Era un día tranquilo. El cielo estaba despejado, el clima era bueno...Me encontraba sentado en la mesa del comedor junto con mi hermano Feliciano. Normalmente estaría disfrutando de un día como ese, pensando en tomates o en bellas ragazzas, si no fuera por...
— ...y bueno, ¡me voy a Alemania cuando acabe el verano! ¿No es genial fratello?
— ¿C-como que te vas a Alemania...?—Miré horrorizado a mi hermano. No podía creer lo que acababa de escuchar.
— Vee...te lo acabo de explicar Lovi...—mi hermano, con toda su pachorra suspiró. — Bueno, ¡me hace tan feliz que no me importa contártelo otra vez! Pues resulta que me voy a ir a completar mis estudios a Alemania con Ludwig, ¡incluso me ha invitado a vivir con él! ¿No es genial, vee~?
— ¿¡Genial!?—me levanté de la silla de golpe, estaba completamente furioso. — ¿¡Que te parece de genial todo esto!?
No me lo podía creer. Mi hermano, mi pequeño hermano, se iba a largar a otro país sin mi... Y por si no fuera suficiente, se iba con el bastardo alemán de Ludwig Beilschmidt. Tenía que haberlo alejado de él cuando estaba a tiempo...
— Pero, ¿por qué te pones así fratello?
— ¿Cómo que por qué? ¿¡No es obvio!?—empecé a caminar alrededor de la mesa.— Para empezar, ahora que habías terminado la universidad y pensaba que ibas a estar más tiempo en casa, vas y me sueltas que te largas. Luego, que te vas ni más ni menos que a Alemania con el macho patatas a deshonrar a nuestra familia. Y, por último, está el hecho de que... ¿¡de qué voy a vivir si no estás tú, imbécil!?
— Pero, ¿a que te refieres con deshonrar a la familia fratello? Sólo voy a estudiar artes con mi amigo...
— Ya, que te lo crees tu.— chasquee con la lengua lo más fuerte que pude. No me hacía gracia, pero era evidente que mi hermano y el alemán ese no eran simplemente amigos. Por lo que sabía hasta el momento ellos no se habían dado cuenta, y esperaba que nunca lo hicieran.
— Y, respecto a lo de que cómo vas a vivir...—se levantó enérgicamente de la silla y fue corriendo a la habitación.
Nuestro piso era pequeño, y sólo vivíamos allí nosotros dos. Se componía simplemente de una cocina y una sala de estar (ambas en la misma sala), un baño y una habitación, así que desde dónde estaba tenía prácticamente visibilidad de todas las estancias. Como no me apetecía estar de pie mientras esperaba, me volví a sentar en la silla, sin cambiar mi cara de mala hostia, claro.
Pasados unos minutos, el tonto de mi hermano volvió dando saltitos con lo que parecía ser recortes de periódicos.
— Vee~, aquí tienes Lovi.— y dejó caer los recortes en la mesa.
— ¿Qué es est...?—pero tras mirarlos, no necesitaba ninguna respuesta: el cabrón me había traído páginas recortadas de secciones de ofertas de trabajo, y lo peor es que ya había algunas seleccionadas.
— ¡He marcado las ofertas a las que puedes acceder! Cómo no tienes prácticamente estudios ha sido difícil encontrar alguna, y no son trabajos muy buenos, ¡pero seguro que encuentras algo vee!
— P-pero serás...¿¡desde cuando planeabas esto!?
— Pueeees, ¿desde la graduación...?
— Han pasado dos semanas desde que te graduaste, ¡bastardo!—le pegué una colleja, se lo merecía.
— Ay, Lovi, no hacía falta ser tan malo...—dijo entre sollozos. Ni que le hubiera dado muy fuerte, será exagerado...
La situación no me gustaba una mierda, pero visto que Feli tenía clarísimo que se iba a largar, era mejor que fuera echándole un ojo, total tenía hasta finales de verano...
- Ah, se me olvidaba, ¡la semana que viene tenemos que dejar el piso!—dijo con la más amplia de las sonrisas.
- ¿¡Q-qué!?
- Sí, es que quiero ahorrar dinerito para cuando me vaya a Alemania, y no quiero gastarme lo poco que me queda de beca...así que me voy a ir al piso de Luddy hasta que se acabe el verano~
Definitivamente mi hermano estaba pidiéndome que lo matase. Me lo estaba pidiendo a gritos.
— ¿¡Y que quieres que haga yo ahora!?— podría intentar acoplarme al piso del bastardo alemán, pero ni muerto de hambre me meto en casa de ese. Bueno, muerto de hambre sí, ¡pero mientras no pase no lo haría!
— ¡Pues empieza a buscar trabajo! Aunque si no te das prisa se te van a adelantar...—y el cabrón se largó de allí más feliz que una perdiz, será desgraciado...
Así empecé a ver las ofertas que me había dado mi hermano. Yo no tenía estudios más allá del instituto y un curso de cocina que dejé a medias, así que tampoco podía aspirar a más.
"Se solicita camarero con experiencia..."nada, nunca había trabajado, literalmente, me había pasado los últimos años viviendo a costa de mi hermano y de sus fabulosas becas de superdotado, así que de experiencia ni hablemos. La taché.
"Se busca persona dispuesta a limpiar urinarios..." ¿Limpiar? ¿YO? ¿Y URINARIOS? ¿Por qué clase de persona me tomaba mi hermano? La taché con toda la mala hostia que pude.
"Busco cuidador de perros..." Oh, esta no estaba tan mal..."...que los pasee..." Sí, no me importaría pasear a unas cuantas veces al día. "...y que los asee, les dé de comer y..." Tachada. No pensaba bañar a ningún animal.
Seguí mirando y tachando todo el día, hasta que terminé de ver todas las estúpidas ofertas que el estúpido de mi hermanito me había dado. Ya eran las nueve de la noche, y había empezado sobre las cuatro de la tarde, menudo suplicio trabajar...
— Veee, fratello, ¿qué tal va la búsqueda?—mi hermano acababa de llegar al comedor después de horas metido en su habitación. Seguro que estaba hablando con el alemán ese...
— No me sirve ninguna de tus ridículas ofertas.—le espeté en la cara.— Son todas una puta mierda.
— P-pero Lovi...¡son los únicos trabajos que alguien como tú puede hacer!
— Tch, ¿te piensas que soy tonto o qué eh? Puede que no tenga una carrera universitaria, ¡pero yo soy MUCHO más valioso que cualquiera de los solicitantes de esos trabajos de mierda!
— Pero...
— ¡De peros nada, imbécil!— agarré todos los estúpidos recortes y los tiré a la basura con fuerza mientras Feli lloriqueaba. — Y si quieres hacer algo por mí, más te vale encontrarme un trabajo digno.
Así pues, como estaba cansado de estar toda la maldita tarde mirando papelitos, me puse a hacer la cena. No quería que Feli estuviera lloriqueando mucho, así que preparé su plato de pasta favorito. A ver si así se apiadaba de mí y se quedaba.
A la mañana siguiente me levanté de la cama de mejor humor. Tenía esperanzas de que Feli hubiera recapacitado. Pero cuando salí de mi habitación y fui al comedor, la mala hostia volvió de golpe y porrazo.
— ¿¡Qué haces tú aquí, macho patatas!?—dije señalando con todo el asco del mundo al bastardo de Ludwig, que estaba sentado allí con mi hermano como si nada.
— Ah, buenos días Lovino...—dijo mirando con seriedad. Como lo odiaba.
— ¡Ni buenos días ni leches! Y tú, —dije mirando al infeliz de mi hermano.— ¿¡Cómo le dejas entrar en nuestra casa sin el permiso de tu hermano mayor!?
— Buenos días a ti también fratello.—dijo con una sonrisa de bobo en la boca.— Precisamente Luddy está aquí para ayudarte, así que no deberías tratarlo tan mal...
— ¿Ayudarme? ¿ESE? ¡JÁ! —¿Qué se supone que iba a hacer el estúpido alemán que yo no pudiera? Si era igual de pequeño que el tonto de Feli: ambos 21 añitos de nada mientras que yo tenía 23 jodidos años, a ver si les enseñan a respetar a sus mayores...
— Sí, ayudarte. Realmente no tengo razones para hacerlo, sólo le estoy haciendo un favor a tu hermano.
"Un favor es lo que te gustaría que él te hiciera...pero en la cama, bastardo."—dije para mis adentros.— Y bien, ¿qué se supone que tienes para mí eh?
— Toma. —Se levantó de MI silla y del bolsillo de su chaqueta sacó un papel y me lo dio.
Era una especie de cartita, en ella venía un número y una dirección anotadas. También había anotado un nombre, pero no me interesaba.
— Ese es tu nuevo trabajo. —Sentenció fríamente. — Bueno, más bien posible trabajo. Esta tarde tienes que reunirte con, esperemos, tu futuro jefe en esa dirección. También tienes su número por si no sabes llegar.
— ¿Nuevo trabajo? Oye oye, para el carro bastardo, ¿de qué se supone que voy a trabajar?
— La verdad, no sé mucho detalles, es todo lo que he podido conseguir en una tarde.— Así que el imbécil de mi hermano si que estaba hablando con el alemán...
— Espera, ¿y tú como sabías que no me iban a gustar las otras ofertas?— dije mirando a mi hermano, que seguía sentado en la mesa.
— Por alguna razón sabía que ninguna de esas te iba a gustar, ¡llámalo sentido de hermanos!
— Lo que tú digas. Aun así, no sé si esta es mejor opción, si ni siquiera sé de qué es el trabajo, joder...
— Bueno, no sé de qué es el trabajo, pero conozco al hombre en cuestión, y se de primera mano que es buena persona.
Vaya, buena persona, eso me tranquilizaba MUCHO. En fin, tras toda esa incómoda conversación, eché al macho patatas ese de mi casa y me fui a ver la tele un rato. Se suponía que mi entrevista era a las cinco de la tarde. Así que estuve toda la mañana sin hacer nada y durmiendo la siesta que no iba a poder echarme por la tarde, tenía que recuperar esas horas de sueño.
Desperté a las tres y media hambriento, menos mal que sobraba pasta de ayer. Me la comí y decidí echar un vistazo al papel que me había dado el bastardo. La dirección estaba un poco lejos de mi casa, pero no había nada que un buen autobús no pudiera arreglar. Fue entonces cuando reparé en el nombre de mi supuesto posible jefe.
— "Antonio Fernández Carriedo", tch, menudo nombrecito. Quizá sería mejor no ir, pero no pienso aguantar luego al imbécil de Ludwig si no lo hago...
Y no sabéis cuantas veces me arrepentí de haber acudido a la entrevista.
