Los personajes son de Masashi Kishimoto. La historia pertenece a Sophie Saint Rose.

Yo solo tomo prestados para mis ideas.

¡Disfruten!


Hinata observaba como sus compañeras de instituto corrían por la pista de atletismo.

—Estuvo bien tu fiesta de cumpleaños, ¿eh? —Le preguntó su amiga Sakura mientras miraba los mensajes de su móvil.

Sonrió girando la cabeza hacia ella.— No estuvo mal —Sus ojos color perla brillaron de la emoción, mientras se apartaba un mechón de la cara—. Fue divertida.

Sakura levantó la cabeza de lo que estaba haciendo y con el ceño fruncido la observó con sus ojos jade.

—¿"Divertida"? ¡Fue la mejor fiesta a la que he ido y que tus padres nos dejaran solos fue la bomba! ¿Te echaron la bronca por el desastre en tu casa?

Hizo una mueca mientras veía que pronto les tocaría el turno de salir a la pista.

—Papá no se tomó muy bien que alguien vomitara en su despacho...

Sakura se echó a reír.— Como se nota que eres hija única. Si me hubiera pasado a mí, no saldría hasta que me graduara.

La miró con reproche.— No es tan bueno ser hija única. Siempre están encima de mí para todo —Se estiró los pantaloncitos de deporte inconscientemente mientras continuaba—. Sólo me dejaron hacer la fiesta porque sabían que estarían tus hermanos. Por Dios, ¡si cumplo 16 y me tratan como una cría!

Sakura la cogió del brazo llevándola hacia la línea de salida, mientras metía su teléfono móvil en el bolsillo trasero del pantalón.

—Pues tampoco es tan bueno tener a los "Don Perfectos" como hermanos. Te lo digo yo, Naruto y Menma dejan el listón muy alto —Puso los ojos en blanco—. ¿Sabes que son los primeros de su clase? Los dos se licenciarán en La Universidad de Tokio. ¿Quién puede superar eso? Yo ya no lo intento.

Sintió pena por su amiga y le dió unos golpecitos en la mano que rodeaba su brazo.

—Es que Naruto y Menma sólo hay uno.

Sakura sonrió con picardía—. Pero tu solo estás loca por Naruto, ¿verdad?

—¿P-Por qué dices eso? —Sonrojada hasta la raíz del pelo giró la cabeza esquivando su mirada—. Nuestros padres son socios en la empresa. Lo conoces desde siempre.

—Es guapo, inteligente... —Argumentó ella colocándose la goma del pelo en su melena rosada—. Si no fuera mi primo, hasta yo me enamoraría de él. Si no fuera tan cabeza de pacotilla —Dijo murmurando eso ultimo a lo que recibió un codazo—. ¿Que? ¡Es la verdad! Y luego está Menma. —Lo pronunció de una manera "Soy mejor que tu, acéptalo". Y poniendo su misma cara de seriedad.

Se echaron a reír mientras se empujaban. Sakura riendo se preparó para la salida mientras su profesora de educación física, la profesora Anko Mitarashi, las miraba enfadada.

—¿Preparadas, señoritas? —Preguntó colocándose el silbato en la boca.

Hinata también se amarró su melena azul oscuro y tomó posición al lado de su amiga, ya lista. Para sudar podría decirse.

—Creo que a Naruto le gustas. —Le susurró Sakura antes de oír el sonido de salida y echar a correr. Hinata en cambio, no. Le sorprendió tanto que se quedó como piedra en su misma posición. ¿Naruto, él...?

—¡Señorita Hyūga! ¿Piensa correr hoy o prefiere quedarse castigada después de clase? —Le gritó la profesora haciéndome despabilar.

Salió disparada detrás de sus otras compañeras - con una mirada de burla por parte de Sakura - para hacer las 15 vueltas que tenían programadas. No le costó alcanzarlas pues era buena deportista. Pero a la vuelta 8 después de haberlas sobrepasado, empezó a sentirse fatigada. Maldijo por lo bajo al notar que le fallaban las fuerzas. Empezó a respirar fatigosamente y a sudar a mares.

Sakura, al sobrepasarla, la miró preocupada—. ¿Te encuentras bien? Estás roja como un tomate.

Asintió, haciéndole un gesto con la mano para que continuara. Al pasar por la línea de meta en la vuelta 10 ya no podía más pero la profesora Mitarashi insistía:

—¡Si no termina las 15 vueltas suspenderá este examen, señorita Hyūga, así que mueva el culo!

Las piernas le pesaban como plomos y tenía que quitarse el sudor de la frente cada dos por tres. Notaba su pelo empapado y comenzó a asustarme. ¿Qué me está pasando? Esto no es normal.

Al finalizar la vuelta 11 tropezó sin poderlo evitar y Sakura paró de correr, agarrándola del brazo para que se detuviera.

—No pares... —Dijo jadeante—. ...perderás tu nota.

—¡A la mierda la nota! —Exclamó—. ¡No estás bien!

En medio de la pista, mientras Sakura pasaba el brazo de ella por sus hombros, notó que su vista se le nublaba. ¿Que...?

—¡Sakura...! —Exclamó antes de perder el conocimiento, viéndolo todo negro.

.

.

Se despertó en un ¿hospital? Estaba muy agotada para poder hablar en ese momento y preguntar por que estaba allí. Sus padres estaban en la habitación con ella y la miraban preocupados. La preocupación continuó los días siguientes en los que le hicieron infinitas pruebas para intentar averiguar el por que de lo que le había sucedido en la pista. Para "descartar" decían los médicos. Ella misma podía darse cuenta de que algo no iba bien, pues nadie le quería decir de qué se trataba. Sakura la iba a visitar todos los días y le contaba lo que iba pasando en el instituto, entre sus otros amigos mas cercanos. Se reían y jugaban a las cartas pero en el fondo sabía que estaba preocupada por ella. Aparte de sus padres, Sakura tampoco tenía buen aspecto.

Un sábado por la mañana la fueron a ver los señores Namikaze - los padres de Naruto y Menma, y los tutores de Sakura al haber quedado ella huérfana por parte de la hermana de Minato cuando solo tenia 9 años -.

—¿Cómo estás, cielo? —Le preguntó Kushina con cariño, mientras posaba un ramo de girasoles en su mesita—. Debe ser muy pesado estar encerrada aquí todo el día.

Hinata sonrió en agradecimiento por las flores, al ser sus favoritas—. Menos mal que tengo tele y el ordenador porque sino ya me hubiera vuelto loca.

—Dentro de poco saldrás de aquí, ya verás. —Algo en la mirada de Kushina la alarmó.

¿Que me están ocultando todos?

En ese momento entraron Naruto y Menma. Avergonzada, se pasó la mano por el pelo nerviosa ante la presencia del primero. Él estaba guapísimo con su camisa deportiva blanca y sus vaqueros gastados, Menma estaba con lo mismo pero con tonos oscuros. Era tan iguales como a la vez tan diferentes. Los dos estaban morenos pues sabía que les gustaba hacer mucho deporte y se notaba en sus cuerpos fibrados.

Les sonrió en respuesta—. Naruto, Menma, ¿han venido el fin de semana?

Naruto fue el primero en acercarse a su cama, sonriente y dándome un beso en la mejilla.

—Quisimos darnos un descanso 'Dattebayo. —La miró de arriba a abajo, desde su pelo revuelto, sus finas cejas, sus ligeras ojeras, pasando por su pequeña nariz hasta sus gruesos labios. Hizo una mueca, como si le doliera. Luego le cedió el lugar a Menma para saludarla.

—Por lo visto tú también has decidido tomarte uno, Hyūga —Dijo levantando la ceja con ironía—. ¿No preferirías descansar en la costa y no aquí?

Hinata se echó a reír sin evitarlo. Detrás de él, Naruto lo miraba con gesto raro. ¿Era su imaginación o eso eran celos?

—Pero que cosas dices, Menma... —Dijo su padre algo molesto para luego mirarla otra vez—. ¿Necesitas algo? ¿Quieres que te traigamos alguna cosa?

—No, gracias. Tengo de todo. —Miró a Naruto sonriendo que no le quitaba ojo de encima.

En eso se abrió la puerta y entraron sus padres con una mueca extraña en sus rostros. Frunció el ceño y sintió a Naruto cogerle la mano. En ese momento supo que algo malo le pasaba pues todos pusieron una expresión grave que le hizo temblar por dentro. Su madre, toda despeinada y con los ojos llorosos se acercó al otro lado de su cama y se sentó.

—Será mejor que nosotros nos vayamos. —Dijo Minato nervioso, el esposo de Kushina.

Hinata pretó la mano de Naruto para impedirle que se fuera, mientras sus padres y Menma se retiraban en silencio. Su padre, Hiashi en cambio se paseaba de un lado a otro de la habitación. Parecía un tigre enjaulado. Tomó aire antes de mirar a su madre, Hitomi, a los ojos. Los mismos ojos que los suyos que ahora estaban plagados de lágrimas.

—¿Qué tengo, mamá? —Preguntó en un murmullo—. ¿Me...me estoy muriendo?

Eso hizo detenerse a su padre y mirarla con horror. Como si se hubiera dado cuenta de repente de que algo catastrófico había ocurrido en su familia.

—No, cielo —Respondió su madre acariciándole la mejilla—. No te vas a morir.

Giró a observar a Naruto que palidecía y apretaba los labios. ¿El también sabia? Su padre se acercó a los pies de la cama con cara de resolución.

—Hinata. —centró toda su atención en su padre mientras a su madre le rodaban las lágrimas por sus mejillas—. Tienes una malformación cardíaca.

Se dejó caer sobre las almohadas—. ¿N-No me pueden operar? —preguntó con esperanza. Su madre se tapó la cara con las manos mientras lloraba.

—Nadie hace ese tipo de operación. Es demasiado peligrosa y no hay garantías de éxito —dijo Hiashi con expresión de dolor, destruyéndose la expresión de seriedad que siempre tuvo—. Y no estás lo suficientemente grave para ponerte en la lista de trasplantes, así que tendrás que aprender a vivir con ello.

Sintió que una gran losa la cubría. No volvería a tener una vida normal, desde el episodio en la pista de atletismo ya se agotaba con cualquier cosa. En ese momento sintió que su vida daba un giro de 180 grados. Esto no puede estar pasándome, ¡por Dios, no!

—¿Me estás diciendo que tendré que llevar esta vida para siempre? —Aterrorizada miró todos los rostros de la habitación con la esperanza de que alguien dijera algo—. ¡Eso no puede ser! ¡Tengo 16 años, soy joven y fuerte, tiene que haber una solución!

Hitomi lloraba desconsolada y Hinata ya aterrada miró a Naruto que se agachó y le acarició la mejilla.

—Tranquilízate, Hina, esto no te conviene. —Le susurró.

—Voy a llamar a la enfermera. —Escuchó decir a su padre saliendo de la habitación.

—¡Esto no puede pasarme a mí! —gritó muy alterada—. ¡Tengo planes! ¡Tengo que ir a la universidad! —Agarró a Naruto del brazo—. Podré ir a la universidad, ¿verdad? ¡Dime que puedo!

—Hinata...no lo sé —Respondió preocupado—. ¿Por qué no esperas a ver como evolucionas?

—¡No! ¡Quiero saberlo ahora! —empezó a faltarle el aire y frustrada empezó a llorar. Se debió alterar tanto que, aunque su madre y Naruto intentaban calmarla, la enfermera tuvo que sedarla pues su pulso se había disparado. Entre sollozos se quedó dormida.

Al día siguiente, con su madre sola esta vez, se enteró de la horrible realidad. Su cardiólogo le comunicó como iba a ser su vida a partir de aquel momento. Le colocó en la muñeca un dispositivo que controlaba sus pulsaciones y le dijo que cuando empezara a pitar debía dejar lo que estaba haciendo para que sus pulsaciones bajaran. Eso limitaba su vida pero Hinata, que siempre había sido optimista, sonrió.

—¿Sólo eso?

El médico la miró con pena.— Señorita Hyūga, no creo que todavía sea del todo consciente de ello, pero no podrá alterarse de ningún modo. Nada de excitarse, ni de extenuarse.

Frunció el ceño mirando el feo aparato de su muñeca que empezó a pitar.

—Relájese señorita o tendré que sedarla otra vez. —Le advirtió la enfermera.

—¿Empieza a sonar sólo por esto? —Preguntó en un murmullo. Su madre tratando de no llorar mas frente a ella, se alejó tapándose los oídos. Derrotada se dejó caer sobre las almohadas hasta que aquel aparato dejó de pitar— Dios mío...—suspiró intentando no llorar—. No podré hacer nada, ¿verdad? —Entonces se dio cuenta de muchas que no había hecho aun. Nunca había recibido un beso, nunca había hecho el amor, nunca tendría hijos...

—Puede llevar una vida tranquila, al menos. —Dijo su médico intentando consolarla en vano.

—Una vida sin emociones —Susurró para sí misma—. Sin alegrías, ni disgustos. Una vida sin vida.

.

.

Siete años después

Una suave música llegó a sus oídos haciendo que rodara en la cama agotada. Cada vez dormía peor y se despertaba de noche faltándole el aire. Lentamente estiró la mano para apagar el despertador. Nunca la despertaban para no excitarla o sobresaltarla. La misma música la despertaba todos los días durante los últimos 7 años y estaba hasta las pelotas.

Se levantó lentamente de la cama y tomó aire dando pequeños pasitos hasta el cuarto del baño. Al llegar, el aparato se puso a pitar y tuvo que sentarse en la taza del water a descansar. Hoy era un mal día, decidió intentando mirarse al espejo agarrándose al lavabo. Cuando vio su reflejo suspiró. Las enormes ojeras de debajo de sus ojos estaban tan marcadas que ya no se acordaba de la última vez que no estuvieron allí. Estaba muy pálida y delgada. Los huesos de los pómulos se notaban tanto que parecía cadavérica.

—Muerta en vida —Murmuró mirando su pelo que parecía ser lo único de su cuerpo que tenía vida propia, pues nunca se quedaba en su sitio—. Queda poco. —Se decía a sí misma todos los días para seguir adelante.

Rezaba todos los días para que le diera un infarto y se muriera. O para que encontraran una solución a su problema. Aunque de eso último ya había perdido completamente la esperanza. Aunque ya estaba lo bastante mal para entrar en la lista de trasplantes sabía que no lo conseguiría pues eran muchos los que estaban de espera y ella estaba muy atrás.

Salió del baño lentamente y oyó que llamaban a la puerta.

—¡Adelante! —Dijo mientras aquel aparato asqueroso volvía a pitar. Se sentó en la mesa redonda que tenía en su habitación al mismo tiempo que Natsu, la sirvienta, entraba con la bandeja de su desayuno.

—Buenos días, cielo. —Dijo la mujer sonriendo. Hinata sonrió a su vez mientras sin apetito miró la bandeja.

—Veo que hemos variado la dieta. —Le echó una mirada traviesa y cogió un pequeño croissant que había al lado de la leche.

—Al fin y al cabo es tu cumpleaños, cariño. Hay que celebrarlo. —Dijo destapando la macedonia de frutas.

La estricta dieta que llevaba desde hace 7 años la aburría soberanamente pero ya daba igual pues ni el olor delicioso de aquel croissant le abría el apetito.

—¿Y cómo lo celebraremos? —Preguntó Hinata tomando un sorbo de zumo—. Ya lo sé, iremos a tirarnos en paracaídas. No, no mejor todavía, iremos a hacer surf.

Natsu la miró con pena. Odiaba esa mirada en la gente.

—Tus padres habían pensado que igual querías ir en coche hasta su casa de playa y sentarte allí.

Hinata fingió sorpresa. —Que maravilloso 23 cumpleaños. Sí señor, no lo olvidaré mientras viva.

—No te has levantado con el pie derecho, ¿verdad? —Preguntó la mujer de 30 años pasados mientras recogía unas revistas—. Piensa lo bien que estarás mirando las olas.

Hizo una mueca terminándose el zumo cuando oyó dos mensajes seguidos del ordenador.

—Me acercas el portátil, ¿por favor? —Natsu se lo colocó en la mesa y ella miró su correo electrónico. Al ver dos remitentes sonrió emocionada y el estúpido aparato se puso a sonar.

—Veo que quien te manda el mensaje te ha puesto un poco nerviosa. —Dijo Natsu con sorna. Odiaba eso. Que sus emociones estuvieran expuestas de esa manera lo odiaba.

—¿No tienes algo que hacer? —Preguntó pareciendo indiferente mientras abría el primer mensaje, de Naruto:

Felicidades Hina, con 23 tendré que empezar a pensar que eres

adulta. Ja, ja. Te he mandado tu regalo por correo, espero que te guste.

Sakura me ha dicho que no podrás asistir a su boda y lo siento, pues

esperaba verte. Tendré que esperar hasta las Navidades.

Espero que disfrutes de este día. Un beso.

Naruto.

Luego, acto seguido abrió el de Menma:

Hyūga, feliz cumpleaños. Trata de pasártelo bien en tu día, ¿ok?

Saludos.

Menma.

Las lágrimas corrieron por sus mejillas y se las limpió furiosa. La boda. Intentaba quitárselo de la cabeza, pues no podría asistir. La boda de su mejor amiga. Ella debería haber sido la dama de honor principal. Ella tendría que estar en Okinawa junto a todos los demás festejando la boda. Al principio Sakura se había negado en redondo a hacer la boda tan lejos, pues ella no podría asistir. Pero cuando Hinata le dijo que de todas maneras no podría asistir aunque la hiciera en Niigata, cambió de opinión cumpliendo el sueño que tenía desde que era niña. Casarse a la orilla del mar en Okinawa con sus amigos y familiares. Estarían allí una semana y ella por supuesto no podría ir. Eso sería dentro de un mes.

Y con respecto al mensaje de Menma. Rió ante sus muy pocas palabras de felicitaciones. Hasta para escribir era así; directamente sincero. Pues ese "Trata", provenía de su "dura" honestidad, la estaba apoyando, a su manera claro. No venía con palabras o sonrisas forzadas como hacían otros. No iba con él. Y le agradecía por eso. El ahora se dedicaba a llevar una parte de la filial de la empresa en Nagasaki, tenían muy buena relación con las empresas de allí por lo que le iba de maravilla. Y Estaba feliz por él. Aunque no era de hablarse muy seguido con Menma, sabían que decirse al momento, pues los dos eran de auras tranquilas. Gustaban de la compañía del otro.

Distraída, comenzó a escribirle:

Gracias, Menma. Lo haré, lo prometo.

¡Oyer, no olvides mi regalo! No creas que te lo dejaré pasar.

Un beso desde Niigata.

Hinata.

Sonrió por dentro. Su relación era tan parecida a la que tenia con Sakura. Sakura... Daba gracias a Dios porque ella hubiera seguido siendo su amiga. La iba a visitar todo lo que podía y la acompañaba en los malos momentos. Sasuke Uchiha, su prometido, era muy comprensivo con ellas y nunca le recriminaba el tiempo que pasaba con Hinata. Ella no podría conocer un amor así. Miró a la pantalla y tocó el nombre de Naruto. Lo echaba de menos. La última vez que lo había visto había sido en las Navidades pasadas. Sólo fueron unos minutos, pues el maldito aparato se había puesto a sonar y su madre lo apartó de ella.

Flash Back.

Estaba muy guapo con su jersey de lana naranja y sus vaqueros negros. Se arrodilló junto a ella y la miró sonriendo con sus ojos azules.

—¿Qué tal, pequeña? Feliz Navidad. —Se acercó y la besó en la mejilla.

Hinata atesoró el aroma de su colonia, el roce de su mejilla, el calor de sus labios. Suspiró por dentro cuando se alejó mirándola a los ojos. El aparato llevaba sonando un rato y su madre se acercó para presentarle a alguien, apartándolo de ella. Pero tuvo que abandonar la fiesta minutos después, pues el bendito aparato seguía sonando.

End Flash Back.

Suspiró al volver al presente y mirar su muñeca.

—Maldito aparato. —Gruñó dándole un golpe sobre la mesa para que dejara de sonar. Los recuerdos de Naruto la habían alterado. Era una pena que tuviera que vivir tan lejos. Llevaba 5 años viviendo en Londres, llevando la otra parte de la filial de la empresa, solo que en Europa. Minato estaba muy orgulloso de él y de Menma, se notaba en como hinchaba su pecho hablando de sus gemelos.

Miró la pantalla del ordenador y comenzó a escribir una respuesta:

23 años, ¿quién lo iba a decir? No me ha llegado tu regalo pero

seguro que es maravilloso. Pásenlo muy bien en la boda. Y tienes que

prometerme que sacaran muchas fotos para que yo pueda verlas.

Espero de todo corazón verte en Navidades.

Un beso desde Niigata.

Hinata.

Aunque se mandaban mensajes todas las semanas desde que él se fue, cada vez eran más breves e impersonales. Al principio Naruto le hablaba de todo. De su vida en Londres, de su trabajo...pero al final se habían reducido a eso. Ella lo entendía, en realidad ella no tenía nada que contar y Naruto se fue cansando.

Suspirando, bajó la pantalla del ordenador. Miró su desayuno y lo apartó a un lado. Sonó la llegada de otro mensaje y levantó la pantalla deseando que fuera otro mensaje de Naruto. Frunció el ceño al ver de donde era; su cardiólogo. Seguro que me cambió la cita, pensó abriéndolo desganada. Leyendo la extensa carta que el Dr. Yoshida, el mejor cardiólogo de la ciudad le había enviado, abrió los ojos como platos mientras el aparato no dejaba de sonar.

—¡Dios mío! —Susurró nerviosa leyéndolo otra vez. Cuando confirmó que lo que había leído no había sido un sueño, gritó a pleno pulmón—. ¡Papá! ¡Mamá! —Gritos y pasos corriendo se oyeron por el pasillo hasta que la puerta se abrió de golpe para dar paso a su padre pálido.

—Tranquila hija, mamá ya está llamando a la ambulancia.

—¡No! ¡Estoy bien! —Gritó aunque el aparato no dejaba de pitar—. Tráeme un calmante.

Su padre a medio vestir con la camisa desabrochada cogió rápidamente un calmante inyectable y se lo suministró eficientemente mientras le acariciaba la espalda para que se relajara. Su madre en bata entró corriendo con el teléfono en la mano.

—Ya vienen.

—Diles que no vengan. —Dijo Hinata temblando.

—¡Claro que no! —Exclamó su madre al ver su estado soltando el teléfono en la mesa y acariciándole el pelo—. Más vale prevenir... —

Hinata sonrió. —¡Pueden operarme! —Dijo triunfante— Por fin alguien puede operarme. —El silencio se hizo en la habitación mientras sus padres se miraban, como ocultando algo—. ¿Qué pasa? ¿No están contentos?

Su padre se alejó de ella dándole la espalda para mirar por la ventana.

—¿Cómo fue que te enteraste? —La sorpresa la hizo abrir la boca sin saber que decir.

—¿Lo sabían? ¿Sabían que tenía una oportunidad y no me dijeron nada?

—No es algo seguro, cariño. No queríamos que te ilusionarás —Contestó su madre sentándose en una de las sillas frente a ella—. Es algo experimental y tu padre y yo no estamos dispuesto a que jueguen contigo.

Hinata estaba asombrada.—Pero ese doctor español ha visto mis pruebas y dice que es absolutamente viable. Puede reparar mi corazón y volver a colocarlo. Lo ha hecho antes.

—¡Dos veces! —Exclamó su padre que había permanecido en silencio—. Sólo lo ha hecho DOS veces y uno de los pacientes falleció.

Hinata negó con la cabeza asustada. —No me van a quitar un 50% de probabilidades de llevar una vida normal.

—¡Sólo queremos que estés bien! —Dijo su madre angustiada.

—¡Pero yo no estoy bien, mamá! ¡Estoy muerta en vida! ¡Quiero vivir, quiero salir, pasear sin ahogarme, quiero hacer el amor y quiero tener hijos! ¡Prefiero arriesgarme a morir que seguir viviendo así!

Fue tan vehemente que sus padres se quedaron sin habla. Su madre se enderezo frente a ella, parando de llorar.

—Hinata...

—No —Dijo su padre antes de salir de la habitación—. Es mi última palabra.

Hinata miró a su madre rogándole con la mirada. —Intenta convencerle mamá, porque en esto estoy decidida. Me voy a operar. Tengo que operarme...

Su madre estaba dudando. —No sé si podré...

Se enderezó en la silla oyendo la sirena de la ambulancia en la calle.

—Soy mayor de edad y si ese médico está dispuesto a correr el riesgo, yo también.


Espero y hayan disfrutado de la lectura.

Saludos!

02.10.17