509 pequeñitas e íntimas palabras. Dedicado a los seguidores de PhotoHH a los que tanta tardanza les estoy regalando. Lo siento.
Y muy especialmente, para MI Alego.
Siete
Tuvo que ponerse de puntillas.
Siete metros
Y eran unos cuantos pequeños mundos los que salvaguardaban la distancia.
¿Desde cuándo, en vez de caminar, se deslizaba? Ella sólo quería llegar a su lado tan apresuradamente como le fuera posible. Desde luego que no podía evitar el contacto del zapato plano contra el mármol, pero parecía que su mirada hambrienta hacía el trabajo de sus piernas.
Y sus ojos ya le tenían de nuevo localizado, guardando su imagen en una cinta virgen que llevaba siete años en REC.
Siete años
Apartaba tímidamente a los estudiantes agolpados, tan extasiados que no se fijaban en la chica menuda que repartía algún que otro disimulado empujón. En su corazón se sucedían los latidos nerviosos, colapsándolo.
Si gritase, él sin ninguna duda la escucharía, giraría la cabeza, descubriría su melena incipiente y alzaría el brazo. Sí, a pesar del apogeo de voces, él oiría la suya. Quizá correspondiese a la llamada, y pronunciase su nombre también con voz potente.
Pero no pensaba hacerlo. No, no iba a hacerlo. Iba a llegar a él, silenciosa. Iba a posarse a su lado, iba a sonreírle e iba a aguardarle.
Consiguió salir de la maraña, siendo prácticamente expulsada de entre dos chicos mucho más altos y fuertes que ella, posiblemente por la presión a la que su cuerpo había sido sometido. Miró hacía ambos estudiantes con el ceño fruncido, y, dándose de nuevo la vuelta, suspiró. Hizo intentos infructuosos de alisar la túnica con las manos, y sólo logró recolocarla. Cuando la resignación pudo con sus intentos de mejorar su traje de graduación, alzó en una exhalación la cabeza gacha, y lo que vio, o lo que su mente quiso ver, consiguió que la sonrisa de sus labios no fuera nerviosa, o cortés, si no dulce.
A partir de ahí, el camino era prácticamente llano.
Siete pasos
Acogió en su cabeza la explicación más fácil, y también la más irreal dadas sus creencias: el destino había querido que no sufriese más apuros y había allanado el camino, dejando un extraño e incomprensible pasillo, rodeado de conversaciones y risas fluidas, que separaba a los pies de ella con la rebelde cabellera de él.
Y, sin analizar nada, empezó a andar. Las ansias se dejaban ver en el resplandor de sus ojos, o en su labio ligeramente mordisqueado, pero no en sus pasos, que eran tan lentos como el vaivén del follaje acusado por la brisa veraniega.
La sonrisa se amplió para su recuerdo. Él era el único capaz de notar aquellos pequeños detalles. Nadie más podía adivinar lo que su cuerpo intentaba tan fervientemente esconder.
Siete segundos
Lo que tardó la cabeza del susodicho en cuestión en girarse hacia el rostro somnoliento que sutilmente había rozado su hombro al pasar. Poco tardó la felicidad en aparecer en su boca.
-Hermione.-profirió, dejando de prestar atención a la conversación que Luna y Neville tenían a su derecha.
Ella, aún mirando al frente, seguía sonriéndole. A él. Después de todo, sólo había tenido que aguardarlo siete segundos.
Siete años
-Harry.
