Disclaimer: Esta historia es una traducción/adaptación de la historia original de IShouldBeWritingSomethingElse, Her Dirty Secret. Los personajes reconocibles pertenecen a J. K. Rowling. La historia pertenece a IShouldBeWritingSomethingElse.
Sucio Secreto.
Capítulo 1
"Srta. Granger, ¿acaso soy su sucio secreto?" Severus salió del baño abotonándose la levita. Alzó una de las cejas color carbón. "¿Acaso soy su placer con culpa?"
Hermione se quedó mirándolo. Parpadeó un par de veces. ¿La había llamado 'Srta. Granger'? Nunca la había llamado de esa forma en privado. Nunca. No cuando estaban solos. Y ciertamente, jamás después de haber pasado una deliciosamente ardorosa tarde de domingo en la cama.
"¿Severus…?
Un largo dedo se deslizó por el cuello apretado y siguió camino por el pañuelo, acomodándolo. La abultada y todavía furiosa cicatriz se podía ver sobresaliendo por encima de la nival blancura del pañuelo y del cuello de la camisa. El corazón de Hermione se estrujó un poco, como siempre ocurría cuando observaba las cicatrices del cuerpo de Severus. Él tenía tantas cicatrices. Tantas. Dentro y fuera.
Severus sacó una copia del Profeta de la tarde de ese viejo gabinete que había pertenecido a su abuela. A Hermione no le gustaba nada. Esa cosa horrible era algo que tendría que haber entregado a la caridad, pero que por culpa, no lo hacía. No. Era un objeto que no podía ponerse a la vista, como en la sala de estar, ya que se veía anticuado, viejo, y tenía unas formas extrañas. Allí estaba mejor, en el dormitorio. Después de todo, aun teniendo a Severus Snape de amante, ella no pasaba demasiado tiempo en ese lugar. Le nació una sonrisa pequeña. Casi nunca llegaban al dormitorio. Esta era una de esas raras ocasiones. Parecía que él odiaba su cama…
Severus estaba hojeando el periódico. Lo dobló. Luego volvió a doblarlo. Luego lo dejó caer sobre las sábanas arrugadas.
Hermione se quedó mirando la imagen. Era de ella. Se puso seria. Era una fotografía de la recepción para los oficiales de alto rango del Ministerio, que había tenido lugar el jueves anterior. Ella aún era una oficial de bajo rango en el departamento de Regulación de Criaturas Mágicas, pero había sido invitada debido a su fama como heroína de guerra. Al Ministerio le encantaba ufanarse de sus héroes de guerra.
La imagen capturaba un momento específico. El brazo de Hermione enredado con el de Carlos, una copa de costoso champagne en la otra mano, mientras reía por algo que Arthur Weasley había dicho. Una sonrisa decoraba el rostro de la joven. Los tres habían estado escuchando historias de dragones contadas por Carlos. Miró a Severus.
"Otro evento del Ministerio. Nada especial. Solo lo usual." La sonrisa de la castaña creció. "Carlos nos estaba contando una historia en la que…"
Las mejillas de Severus se tiñeron de rojo y sus oscuros ojos se cerraron. "Creo que, lo mejor, sería que termináramos con este…acuerdo."
El corazón de Hermione se partió en dos. Se llevó una mano al cuello, porque de pronto, el aire no le entraba en los pulmones. ¿Quería terminar?
"¿Por qué?" La voz se le quebraba. "Dos…dos años Severus. Tú y yo…"
Él había sido su primer hombre. No era que ella se había estado guardando para él específicamente, y tampoco era tan raro que fuera una virgen a los veintidós… pero es que una parte de ella había estado desesperada por él. Por tenerlo. A ese distante, misterioso Maestro de Pociones. Deseaba ser el foco de sus pasiones, de sus deseos. Solo de él. Y había sido como estar en el cielo. Hasta ahora.
"Creo que ya nos hemos llenado uno del otro, ¿no? Ya tuvimos suficiente."
Estaba siendo deliberadamente frío, estaba siendo como ese rudo hombre que había conocido en sus años de escuela. No era su amante. No era su Severus.
"Yo…" Otra astilla lastimó su corazón y las palabras no le salían de la boca. Ya tuvieron suficiente…No. ¡No! Ella no había tenido suficiente. Por lo menos, necesitaba doscientos años para tener suficiente de él. Tal vez más. Apretó los labios. Entonces, ¿él sí había tenido suficiente de ella?
Las cosas que Severus había dicho le daban vueltas en el cerebro. ¿Sucio secreto? No. Difícilmente él era su secreto sucio. ¿Por qué le había dicho eso? ¿Acaso ella lo era para él? Sus pensamientos seguían dando vueltas. ¡Oh, dios! ¡Él ya no la deseaba!
El dolor le atravesó el pecho y los ojos le quemaban. Cerró los ojos y las frías lágrimas rodaron por sus mejillas.
"Esto no puede ser una sorpresa, ¿o sí, Srta. Granger?"
Que la llamara así era como si la cortara con un cuchillo. Un gemido lastimero se le escapó a la castaña. " No me llames así. Nunca me vuelvas a llamar así."
La jodida ceja negra volvió a alzarse. "¿Y por qué no? ¿Por cuál razón no debería extender el mundo exterior hasta este departamento?" Severus miró alrededor del dormitorio con un gesto de absoluto desagrado. "¿A esta habitación en particular?"
"Severus…"
"Al principio pensé que…" En los oscuros ojos del hombre se reflejó un momentáneo dolor, seguido de siempre presente ceño fruncido, que parecía profundizarse más y más. Los dedos de Hermione deseaban acariciar el entrecejo de él y aliviar la tensión. "Pero pronto caí en la cuenta de lo que en realidad significaba yo para ti."
"Severus, yo nunca…"
Él tomó el periódico y lo lanzó de nueva cuenta sobre la cama, apuñalándolo con el dedo.
"Ni una sola vez, Srta. Granger, en esto dos preciosos años, ni una sola vez, has aparecido en alguna fiesta tomada de mi brazo."
Severus le dedicó una mirada cargada de ira cuando Hermione intentó abrir la boca para retrucar. "Cualquier otro tipo es preferible a salir conmigo. ¡Cualquiera! Porque nada puede ensuciar la reputación inmaculada de la Princesa de Griffyndor, ¿no es así? Ciertamente, no sería oportuno que la asociaran con un mago notoriamente oscuro, ¿cierto?"
"Carlos", ese nombre que pronunciaba con tal desagrado, "te ha acompañado once veces. ¿También te acuestas con él? ¿Por qué crees que nunca quiero venir a tu habitación? ¿Por qué crees que nunca quiero follar aquí? ¿En esa cama? Tener que estar a la sombra de otro hombre es aborrecible."
Severus se enderezó. Hoy lo hice para recordarme lo que realmente soy… no soy más que un juguete para follar para ti." El hombre torció el gesto. "Suficiente. Ya no más." Asintió fríamente. "Es tiempo de poner mis expectativas atrás. Ya no más."
Y con un ruido, desapareció.
N/T: Bueno, parece que empezamos con el pie izquierdo, pero no se preocupen. ¿Cuándo escribí una historia que no terminara bien? Pero va a haber un poco de tensión en el medio, así que aguanten un poquito.
¡Hasta el próximo capítulo!
