¡Amigos! O lectores, colegas, o como queráis. Esta es una historia que se me ocurrió hoy mismo. Como no tenía nada importante que hacer -sólo deberes ¬¬- me puse a escribirla. Es para escuchar con Crawling, de Linkin Park -al menos, yo la escuchaba cuando la escribí. Reviews y amenazas de muerte son bien recibidos. Fans de Riku, no tenéis cerebro.
No era la primera vez.
En absoluto.
Pero le desconcertaba.
¿Por qué, de pronto, había empezado a soñar con él?
Y sobre todo...
¿Por qué de ESE modo?
Era una pesadilla. Una pesadilla violenta, desenfrenada y burda en la que, de algún modo, él siempre acababa sufriendo lo indecible, sintiendo el dolor incluso aunque se tratase de un sueño. Un sueño retorcido y macabro.
Conocía el escenario. Una ciudad nocturna, desierta, en medio de una tormenta. Un relámpago surcó el cielo, lo que le permitió observar el aire que, más abajo, se retorcía y se contraía, distorsionando las imágenes a su alrededor, para formar una figura encapuchada, baja y esbelta, que portaba dos armas inconfundibles, llaves espada. Recuerdos Lejanos y Prometida.
Roxas se lanzó a por él, ignorando por completo a los sincorazón de su alrededor, y corrió por la pared del rascacielos, desafiando un par de leyes de la física.
Algo sin importancia.
Sin embargo, en aquel momento el sueño se salía de lo normal. El rubio no le lanzó su llave espada, sino que siguió corriendo, dio un pequeño salto que hundió su pie derecho en la pared del imponente edificio y la agrietó, y se lanzó en una embestida ascendente ultra-veloz.
Riku apenas si tuvo tiempo de hacerse a un lado antes de que la hoja, roma pero igualmente mortal, de la espada negra. Su oponente frenó en seco en la azotea del edificio y le atacó con el arma de su mano izquierda. El peligrís saltó hacia atrás y dio una voltereta en el aire, para caer invocando su propia llave espada, Camino al Alba.
Roxas recuperó su postura de combate habitual y le observó con unos ojos azulados que resplandecían en la oscuridad. Unos ojos a medio camino entre los de una persona y un lobo. Se fijó en que sus llaves espada empezaban a relucir, emitiendo un tenue resplandor blanco que se intensificó en tan sólo un instante. La Llave del Destino se movió demasiado rápido para que pudiese captar sus movimientos, y lo siguiente que vio fue que le tenía justo delante, mirándole directamente a los ojos, mientras esbozaba una mueca feroz, enseñando unos dientes blancos y afilados, con unos colmillos demasiado grandes y finos y unos caninos demasiado enormes para pertenecer a una persona.
Alzó su espada en el último momento para detener el ataque conjunto de ambas llaves espadas, lo que provocó una gran onda de energía que se tradujo en una brutal ráfaga de viento. La capucha dejó de ocultar los rasgos del rubio, que aumentaba la fuerza de su ataque mientras el resplandor de sus armas aumentaban, hasta acabar sosteniendo lo que parecían dos enormes barras luminosas y afiladas.
Riku intentó mantener el pulso de las espadas, pero inevitablemente se acercaba más y más al borde de la azotea.
-No puedes vencerme -dijo el número XIII, con voz ronca. El peligrís apretó los dientes intentando hacerle retroceder-. No puedo perder aquí. Por mucho que Sora... -empezó, alzando la voz a medida que lo decía.
De pronto la fuerza que Roxas ejercía aumentó de manera impresionante, y Riku se vio volando a toda velocidad lejos de la azotea, hasta estrellarse en la pared de uno de los edificios de enfrente. El rubio se acercó al borde corriendo y saltó, agrietando el suelo. Riku se dejó caer, abandonando el hueco que había creado en la pared y usó su doble salto para disminuir el daño de la caída. Alzó la vista y se giró para ver a Roxas, que luchaba por sacar sus armas de la pared, donde se habían clavado.
Cuando finalmente lo consiguió, se dio la vuelta para mirarle desde lo alto.
-¿¡Por qué Sora...! -exclamó saltando de la pared y cruzando sus dos llaves espada-. ¡¿POR QUÉ SORA ES MÁS IMPORTANTE QUE YO?
Con un movimiento brusco, separó sus dos armas, y Riku vio cómo una gran X de energía surcaba el aire a toda velocidad en dirección a él. El peligrís rodó por el suelo y saltó a un lado para evitar el ataque, pero se dio cuenta de que el rubio había previsto el movimiento y estaba justo sobre él. Descargó sobre él una estocada cruzada con ambas armas, pero él interpuso su Camino al Alba para bloquearlo.
Vio con horror como una grieta se dibujaba en la hoja de su arma a medida que crujía y caía al suelo, partida en varios trozos. Roxas cayó al suelo, frente a él, y lanzó un ataque ascendente con la mano izquierda. Riku interpuso su mano izquierda, y cerró los ojos cuando la hoja de Prometida se hundió en ella. La Llave del Destino le golpeó con todas sus fuerzas en la cara con la espada de la mano contraria, mandándole por los aires varios metros.
Rodó por el suelo y se levantó a duras penas, notando la mano herida insensible y adormecida.
-Ahora... Ahora comprenderás mi dolor. El verdadero dolor que yo estoy sintiendo.
No tenía opción. Se concentró, mientras el rubio emprendía una carrera espectacular a velocidad supersónica hacia él. Cuando estaban a escasos centímetros, liberó toda la energía que había acumulado, lo que hizo al rubio retroceder por el aire, pero no perdió pie. Se limitó a mirarle en su nueva apariencia, con aquella cara de rabia desenfrenada.
Se transportó frente a él, y el sincorazón guardián que tenía a la espalda extendió un brazo para capturarlo. Roxas trató de hacerse a un lado, pero el sincorazón atrapó su Prometida, junto con parte de su mano. Notaba la voz de aquella persona en su cabeza, pidiéndole que detuviese a Roxas. No estaba seguro de quién era, pero por algún motivo le resultaba familiar. Le detendría, seguro. Pero no por Sora. Él estaba a salvo. Por él. Por su vida. Era un sueño, pero estaba seguro de que, si perdía aquel combate, no sobreviviría a aquella noche.
Se dispuso a rematar al rubio con la peculiar arma que Ansem usaba, aquellas dos Devora Almas unidas por una empuñadura, creando una espada de dos hojas, pero Roxas fue demasiado rápido. Se dio la vuelta en el aire y cortó la mano del sincorazón con la espada libre, haciendo que la extremidad se desvaneciese en humo.
Se apoyó en el arma de Riku, giró a un lado para caer al suelo y descargó un tajo cruzado con todas sus fuerzas, recurriendo de nuevo a su Límite. Pero aún no había terminado. Todo su cuerpo empezó a brillar, y la luz le rodeó. Infinitos pilares de luz recorrieron la plaza en todas direcciones, destrozándolo todo a su paso.
Sintió dolor. Mucho dolor. Un dolor casi indescriptible, que superaba todo lo que había sentido. No pudo ver nada más.
Despertó de pronto en un lugar familiar, con la respiración entrecortada y empapado en sudores fríos. Se observó el cuerpo, para asegurarse de que realmente sólo había sido un sueño. Sólo su muñeca izquierda presentaba heridas, allí donde Roxas le había herido tiempo atrás.
Se dio cuenta entonces de que el único motivo por el que le había derrotado en aquella ocasión había sido por el factor sorpresa. No podría ganarle en el improbable caso de que volviesen a luchar. Eso lo sabía bien. Lo había sentido.
-Más te vale no olvidarlo.
Una figura en sombras estaba a su lado, con un brazo extendido, apuntando con su Recuerdos Lejanos a su cuello.
Riku abrió los ojos. Estaba bien, no había pasado nada. Sin embargo, notó algo descendiendo por su cuello. Se llevó la mano a esa zona y examinó su mano a la escasa luz de las estrellas. Sangre. Pero, tras un breve parpadeo, ya no estaba allí.
