Disclaimer: No soy J.K Rowling, no saco provecho de esto (monetario, si sacamos cuentas, quizás me evita una que otra sesión en el psicólogo). NO ME DEMANDEN, gracias.
Hello. Lo prometido es deuda. Pensaron que iban a esperar mas? Pues no. Soy hiperkinetica asi que lo empece al toque de terminar el otro. Solo lean
Una preguntilla¿Quien me dice que puedo hacer para hacer divisiones entre partes de los capitulos sin tener que poner "en el castillo"? Pero algo que divida y no sea tan larga como la barra de abajo. Agradecere a quien me de el dato.
Capítulo 1
¡Horror¿ Podría haber algo peor que estar unas cuantas horas a la merced de un tipo retorcidamente maniaco compulsivo amargado y que me tiene una sangre en el ojo? Claro, si quizás mencionan cosas como un cierto mago cuyo nombre no puedo mencionar para no causar disgustos en las personas que me rodean, me quiere asesinar y está dispuesto a matar a medio mundo (sin ningún remordimiento) para conseguirlo, vale, puede ser que haya cosas peores. Pero tienen que admitir que tener un castigo con Snape por haberle hecho a Malfoy... bueno por cualquier cosa, no es nada bonito. Ya pienso en la vez que hizo a Ron limpiar todos los orinales de la enfermería sin magia, y empiezo a sentir escalofríos. Si a Ron lo detesta, lo que siente Snape por mí va mucho más allá del odio. MUCHO más allá. Y el hecho de que me estoy perdiendo el último partido del año, cuando YO soy el capitán y que todos los Gryffindors me odien por eso, es sólo una nimiedad Pero no me queda más que resignarme y bajar a las mazmorras, a su despacho y lo más sumisamente acatar el terrible castigo que me pueda deparar el destino.
Escucho lo que se refiere a mi castigo y encuentro que es demasiado simple e inofensivo para provenir de una mente tan enferma como la de mi profesor de Defensa. Pero claro, me siento y percibo como me mira y probablemente hace una mueca que intenta imitar una sonrisa burlona, porque al ir revisando más detenidamente las fichas que quiere que ordene (no sé para qué), voy encontrando nombres que me son conocidos. Es una enorme caja con registros de detenciones de los años 70' (que acaso no encontró algo más antiguo?), pero no detenciones cualquiera, si no detenciones de bromas pesadas para profesores, Filch , alumnos , criaturas, Filch , destrozos de material del colegio, Filch (que manía tenían con Filch?) y otras cuantas cosas. Todas estas fichas iban encabezadas por un: involucrados: S. Black y J. Potter y otras tantas por un R. Lupin o P. Pettigrew. Cuando me doy cuenta de la finalidad de Snape, volteó a mirarlo y me encuentro con el profesor sonriendo más siniestramente. Vaya, Snape está perdiendo su toque si cree que esto es un "castigo" como se debe. Pero agradezco para mis adentros que se trate sólo de eso. Tampoco digamos que es una placer encontrarme con esos nombres, que me dan mucha pena, y me causan gran dolor por ejemplo, leer Sirius Black, para darme cuenta que lo único que queda de él, son esos estúpidos registros de sus detenciones, y que el tarado de su enemigo de juventud está ahí sentado tan campante, haciéndome perder el tiempo con este estúpido castigo. Sin embargo, muchas de estas fichas me hacen soltar alguna sonrisilla que soy capaz de disimular, para que Snape no piense que me la estoy pasando bien. La primera que me pone en esta situación de pena-risa, es la siguiente:
Involucrados: S. Black, R. Lupin, P. Pettigrew, J. Potter
Fecha: 6-10- 1973
Asunto: Intoxicación del calamar gigante.
Daños: Muerte de algunos seres del lago por vómitos del calamar.
Gastos: Limpieza del lago. Boleta por el pago del Sanador de criaturas mágicas
-¡Wuau¿Qué rayos es esto? – dijo James mirando de forma suspicaz una bolsa que se encontraba al final del refrigerador mágico que Filch les había hecho limpiar como castigo por soltar unas bombas fétidas en el pasillo. El refrigerador se encontraba en su oficina, y probablemente no lo había limpiado desde que lo tenía. Además con el solo hecho de conocer a Filch, uno podía esperar cualquier cosa de su comida.
-No lo sé – dijo Remus bastante asqueado ya con tener que limpiar la inmundicia del conserje para que además James le hiciera revisar esa sospechosa bolsa – Probablemente es su almuerzo de hace unos 15 años.
-Debe haberlo olvidado, cuando descubrió que la carne humana era más sabrosa – rió James. Remus lo miró con fastidio– No me pongas esa cara. Demás que Filch en su ir y venir por esos turbios sub-mundos de donde proviene, haya aprendido el arte culinario del canibalismo. Sería muy propio de él.
-Ya. Y así y todo, Dumbledore lo deja trabajar en Hogwarts.
-¿Por qué no? – dijo James con sonrisa socarrona, cuando Remus se dio cuenta de que había cometido un error. Lo que diría James le molestaría profundamente – Si deja a ciertas personas con algunos "problemas peludos" estudiar en Hogwarts, créeme que un caníbal no sería tanto más – Remus se levantó con claras intenciones de irse – Está bien, está bien ¡lo siento Remsie! A veces se me olvida que eres un lobito temperamental – y corrió para detenerlo y darle pequeños golpecitos en el estómago, retándolo - ¿Quién es el más fuerte?
-Claramente yo – y empezó a pegarle también. Sin darse cuenta tomó el producto limpiador y se lo tiró en la cara a James.
-¡Ey! Eso no vale. Yo sólo tengo esta bolsa... – de detuvo al ver la cara de horror de Remus que se imaginaba que su amigo se desquitaría lanzándole el poco higiénico contenido de la bolsa. Pero en vez de eso, James se sentó en el suelo y se puso a revisar su interior – Mira esto ¡buaff! Apuesto a que es una poción que le hizo Sluggy a Filch para que no le salieran más pelos en la espalda. O peor aún, para que le salieran tantos pelos, que podría cortarlos y venderlos para hacer pelucas.
-¡Ahh¿ De dónde sacas esas ideas tan cerdas?
-No lo sé – dijo encogiéndose de hombros – Probablemente mi amistad con Sirius haya influido. Su familia está tan loca que de seguro hay un caníbal de muggles en su familia.
-No sería raro – dijo convencido y empezó a revisar también la bolsa. De pronto llegó Filch, que cojeaba de forma imperceptible, con su gata al lado, la Sra. Narris (n/a: Sí, en esa época no existía la Sra Norris, su antecesora era la Sra. Narris). Mientras Filch cerraba la puerta, James tomó la bolsa y se la guardó en la túnica. Remus le susurró - ¿Para qué?
-Ya verás – le dijo en el mismo volumen. Luego se dirigió al conserje – Sr. Filch, ya son más de las ocho ¿podemos volver a nuestra sala común? Porque ahora tenemos mucho que estudiar y este castigo no nos ha dejado tiempo para hacerlo. Ahora tendremos que ocupar nuestras horas de sueño en estudiar pociones.
-¿ En serio? – dijo el conserje muy divertido, si es que eso era posible – Eso les pasa por ser unos vándalos, que lo único que saben hacer bien, es desordenar. La próxima vez conseguiré el permiso del director para azotarlos con mi garrote. Ahora lárguense.
James y Remus salieron corriendo de su despacho, no por miedo a que su amenaza se hiciera realidad, si no porque no podían soportar por más de unos minutos el asqueroso olor a alcohol y amoníaco que despedía Filch, aumentado por el olor de la Sra. Narris, que olía a... bueno, a gata.
Llegaron a la sala común, pero no a estudiar como había dicho James, porque ellos no tenían la necesidad de estudiar. Con sólo escuchar hablar al profesor les bastaba para entenderlo todo y era por esto que tenían tanto tiempo de sobra para aburrirse y por lo tanto inventar pequeñas bromitas, como las llamaban ellos.
Sirius estaba sentado en una butaca, mirando muy concentrado como las llamas del fuego subían y bajaban a intervalos irregulares, mientras Peter roncaba de forma casi grosera, a su izquierda. Pero no estaban solos. Rachel, una niña de su curso, estaba soltándole a Sirius un discurso sobre la importancia de los métodos de enseñanza de los profesores, tan interesante, que él estaba a punto de seguir el ejemplo de Peter o ser menos sutil y agarrar a Rachel por la cabeza y metérsela en las llamas. Cuando los vio llegar, levantó su cabeza y miró al cielo agradeciendo.
-Lo siento, Rachel. Pero ya llegaron mis amigos y tenemos que hablar de algo muy serio – le dijo haciendo un gesto de despedida.
-¿Sí? – dijo ella abriendo los ojos, muy interesada - ¿Van a hacerle una broma a los de Slytherin¿Puedo escuchar?
-Eh... – Sirius miró a sus amigos pidiendo ayuda, pero ellos se hicieron los locos – No, no puedes.
-Pero – Rachel puso cara de pena y utilizó todos sus recursos de manipulación para convencerlos – Por favor, yo no diré nada ¡déjenme escuchar!
-¡No¿Sabes qué?- dijo Sirius harto levantándose y tomándola del brazo para echarla – No le vamos a hacer ninguna broma a los Slytherin. Sólo quiero que te largues porque me tienes chato con tus discursos que son aburridísimos ¡te odio, por favor ándate!
-Mmm, no te creo. Sólo lo dices para que me vaya enojada y así ustedes puedan hablar. Soy demasiado encantadora para que me odies.
-No, Sirius habla en serio – dijo Remus en un tono muy serio, mirándola casi con pena.
-Está bien – dijo Rachel y se fue como si nada.
-¿Por qué?! – dijo Sirius apretándose la cara con las manos – A ti todos te toman en serio, y a mi no me dejan en paz y creen que toda mi mala leche es una broma ¿Acaso tengo pinta de payaso? Díganme – dijo interrogando a sus amigos con frustración.
-No lo sé –dijo James sentándose en el puesto que había dejado Rachel – Yo no entiendo a las mujeres y no me interesa. Están todas locas. – dijo apuntándose a la sien.
-Sí, estoy de acuerdo. – dijo Sirius – En especial las de nuestro curso, son todas como las mulas.
-¿Ese es tu peor insulto? – dijo Remus enarcando una ceja – Jajaja ¡mulas!
-Bueno, menos mal que volvieron. No saben cuánto me aburro sólo con Peter. La próxima vez que quieran soltar bombas fétidas, me avisan.
-No las soltamos a propósito – dijo Remus en tono de disculpa - Lo que pasó fue que Wolfgang, el muy torpe, botó sin querer algunas en el lago, y el calamar las devolvió y entraron por una ventana al pasillo en el que estábamos James y yo.
-Pero claro – dijo melodramáticamente James – Nadie creyó en nuestra inocencia.
-Sí – dijo sarcásticamente Sirius – El hecho de que hayan estado robando ingredientes del armario de Slughorn y que justo en ese momento se hayan topado con la sorpresita de las bombas, comprueba su inocencia.
-Bueno, bueno. Al menos somos inocentes de tirar bombas de olor. Aquí nadie ha hablado de castigo por robar, así que no mezcles las cosas, Sirius.
-Jaja, son muy barsas ustedes. Pero sólo les digo que si quieren hacer algo maloso de nuevo, avísenme.
-Lo tendremos en mente – le dijo Remus – Ahora James, me puedes explicar para qué nos puede servir esa cosa que sacaste del despacho de Filch.
-¿Cómo que para qué¿Cómo que para qué, Remus? – le dijo en tono de reproche – ¡Es que acaso no has aprendido nada de lo que Sirius y yo hemos tratado de inculcarte todos estos años! – se levantó y de forma solemne dijo – "Un cartucho de artificio no lanzado, siempre sirve para otra guerra"
-Cierto – dijo Remus dándole la razón – Pero no olvides que los fuegos artificiales no se utilizan en las guerras y que "eso" – dijo apuntando a la bolsa – no es nada parecido a un cartucho ¡Por Merlín, es algo tóxico sacado del refrigerador de Filch! Hasta Snape se ha lavado más la cabeza de lo que Filch ha limpiado su despacho y eso sólo podría servirnos para...
-¡Snape! – dijo Sirius mirando con cara de maníaco a sus amigos.
-No, tengo una idea mejor – dijo James y para comprobar la toxicidad del producto dentro de la bolsa, lo pasó por la nariz de Peter, que seguía dormido. Este al notar el olor, se despertó sobresaltado y se levantó de la butaca
-¿Qué rayos es eso, James? – preguntó con mucho espanto.
-Carnada para el calamar – respondió él con una sonrisita.
AFUERA DEL CASTILLO
-Entonces el plan es... – dijo Peter con varias bolsas similares a las del refrigerador de Filch, en las manos, dirigiéndose a la salida del castillo.
-¡Ey¿A ti cuántas veces hay que explicarte? – dijo Sirius molesto.
-No te sulfures, Sirius. Que así no te ves tan bonito – rió Remus
-Deja de hablar pelotudeces. Lo que tienes que hacer, Peter, es dejar caer accidentalmente esas bolsas en el lago, tal como lo hizo Wolfgang al otro día. Nadie puede castigarte por ser tan torpe como de costumbre.
-¡Oye! – se defendió Peter
-Ya, ya – dijo Remus parando la pelea que probablemente se avecinaba – Peter dejas caer las bolsas, el calamar se enoja como al otro día y vuelve a lanzar lo que le tiraste, por la ventana del pasillo adonde se supone que James está conduciendo a un grupo de Slytherin, a Wolfgang (por haber el sido el causante de nuestro castigo), a Peeves, a Filch y a Rachel.
-¿Qué?! – dijo Sirius tan fuerte que todos lo quedaron mirando. Simuló una tos y los demás volvieron a sus asuntos - ¿Por qué ha llevado a Rachel?
-Porque tú la odias – dijo Remus como si fuera lo más obvio del mundo. Como su amigo no contestó, dijo - ¿No la odias?
-Claro que no la odia ¡Sirius está enamorado de ella! – dijo Peter simulando una canción bastante fea.
-¡No! Tienen razón que es una plasta, pero si le llega esa asquerosidad que ustedes duplicaron y sabe que somos nosotros, no me prestará más sus apuntes.
-Está bien, Sirius – dijo Remus sin verle importancia a lo que decía Sirius – Yo te los prestaré.
-Eh... bueno está bien. En cierto sentido se lo merece – dijo finalmente encogiéndose de hombros
EN EL CASTILLO
-Muy bien, Potter – dijo Snape hablando desdeñosamente, como siempre que se encontraba con su mayor enemigo desde que puso un pie en Hogwarts, hacía dos años – Será mejor que nos expliques ahora mismo, por qué el director quiere vernos
-Sí, este niño tiene razón – dijo un muchacho fornido de quinto y perteneciente a Slytherin, que miraba a Snape con algo de desconfianza – No confiamos en ti, Potter. Sabemos muy bien, que eres un maldito Gryffindor amante de las bromitas ¿no? Si esto es una de las tuyas, te juro que te pillo y te arranco los ojos.
-No creo que al director le haga mucha gracia ver cómo se dirigen a mí – dijo James con voz inocente – Sólo soy un simple mensajero, y por llevar un mensaje tan banal, se me amenaza con sacarme los ojos. Ojalá la próxima vez te elija a ti para hacer esta pega, Snivellus
La mayoría de los muchachos que llevaba James hacia el pasillo rieron sin pudor. Y es que Severus Snape no era un alumno muy querido, y aunque lo hubiese sido, todos celebraban los chistes de los cuatro alumnos de Gryffindor de tercero. A pesar de su corta edad, ya empezaban a acumular seguidores.
-James ¿para qué querrá el director hablar conmigo? – dijo Rachel que se encontraba muy nerviosa
-Ah, Rachel – dijo James que casi se había olvidado de su presencia, porque no encontraba que ella se mereciera recibir un impacto de treinta bolsas odoríferas duplicadas con el interior de la bolsa que habían encontrado en el refrigerador de Filch, pero como Remus había insistido en que había que encontrar una forma de que ella no se quisiera entrometer más en sus bromas, ésta era una manera efectiva – No lo sé. Quizás para decirte que no trates de espiarlo más cuando se está bañando – dijo inventado algo que sonara parecido a lo que ellos querían que dejara de hacer y así, quizás si entendía la indirecta se fuera y no sufriera las consecuencias
-¿Qué¿Sabe eso? – dijo más aterrada todavía - ¡Por Merlín! Te juro que fue sólo una vez. Y fue porque Lily me pidió que le sacara una foto.
-¿ Que, ah, cómo, Lily Evans? – se atoró James – La niñita perfecta que comparte habitación contigo quería una foto de Dumbledore en la ducha. Esto sí que es una broma ¿no?
-No, no – dijo Rachel con los ojos muy abiertos por el miedo – Ella quería una foto de él, pero no en la ducha. Yo por casualidad justo me lo topé allí, pero te juro que no vi nada – continuaba torturándose y negando constantemente
-¿Te gustó lo que viste? – le dijo James picándola, mientras se sonreía.
-Claro que me... eh, quiero decir que ¡no¿Cómo me va a gustar? Dumbledore podría ser mi abuelo.
-Yo diría más que eso – dijo James revisando un espejo doble que compartía con Sirius. Pudo percibir que éste le decía que estaba todo listo. Así que se detuvo cerca de la ventana y les dijo a los demás – Chicos, quiero decirles algo antes de continuar ¿se han fijado que Mc Gonagall siempre a esta hora, va al lago a bañarse con un traje de baño de dos piezas?
-¿Qué?!! – dijeron todos muy alterados y se dirigieron a la ventana a echar un vistazo. Pero lo que encontraron fue mucho peor que eso. Miraron al lago y vieron como un montón de bolsas de extraña procedencia se dirigían hacia ellos. Los más rápidos trataron de huir, pero por desgracia, eran los que se encontraban más adelante y no pudieron evitar que una de las bolsas los impactara en alguna parte del cuerpo. Se armó un lío enorme de brazos y piernas tratando de moverse, pero como las bolsas fueron llegando tan rápido, les tocó a cada uno, una como mínimo. A Snape le llegó una justo en la cabeza.
-Qué pena, Snape – le dijo James con sarcasmo – Ahora tendrás que perder tu record por más años sin lavarte la cabeza – y dicho esto se fue para que nadie pudiera echarle la culpa a él.
EN EL DESPACHO DE MC GONAGALL
-Así que pensó que no lo castigaríamos ¿eh, Potter? – dijo Mc Gonagall indignada – Y los alumnos de primero los vieron a ustedes tres también – les dijo a Peter, Sirius y Remus - ¡Por Merlín! Podrían ocupar su tiempo libre en hacer algo productivo, en vez de estar dándole más trabajo a los elfos y dolores de cabeza al pobre calamar gigante.
-Pensé que era dolor de estómago – apuntó Sirius – Pero en el fondo, profesora, todo es culpa de Filch ¿por qué deja algo tan tentador en manos de mis amigos? Es como si yo le dejara una colección de gorros escoceses. Dígame ¿no los tomaría prestados?
Todos miraron a Sirius con instintos asesinos. Sus amigos por ayudar a alargarles el castigo y Mc Gonagall por su falta de respeto:
-¡Black!
Involucrados: S. Black, J. Potter
Fecha: 02-09-1970
Asunto: Daños hacia el alumno S. Snape
Daños: Tinturas, chicles, golpes y olor putrefacto en el alumno anteriormente mencionado.
Gastos: Pesticida, desinfectante, cloro.
-Puedo sentarme aquí – dijo un niño de ojos dorados y pelo castaño, que se veía muy nervioso, como todos los de primero.
-Claro – dijo amablemente otro niño de primero, de pelo oscuro, un poco más largo de lo que las reglas exigían, y ojos azules – Probablemente los otros compartimientos están llenos ¿no? Mi madre dijo que como no me quise cortar el pelo para mi primer año en Hogwarts, los demás niños no querrían sentarse conmigo, pero ella está chiflada, así que no le hago caso. Ni de broma me corto el pelo ahora, que podría estar acumulando unos cuantos piojos.
-¿Para qué quieres tener piojos? – el castaño pensaba que el moreno estaba algo loco, y quizás por eso ese era uno de los únicos compartimientos vacíos. Quizás su madre tenía razón.
-¿Cómo que para qué? Los piojos mágicos son lo mejor. Cuando vuelan sueltan un polvo muy hediondo que puedo juntar y metérselo en la comida a mi hermano menor. Es un niño metiche, e hijito de mamá. Me cae muy mal, así que es casi un placer venir a Hogwarts y no tener que verlo en un año. Por cierto ¿cómo te llamas?
-Remus Lupin, también voy a primero.
-Eso ya lo había notado. Tienes la misma cara de terror de todos los nuevos. Me llamo Sirius Black
-¿Black? – Remus puso una cara de espanto - ¿Eres pariente de Cygnus Black, el hombre que influyó en la ley de restricción mágica a los hombres lobos... y criaturas semihumanas en general?- lo dijo todo muy rápido y con rabia, como si eso le afectara directamente.
-Vaya, estás informado, Remus – dijo Sirius como si fuera algo muy divertido – La verdad es que no tengo idea de lo que anda haciendo mi tío por ahí. No me interesa. Lo que haga o deje de hacer mi familia me tiene sin cuidado. Al parecer estás de acuerdo en que los Black no son una muy buena estirpe.
-Bueno, yo... no quiero ofenderte, pero...
-¡Para nada! Creo que nos llevaremos muy bien si eres de esa opinión – le dijo sonriendo abiertamente y dándole una palmada en la espalda. En ese momento entró un niño delgado, con lentes, moreno y que se hacía notar porque tenía un pelo muy desordenado y en peores condiciones que el de Sirius. Se dirigió de inmediato a los asientos y los miró a los dos con indiferencia.
-Hum – dijo Sirius fingiendo una tos y diciendo de forma irónica– No está ocupado, puedes pasar. No te molestes en preguntar.
-Ah, lo dices porque no dije nada al entrar – dijo el nuevo, mientras sacaba unas ranas de chocolate y se las metía rápidamente en la boca. Remus se lo quedó mirando con interés – No pensé que les importaría – dijo alzando las cejas – a menos que estuvieran... algo ocupados – dijo de forma sugerente.
-¿Qué quieres decir? – le dijo Sirius empezando a enojarse – Por si acaso no somos pareja o algo por el estilo, así que no hagas como si nos estuvieras haciendo un favor ¿sí?
-Está bien. No te enojes, Sirius – dijo Remus sin dejar de mirar la cantidad de chocolates que traía el niño - ¿Cómo te llamas?
-James Potter, voy a primero.
-Igual que nosotros. Él es Sirius Black y yo soy Remus Lupin – dijo Remus contento por haber encontrado conocidos rápidamente - ¿De dónde sacaste todos esos chocolates?
-Los saqué del carrito – dijo James mirando a Remus con más simpatía – La Sra. no estaba, y pensé que no notaría que le faltaban algunos.
-¿ Los robaste? – dijo Remus como si fuera el peor pecado cometido.
-No, ya te dije que los saqué nada más. Cuando pase de vuelta con el carrito, se los pagaré.
-Sí, seguro – dijo Sirius en un murmullo porque estaba picado de que el niño nuevo atrajera más la atención que él y que además se creyera el dueño del compartimiento
-¿Qué dijiste? – dijo James dándose cuenta enseguida quién sería su enemigo desde ya.
-Ya oíste. Eres una rata ladrona. Si no tienes el dinero para pagarlo, no deberías andar sacando cosas que no son tuyas.
-Ja ¿así que no tengo el dinero?- dijo sacando un montón de galleons y sickles de su mochila – Deberías lavarte la boca antes de hablar de mí como un pobretón, porque si precisamente algo me sobra, es dinero.
-Está bien, no necesitan pelearse – dijo Remus en tono conciliador – Ya viste Sirius que tiene la plata para pagarlo. No va a robar nada.
-Sí, quizás te sobra el dinero – continuó Sirius sin escuchar a Remus – Pero te sobra mucho más la prepotencia ¿crees que eres una estrella, sólo porque tienes mucho dinero? Eso no justifica que entres como si nada, sin pedir permiso, y que además robes.
El niño no contestó de inmediato. Miró a Sirius con fastidio como si fuera una vieja loca que lo retaba por su falta de educación y de escrúpulos.
-Está bien, Sr. Sirius Black – dijo dándole importancia al nombre – Si te molestaba mi presencia me decías que me largara, y con eso bastaba. No tenías que hacer alarde de tus "nobles y ancestrales modales Black"
-Cierra el pico, Potter – Sirius se levantó de su asiento, pero Remus que se estaba empezando a poner nervioso de nuevo, lo sujetó de la túnica.
-No hace falta – dijo James tomando sus cosas – Me voy a hablar a otro lado – fue hasta la puerta y se dio vuelta para ver a Remus – Nos vemos en el banquete. Ya sabes en la mesa Gryffindor, donde no hay ningún Black.- y se fue dejando a Sirius más furioso todavía.
-¿A qué se refiere? – le preguntó Remus con curiosidad.
-A mi familia. Son todos de la casa Slytherin. Sólo espero que no tenga razón y me pueda sentar a otra mesa que no sea esa.
EN EL CASTILLO
El sombrero seleccionador, como todos los años, se encontraba en el taburete que llevaba la profesora Mc Gonagall. Sirius y Remus habían hablado con unos cuántos niños más de primero, que se veían tan nerviosos como ellos. Sirius no estaba nervioso por la prueba, si no por la espera de tener que saber si pertenecería finalmente a la casa que su familia le había recomendado como la ideal, porque allí se encontraban todos los que tenían esa manía de la limpieza de sangre, que Sirius no entendía en lo absoluto, por lo que deseaba fervorosamente quedar en Hufflepuf para que a su madre le diera un ataque y así dejara de molestarlo.
James Potter había hecho amistad con un niño bajito y gordinflón que miraba a James fervientemente, y admiraba su tranquilidad, porque él estaba que se hacía, de puro miedo por la inminente prueba.
-¡Black, Sirius! – gritó la profesora y este se dirigió casi corriendo a sentarse
SOMBRERO SELECCIONADOR- Vaya, tenemos aquí un Black. Supongo que te gustaría pertenecer a Slytherin. Tienes bastante potencial como para pertenecer esa casa. Tanto que hasta te recomendaría a Ravenclaw.
SIRIUS- ¿En serio? Me gustaría ir a esa casa entonces. Slytherin ya se ha repetido mucho en mi familia.
SOMBRERO SELECCIONADOR- Entonces, si no ansías Slytherin, quizás no eres tan ambicioso. Haber, veo mucha intrepidez, valentía... esas son características típicas de un ¡GRYFFINDOR!
Sirius se dirigió con una amplia sonrisa a su mesa, y los de su casa aplaudieron por recibir al primero perteneciente a su casa de esta nueva generación. Ya sentado vio entre las filas a James que lo miraba con la boca abierta, pero con cierto desdén. Pasaron unos cuantos más a distintas casas y se sintió muy contento cuando Remus se sacó el sombrero para pasar a formar parte de su misma casa. Pero su sorpresa fue enorme cuando el sombrero seleccionador anunciaba a James Potter como otro Gryffindor más. Por suerte se sentó al otro extremo de la mesa junto con el niño gordinflón que hacía un momento había llegado también a la mesa. Su nombre era Peter Pettigrew.
El último niño de la fila, era un chico bajo, delgaducho y pálido, con un pelo tan largo como el de Sirius, pero a diferencia de este, que trataba por todos los medios de dejarlo sucio, el niño lo tenía grasiento casi por naturaleza. Luego de que Mc Gonagall lo llamara (¡ Snape, Severus!) se sentó en el taburete y apenas el sombrero tocó su cabeza, anunció al último Slytherin. Al pasar junto a su mesa, miró con desagrado a James. Sirius rió para sus adentros, pues no era el único que con haber compartido sólo un momento con James Potter, ya lo odiaba.
EN LA PIEZA DE 1ERO, GRYFFINDOR
-¡No quiero compartir habitación con ese tarado! – gritó Sirius sin importarle que "el tarado" James, se encontrara sólo a un metro de distancia.
-Pero, Sirius – dijo Remus tratando de buscar una solución para hacer los siete años que les quedaban en el colegio más venideros entre sus compañeros de cuarto, que eran ellos tres y el gordito Pettigrew – Sólo somos nosotros en este curso de Gryffindor y no podemos cambiar con los de otro nivel. A no ser que te quieras ir a dormir con las niñas.
-No es mala idea – dijo James en tono tranquilo – Así asume de una vez por todas que prefiere copuchar con las mujeres, en vez de hacer cosas importantes de hombres.
-¡Tu no eres ningún hombre! – se dirigió Sirius directo a James. Peter y Remus los miraron con resignación – Deberías ir tú donde las mujeres. A ver si la pelirroja del banquete, se decide por tirarte las papas en la cara.
El comentario molestó tanto a James que prefirió guardar silencio e ir a sentarse en una de las camas.
-Voy a ver si consigo otro lugar donde dormir – dijo Sirius dirigiéndose a la puerta.
-¡Ey, Sirius! No puedes salir de la sala común. El prefecto dijo que... – pero Sirius ya se había ido.
Sirius caminó por uno de los pasillos, y como los prefectos estaban muy ocupados designando piezas, nadie se dio cuenta cuando atravesó el retrato. Estaba muy oscuro, pero como él estaba tan enojado no se dio ni cuenta hacia donde se dirigía. El muy cabrón de Potter ya lo tenía harto, para que más encima tuviera que compartir pieza con él. Pero lo que más le molestaba era que no podía encontrar otra solución. Remus tenía razón, debería asumir la realidad e ir a acostarse, porque estaba muy cansado después del viaje y la comida. Iba a darse la vuelta cuando se topó con el niño pálido y de pelo grasiento que había mirado a James con odio.
-Lo siento – dijo Sirius mirándolo con curiosidad – Eres de primero. Me llamo Sirius Black y voy a Gryffindor.
-¿Sí? Que interesante – dijo el niño con arrogancia – Yo soy Severus Snape. Pensé que si eras un Black pertenecerías a mi casa, pero ya veo que eres bastante parecido a todos los Gryffindor.
-¿Por qué dices eso? – dijo con recelo
-Ya sabes, los Gryffindor se creen mucho por eso de la valentía. Pero en realidad tienen la cabeza llena de aire, hablan con facilidad, pero lo que dicen no tiene mucho contenido.
-¡Yo no tengo la cabeza llena de aire! Si te hablé fue por pura buena onda, y no porque tenga "facilidad para hablar"
-El primer paso es la negación – dijo Snape con malicia – Te entiendo. Supongo que es un fraude que pertenecer a una familia tan respetable no te asegure la entrada a una buena casa en Hogwarts.
-A ya entiendo qué tipo de persona eres. Eres uno de esos que se pasa el día hablando sobre la pureza de sangre ¿no? – dijo Sirius viendo por vez primera por qué el odio entre Gryffindors y Slytherins era milenario – Pero sabes qué, como he vivido en una familia de ese tipo, conozco muchas cosas de ese estilo. Sé por ejemplo cuáles son las familias más respetables y de sangre más pura. Y perdona que te lo diga, pero el apellido Snape no está incluido
Snape lo miró indignado, y cómo no encontró más palabras para hacerlo sentir mal, pasó a las acciones: tomó su varita (que apenas sabía usar) y lo apuntó fijamente. Pero Sirius fue más rápido y de un manotón le arrebató la varita.
-Eso no se hace – dijo en tono dulzón - ¿No te han enseñado que no se ataca al que está desarmado? Eso no es igualdad de condiciones.
-A eso me refiero con el estúpido valor Gryffindor ¿No sería mejor que me pegaras, en vez de dar tontos discursos sobre la igualdad? El más vivo es el que sobrevive, no el más honrado. Eres igual que el engreído de Potter.
-¡Ey, alto ahí! – dijo Sirius pensando seriamente en darle algún golpe a esa serpiente – No me compares con ese. Que sea de su misma casa no significa que me parezca a ese tal Potter.
-¿No? – dijo Snape tratando de ganar tiempo – En todo caso te pareces bastante a él. Se llenan la boca hablando sobre el honor ¡Pura basura!
-Si es así, prefiero parecerme a él que a ti – contestó Sirius dando por terminada una conversación que ya no daba para más y que no le estaba siendo divertida – Ahora lárgate. Quiero irme a dormir y espero que no te metas conmigo en el futuro – dijo lanzándole la varita de vuelta – Si vuelve a suceder me encargaré personalmente de que tus amiguitos de Slytherin se enteren de tu "pura procedencia" – y dicho esto se dio la vuelta para volver a su sala común, pero antes de alcanzar a dar tres pasos vio el resplandor de un maleficio que se dirigía hacia él. Se agachó, pero no fue necesario, porque otra varita ya lo había detenido.
-Qué te dije sobre atacar por la espalda, Snivellus – la voz resonó divertida, proveniente desde atrás de una armadura. Los dos niños la reconocieron como la voz de James.
Snape estaba furioso, pero primero era Slytherin y eso le indicaba que se encontraba en desventaja numérica, así que murmuró algo ininteligible y se fue rápidamente hacia las mazmorras para resguardar su integridad física. James le sacó la lengua cuando pasó por su lado. Luego fue hacia donde se encontraba Sirius, todavía en el suelo. Le tendió la mano y lo miró afablemente. Sirius dudó un segundo, pero al momento sonrió y lo agarró del brazo para levantarse.
-Eh, gracias – le dijo algo avergonzado
-No es necesario – dijo James – Ya te habías agachado, así que de todos modos no te hubiese impactado el rayo. Eres bastante rápido
-Lo sé. Me viene de tanto entrenamiento con mis primas mayores. Si no soy rápido, ellas no tienen problema en lincharme.
Los dos rieron y emprendieron el camino de vuelta hacia su sala.
-¿Por qué saliste de la sala? – preguntó Sirius que tenía muchas dudas sobre el cambio de actitud de James.
-Remus – contestó el aludido como toda respuesta – Así que prefieres parecerte a mí, antes que a Snivellus.
-Eso no es nada difícil. Prefiero parecerme al calamar gigante antes que a ese... Lo siento – se apresuró a decir – No quiere decir que tú seas peor que el calamar, es sólo que ese tal Snape es un cabrón con letras mayúsculas.
-Si sé – dijo James divertido por la confusión de Sirius – Cuando entré al compartimiento de ustedes en la mañana, fue luego de mi primer encuentro con él y estaba algo cabreado. Perdona por haber sido tan autoritario y mala leche.
-Está bien. Perdóname tú también.
-Claro, después de esto está todo arreglado ¿no? – dijo dándole la mano que Sirius agitó.
-Bueno, ahora que seremos amigos se me ocurre una idea – dijo poniendo la típica cara que lo caracterizaría después. Esa cara de cuando se le ocurría una broma que poner en práctica – Tengo unos cuantos chicles en mi mochila que podríamos usar para...
AL OTRO DÍA
-¡Potter¡Black! – dijo Snape que estaba cubierto de una sustancia verde viscosa que despedía un olor putrefacto y tenía el pelo pegoteado con chicle de frutilla – Me vengaré de ustedes – y dicho esto se fue rápidamente hacia el despacho de Slughorn con claras intenciones de acusarlos.
-¡Vamos, Snape! – le gritó Sirius eufórico - ¿No serás además de quejón, mamón, cierto?!! – luego dirigiéndose hacia James - ¿No nos irá a acusar?
-Es lo más posible, Sirius. Acuérdate que por algo le decimos Snivellus (n/a: Snivel significa en inglés lloriquear. De ahí el nombre Quejicus) – dijo James sonriendo – Pero no te preocupes porque recién estamos empezando Hogwarts. Tenemos todo un expediente nuevecito que manchar.
Bueno, eso es el seudo final, porque en realidad ya tngo escrito el 2do capitulo que en realida es mucho mejor, pero depende de cuantos reviews lleguen si me decido a subirlo o no. Ustedes diran.
chau chau
