PROLOGO

Capítulo 1:

Nada que hacer, nada que explotar, nada que destrozar, esos eran los pensamientos de los mellizos mientras cabalgaban a su dragón de dos cabezas por sobre los páramos fríos de Berk. El viento helado golpeaba sobre sus rostros como burla por su falta de destrucción habitual, planearon sobre las aguas truculentas con la esperanza de encontrar algún risco afilado o algún dragón de mal humor, y tal vez con suerte cruzar fuegos con algún berseker.

Hasta que ya rendidos, descendieron sobre uno de los acantilados de la isla, y sin ánimos, se dejaron caer como rocas sobre la hierba suave, mirando las nubes del azul cielo en tanto que Eructo y Escupitajo los veían con igual desgano.

-¡AHHHHHH! POR AMOR A ODÍN, ¿QUÉ VIDA ES ESTA? –gritó finalmente Brutacio golpeándose su cabeza contra el suelo y posteriormente llorar como niño berrinchudo.

-¿Y qué esperabas? Dagur está en la cárcel, el Grito Mortal se fue con su mami y Berk está en paz con los marginados, ya no hay nada que podamos explotar y volar en pedazos –le encrespó su hermana, para luego darle una buena patada en la espalda que detuvo el llanterío.

-Lo sé –dijo de pronto Brutacio incorporándose seguido por Brutilda – entonces, tal vez tengamos que hacer algo nosotros...

-¿Cómo que genio? Si hablas de volar yaks, a Patán o usar el Gran salón como fosa de jabalíes, ya no funciona, no tienen el toque, sin mencionar que el Jefe nos hará limpiar de nuevo el popo de dragón.

-Bueno, querida hermana, tendremos que hacer algo radical, nunca visto que ponga a Berk de cabeza y nuestros nombres pasen a la historia... – entablo el chico con entusiasmo y su sonrisa torcida.

-Sí, sí, sí, sí, podemos hacer algo grande, que deslumbrará a todos los vikingos y a los dragones –le alentó su hermana.

Lo que no sabían los hermanos, es que mientras conspiraban para una nueva travesura que dejaría más que fuego en las calles de la aldea, es que su dragón había comenzado a actuar extraño cerca del risco. Sus ojos de a poco se tornaron agudos y comenzaron a gruñir amenazadoramente entre ambas cabezas.

-Muy bien hermano, ¿cuál puede ser el plan que nos hará pasar a la historia?

-No lo sé, aún estoy pensando, no es fácil hacer que esto debajo del casco funcione.

-Dímelo a mí, eso siempre ha sido un problema –luego la vikinga chocó su puño como si tuviera una gran idea- ¿Y sí chocamos nuestras cabezas? Dos cabezas son mejores que una –replicó con autosuficiencia.

-Brillante hermana, veo que sí has aprendido un par de cosas de mua.

-Eso quisieras.

-Ok no entremos en detalles, vamos a la cuenta de 1, 2 y 3...

Y así ambos chocaron con fuerza sus cabezas, quedando más mareado Brutacio que Brutilda.

-¿Alguna idea? –le preguntó Brutilda a un muy aturdido Brutacio.

-Nop, nada, ¿y tú?

-Tampoco, no espera algo viene, viene, viene... No, falsa alarma es sólo migraña.

-¡Esto es inconcebible! Es uno de nuestros cabezazos más duros y no has podido pensar en algo.

-¿Yo? ¡¿Y qué me decís de ti?! Hasta dónde yo sé, he sido la única con cerebro aquí.

-No estoy de acuerdo con eso hermanita.

-¿Quieres ponerme a prueba?

-Claro que sí, por lo que quiero declarar el reto...- pero Brutacio no pudo terminar, ya que fueron interrumpidos cuando una enorme roca rodó sobre ellos.

Cuando los mejillos se recuperaron del ataque, vieron que la enorme rueda no era nada más que su dragón jalándose entre sus cabezas y rodando a quema ropa.

-¡Hey! Chicos, ¿qué no ven que tratamos de tener una discusión violenta por aquí? –le increpó el vikingo, recibiendo un coletazo que lo arrojó encima de su hermana.

-Muy bien, eso es raro, más de lo normal, ¡NO SOMOS PATÁN! –reclamó de un salto Brutilda tirando a su hermano que soltó uno de sus peculiares AUCHS- Alguien tiene que enseñarle a ese par de cabezas quién manda.

-¿En serio? – se burló su hermano, parándose adolorido.

-Muy bien, ustedes dos o ustedes mitades, van a escucharme sobre interrumpir importantes discusiones violentas...- pero no pudo decir más, ya que está vez el dragón liberó una fuerte explosión mientras reñía entre sí que la mandó a volar.

Brutacio se burló con ganas de su hermana, pero fue callado cuando ella chocó abruptamente contra él y ambos rodaron cuesta abajo, impactando con varia ramas y rocas, finalmente estrellándose en un túmulo de tierra, con Brutilda encima de Brutacio.

-Eso me dolió mucho, me dolió mucho.

-¿En serio? Yo caí bastante bien- se jactó la vikinga poniéndose de pie- Guau, esa fue una buena caída, pero no tan larga como esperaba, ¿Y puede saberse que te pasa ahora? – le inquirió al verlo haciendo una cara de drama.

-Creo que me rompí la espalda –le contestó con el rostro pálido y estático.

-Mal por ti, genial para mí – sonrió ella, con sus manos entusiasmadas, pero pronto su expresión cambió a una decepción al verlo incorporarse.

-No espera, no fue mi espalda, rompí esto.

Brutacio le mostró a su hermana, que aún se limpiaba, una extraña planta de un verde brillante, que parecía una papa deforme.

-Mmh... Me parece haberla visto antes –meditó ella al igual que su hermano.

-También yo, creo que tenía algo que ver con dragón... ¿Hierba de dragón? –su hermana negó de inmediato- ¿No? ¿Cómo era?, roca de dragón...

-Es una especie de planta genio, hasta yo sé la diferencia.

-¡Lo sé! No me interrumpas, veamos tal vez sea; papa dragón, zanahoria dragón, ¡tomate dragón!

-¿De verdad? Me estoy asustando de que seamos mellizos.

-¡Oh por Thor! ¡No me desconcentres! Lo tengo en la punta de la lengua, ¡ya sé!, ténmelo un segundo.

Un poco dudosa de lo que su hermano quería hacer, Brutilda recibió la planta, para luego poner una mueca de extrañeza al verlo tirarse su lengua.

-Va-mosch len-gua, shuelta de una vech, poch ochin, che que llo tenjo en ya puntya.

Luego de muchos jadeos y tirones, Brutacio cayó al suelo rendido y respirando profundo, ante los ojos extrañados de su hermana.

-Muy bien lengua, tu ganas esta batalla pero la guerra es mía, ¿me escuhaste lenchua? – esto último lo dijo tirando de una última su pobre lengua hinchada.

-Si ya terminaste con tu lengua, ¿qué tal te parece que intentamos recordar a nuestro modo?

-Bien pensado sis, adelante con todo- se paró entusiasmado el vikingo, recibiendo la planta en las manos por su hermana, seguido de un fuerte puñetazo que lo hizo girar.

-Golpea de nuevo, casi lo tenía –su hermana, repitió el procedimiento aún más fuerte- no de nuevo con más fuerza –otro golpe- ¡no funciona! ¡PERO DA UN GOLPE DECENTE MUJER!

Brutilda sonrió maliciosamente, se sacó su casco y con esté le dio de lleno en la cara a su hermano que giro cuatro veces y mirando doble.

-¡Ya lo tengo! ¡ RAÍZ DE DRAGÓN!- gritó victorioso Brutacio hasta que cayó en cuenta de lo que tenía en la mano- Ohhhhhhhhhh raíz de dragón, una maligna planta que vuelve salvajes a los dragones.

-Sí, ahora recuerdo, la vez que Tormenta y Colmillo casi se arrancan ala por ala, jajaja eso fue increíble, ahora entiendo por que nuestro dragón se les fueron las tuercas.

-Sí, fue asombroso, pero sabes hermanita, he estado pensando, ¿qué le hará esta raíz a los vikingos?

-No sé, ¿probamos?

-De acuerdo – y Brutacio dió un respiro profundo a la raíz.

-¿Y bien? ¿Algún cambio?-preguntó ilusionada la vikinga.

-Nop, nada.

-Tal vez no funcione en vikingos.

-O tal vez debamos hacerla polvo –lo dicho por Brutacio, llamó la atención de su hermana- ¿recuerdas que mamá siempre muele a polvo las hierbas para la cena? Dice que así se concentra mejor el olor y el sabor.

-Sí, sí, sí, tal vez así funcione mejor, una dosis concentrada para cualquier vikingo.

-Y bien querida hermana, ¿quién podría hacer la prueba?

-Veamos, sería divertido en Patán pero el ya en sí es patético, Astrid no es una buena opción por que si no funciona nos perseguiría con mano en hacha encima –su hermano acordó un poco temeroso que la otra vikinga los usará de tiro al blanco-, Hipo no es una buena idea, ya que el señor Furia Nocturna siempre está con él, nos volaría con su plasma antes de que podamos usa el polvo.

-La única opción en Patapez, aunque no es mala idea, es decir, una vez escuché que acorraló a Patán por el asunto de las piedras de la buena fortuna.

-Eran huevos de Cambialas, pero sí, también escuché que fue una verdadera bestia con Patán.

Ambos hermanos se miraron cómplices y luego a la raíz de dragón.

-¡PATAPEZ!