Hannibal entró en su consultorio e inmediatamente lo noto. Desde la mañana, la ultima vez que estuvo, la luz había desaparecido y el polvo había vuelto a asentarse; aunque sólo era una capa fina se encargaría de deshacerse de ella de inmediato, pero eso no era lo único que había cambiado. Se dio vuelta y vio en su escritorio una pequeña luz.

Sus ojos enseguida inspeccionaron el piso. Tan suave y delicado era que las pisadas, sin importar que tan livianas ni que tan limpias estuvieran las suelas, siempre dejaban marca.

Pero no había marcas. Sólo podía ser ella.

"Irrumpiste en los archivos de hospital?" Preguntó en voz alta y aunque su voz no denotaba nada, su cara tenía una mueca divertida. Un sonido vino de las sombras y se dio vuelta. Solo hicieron falta unos pocos pasos para que la cara de Abigail quedara revelada en la tenue luz de la vela.

"No, le pregunté a Alana" dijo tranquilamente, no sonrió sólo esperó su reacción.

"Seguramente te dijo que no me gusta celebrarlo" Su voz era monótona.

"Si," una sonrisa cruzó por su cara y el no pudo evitar que una pequeña se asomara por sus labios "pero aún así es lindo que alguien se interese" se acercó al escritorio y agarró la pequeña torta. Él la siguió con la mirada, sin perderse un movimiento.

"No tienes que probarla, pero si tienes que pedir un deseo" dijo y la puso entre los dos.

"Me parece justo" Solo en ese momento se dejó ver sonreir. Se acercó, miró su cara sonriente una vez más y sopló la vela.