PRIMER CAPÍTULO: DESEO Y HERMANDAD
La noticia de ayer, el huracán de hoy y el nada de mañana.
El entorno es tétrico, solo un pasillo largo con una densa oscuridad en el fondo. Pequeñas nubes negras sobresalían por las paredes de madera. No había puertas y ya se había recorrido una gran cantidad de metros, las piernas se debilitaban mientras a su vez el corazón palpitaba enérgica y enigmáticamente. Cada paso, una brasa de calor ardiente, las venas empezaban a sobresalir de la piel, rígidas y de color azulado, pequeños bultos se formaban en las piernas, condensaciones de huesos creándose a partir de un ente misterioso, no eran contracturas de músculos, eran diversos sistemas óseos. Se cayó al suelo de rodillas, con las manos apoyada en la madera viscosa, se empezó a toser, derramando un líquido verde. El cuerpo se volvía cada vez más grande, se agrandaba con cada toz. Los bultos se liberaban de la piel, rompiéndola, por la espalda, luego en las piernas terminando en la cara. El sujeto ya no era persona, ya no era nada, solo una acumulación de huesos.
Pasó media hora, la figura estaba inmóvil, la estructura no era clara desde una visión desde frente. En cambio, desde una perspectiva tomada desde arriba, se podía notar una figura insólita, los fémures mostraban una "D". Pasado diez minutos, los huesos empezaros a descomponerse expulsando el líquido verde, millones de orificios cargados de ese material empezaron a formarse. Hasta el punto de no quedar nada, solo la silueta de esa D mayúscula impregnada en el suelo. No hay explicación de lo que está sucediendo en estos momentos, las preguntas no se pueden responder hasta dar con un origen. La sociedad no puede saber de esto, todavía.
-Necesitamos más casos que relacionen esta grabación- comentó una voz femenina -¿Qué demonios podría haber sido eso?
Una habitación pequeña acomodaba a dos personas, dentro de ella había diversos instrumentos científicos, como ordenadores. En la pared derecha había seis televisores que retransmitían las grabaciones de las cámaras de seguridad. En cada televisor se podía observar otra habitación pero más pequeña, además de un pilar en el centro, cuya funcionalidad era sostener un huevo medianamente grande protegido por una capa cuadrada de cristal.
-Roger Hamilton- dijo un hombre en un tono apagado, notó el rostro dudoso de la mujer al pronunciar el nombre –el sujeto de la grabación, fue el seleccionado para hacer el viaje autorizado por el gobierno al mundo digital, me sorprende que no lleves al tanto nuestros últimos proyectos.
-Lamento su desgracia, pero yo no estaba de acuerdo en infiltrarnos aún más en ese territorio altamente...- hubo un pequeño silencio, la mujer fijó su mirada en los seis televisores –no puedo comentar nada más.
-Cumplió con su deber, nos aportó nuevos objetos de investigación, lo que estás mirando ahora son digihuevos- con su ordenador portátil mostró un holograma de una huevos recolectado –fíjate bien, son magníficos, no te recuerdan a algo.
La mujer se quedó pensando con la cabeza gacha, no tenía un pensamiento claro de lo que podría eclosionar de aquellos huevos o mejor dicho, digihuevos; se le vino a la mente aquellas catástrofes ocurridas en Japón hace unos años, la cantidad de heridos y muertos, las infraestructuras dañadas, sobretodo sueños y esperanzas arruinadas. Los héroes de aquella ocasión fueron niños, no tengo la cantidad exacta, solo sé que si no fuera por ellos y sus compañeros digitales, esto ya no sería el mundo que conocemos.
El hombre le cogió el hombro a la mujer suavemente, sentía que algo no iba bien aunque no quería resultar molesto, quizá en ese momento querría estar sola. Al darse cuenta que no volteaba para decirle algo decidió retirarle la mano y con un suspiró siguió investigando en su portátil. La mujer estaba perdida en su pensamiento, en su niñez, en el año, día y momento de la aparición de los denominados "Digimon". Cerró los ojos y los abrió de repente, con una idea en propuesta.
-Siempre fui una niña miedosa, creía en los monstruos hasta los seis años, pero desde aquella catástrofe, no hay ningún día que no crea en ellos- la mujer tragó saliva, su miraba estaba dirigida al techo –fui la más afectada..., uno de ellos acabaron con la vida de mi madre.
-Eso no me lo habías contado- dijo el hombre en un tono de preocupación
-Es un recuerdo oscuro que no me gusta compartir, no daré más detalles..., ya tengo mi idea, un nuevo fin en mi vida, acabar con el Mundo Digital.
Las luces de repente se apagaron durante unos pocos segundos, después el suelo empezó a moverse como si se diera paso a un terremoto; pequeños rayos de luz sobresalían de las paredes ocasionando la caída de las estanterías y diversos instrumentos. Cinco minutos duró aquella sensación, las dos personas estaban sentadas contra la mesa central, preguntándose qué está pasando. Un rugido se oyó de fondo, poco a poco se iba pronunciando más, hasta que una voz habló, una voz muy grave.
-Me vine obligado a venir, duele mucho transportarse de un mundo a otro, pero debía de hacerlo-
-Qué... ¿quién eres tú? –dijo asustada la mujer, cogiendo al hombre de la mano
-Es no importa, vi un futuro, uno aterrador. Sufrimiento por todos lados hasta llegar al fin de nuestra existencia; amigos, compañeros... muertos todos. Te vi entre las llamas con una sonrisa maligna, una mujer sin escrúpulos, tú- el ser cada vez tenía una voz muy débil.
La sala guardó un silencio incómodo, la mujer estaba sudando y temblando, a punto de desmayarse; pero los recuerdos empezaron a abundar, a generalizarse hasta tener todo claro. Con mucho valor, la mujer respondió.
-Pues preparaos, vuestro mundo, ese maldito lugar será historia- la mujer hablaba con mucho odio –no estarás mucho aquí, se nota tu debilidad, vuelve a tu asqueroso hogar y disfruta de tus últimos momentos con tus amigos los monstruos.
-Daré mis pocas energías para una última cosa.
Los seis televisores desprendieron una fuerte luz cegadora, ambos tuvieron que protegerse los ojos. La mujer con dificultad apartaba sus brazos de sus ojos para ver lo que pasaba, lo único que pudo visualizar fue los digihuevos expulsando un diminuto rayo hacia arriba, cada uno de diferente color: Rojo, Azul, Gris, Negro, Morado y Blanco.
"Es una hermosa alineación de colores de destino desconocido, una pena que tenga que esfumarse", un pensamiento aleatorio de produjo.
El ente desapareció y todo volvió a la normalidad, los ojos de la mujer estaban profundamente perdidos, balbuceando cortas palabras sin sentido. Los huevos habían desaparecido, pero no del planeta Tierra.
KYLE
El inmenso diluvio que azotaba aquella tarde en Madrid era detestable para las personas, sobre todo para los jóvenes; truenos y un gran viento se estremecían por los cielos, era normal en aquellas épocas del año, esos momentos del verano donde se precipita un as de sentimiento fresco.
No se podía ver nada del exterior, las grandes cantidades de lluvia tapaban la visión; apoyando la barbilla al escritorio, solo se podía pensar en un día desperdiciado de vacaciones; parecía que el sueño quería dominar, es entendible por el silencio que sacudía la habitación de amplios laterales. Con una pequeña pizca de energía, el joven pensante se levantó de su asiento con un carácter radiante, pasado tres segundos soltó un largo suspiró y cayó de culo en la alfombrilla; de nuevo centró su mirada en la ventana consumida por el agua. Pero de pronto notó algo raro, tuvo que entrecerrar los ojos más de lo normal para darse cuenta de que había un pequeño punto rojo en movimiento, arrastrándose sobre el vidrio de la ventana; llegó a detenerse en un punto central. Pasado dos minutos de tensión y duda, lanzó un gran reflejo rojo sobre el suelo que iluminó todo el cuarto.
El muchacho se encontraba en trance, no podía apartar la mirada de aquel punto rojo. Un pequeño agujero brillante se formó en el suelo de madera, desprendía una energía extraña y a la vez familiar; un objeto salió de ello, el cuál fue a parar a las manos del joven. Aquella cosa pequeña, era una especie de dispositivo redondo y aplanado, en su parte derecha e izquierda había dos botones cuadrados mientras que en el centro se encontraba una pantalla cuadrada con incrustaciones de algo parecido a los rubíes en sus diagonales.
Empezó a emitir un sonido raro, como si fuera el tono de llamada de un móvil; al joven le dio por apretar uno de sus botones, el derecho para ser concretos, lo que ocasionó la desaparición del punto rojo y las luces rojizas que abundaban en el lugar. Todo parecía estar en total normalidad, de un salto se levantó y fue corriendo hacia la ventana para abrirla; al hacerlo pudo notar como el viento empujaba las gotas de lluvia hacia su cara, no tuvo más remedio que cerrarla de golpe. El joven empezó a pensar si alguien más habría sentido todo ese escándalo, dado que nadie de su casa venía a preguntar supuso que el único espectador fue él; miró de nuevo aquel objeto, la pantalla mostraba una figura de una llama. Lo depositó en su mesa de noche, y con un hondo respiro salió de habitación; caminaba despacio por el pasillo, estaba todavía algo confuso y de vez en cuando chocaba con la pared; al llegar a su salón vio a su madre sentada en el sofá con una taza de café en su regazo, estaba viendo su programa preferido de cocina; el muchacho se sentó en uno de los sillones curiosamente cómodos.
-No te pongas cómodo, tienes que recoger a tu hermana de sus clases de pintura, date prisa que hoy los metros tardan en salir- dijo su madre alterada
-Ya está muy mayorcita para que pueda venir sola, deja que se ocupe ella misma de sus cosas- respondió el chico
-Solo tiene diez años, todavía es una niña; y por cierto, a que se debe esa cara tuya, no se te ve tan despreocupado como siempre, todo lo contrario-
-Déjalo, ya voy, cogeré el paraguas-
El muchacho fue al baño a refrescarse la cara, se lanzaba agua fría constantemente hasta que paró apoyando sus manos sobre el lavado; parecía que una angustia lo perturbaba, y era normal ya que era un chico que no creía en las posibilidades de apariciones extraordinarias, ¿podría haber sido un OVNI?, no encontraba otra explicación más que esa, ¿por qué a él? No podía formular una respuesta certera..., levantó la cara y vio su reflejo en su espejo. Un joven de 16 años; con el pelo castaño, un poco corto donde se resaltaba sus pequeñas puntas en la parte de las orejas; tenía unas cejas muy definidas que lucían maravillosamente sus ojos verdosos; conservaba la postura facial de su padre, de origen francés, lo que le daba un aspecto atractivo; su estatura se desarrollaba en lo normal para los muchachos de su edad, un metro setenta más o menos.
Aquella persona se llamaba Kyle, Kyle Orún. "Siempre hay que dar lo mejor de nosotros mismos, innovar, luchar y sobretodo... amar", una de las frases de Kyle escritas en su diario secreto.
La madre gritó advirtiendo a su hijo que el metro ya iba a llegar, el muchacho no respondió pero sabía que tenía que salir ya; se puso sus botas largas para no mojarse los calcetines y una ligera chaqueta para no empaparse del todo. Ya habiendo cogido el paraguas y a punto de abrir la puerta, se acuerda del pequeño aparato que había salido del suelo de su habitación, fue rápidamente a cogerlo, preocupado que su madre lo viera y después le preguntara donde lo había sacado, no sabría que excusas exponerle así que lo guardó en su bolsillo e inmediatamente salió de su piso. Kyle vivía en un edificio de 6 plantas ubicado en Cuatro Caminos (Una calle grande), vivía en un tercero, dado que no tenía ascensor tuvo que bajar por las escaleras dando saltos largos; los vecinos se quejaban de los ruidos que hacía al entrar y salir del edificio.
La calle sueles ser muy transitada, y era normal por la popularidad de turistas o trabajadores que rondaban por ahí, en su mayoría. Por su suerte, la entrada al metro se encontraba a un poco distancia, avanzando por la su derecha empezó a trotar; mientras intentaba abrir el paraguas, la lluvia le estaba mojando toda la cara y estropeando el peinado tan costoso que se había hecho en cinco minutos. Ya era inútil, ya había llegado, dejó el paraguas como estaba y bajó por las escaleras con un trote más intenso; sacó su abono de viaje y lo puso en la máquina para que lo dejen entrar hacia el transporte. Ya en los andenes, se sentó en uno de los asientos dando pequeñas bocanadas de aire; faltaba un minuto, mientras tanto sacó de nuevo el pequeño objeto para seguir observándolo; al parecer la llama se había iluminado un poco más que antes. Al levantar la cabeza, se dio cuenta que las puertas del tren estaban abiertas, reaccionó al instante y corrió hacia dentro antes que las puertas se cerraran.
Cuatro, tres, dos y una parada más..., llegó a su destino; con su sudadera en el brazo, salió del tren muy enfadado y dando voces a un adulto.
-¡Oye! Ten más cuidado la próxima vez idiota- Kyle estaba rojo, con una mirada asesina hacia ese sujeto –casi me golpeo la cara contra el barrote por ese empujón tuyo
-No haberte puesto en medio, y no vuelvas a insultarme que la próxima vez te doy un buen codazo en la cara, sin importarme si eres un niñato –respondió el hombre mientras se dirigía hacia la salida
Kyle no quiso formar un gran pleito por las futuras consecuencias, resultaría desagradable para su familia y conocidos. Ya estando afuera del subterráneo, notó que la lluvia ya había parado; fue un alivio ya que no le gustaba la idea de ponerse la sudadera de nuevo con el calor y la vergüenza que había pasado ahí abajo. Fue a uno de los callejones por donde se encontraba esa escuela donde enseñaban a su hermana a "dibujar"; a Kyle eso le parecía ridículo, no entendía que tenía de útil enseñar a dibujar, una total pérdida de dinero.
En la puerta del sitio estaba dibujada una especie de sol deforme con una cara de retrasado, hizo caso omiso y presionó el timbre de la pared; pasaron dos minutos hasta que una señora mayor abrió, una mujer muy cara de bruja.
-Vengo a por Terri, soy su hermano-
La mujer asintió la cabeza y sin decir una palabra fue a buscar a su hermana (eso espera); había dejado la puerta medio abierta, el sitio era muy colorido, lleno de dibujos y fantasías.; se preguntaba si algún niño habría hecho un dibujo o una figura de plastilina del pequeño objeto que había recibido. Sorprendentemente, la mujer mayor abrió con velocidad la puerta, dejando su cara de entrometido en evidencia.
-¿Qué haces Kyle? –dijo la pequeña niña con un sonrisa nerviosa
-No importa, ¿llevas todo?, ¿no te olvidas de nada? –decía Kyle mientras miraba de reojo a la terrorífica señora
-Que sí, estoy lista para irnos; no te pongas pesado-
Terri iba adelantándose, mientras que Kyle se despedía con una sonrisa y un "Adiós"; la niña iba dando saltitos y cantando un intento de Closing Time de Semisonic; era destacada por la alegría que desprendía, toda la gente que la conocía terminaba enamorándose de su "dulzura", en cambio, para Kyle parecía una mocosa irritable que no para de meterle en sus líos problemáticos, siempre termina pagando el pato él.
La chica era algo baja de tamaño para su edad, llevaba unos pantalones cortos verdes con una blusa blanca, lleva un collar de un oso panda que le regaló su padre. Tiene el pelo castaño al igual que su hermano; tiene un peinado un tanto simple, lacio y algo corto llegándole hasta los hombros; sus ojos marrones claros y grandes crean cierta simpatía hacia ella.
-¿No haces bromas hermano? Estás callado –dijo Terri que ya había notado un cambio en Kyle
-No estoy de humor..., oye, ¿has notado algo raro últimamente?-
-¿Cómo qué?
-Por ejemplo, cosas paranormales –el joven se sentía raro hablando de ese tema, que nunca le había dado mucha importancia.
-Bueno, ayer mismo vi un fantasma-
-¿Cómo? ¿Fantasma?-
-Sí, y justamente se parecía a ti- Terri empezó a reírse alocadamente –deberías de controlar tu problema de sonambulismo, no veas las ostias que te das cuando caminas dormido-
Kyle cogió a su hermana la levantó y la puso boca abajo, no pesaba tanto por lo que resultaba ligera; la empezó a agitar unos segundos y la puso de nuevo en el suelo. La niña mareada empezó a reírse de nuevo pidiéndole que lo haga de nuevo; pero Kyle se adelantó y le dijo que no se separara de él; ya a punto de llegar a la entrada del metro, el chico siente una vibración en uno de sus bolsillos; era el artefacto, la llama de la pantalla brillaba con mucha más intensidad, hazte que... se detuvo el tiempo.
Las personas que caminaban, los coches, los semáforos, quedaron parados; todo era muy perturbador, la gente y sus rasgos quietos eran anormales... Poco a poco se iba perdiendo color de las calles y de todo en general, hasta quedarse en un gris opacado. Las manos le sudaban, en su mano izquierda apretaba con fuerza el objeto causante de todo esto; decía en voz baja un llamativo y repetitivo "no", como si fuera el fin de su vida. Tomo consciencia al escuchar su nombre una y otra vez, hasta que reaccionó; era su hermana que lo sujetaba de la mano algo asustada.
-Kyle tengo miedo, ¿Qué está pasando? –dijo Terri con voz entrecortada
-¿Por qué todo se ha detenido? ¿Y nosotros qué?- se preguntaba su hermano
Ambos se juntaron espalda con espalda, mirando a su alrededor en círculos; podría ser todo un sueño, pero todo se ve y se siente tan real que es imposible dudarlo. Un cielo gris empezó a desplegarse dado paso a un brote de luz mucho más grande que el de su habitación cuándo recibió el artefacto. Tuvieron que taparse los ojos con el brazo para evitar los rayos que se expandían; Terri notó que algo bajaba del cielo, una especie de esfera pero no estaba segura, pero algo indicaba que se acercaba a ellos. Los resplandores disminuyeron, por lo que ya podían ver lo que pasaba; notaron la presencia de un objeto levitando, tardaron el intuir que se trataba de un... huevo. Seguía descendiendo poco a poco hasta ponerse a la altura de ellos; misteriosamente se acercó a la cara de Terri, era un huevo grande de color azul con manchas negras. El huevo empezó a sacudirse, se oía como intentaba eclosionar y lo hizo; el problema fue que no salió nada más que otro resplandor que emitía números binarios; la niña intentaba dar pasos atrás pero algo no la dejaba, algo la retenía para que se quedara quieta. Aquel resplandor con números se acercó al pecho de Terri y penetró su cuerpo hasta desaparecer; la chica cayó al suelo intentando respirar, Kyle reaccionó al momento y fue hacia su hermana pero al intentar tocarla, un campo de fuerza empujó contra él haciéndolo rodar hasta chocar con un poste de luz. El joven con un dolor abdominal terrible, intentó levantarse; con una mano en su costado siguió avanzando, era horroroso ver como su hermana de rodillas intentaba conseguir aire; al intentar tocarla de nuevo, el campo atacó con más fuerza, lanzó a Kyle hasta un coche que se encontraba en la autopista. El dolor era terrible pero él no se rendía, se levantó otra vez con todo el dolor del mundo; se notaba que necesitaba un médico urgentemente aunque en ese momento le importaba lo más mínimo; ya iba acercándose poco a poco hacia su hermana, Kyle dudo por un instante, otro golpe de esos no lo aguantaría.
Terri empezó a respirar en condiciones normales, había conseguido sentarse apoyando sus manos en el suelo. Su hermano se acercó más y se armó de valor para tocarle la cabeza; esta vez no le pasó nada, ningún rechazo por lo que invadió un instantáneo alivio.
-Terri dime algo, ¿estás bien? –Le decía a su hermana mientras le examinaba la cara –respóndeme por favor
-No entiendo que ha pasado Kyle, esa cosa entró dentro de mi cuerpo y empezó a cortarme la respiración –la pequeña niña no aguantó el llanto y se lanzó a abrazar a su hermano fuertemente- fue horrible, pensaba que me iba a morir
-Oye nada te va a pasar mientras estés conmigo –Terri le miró fijamente a la cara, el joven lo había dicho con cierta inseguridad pero al fin y al cabo para él fue una promesa segura
Los colores grises desaparecieron, las personas, coches y sistemas empezaron a funcionar de nuevo, Kyle y Terri seguían sentados todavía abrazados cerca de la entrada al metro. La niña seguía muy asustada, era muy pronto para decirle que se levanten y caminen; también él necesitaba un descanso de los fuertes golpes que se había dado. Estaban dificultando el paso a las personas ya que estaban sentados en medio de una vía peatonal; Kyle cargó a su hermana sin importarle el dolor que sentía y la llevó a un banco que estaba libre. Terri estaba recostada en su regazo, echada con sus piernas cruzadas mientras que el joven le acariciaba el pelo.
Estuvieron media hora en el mismo sitio, Terri se había quedado dormida mientras que el muchacho observaba con determinación el artefacto; algo raro había en el lateral derecho de la pantalla, por lo que Kyle apretó el botón de la derecha para saber que significaba. La pantalla que mostraba la llama cambió a una figura triste, era un dibujo de una persona, una niña... era su hermana; la había reconocido por la ropa y el colgante de oso que se mostraba en pixeles. No pudo pensar más, querría que todo esto fuese solo una terrible pesadilla.
Terri despertó al rato; en sus ojos se veía agotamiento, debido a las lágrimas que no paraba de soltar, se sentó correctamente en el banco...
-Vamos a casa –dijo ella con la cabeza gacha
-¿Puedes moverte?- preguntó el chico preocupado
-Sí, eso creo –se puso de pie de una pequeño –mamá se estará preocupando
Ambos cogieron el metro, estuvieron callados durante toda la trayectoria, lo que no era normal ya que ellos dos siempre hacían sus bromas escandalosas para que toda la gente los oyera; pero no... esto no era uno de esos momentos, podría que debido a estos acontecimientos, aquellas costumbres desaparezcan.
Llegaron a Cuatro Caminos, a paso lente caminando hasta su edificio; fue un poco costoso para Kyle subir aquellas escaleras, los golpes seguían haciendo efecto. Terri le había cogido de la mano para guiarle hasta el piso y la puerta de su casa. Al llegar, abrió la puerta con la llave; pero para su sorpresa, las luces estaban apagadas, casi no se podía ver nada. Las persianas estaban bajadas y la luz del sol no entraba; el chico fue hacia el salón con las manos tendidas para evitar golpearse, llegó hacia una pared y siguió arrastrándose hasta dar con la cuerda que servía para abrir la persiana; y eso hizo, el sol iluminó el piso. En la mesa que se encontraba cerca del televisor, había un papel doblado con una firma en su costado, decía: Mamá; Kyle fue a cogerlo y desdoblarlo, contenía un texto: "Hijo, encárgate de tu hermana, vuelvo dentro de unas horas; hay una emergencia en el trabajo y tuve que acudir rápidamente, no me esperéis despiertos, os quiero ver dormidos a ambos cuando llegue. Dejé comida en la nevera, divídelo con tu hermana y no seas tacaño. Os quiero"
-¿Qué dice en esa carta?- preguntó la niña
-Parece que mamá ha tenido un lio en su oficina. Oye que tal si te das una ducha y te vienes aquí para comer lo que haya dejado en la nevera.
-Espero que no sea uno de esos asquerosos macarrones cubiertos por su famosa salsa verde, si es así prefiero morirme de hambre.
-No, no creo que haya sido tan mala esta vez –Kyle soltó una ligera risa
Terri le dedicó una pequeña sonrisa y se fue despacio hacia su habitación. Kyle se tiró en el sillón, apoyó su cabeza en el respaldo y se dejó llevar por la comodidad, y por ende a quedarse profundamente dormido.
Se oye un grito agudo y un pitido, otro grito agudo y más pitidos; Kyle despertó alterado, el pequeño objeto que llevaba casualmente en la mano estaba pitando; por más que apretaba los botones no paraba de sonar. El grito agudo se oyó al fondo del pasillo, se preguntaba que podría ser eso; no pensó en su hermana ya que su voz no es tan chillona. Con el grito y el pitido era difícil concentrarse; dejó que el aparato siga sonando y avanzó hacia aquellos gritos muy despacio. Provenía del cuarto de baño...
-Terri, ¿estás ahí?
Nadie respondía, no tuvo más opción que abrir la puerta; cuando entró, encontró la ducha encendida, por lo demás no había nada raro, salvo por una pequeña cosa. Detrás del lavado se podía observa una pequeña cosa azul, Kyle se agachó lentamente y fue hacia aquel objeto pero cuando lo cogió y lo apretó se llevó una gran y asombrosa sorpresa.
-¡Ay! Eso ha dolido idiota- dijo un pequeño ser extraño de color azul
Esto ya era el suficiente, el chico no pudo aguantar más, veía aquella cosa; un monstruo mirándole fijamente a los ojos, terminó desmayándose.
Empezó a visualizar, aunque todo lo veía borroso; poco a poco se iba adaptando su vista, se frotó los ojos y se puso de pie, se encontraba en el cuarto de baño; todo era muy confuso, pero ¿Qué estaba pasando? Kyle salió del baño y cerrando la puerta de un portazo. Tenía las manos en la cara, el chico quería llorar por lo que estaba pasando el día de hoy, ¿se estaba volviendo loco?; se acordó de su hermana, pensó que quizá ese pequeño monstruo le haya hecho daño. Empezó a gritar el nombre de Terri cada vez con más potencia, fue corriendo hacia su habitación y no encontró a nadie; tampoco en el cuarto de sus padres ni en el suyo. Solo quedaba ir al salón, el chico llevaba una escoba sucia; al abrir la puerta del sitio, pudo ver que la tele estaba encendida con el canal de dibujos animados; pasó de darle importancia y fue hacia el sofá donde supuestamente alguien debería de estar sentando viendo la maldita tele.
Para mal, lo peor que pudo ver, fue al pequeño monstruo sentado comiendo un trozo de pan con su vista fija en la pantalla. Era un pequeño ser azul de ojos grandes y rojizos, lleva como una especie de cuernos doblados en su cabeza; la parte de su cara y vientre eran de color blanco, y con unas patitas ovaladas; tenía el tamaño perfecto de uno de los peluches de su hermana.
-Oye bicho, ¿dónde está mi hermana? –Preguntó enfadado Kyle –di algo o te meto con esta escoba; y no te hagas el mudo, que te vi y oí chillar en el baño; hasta me llamaste idiota
El monstruito se levantó y fijo la mirada en el chico.
-Kyle, no sé qué me ha pasado...
-¿De qué sabes mi nombre? ¿Terri?, habla maldita sea
-Kyle, tienes que creer lo que te voy a decir –su voz aguda denotaba dulzura pero en ese momento el chico solo pensaba en su hermana pequeña –soy Terri
-Cállate y dime dónde está mi hermana –parecía que iba a empezar a llorar, no podía aguantar la idea que la pequeña de la casa desapareciera
-Tienes que creerme, soy Terri, por favor...
Kyle había levantado ya la escoba para atizarle un golpe cuándo de repente el objeto empezó a brillar; lo sacó de su bolsillo y se preguntó a si mismo cuando había dejado de dar pitidos. Una voz gruesa irrumpió el momento...
-Señor Orún, por fin puedo contactar con usted
-¿Quién eres? ¿Dónde estás? Como te pille verás
-Silencio, me comunico contigo a través de su digivice
Kyle observó el objeto redondo con más determinación, en la pantalla salía un símbolo de una persona hablando; se dio cuenta que la voz procedía en realidad del aparato.
-¿Esto se llama digivice?- preguntó lentamente
-Sí, un dispositivo digital que afianza la ligadura de un humano con su compañero digimon
-No entiendo nada, ¿Digimon?
-Si señor Orún, lo que tiene al frente de usted es un digimon, su compañera digimon y de paso... su hermana.
-¿Has transformado a mi hermana en un monstruo?, me la vas a pagar
Tiró el digivice contra la pared, se tiró al suelo y se puso las manos en las orejas; deseaba despertar de aquel sueño, no quería ver más irrealidades, deseaba estar con su hermana pequeña que supuestamente es esa criatura que lo está mirando desde el sofá.
-Nueva información le llegará señor Orún, yo me retiro, hasta otra ocasión.
-¡Espere!, quiero a mi hermana
-Ya se lo dije, ese digimon es su hermana
Kyle fue tras el digivice para ver si podía contactar de nuevo con aquella voz pero no hubo resultado; en la pantalla salía el pequeño monstruo denominado "Digimon" y arriba un nombre, un nombre muy extraño que se podía leer fácilmente: "DemiVeemon".
-¿DemiVeemon?
-Kyle... a ti te gusta mucho las carreras de bici, jugar con tu consola, vender tus productos asquerosos a extranjeros que vienen de otros países para ganar dinero suciamente... sé todo sobre ti, ¿sabes por qué? Porque soy Terri, soy tu guapa hermana... aunque ahora no sé cómo definirme
El chico guardó silencio durante unos cuantos segundos, luego se dignó a decir una palabra
-Adorable –dijo en un tono cortante pero a la vez sincero
-¿Me crees?
-Algo me dice que eres tú, siento esa conexión que tenemos diariamente; te creo, Terri, aunque suene de locos
El "Digimon" mostró una sonrisa reconfortante que alegró por un instante a Kyle.
-Ahora la pregunta es... ¿Cómo le explico esto a mamá?; bueno sea la excusa que sea me ganaré una buena paliza.
El muchacho se sentó en el mismo sofá donde estaba su "hermana", la cogió de sus pequeños brazos y la elevó por los aires, luego la hizo sentar en su regazo. Viéndola a simple viste parece más masculino que femenino por su aspecto, exceptuando su voz, esa voz si es de chica caprichosa. Aunque en ese momento daba igual ese tema, no podía de dejar de pensar si ella volvería a ser la misma de antes; pensando con más madurez, esto no está bien, convertirse en una cosa irreal no es que ayude mucho para que esta sociedad la acepte. Dada las circunstancias, el sueño abundaba de nuevo, se fijó que su hermana "Digimon" se había quedado dormida en sus piernas, Kyle hizo lo mismo, cerró los ojos y empezó a imaginar que nada de esto ha pasado.
