LAS DOCE CASAS DE LA TENTACION
La prueba
-Milo, no insistas. Esta vez se terminó.
Milo clavó su mirada en Camus buscando un indicio de duda en sus ojos, pero no lo había. Lo único que reflejaba la mirada del Caballero de Acuario era rabia, tristeza y determinación. Aún así el Escorpión no se daba por vencido, no podía dejar escapar al amor de su vida por una tontería, y así se lo dijo:
-Camus, no podemos separarnos por esta tontería...
Fue lo peor que pudo haber dicho. La tristeza y la determinación desaparecieron de la mirada de Camus, ahora sólo quedaba la rabia, rabia contenida mucho tiempo y que ahora dejó escapar a gritos:
-¿Una tontería? ¿El qué es una tontería? ¡Que te folles a medio Santuario no es una tontería! ¡Joder, Milo, que soy tu pareja! ¡TU NOVIO! Según tú me amas...¿no me merezco un poco, AUNQUE SEA S"LO UN POCO de fidelidad? ¿Por qué coño tienes que ir buscando rollo por ahí? ¿Acaso no te doy bastante? ¿No hago todo lo que me pides en la cama?
Milo intentaba detener el torrente de reproches, pero no podía.
-¡Te follaste a Afrodita, y te perdoné, porque según tú te dejaste llevar por los recuerdos de cuando erais novios! ¡Te follaste a Death Mask y también te perdoné porque estabas borracho! ¡Y hoy te encuentro morréandote con Aioria! ¿Pretendes que te perdone también? ¿Qué excusa tienes ahora?
Por fin se detuvo a tomar aliento y Milo aprovechó para acercarse a él y ponerle una mano en el brazo, intentando tranquilizarlo.
-Camus, por favor, escúchame. Sabes que ninguno de ellos significa nada para mí, sólo te amo a tí, y te juro que nunca más volverá a pasar...
-¡Ja! Eso mismo dijiste la última vez.
-Esta vez es distinto, te lo aseguro. Me he dado cuenta de que puedo perderte...y no quiero, no quiero perderte por nada del mundo. Por favor, dame otra oportunidad. La última. No te arrepentirás.
El Escorpión le miraba suplicante. Camus esbozó una sonrisa amarga:
-Cuando te pones así parece que hablas en serio y todo. Qué pena que ya no pueda fiarme de ti.
-¡No digas eso! Puedes confiar en mí, te lo voy a demostrar. Haré cualquier cosa que me pidas. Si quieres les mando a la mierda a todos delante tuya.
El Caballero de Acuario no respondió. Se quedó pensativo, la boca apretada, los ojos entornados y con un brillo inteligente y frío. Milo le temía cuando ponía esa expresión. Camus podía llegar a ser muy calculador.
-Está bien, tendrás tu oportunidad -dijo al fin.
Milo sonrió alegre e hizo ademán de abrazarle, pero el otro retrocedió unos pasos, serio.
-No cantes victoria antes de tiempo, no lo vas a tener nada fácil. Mañana hablaremos.
-¡Eh! ¿A dónde vas?
-Tengo que preparar algunas cosas para tu "prueba" -y se fue sin decir nada más, dejando a Milo con un montón de preguntas en la boca. ¿Una prueba? ¿Qué clase de prueba?
-----------
A la mañana siguiente, Milo se despertó siendo zarandeado bruscamente:
-¡Vamos, levántate!
El Escorpión abrió los ojos un par de segundos, suficientes para ver que quien le despertaba era Camus y que el reloj de la mesita marcaba que "sólo" eran las 11, así que se dio la vuelta con intención de seguir durmiendo, pero Camus le retiró bruscamente las sábanas.
-¿No querías una oportunidad? Pues es hora de que empieces tu prueba. Tienes cinco minutos para vestirte. Te espero en el salón.
Milo se quedó un par de minutos más en la cama, medio dormido e intentando ordenar sus pensamientos...es hora de que empieces tu prueba...¿de qué hablaba este loco madrugador? Entonces recordó la conversación del día anterior y las cosas comenzaron a encajar. Se incorporó y estiró los brazos, desperezándose. Camus asomó su cabeza azul por la puerta:
-¿Todavía no estás vestido? Eso es que renuncias a la prueba, ¿no? Esta bien, entonces me marcho.
-¡No! ¡Espera!
Milo cogió el primer pantalón y la primera camisa que encontró y salió vistiéndose detrás de Camus.
-¿Por qué eres tan cruel? Sabes que antes de las 12 de la mañana no soy humano.
Camus no se molestó en responder.
-¿A dónde vamos?
Estaban bajando escaleras y más escaleras a paso rápido:
-¿Vamos a alguna Casa de las de abajo?
Camus se detuvo de repente y Milo casi choca con él.
-¿No puedes dejar de hacer preguntas? ¡Me estás poniendo nervioso! -le dijo Camus, desesperado.
Milo no dijo nada más. Pasaron todas las Casas del Zodíaco, todos los Caballeros estaban en sus Templos, cuando entraban ellos dos saludaban a Camus y miraban a Milo con una extraña expresión. "Aquí está pasando algo MUY extraño" se decía el Escorpión.
Cuando atravesaron la última casa, la Aries, Camus se detuvo y señaló el paisaje que había sobre sus cabezas.
-Lo ves, ¿verdad?
-Sí, no estoy ciego. Ya he visto las Doce Casas muchas veces. -Milo le miraba, cansado ya de tanto misterio. Por fin Camus se explicó:
-Esta es tu prueba. Tu última oportunidad. Yo te esperaré en el Templo de Atenea, arriba del todo. Si quieres demostrarme que no volverás a acostarte con nadie más tienes que atravesar las Doce Casas sin tirarte a ninguno de los Caballeros.
Milo no pudo evitar reírse:
-¿Y a eso lo llamas una prueba? Mira que es fácil. Camus, te creía más inteligente, por un momento pensé que habías maquinado alguna prueba horrible.
-No va a ser tan fácil como crees. Los Caballeros no te dejarán pasar fácilmente.
-¿Qué quieres decir?
Camus le miró... Milo volvió a reírse.-Jajaja, ¿estás insinuando que todos van a intentar seducirme?
-Exactamente.
-¿Te has compinchado con todos? ¿Cómo les has convencido?
-Bueno...a algunos fue más fácil que a otros -suspiró Camus.- Si quieres pregúntaselo a ellos.
Se quedaron los dos allí de pie por unos minutos, pensando en lo que estaba ocurriendo. Milo se puso serio:
-Camus, esto es una tontería. Sabiendo que tú estás esperándome arriba no voy a caer en las garras de ninguno.
El Caballero de Acuario levantó una ceja, sin mirarle. Era evidente que él no estaba tan seguro.
-¿Aceptas la prueba, o no?
