Por Claudia Medina
El amor está donde menos lo imaginas
Capítulo 1
La luna se reflejaba en el Lago Michigan, el auto compacto de Albert estaba estacionado frente a él, sonidos de pasión ahogados y el rechinido de la suspensión del carro rompían el silencio del paisaje. El cabello castaño rojizo de Elisa se enredaba en la manivela de la ventana mientras su novio hacía alarde de la pasión que despertaba en él.
-¿Porqué me tocó el primo pobre? Solo me compró un par de zapatos…Terry el heredero al ducado también es guapo pero más chico que yo, tendré que conformarme con él, aunque esto me gusta, es muy bueno y además es guapísimo, me gusta, me gusta mucho- pensaba mientras Albert la besaba y decía que la amaba una y otra vez a lo que ella respondía "me gustas mucho".
Tratando de recobrar el ritmo normal de la respiración se recargaron en el respaldo, el quiso abrazarla pero ella argumentando calor lo impidió, mientras se acomodaba la ropa.
El rostro de Albert todavía tenía rastros de sudor que lo hacía brillar con los rayitos de luz que entraban por la ventana, sus ojos también brillaban y sus fosas nasales se agrandaban para tomar aire y oxigenar sus pulmones, volteó para admirar el cuerpo que acababa de ser suyo, se alisó el cabello rubio y volvió a suspirar.
-¿A qué hora paso por ti mañana?- dijo al acariciarle la mejilla.
-¿Todavía estás con eso? Por favor maduren, campamentos de verano, por Dios, esos es de adolescentes, todavía lo creo de Terry y su hermana pero ¿tú? ¿No te aburre ir con ese montón de chiquillos? Podríamos pasar la semana de otra forma- dijo sugerente al acercarse y besar su oído.- ¿Obligaron también a Terry aunque acaban de llegar de Inglaterra, tiene como 5 años de no ir?
-Claro ya conoces a nuestras madres no existe la palabra no para ellas en cuanto al orfanatorio se refiere, y mucho más al campamento de verano, cuentan con nosotros y contigo,- dijo al tocarle la nariz con el índice- porque eres parte del patronato
-Ay si mi Tía Elroy, me metió en todo esto…
-Pues que bueno sino no nos hubiéramos conocido.-sonrió.
-Si tienes razón Osito Teddy- dijo al acariciarle la nuca- que suerte de mi hermano Niel que ya se fue al campus de Yale, para acomodarse en su departamento. Bueno, que más,-dijo con resignación- pues a las 6:30 de la mañana- dijo al revisarse la uñas, una buena cantidad de su mesada la invirtió en su manicure.
- Ah y gracias, Osito por los zapatos, están lindos, siento mucho lo de la navaja, pero te prometo juntar para regalarte una en navidad.
-Está bien, no te preocupes, te amo- dijo con una sonrisa a fuerzas, al bajarse y subirse al asiento del piloto.
El aire del campo estaba lleno de energía, para todos, menos para Terry, su larga figura bajó del autobús, su madre trataba a toda costa bajarles esas ínfulas que el duque les permitía en las dos semanas que sus hijos pasaban en Inglaterra con los abuelos Grandchester. Con aire de "no me merecen" tomó su bolsa de equipaje y se volvió a ver ese paisaje que muy a su pesar le gustaba, le traía buenos recuerdos de cuando era niño.
-Ayuda con los demás equipajes por favor Terry- dijo Albert
-Si Señor, ¿algo más?- dijo sarcástico.
-Lo siento hermano, aquí todos somos iguales estamos en la democrática pero sobretodo republicana América… mister futuro duque de Grandchester- dijo al aventarle dos bolsas.- y aquí soy uno de los líderes y tu solo vienes como ayudante- dijo sonriendo. Con disgusto el chico moreno empezó a sacarlas del compartimiento, aventó la última la dejó caer a el suelo.
-Hey, con cuidado- se escuchó la voz de una chica molesta
-Lo siento, Miss Ricitos de Oro, del Hillton me corrieron como bell boy.
-Ya veo porque- dijo al revisar inmediatamente su bolsa cerciorándose que nada se hubiera roto.- Ay no mi espejo, se rompió. Si no sabes hacer las cosas mejor no las hagas- expectó. De reojo vio que Albert estaba batallando en romper una cuerda para bajar otras maletas.
-Toma, te presto mi navaja- le dijo al darle una navaja justo como la que estuvo a apunto de comprar la tarde anterior, pero prefirió comprarle el par de zapatos a Elisa.
-Gracias, bonita-dijo al tomarla.
-La navaja, no tú, Ricitos de oro- aclaró su primo inglés.
-Mira Mr. Ex Bell-boy del Hillton, me llamo Candice White, no Ricitos de Oro, y tu apreciación de mi físico me tiene sin cuidado Ok?
-Hola, yo soy Albert Andley y el bell-boy es mi primo Terry Grandchester- dijo Albert al regresar la navaja- Ah, y me refería a la navaja y a ti obviamente.- dijo al observar a la chiquilla de 13 años con el cabello rubio y entorcijado hasta la cintura, los ojos verdes y vivos, pero cubiertos por unos lentes, su look era medio hippioso, no vestía a la moda como las demás chicas. Ella sonrió levemente y se ruborizó.
-Ya ves, te ves más bonita cuando te ríes- dijo Albert
-Gracias, Ah, tu eres Albert, el líder, a tus ordenes, la hna María me dijo que me reportara contigo.
-Pues bien, bienvenida al equipo, como ya veo que se llevan bien, ustedes van a estar a cargo del comedor- dijo riendo y se dio la media vuelta, con eso tendría mas tiempo para estar con Elisa, le iba a caer bien a su primo trabajar con alguien que tenía los pies bien puestos en la tierra.
-Odio a Terry Grandechester- dijo Candy al entrar al dormitorio de las chicas y sentarse en su cama, Paty la chica que venía con ella en el autobús y con quien había simpatizado se asombró de la aseveración y preguntó
-¿Por qué?- dijo la chica de cabello oscuro y ojos azules brillantes.
-Es un odioso, me rompió mi espejo, este me lo dió mi mamá en mi cumpleaños.
-Lo siento, me apena mucho- dijo ruborizada.
Annie Bitter entró al dormitorio
-Candy, pudiste venir, que bueno, pensé que me iba a aburrir, ¿adivina quienes vinieron?
-¿Archie y Steve?
-Siiiiiii- gritó la chica vestida completamente a la moda al brincar de alegría
-Creo que alguien va tener novio… Archie me dijo en la escuela que tú le gustabas- aseguró Candy.- Mira, te presento a Paty, ella acaba de llegar de Inglaterra…
-Hola, yo soy Ann Bitter, ah, y Archie Cornwell está separado…-dijo sonriendo
-Patricia Grandchester-dijo la chica de 13 años – no te preocupes, lo primero que haré será saber quien es Archie y velaré mis encantos frente a él.- dio sonriendo
-¿Grandchester? Eres…
-Hermana de Terry, pero no te preocupes, yo también tengo la misma idea.
-Y prima de Albert…
-Asi es, nuestras madres, Eleonor y Rosemary Becker son hermanas, mi mamá se casó con el duque de Grandchester y mi tía Rosemary se casó con mi tío William… pero ambas fueron criadas en este orfanatorio.
-Pero Eleonor Becker es la ¿artista?- preguntó Annie
-Si, y vivimos entre los Angeles, New York y Londres…creanme no es muy divertido, no tienes tiempo de tener amigos de verdad y no te acoplas bien a ninguna escuela.- dijo con desgano mientras sacaba la ropa de su bolsa.
-Pero tenemos tiempo para pasarla bien, aunque estemos a cargo del dormitorio de las chiquitas- dijo Annie
-No lo siento, Albert me cambió al comedor, y mi pareja de trabajo es el hermano de Paty, que por cierto me cae muuuuy bien- dijo Candy sarcástica.
-¿Quién? ¿El bombón de largo cabello oscuro y enormes ojos azules que está allá afuera?, me dijo que le hablara a Ricitos de Oro.- dijo despistada.
-Gracias, soy yo. El deber me llama.- dijo al pararse y dirigirse a la puerta.
-¿Poe?- preguntó Candy al sentarse junto a Albert que leía mientras comía después que el comedor quedó vacío, acomodó su plato junto al de él y brincó la banca para sentarse.
-Si, ¿Lo has leído?- preguntó asombrado que una niña de 13 años lo conociera
- Si, la que más me gustó fue la Casa de Usher. Buenísima, lloré cuando ella se despertó- dijo sonriendo.
-Bueno…- pensó por un momento- yo no lloré- rió
-¿Están muy divertidos?- dijo Elisa parada junto a Albert y su plato de comida en la mano- digo si están me voy a otro lado.
-Elisa, muñeca, siéntate- dijo al levantarse y tomar su plato y ponerlo en la mesa.
Candy se asombró de la esmerada atención del muchacho a su novia, era justificable, ella era bonita y con clase
-Te puedes hacer para allá, este es mi lugar-dijo la pelirroja autoritaria.
-Toma el mío Candice- dijo Albert.
-No está bien, ella quiere estar cerca de ti, a mi no me pasa nada con sentarme acá enfrente.- Lo hizo más por el chico que hasta ese momento de había portado gentil con ella.
-Hola, ¿Me puedo unir a la fiesta?- preguntó Terry al sentarse junto a Candy.
-Por eso me encanta estar de responsable en el comedor, comes al último…- Buena idea primo, hola prima ¿Cómo estás?
-Bien primo- le gustaba que Terry le dijera así, se sentía de la nobleza, lo que no sabía es que él lo hacía de forma sarcástica.
-¿Qué tal Londres?- preguntó asertiva
-Bien, como desde hace 400 años, por cierto te manda saludos.- su broma no fue seguida por nadie.
-¿Cómo es que has leído a Poe?- dijo Albert queriendo cambiar el tema al retomar la conversación con Candy.
-Bueno, mi mamá es maestra en la Universidad y pasa todo el día fuera de casa, mi papá es el contador aquí, en el patronato del orfanatorio…
-Anthony White, si lo conozco-dijo Albert
- Mi mamá es muy aprensiva y no puedo salir sola a la calle, así que empecé a tomar la única compañía que tenía en casa.
-¿La televisión o video juegos?- preguntó Terry divertido.
-No, los libros, en mi casa están prohibidos esos juegos y la televisión tiene horarios… la comida es vegetariana en su mayoría y no conocemos el sabor de la pizza de carnes frías congelada. Así es mi mamá- dijo sonriendo antes de dar un bocado.- resultado de la generación hippie.- aseguró al encogerse de hombros.
-Bueno si que eres una niña muy…. Rara… por no decir otra cosa- dijo Elisa, crudamente.
- ¿Aburrida?- preguntó Candice viéndola a los ojos seria.
Los primos quisieron salir corriendo, cuando dos mujeres empezaban una rivalidad era semejante a una guerra nuclear.
-Bueno a los chicos de tu edad no le gusta Puccini o ¿Cómo se llama Osito? – trató de justificarse para no lucir cruel frente a los muchachos.
Terry y Candy cruzaron por primera vez una mirada cómplice, compartían la misma idea, colgar a esa mujer del árbol más alto.
-Puccini es un músico muñeca, nosotros estábamos hablando de Poe, Edgar Allan Poe. – dijo Albert con paciencia y con algo de pena.
-Si, me parece que si, las chicas divertidas, no conocen la diferencia entre Poe y Puccini. En lo que se divierten no necesitan saberlo.
-¡Wow!, ¡genial!, le calló la gran boca a Elisa Leegan, la más tonta de las chicas y vaya que conocía chicas como ella, con senos grandes y cerebro chico- pensó Terry, esa niña empezaba a caerle bien, era más que una ratita de biblioteca, como lo parecía con esos lentes, la observó con cuidado por un momento y le pareció bonita, con carácter, única. Se quedó así como tonto viéndola.
-Pues si, tal vez, pero es más patético que ningún chico las besé.- dijo Elisa, tratando de ganarle a esa pobre insolente, ¡¿Cómo a ella, Elisa Leegan?!
-¿A que sabrían sus labios?- se preguntó Terry.
-Suficiente, Elisa,- dijo ALbert serio.
-¿Cómo? ¿Un beso como este?- dijo Terry antes de besarla en los labios sin decir más. Quería callarle la boca a Elisa.
-Candice White- se oyó la voz de la Hna. María- ¿Qué sucede?
Ven inmediatamente a mi oficina- dijo con autoridad.
Candy regresó a su cuerpo, con furia vio a Terrence y sin decir nada se levantó a obedecer la voz de la directora.
-Si tía, ya voy- dijo casi audible.
-Genial, es sobrina de la Hna María, tendremos problemas, de seguro están contentos con le que le hicieron a esa pobre niña- dijo Albert molesto al levantarse y seguir el camino de Candy hacia la oficina general.
ESTE FUE MI PRIMER ALBERT-FIC EN SI, ESPERO QUE LES GUSTE..Y DISCULPEN ESA ESCENA CON ELISA PERO ERA NECESARIA PARA LA HISTORIA..DISFRUTENLA..REVIEWS POR FIS ;)
