido el valor de contarle a nadie la verdad sobre su pasado, sobre la manera en la que había llegado hasta ahí. Antes de que comenzara a platicarle, Danna le dio una taza con una bebida caliente muy dulce y deliciosa. Y mientras bebían, Ed comenzó a contarle su historia, de principio a fin, tuvo que detenerse a explicarle a detalle un par de cosas, como por ejemplo La ley de los estados equivalentes y lo de los homúnculos. Claro que Ed se sintió extraño contándole su vida a una chica a la que apenas y conocía, pero se sintió muy a gusto al hacerlo, pues desde hace tiempo que tenia la necesidad de descargar con alguien todo ese peso.
-Vaya… -suspiro Danna cuando Ed hubo llegado al fin de su relato- podrías ser un gran novelista- aseguro ella.
-Ya se que no me crees- dijo algo avergonzado Ed. Hubo un pequeño silencio. Afuera continuaba lloviendo, pero ya no había ruidos de gente, era obvio que estaba muy entrada la noche. La vela ya casi se terminaba, y titilaba tentadoramente para apagarse de un momento a otro.
-Si te creo- murmuro Danna pacíficamente- Mi padre me dijo una vez algo parecido a lo que tú me dijiste
-¿Qué te dijo?- pregunto Ed, conmocionado por le hecho de que pudiera haber encontrado al fin a una persona que supiera de alquimia.
Danna se llevo una mano al pecho del lado izquierdo. Ed la miro confundido, se vio raro que hiciera eso.
-Me dijo que aquí adentro, todos tenemos una puerta y que esa puerta es la que da energía para hacer magia-
-¿Magia?- repitió extrañado Ed. Danna asintió con la cabeza. Y Ed relaciono rápidamente la magia con la alquimia. Pues Danna se refería a la puerta de la verdad, que en el mundo de Ed, daba energía para la alquimia, no para la magia.- ¿Qué tipo de magia?
-Mi mamá decía que ayudar a la gente, sonreír y dar amor eran verdaderos actos de magia- Danna hablo con los ojos cerrados, aun tenia la mano sobre el pecho- Pero mi padre decía que la magia era todo aquello que no puedes hacer con la tecnología, ni con tus manos, decía que con la magia todo era posible… pero mentía
-¿Mentía?
-Si, no puedes regresar a los muertos a la vida con la magia- respondió fríamente Danna.
-Con la alquimia tampoco se puede, bueno, con muchos otros sacrificios humanos
-Yo hubiera matado a toda la gente que hubiera sido necesaria para que mamá regresara- susurro Danna con la voz quebrada.
Ed abrió los ojos como platos. ¿Era lo mismo magia que alquimia? No, no podía ser lo mismo, por que su padre le había dicho que la alquimia había sido sustituida por la tecnología, en ese mundo. Pero lo que le sorprendió, fue que, existiera o no la magia, estaba casi seguro de que Danna había intentado hacer lo mismo que el: revivir a su mamá. Y desde ese punto Danna actuo muy cortantemente, como si hubiera hablando de mas.
-¿Dónde esta ahora tu padre?-
-Fue reclutado para ir a la guerra hace muchos años, no ha vuelto, - respondió rencorosamente Danna.
-¿Tienes hermanos?
-Tenia- respondió a secas la chica, ya había retirado la mano de su pecho. Y no miraba a Ed, evitaba a toda costa tener que verlo.
Ed cada vez encontraba mas parecido entre el y ella. Al menos en cuanto a sus historias familiares.
-Dime, tu ¿Tu haces magia o… algo así?- pregunto Ed mirando lleno de curiosidad a Danna. La chica volteo a verlo y por primera vez durante todo el rato que tenían juntos, Ed presto atención a sus ojos: eran de un color pardo precioso, querían aparentar ser fríos, pero en el fondo mostraban dolor.
Y luego todo quedo a oscuras, por que la vela se apago.
Ed corría por verdes praderas, aun era un niño.
Casi pisándole los talones venían Winly y Al. Sonreían. Sabe por que, pero reían abiertamente.
-Al… Winly…-
Seguían corriendo por las praderas de Rizenbull, cuando, de repente, Ed tropezó con una gran piedra… y se callo de panzazo del sillón.
Se había quedado dormido en el sillón de Danna, un rato después de haberse quedado a oscuras. Se sobo la cabeza y la pansa, con su brazo de metal, el cual aun conservaba, pero ocultaba bajo guantes blancos, como lo solía hacer…
Miro a un lado y al otro en busca de Danna, pero no había ni rastro de ella. Era como si también ella hubiese formado parte del sueño. Se puso de pie. Se dio cuanta de que sobre la mesa de madera, había un plato con varias piezas de pan tostado, una barra de mantequilla, y un vaso con leche.
Pues el sueño ese de Danna, le había dejado de desayunar. Pero antes de ponerse a comer, se asomo al baño, y a la otra puerta donde efectivamente había una cama, pero no tenia pinta de que alguien hubiera dormido ahí. Camino hacia la mesa y se metió un pan tostado a la boca, casi entero, no recordaba cuando fue la última vez que comió. Devoro otras cuatro piezas de pan con enorme rapidez, tanta, que casi se ahogaba con un trozo que no mastico bien y trago casi entero. Y al pobre vaso de leche lo ignoro por completo.
Después, se coloco su abrigo, que ya estaba seco, y camino hacia la puerta de entrada, pero por mas que giro la perilla esta no cedió.
Y ese sueño de la tal Danna, le había dejado de desayunar pero lo había dejado encerrado.
-Pfff… ¿Quién se cree esa chica?- murmuro muy enojado Ed mientras intentaba abrir una de las ventanas, pero tampoco se abrieron. En eso estaba cuando se dio cuenta de que abajo, en la calle, desfilaban muchos soldados, como si fueran a la guerra.
Se desespero, si afuera había guerra, el no quería quedarse encerrado ahí. Quería regresar a Los Montes Cárpatos; además de que también quería pasar por la casa de su padre, en Múnich, para tomar un par de cosas que necesitaba.
Hizo todo lo que pudo para tratar de salir de ahí. Pero no pudo. Estaba ahí encerrado por sabe cuanto tiempo.
