Destino
Capítulo 1 : Una mala historia
Era un domingo lluvioso y la taberna estaba llena a reventar. Había chillidos y gritos, concretamente, un cumpleaños a la izquierda y una discusión de vecinos a la derecha.
Ajenos a los gritos de demandas y a los cumpleaños feliz mal afinados estaban también Lina y Gourry. Sin apartar la mirada el uno del otro. En silencio.
Lina se deslizó hacia delante en la silla, tensa y preparada para el desafío. Sus ojos estaban fijados en el objetivo. A su lado estaba Gourry, con el tenedor preparado. En el centro estaba la pobre víctima, el último filete empanado. El tenedor de Gourry se acercó por la derecha mientras su cuchillo le bloqueaba el paso al tenedor de Lina. Pero su oponente estaba preparada para el bloqueo y de su mano libre salió el tenedor del postre, directo hacia el premio.
-¡Lina! - se quejó Gourry.
Hizo un mohín infantil y suspiró mientras veía a su compañera hacerse con el último filete con una sonrisa de oreja a oreja.
Lina estiró los pies bajo la mesa y se frotó la panza. Había sido una comida estupenda. Había sido buena idea detenerse en Astrid. Era un pueblo tranquilo y sin encanto alguno, pero, después de una semana a base de pescado y fruta, uno tenía que plantearse sus prioridades. Y hablando de prioridades… su bolsillo y el de Gourry empezaban a necesitar ingresos, así que puso la oreja ahora que la discusión vecinal había terminado y espero las buenas noticias.
Al parecer ayer sucedió algo interesante en Astrid. Uno de los vecinos estaba muy emocionado contando la anécdota a su compañero:
-No te lo vas a creer - dijo - Algún enano mendrugo ha ido pavoneándose por ahí, diciendo que tenía una poderosa espada mágica capaz de domar dragones y matar demonios.
Al oír esto Lina acercó más su silla y su oreja, ahora sin ningún disimulo. Qué casualidad, Lina y Gourry andaban a la caza de una. Pero había más casualidades en la historia.
-Pues no va ese borracho y grita su fortuna en la peor taberna del pueblo. - Aquí hizo la obligada pausa para reirse como un imbécil - Si, esa misma que está plagada de ladrones, señores con parche en el ojo y humo de puro barato. Claro está, al pobre diablo ni la espada ni la vida le duraron mucho.
En este punto la historia seguía distintos rumbos, según el número de copas que hubiera tomado el testigo. Unos decían que un enorme dragón había entrado por la puerta, llevándose la espada mágica consigo. Otros decían que, cuando su dueño perdió la vida, la espada se desvaneció cual humo. Sin embargo, aquellos que aún podían mantenerse pie tras la borrachera, decían que una banda se había hecho con ella y se la había llevado a las Montañas Rojas.
-La historia había atraído la atención de Lina en este punto. Sonaba estupendo, a aventura, desafío. Pero olía aún mejor, a dinero y tesoros. Lina se frotó las manos.
-¡Gourry! ¿Lo has oído?
Gourry no parecía ni haber captado esto último. Pero tampoco es que le diera importancia. A donde quiera que ella iba él la seguía y eso bastaba. Con los años habían desarrollado una eficiente forma de comunicación basada en la cooperación y el trabajo en equipo. Lina hablaba y él asentía.
-¡Camarera! No se olvide de la cuenta.
Gourry la miró con curiosidad.
-¿Ya nos vamos?
-Si. A por tu espada nueva.
