Hola, hola :3

Junto con las actualizaciones…¡un nuevo fic! Espero que lo disfruten :3

Disclaimer: Bleach y sus personajes son propiedad de Tite Kubo. La historia y trama, además de la personaje OC que aparece es propiedad mia y de MikoBicho-chan, favor de no robarlos.

El arcoíris color rosa

Capítulo 1: El último acorde del amor

—Esta canción, quiero dedicársela a mi mejor amiga— dijo recorriendo el lugar con su mirada, buscándola, sin resultado alguno. Apretó sus dientes intentando sacar la ira que lo recorría, no, no era ira…era decepción.

Todas las miradas estaban posadas en él, esperando a que comenzara y preguntándose por qué no lo hacía.

—Toushiro— lo llamó por lo bajo Kusaka, su mejor amigo, que estaba de bajista en aquella banda popular de los barrios de Karakura.

—My world de Sr-71— completó comenzando a hacer sonar su guitarra junto a la batería, por cortesía del compañero de universidad de Kusaka: Kurosaki Ichigo, más conocido que amigo; para luego dar paso a la adaptación.

Su voz resonaba en todo el lugar, mientras unos aplausos se hicieron presentes, las miradas de los demás miembros de la banda se fijaban en la figura de su vocalista y guitarrista. Estaban seguros de que el chico estaba destrozado, y lo daba a entender en su canción cosa que el público lo asimilaba como una buena adaptación a la versión original.

—Aquí está su dinero, dieron una buena función esta noche— dijo un hombre de avanzada edad luego de que los jóvenes terminaran todo el tiempo que debían. Pasó a entregarle el dinero a Kusaka, ya que Toushiro aún estaba perdido mirando por la ventana al astro nocturno que se alzaba en el medio del cielo.

—Muchas gracias— contestó comenzando a guardar el instrumento de su amigo, que estaba muy ido en sus pensamientos, ya que al parecer ni cuenta se había dado de que no la había puesto en su estuche.

Lo único que ocupaba la mente de Hitsugaya Toushiro era el odio, el rencor y la ira, además de la envidia y celos que le guardaba a Grimmjow Jaegerjaques, el actual novio de su mejor amiga y amor secreto, Hinamori Momo. Le dolía el ver a la chica que siempre amó con alguien más, se culpaba a sí mismo por no habérsele declarado cuando aún había tiempo, tal vez ahora no estaría viviendo aquel martirio. En esa noche, con aquella canción que interpretó, quiso decirle todo lo que sentía, pero como ya era costumbre la chica no había aparecido.

Sintió una mano posarse sobre su hombro y al voltear se encontró con el rostro comprensivo de Kusaka Sojiro, él sabía sus sentimientos y ya muchas veces le había reprendido por ser tan patético de no decírselo y ahora no aguantar las consecuencias, puesto que a ojos del de cabellos negros, Hinamori murió de amor por él durante mucho tiempo y no podía culparla por haber seguido con su vida.

—Es hora de irnos.

—Kusaka, esta noche me iré— confesó viendo como el bajista quitaba su mano como si se estaría quemando.

El silencio se apoderó de aquella habitación y sin mediar palabras ambos amigos se retiraron del lugar.

Su cuerpo chocó contra la pared más cercana, mientras sus labios eran capturados por los de su amado, por segunda vez en esa noche su novio parecía querer poseer su cuerpo y ella no se iba a quejar, hasta que recordó algo que la hizo detener cualquier contacto, cosa que molestó al hombre que tenía enfrente suyo devorando su cuello.

—No, no, no…no me digas que se hizo tarde— dijo apartándolo y tomando el reloj que se encontraba en la mesita de luz, sus ojos mostraron horror al ver que marcaba las once de la noche.

— ¿Acaso creíste que era de tarde? Momo, para cuando tu amiguito estaba jugando a ser cantante yo te estaba mostrando lo que era el cielo— dijo seductoramente abrazándola por detrás pero ella volvió a separarlo.

—Debo disculparme ¡Cómo es posible que se me haya olvidado!— gritó frustrada comenzando a cambiarse mientras el hombre de aspecto pantera y mirada de malo encendía un cigarrillo —Adiós mi amor— dijo dándole un beso en su mejilla para luego salir disparada al hogar de su mejor amigo.

Se retaba mentalmente, ella había prometido asistir esta vez y en vez de eso se quedó con su novio haciendo el amor. Sus mejillas se tiñeron de rojo al recordar aquello, en el momento era algo placentero pero después vergonzoso, pronto su mirada se ensombreció ¿por qué le dolía saber que el hombre con el que había estado no era él? Siempre se repetía que amaba a Grimmjow pero cada vez que lo afirmaba su corazón se oprimía, y no entendía por qué. No creía posible seguir enamorada de su mejor amigo, eso era sólo su antigua ilusión de adolescente ¿Verdad?

Si era así ¿por qué cada vez que hacía eso con Grimmjow veía el rostro de Toushiro? ¿Por qué cada "te amo" de su novio lo escuchaba con la voz de su mejor amigo?

Llegó con su respiración sumamente agitada, debido a que había corrido al apartamento de su amigo, era un alivio que quedara cerca del de su novio. Dejando todas sus preguntas de lado tocó la puerta decidida, seguramente su Shiro-chan la reprendería por no haber ido y por aparecerse a esa hora, pero extrañamente nadie abrió. Nuevamente insistió, preocupada, para luego escuchar un quejido del otro lado, un "ya…" lejano y pachorriento. El ruido del cerrojo abriéndose se hizo presente y esperó para tirarse encima de la figura que aparecía enfrente suyo, siendo velozmente separada.

—Sé que soy irresistible pero si me abrazas me matará, y no me refiero a tu novio— dijo gracioso Kusaka rascándose los ojos y tapándose la boca al momento de bostezar perezosamente.

Hinamori se separó apenada ¿Qué hacía él ahí? — ¿Dónde está Shiro-chan?

El sonido de la brisa fue lo único que ambos escucharon, luego Kusaka torció su sonrisa y miró el cielo, notando como un avión volaba por enfrente de la luna. Esa noche su mejor amigo se había ido y todo por culpa de la que tenía enfrente, pero como buen amigo que era, había prometido no echárselo en cara a la durazno por lo que simplemente articuló un "lejos".

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Una mujer de aspecto radiante, ojos celeste brillante, voz cantarina y ondulante cabello rubio, sin mencionar sus dos grandes atributos, se paseaba junto a un joven de cabellos blancos, potentes ojos turquesa y aspecto frío.

Ella estaba feliz ya que su vuelo se había retrasado, más bien cancelado, hasta dentro de cinco horas, las cuales aprovecharía para beber, beber y tal vez dormir encima de la barra. El único problema de ese magnífico plan era su jefe y amigo.

— ¿De veras no quiere beber conmigo Capi? El alcohol cura las penas.

—Corrección, el alcohol es para los idiotas que no tienen nada mejor que beber para olvidarlos y luego sentirse más patéticos al darse cuenta de lo que hicieron bajo la influencia de ese líquido.

—Guau, creo que me quedé en la mitad ¿me lo repite?

— ¡Matsumoto!

Su molesta e ineficiente secretaria comenzó a reír y a darle un par de palmaditas en la espalda, el hecho de haber aceptado aquel extraño y peligroso viaje a California fue porque quería alejarse de todo lo que le hiciera recordar a Hinamori, en cierta forma necesitaba comenzar de nuevo y qué mejor que un lugar a miles de kilómetros de ahí. Por otra parte, la preocupación que le causó saber que su secretaria media hermana se iría allí a conocerse con un tal Shinso, esa idiota se iba a ir a encontrar con una persona que la enamoró por internet… ¡Ni siquiera sabía su nombre! Así que también por eso, aunque jamás se lo dijera, había aceptado irse con ella. Debía admitir que no esperaba aquel retraso en el vuelo, ahora debía quedarse más tiempo junto a ella.

Miró como Matsumoto pedía muchas botellas de sake, obligándolo a dar un gran suspiro, aquellas cinco horas se harían eternas.

Pagó el taxi en que viajaba con tal rapidez que no sabía si le había dado demás o menos al pobre conductor, nada de eso le importaba, tampoco chocar con la gente, nada. Miró el papel que tenía en mano, temblaba ¿por qué lo hacía? No se entendía a sí misma. Observó atenta todos los horarios de vuelos y para su gran alivio, vio como el de su mejor amigo estaba retrasado.

Después de golpear varias veces a Kusaka –porque ella podía ser apacible y amable pero aquel tema la había sacado de sus casillas, ya se disculparía luego- logró conseguir toda la información excepto el motivo del viaje del albino, pero eso era relevante ya que pronto lo averiguaría. Otro dato importante había sido que Hitsugaya se había ido con Matsumoto ¿y dónde pasaría la rubia un tiempo de retraso? ¡El bar! Corrió hacia la cantina que había dentro de aquel aeropuerto, rogando que estuvieran allí.

—Ay no…mi Capi se multihipo ¡Otra!— dijo la rubia media tambaleante agitando la botella que tenía en mano.

Toushiro suspiró cansado, ya sólo faltaba media hora para que subieran al vuelo, no toleraría otro minuto más allí dentro. —No más— le dijo al cantinero antes de pagar y ordenar a la de ojos celestes que se fueran, ella obviamente se quejó pero al final terminó obedeciendo.

— ¿Por qué ya no me ves?… ¡Muñequito de papel!

—Dios dame paciencia— susurró el joven mientras se pasaba una mano por todo su rostro para no gritarle a la mujer que iba a su lado cantando una canción desagradable para su gusto.

— ¡Oh, Hinamori-chan!

Los pasos de Toushiro pararon en seco y su mirada se elevó buscando a la mencionada, encontrándola enfrente suyo a tan solo unos pasos. Matsumoto cambió su sonrisa y se serenó lo más posible, miró a su "hermanito" para comprender lo que sucedía ¿debía ayudar o callarse? En esos momentos no lo sabía y optó por la segunda opción, quedándose parada sin emitir ni un sonido.

La chica de ojos chocolate se acercó a paso lento, sus ojos estaban hinchados demostrando que estuvo llorando, y su ceño estaba fruncido cosa que era muy rara en ella. Cuando se encontró enfrente del joven de ojos turquesa se abrazó a él, siendo correspondida al instante. No sabía por qué estaba allí, no sabía qué decir, no sabía qué hacer, no tenía ni la más mínima idea de por qué él quería irse, pero sabía que no quería que eso sucediera, no quería perderlo.

—Shiro-chan…no te vayas— suplicó aferrándose más a él.

Con tan solo una mirada, Hitsugaya le dio a entender a Matsumoto que lo esperara allí, mientras él se llevó a la chica a un lugar apartado de toda la gente, para poder hablar a gusto. No esperaba verla ahí sin embargo estaba aliviado, en las cuatro horas y media que estuvo en aquel bar sólo pudo llegar a la conclusión de que si se iba sin decírselo iba a ser un cobarde total y el hecho de no merecerla se haría presente, si no peleaba por ella entonces en verdad no la merecía.

—No te vayas— volvió a suplicar la chica bajando su rostro.

—Te quiero— pronunció difícilmente, la verdad él la amaba pero era mejor soltar una pequeña descarga antes de la bomba.

—Yo también…

—No, esto es diferente, no te quiero como amiga, ni como hermana, yo…te quiero— dijo clavando su mirada en la de ella, la cual se mostraba confundida y dolida.

Hinamori comenzó a retroceder, tenía unas ganas enormes de echarse a correr y jamás parar, él la quería y ella…ya lo había olvidado, sí, ya lo había hecho. Ahora que tenía veintitrés años no podía con aquel amor platónico, él era su amigo y nada más porque ella amaba a su novio y no a él. Para cuando se dio cuenta, ya era tarde, la mirada de shock y dolor de su mejor amigo le hicieron comprender de que esos pensamientos no quedaron en su cabeza.

—Shiro…

—No, entiendo— dijo cortándola, mostrándose más frío de lo que era haciendo que ella se preocupara, no quiso decir esas palabras ella sólo, estaba pensando en cómo expresarlas bien —Debo irme.

—No, no…por favor— dijo con voz quebrada, se sorprendió un poco al notar como unos fuertes brazos la rodearon. Un pequeño beso fue depositado cerca de la comisura de sus labios dejándola anonada, siempre había deseado probar los labios de Hitsugaya Toushiro y ahora que lo hacía su corazón se aceleró, no eran como los de Grimmjow.

—Adiós Momo.

No pudo evitar soltar una lágrima al verlo irse, por más que le rogó y le dijo que ella también lo quería en la puerta de entrada al avión él no se detuvo, ella le dijo que lo amaba y él paró pero aun así se fue ¿por qué? Ella le dijo que le amaba y él se había ido.

Sus lágrimas no paraban de surcar sus mejillas, su corazón le dolía y un inmenso vacío había en su alma. Se sentía perdida en un mundo desconocido, todos los momentos que había vivido con él se pasaron por su mente. Su infancia, su adolescencia, el comienzo de su adultez, todo había compartido con él. Creyó que al crecer lo olvidaría y se enamoraría de alguien más. Y justo en ese momento…

Sus pasos se frenaron al ver enfrente suyo el edificio en el que vivía junto a su novio, sus opacos ojos miraban con desprecio aquel lugar, sabía que no debía culpar a Grimmjow pero él había sido el que se metió en su vida sin preguntar, el que la convenció de que era su único amor y por desgracia, en estos momentos, era la única persona con la que podía estar y la última a la que quería ver. Resignada comenzó a subir por las escaleras, nueve pisos tal vez le quitarían la furia que llevaba contra su persona.

Llegó en un corto lapso para su gusto, abrió con una llave que tenía guardada, no avisó su llegada, se sirvió un poco de agua y recargó sus manos contra el fregadero que ahora goteaba, todo el lugar estaba a oscuras, sin otra cosa que hacer en la cocina se decidió por dormir junto a su novio, se dirigió a la habitación.

Tal vez Grimm le reprendería el despertarlo y no la escucharía pero no quería meter a sus amigas en esto, ellas amaban al hombre de cabello celeste y estaban orgullosas de ella por tenerlo de novio, odiaban a Toushiro porque no era un buen prospecto físico como ellas querían para su amiga, sonrió decepcionada de sí misma ¿de dónde se había ido a sacar "amigas" como esas? A las que sólo le importaba lo físico. Notó extrañada que la luz de la habitación estaba encendida, se podía notar porque la puerta estaba entreabierta dejando escapar un poco de esta, se acercó un poco más y pudo escuchar los jadeos de una mujer.

Sus ojos se volvieron blancos y el vaso se resbaló de su mano para que luego esta y la otra taparan su boca, la pareja se apresuró a ver qué había sido aquello y ahí Hinamori pudo confirmar sus sospechas. Más furiosa de lo que estaba comenzó a golpear al hombre que intentaba calmarla. La amante de este también le comenzó a gritar sus verdades al darse cuenta de que tenía novia.

Grimmjow, harto de la situación, la golpeó, haciendo que la joven que sólo cubría su cuerpo con una sábana entrara a la habitación a buscar sus cosas para largarse. Por su parte, Momo veía el suelo con sus ojos en blanco, él le había pegado.

Corrió con todas sus fuerzas y salió de aquel lugar, si antes su corazón estaba destrozado ahora ya no existía. Todo era mucho para ella en ese momento, perder a la persona amada, a la que creía que la amaba descubrir que la engañaba, el saber que las personas que la querían le refregarían todo en la cara…sin poder soportarlo cayó al suelo, quedando sus manos contra el suelo de la calle, al igual que sus rodillas, y gritó. Gritó lo más alto que pudo.

—Shiro-chan…te necesito— susurró finalmente con la voz cortada.

Una mano se colocó en su hombro, volteó para encontrarse con la mirada triste de la amante de su, definitivamente, ex novio. —Lo siento— dijo aquella mujer de ojos grises, cabello largo anaranjado y una gran delantera. —Lo siento tanto…— pronunció antes de abrazarla y largarse a llorar junto a ella.

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La aeromoza miró con preocupación a los pasajeros más ruidosos y borrachos que había atendido en su vida. Uno parecía demasiado joven y la otra parecía la hermana o, peor, madre de este. Los dos bajaron del avión con un brazo alrededor del cuello del otro, para sostenerse en pie, y con el que les quedaba libre sostenían algunas maletas y botellitas de wiski.

— ¿Disfrutaron el viaje?— preguntó alejándose un poco del terrible olor a licor que ambos desprendían.

—Capshi dígale que me fashino.

—Hip…habla por ti Masutomo…Matusomo… ¿Cómo era tu nombre?— preguntó el ya muy borracho Hitsugaya Toushiro, ignorando el tema principal mientras ambos se bajaban sin contestar la pregunta.

Una vez que Matsumoto logró hacer que su jefe volviera en sí, dándole mucha agua, ambos se fueron al hotel en el que se hospedarían, no quedaba muy lejos del aeropuerto pero tampoco muy cerca. Hitsugaya iba con un brazo protegiendo sus ojos de la molesta luz, todos los ruidos le molestaban y no podía describir el inmenso dolor de cabeza que tenía, definitivamente tenía una fuerte resaca.

—Capi estoy grabando, salude…ay es tan lindo, ya tiene su primera resaca— habló cantarina la mujer, grabando a su querido jefe, lo apreciaba bastante pues antes de conseguir ese trabajo había perdido cinco, todo por su irresponsable actitud. Pero él le había dado el puesto y a pesar de ser como era, había logrado mantenerlo con vagas promesas de cambiar.

—Ya…mucho ruido, cállate.

—Señora, no creo que sea bueno que felicite a su hijo por beber— dijo el taxista indignado al ver la actitud de aquella rubia.

Una venita se infló en la cien de Rangiku mientras que un aura negra la envolvió, de pronto una sonrisa burlona apareció en el rostro de Toushiro, quien aún tapaba sus ojos con su brazo derecho.

— ¡No soy tan vieja como para ser comparada con su madre!

Los café de California no eran los mismos que los de Japón y eso a él no le importaba mucho. Ahora estaba en la cafetería del hotel que su secretaria había "reservado" ¿por qué le había encargado una tarea tan importante a ella? Suspiró.

Su brazo izquierdo estaba apoyado sobre la barra para que su mano soportase el peso de su cabeza, mientras jugaba con la otra a dar vuelta a la taza sobre su eje; la muy tonta de Matsumoto había perdido el comprobante de reservación y por ende ahora estaba usando sus atributos para conseguirlo ¡Era el colmo esa mujer!

—Disculpa…

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Dos jóvenes de cabellos negros se encontraban con los brazos cruzados y el ceño fruncido, sin hablarse y cada uno metido en sus pensamientos, los cuales eran prácticamente iguales. La cara de la chica no podía reflejar otra cosa más que molestia, estaba sumamente enojada con aquel idiota al que llamaba amigo, el cual se había ido sin despedirse y sin escuchar su opinión.

—Vamos Karin, déjate la cara de amargada para después— dijo el joven dándole pequeños codazos.

—No, ese imbécil no me dijo nada y se fue así nomás, y se hace llamar mi amigo ¡patrañas! Dame tu teléfono— dijo extendiendo una de sus manos, donde un aparatito fue depositado —Voy a llamar a ese tarada y le diré lo que pienso…

— ¡Usa el tuyo que es larga distancia!

Kusaka quitó ofendido su teléfono de las manos de Karin Kurosaki, esa chica era muy confiada, ellos dos eran los amigos más cercanos, dejando de lado a Hinamori, de Toushiro. En esos momentos la chica de ojos negros se cuestionaba aquello ¿por qué no avisarle si de todas formas, al final, le terminaría apoyando? Muchas veces había insistido en que él debía esforzarse a conquistar a Hinamori a pesar de que esta tuviera novio, pero no…é no movía ni un pelo. Y ahora se iba, por ella.

El mejor amigo de Toushiro miró como aquella temperamental chiquilla, ya que ella solo contaba con diecinueve años, fruncía más y más su ceño. Al final sólo conseguiría arrugas ya que en su optimista forma de pensar, no le encontraba sentido enojarse por algo que no se podía cambiar. Y mucho no le importaba, ya que su prodigioso amigo algún día volvería.

—Me voy, tengo una cita…me fastidia que Yuzu insista tanto en que consiga pareja, si soy joven ¿o no?— preguntó volteándose, encontrándose con el siempre amigable rostro de Soujiro.

—Claro, por eso opino que vayamos a tomar algo— dijo el cuestionado disimulando su molestia, la joven sólo se encogió de hombros y lo siguió después de todo no quería ir a ver al tipo que su hermana le había conseguido.

El de ojos violetas miró disimuladamente hacia su costado, donde la chica ya se mostraba como siempre, sonrió para sí. Al menos un rato de paseo los distraería de todo.

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En un departamento bastante amplio, humo negro cubría todo el espacio de la cocina, la alarma sonaba descontrolada y dos chicas intentaban ventilar el lugar con un par de repasadores. Las ventanas estaban abiertas pero era inútil.

Gracioso era el pensar que todo había resultado de los grandes talentos culinarios de aquella joven de cabellos naranjas. Inoue Orihime, la amante de su ex novio, la había invitado a dormir a su casa la noche anterior, Hinamori sumida en su tristeza y con aquel don de ver dentro de los corazones de los demás, aceptó, después de todo se veía que Hime, como le gustaba llamarle, era una buena chica que también había sufrido por los engaños de Grimmjow.

La flor de paliza que le dieron ambas a aquel descarado hombre que había aparecido en la mañana para recuperar a la durazno, no fue poca, todo lo que había a mano voló en aquella habitación dejando al de cabellera celeste, el cual tuvo que huir a regañadientes.

Una vez que terminaron de sacar el humo, las dos optaron por un vaso de jugo de naranja como desayuno.

—Lo siento, usualmente soy más útil en la cocina pero hoy…— dijo triste Orihime bajando la mirada, una vez que creyó haber encontrado al hombre ideal resultaba que este la estaba convirtiendo en la peor persona del mundo. Una mano chocó contra la suya y al elevar su mirada se encontró con la dolida y sincera sonrisa de la chica durazno.

—Hime-chan no tienes por qué culparte, el tipo era un cerdo y aunque nos duela…tenemos suerte de haberlo descubierto— Hinamori reconfortó a aquella chica, no podía culparla y en parte estaba agradecida ya que lo único que quería Grimmjow de ella parecía que era eso, después de todo era lo único que hacían. Si no, él estaba "trabajando", o "en el gimnasio", o "con sus amigos". Tal vez en aquellos momentos también la estaba engañando, sin embargo…

— ¿Tú no estás así por él, verdad Mori-chan?— habló Inoue mirándola seriamente, el don de Hinamori era el ver dentro de los corazones de los demás, y el de ella era leerlos. Y en ese momento sabía que la tristeza de la chica no se debía a aquel repugnante hombre. —Si quieres, puedes decirme…

Momo asintió, aquella chica le inspiraba una total confianza y en verdad necesitaba descargarse con alguien, alguien que no la reprendiera ni le refregara todo en cara. Necesitaba una verdadera amiga, no como las frívolas superficiales de Minorin y Hikari, sus "amigas" de toda la vida. Aferrándose a un almohadón del sillón blanco de la sala comenzó su historia, desde el principio.

—Cuando yo tenía cinco años…

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Sus potentes ojos turquesa se giraron a un costado, esa voz lo había sacado de sus pensamientos, no dijo nada y sólo clavó su mirada en la joven que tenía enfrente. Una menuda chica pelirroja de ojos color jade.

—Me perdí— confesó rascándose la cabeza mientras le sonreía de forma confianzuda.

Toushiro no sabía si reír o llorar, era obvio que esa joven era de ahí ya que tenía el aire americano, pero no parecía muy inteligente puesto que él tenía su aire japonés, para suerte de aquella torpe joven sabía inglés.

—Búscate alguien que le importe— dijo fríamente volviendo su vista a su taza.

—Se nota que eres amable, el problema es que en este país si se lo dices a alguien te secuestra— habló la joven sentándose a su lado, ahora entendía por qué se lo había dicho a él. —Soy Lily Johnson y te prometo que si me ayudas jamás volveré a molestarte, y seguramente no nos veremos más en la vida ¡Por favor!— dijo la chica juntando sus manos en señal de súplica.

Hitsugaya miró con lástima a aquella chica, suspiró sonoramente y dejó algo de dinero para pagar el café que ni se había molestado en probar. Los ojos jade se iluminaron y le sonrió, Toushiro sólo rodó los ojos y comenzó a caminar, siendo seguido por Lily ¡y así como no quería que la secuestrasen, si se iba tras un desconocido!

—Soy Hitsugaya Toushiro.

—Ok, te diré Hit porque hasta ahí te entendí.

Esto era genial, un solo momento que estaba en un nuevo país y ya se veía enrollado con una chica problemática que para colmo ni se molestaba en aprender su nombre. Siguió caminando, en algún lugar conseguiría una estación de policía para dejar a la pelirroja.

Continuará…

Ok, ok, ok…sé que es muy corto, supongo…jajaja, son diez páginas de Word así que sí, es muy corto xD

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Ja-ne n.n/