Peri la scout.
Capítulo flecha: Un zarpazo.
¿Qué pasaría si Peri hubiera nacido en el lado cálido?
Abrí los ojos por primera vez y un brillo dorado me cegó, tardé unos parpadeos en acostumbrarme y poder ver a un hada tan confundida como yo, rubia, con un corto e impecable vestido blanco. Aquél cruce de miradas me mantuvo hipnotizada hasta que…
—¡Bienvenidas a Pixie Hollow!— me fijé en mi entorno y vi que estábamos rodeadas por decenas de hadas, que nos encontrábamos encima de un increíble árbol del que caían cascadas de polvo dorado.
Me levanté a la vez que ella, con sincronía, y miramos al hada de grandes alas doradas que se acercaba a nosotras.
—Habéis nacido de la misma risa de un niño y un diente de león os ha traído hasta aquí, dejad que como reina os dé la bienvenida a nuestro maravilloso hogar.
—A-ah…— su mirada dudosa volvió a mí, y redujo la poca distancia que nos separaba, como si tratara de buscar refugio.
—No temáis, estáis aquí para una buena causa y os bien aseguro que en un par de días viviréis a gusto al igual que todas nosotras. Bien, lo primero es lo primero, ¿quién de las dos quiere ser la primera en descubrir su talento?
En ese momento me miró con pánico, ella estaba asustada, confundida más que yo. Le asentí con la cabeza como si respondiera a su silenciosa petición, y di un paso al frente.
—Yo misma.— Aquella hada de pelo castaño y expresión relajada dio unos aleteos con una sonrisa, quedándose en el centro de la plataforma en la que nos encontrábamos.
—Muy bien, veamos…— entonces aparecieron varias setas rodeándola, y otras hadas, unas quince en total, se acercaron para dejar encima de cada uno de ellos extraños objetos. —Este momento es muy importante, determinará qué posición tendréis en nuestra sociedad para siempre, así que tómate todo el tiempo que necesites.
—Hm.— Me acerqué a ella no sin antes lanzarle una mirada tranquilizadora al hada que estaba en la misma situación que yo. —Vale y… ¿qué tengo que hacer?— algunos se rieron en voz baja.
—Escucha a tu corazón y sigue tus instintos, entonces sabrás qué hacer.
Apreté los labios sin estar muy segura, no entendía muchas cosas pero aún así fui paseándome por aquellas setas, mirando detenidamente aquellos objetos. Pasé de largo un arco y en seguida me detuve, quise cogerlo, conocer su peso, su tacto, la tensión de su cuerda, y lo agarré. En ese momento sentí que emanaba un calor, un poder extraño entre su madera, una ligera luz que me hizo agarrarlo con más fuerza. Quise hacerlo mío.
—Felicidades, demos un buen aplauso a nuestra nuevo scout, ¡Periwinkle!— una ola de aplausos me envistió los nervios, siendo claramente el punto de atención, haciéndome dar vueltas sobre mí misma para ver a todos aquellos que nos rodeaban, quizás setenta o cien, hasta que volví a toparme con la del vestido blanco, igual al mío.
Dejé el arco donde estaba para ir a por ella, de alguna forma me preocupaba.
—Vamos, puedes hacerlo— respiró hondo nerviosa y levantó la mirada.
—Sí.
Se acercó a la reina y luego fue directamente hacia el arco. Al cogerlo, con miedo, se le rompió por la mitad y todos nos quedamos sin aliento. Sentí romperse algo más que aquella extraña madera.
—Vamos… aguanta…— dije aún sabiendo que mis palabras no le llegarían. Cuando dio unos pasos hacia atrás, una especie de martillo se puso a brillar, levitando hacia ella, creando una gran expectación. No parecía ser algo usual por la expresión que tenían algunos.
Cuando alzó la mano y lo cogió, aquél brillo se volvió cegador por unos segundos. Al cesar, todo el ambiente la aclamó con fuerza, haciéndole sonrojarse, haciéndome sonreír de alegría.
—¡Muchísimas felicidades a nuestra nueva tintineadora, Tinkerbell! Esperamos grandes cosas de ti.
En el fondo quise que fuera scout al igual que yo, pero me alegré de que su talento fuera tan… brillante.
Al momento se acercaron hadas con ropaje parecidos, todas hadas, y me dieron la bienvenida a su grupo. Ellas serían mis compañeras. Vi de reojo que Tinkerbell estaba abrumada, con unos duendes de ropa verde.
—…es raro ver el nacimiento de hermanas, normalmente nacen de una en una.— Presté atención a aquella hada de pelo negro.
—¿Hermanas? ¿Somos hermanas?
—¡Sí! Nacisteis de la misma risa, y os parecéis… un poco.— Inmediatamente me miré las puntas de mi pelo, yo era rubia también. —Por cierto, me llamo Fury, ella es Chase y la que está seria como una piedra es Nyx.
—Seremos tus instructoras— me fijé en que salía un arco de la espalda de Chase y me quedé mirándolo unos segundos. Cuando le eché un ojo a Tinkerbell vi que ya no estaba, y decaí mis ojos al no saber si la volvería a ver.
Así fueron mis primeros minutos en Pixie Hollow, me hicieron una ruta rápida por las estaciones enseñándome sobre los talentos más importantes, entre ellos el de scout. No mencionaron mucho sobre los tintineadores, dijeron que se encargaban de hacer alguna que otra arma pero que en su mayoría hacían utensilios para todos.
Nuestra misión, mantener a salvo nuestra comunidad, tanto allí como en Tierra Firme. Tenía mucho que aprender, tanto, que no me dejarían tomar un arma hasta que aprobara un examen de conocimientos.
Después de llenarme la cabeza de información, llegamos a los picos montañosos donde me presentaron mi hogar, en una especie de cueva. Allí me dejaron tiempo para mí.
Respiré. Había una mesa con libros apilados encima, un pequeño pasillo que llevaba al baño y una habitación. Probé la cama, más cómoda de lo que esperaba y me puse a curiosear el armario, había un traje nuevo.
Me dispuse a cambiarme de ropa, pensando en qué debía estar haciendo Tinkerbell, y me miré al espejo por primera vez, completamente desnuda. Me alegré de tener los ojos azules, al igual que ella. Mi piel era algo pálida, mis pechos prácticamente planos y estaba bastante delgada. Me vestí y me hice una coleta con mi cabello, dejando dos mechones imposibles delante de mi rostro.
—Periwinkle…— se me hizo algo extraño mi nombre, tendría que acostumbrarme.
Eché la vista a la ventana y dada la altura, ofrecía unas buenas vistas de las estaciones, era un lugar estratégico que abarcaba una buena parte de Pixie Hollow. Me sorprendí de lo aguda que era mi visión, podía ver el más mínimo movimiento de una hoja a cientos de pasos de distancia.
Entonces salí obviando la cocina, volviendo con ellas para no hacerlas esperar más, siguiendo con los primeros pasos de mi preparación.
Ya me advirtieron que los primeros días iban a ser farragosos, de leer mucho y asimilar muchos conceptos. Después de eso, me tocaría entrenar, entrenar y entrenar. Los scouts eran infalibles por la disciplina y estricta forma de hacer las cosas. Puntualidad, perfección, rendimiento, aprendizaje… eran palabras que escuché repetidas veces.
Se me hizo un poco cuesta arriba, lo vi muy complicado y no sabía bien si conseguiría estar a la altura, pero al menos me esforzaría al máximo para conseguirlo.
Cuando creí que me iba a dar dolor de cabeza, dijeron que habíamos terminado por hoy, que podía hacer lo que quisiera siempre y cuando tuviera cuidado. Le dije a Chase si me podía acompañar al refugio de los tintineadores por si a caso y aceptó encantada. Ella era la que me caía mejor, quizás por ser un arquero o por si amabilidad, no lo sé.
Me pasé todo el camino haciéndole preguntas sobre su arco, desde cuando lo tenía, cómo lo usaba, cuántos había tenido, cuántas flechas habría lanzado con él… hasta que llegamos.
Necesitaba saber que estaba bien, que su talento no requería tanto esfuerzo o que tenía unos buenos compañeros. La encontramos entre esos dos tintineadores, haciendo cazos y teteras. Estaba tan concentrada que no nos vio llegar.
Le cogí una tetera que tenía delante de sus narices y me puse a observarla.
—¡Eh! Oye, no toqu…— se quedó congelada un momento al verme y sentí un revoloteo de emoción en mi barriga. —¡Periwinkle! ¿Q-qué haces aquí?— se puso de pie tan rápido que por poco se cae.
Le devolví la tetera sonriendo, fijándome en su corto vestido verde.
—Pues… quería saber qué tal te iba, menudo cambio has pegado.— Llevaba el pelo recogido también, en un moño hecho a la perfección. Me enterneció verla ruborizarse.
—Y tú… a-ah, pues bien, muy bien, al parecer tenemos mucho trabajo porque tenemos que hacer los preparativos de primavera y eso…
—Oh, bueno, claro, sólo quería pasar a saludar. Si tienes trabajo…
—¡N-no! O-o sea… tengo am… tiempo, ¿puedo salir un rato Bobble?
—Claro, pero no tardes demasiado, aún tienes que hablar con hada Mary.
—Estupendo.— Me reí por la cara que puso al ver a Chase, no se había fijado en ella hasta entonces.
—Tinkerbell, ella es Chase, una de mis supervisoras, la mejor arquero de Pixie Hollow.
—Yo no diría tanto pero bueno… encantada.
—A-ah sí, ellos son Clank y Bobble. Hasta luego chicos~
Salimos del refugio, viendo lo nerviosa que estaba ella. Sentía que tenía tantas cosas que decirme que no sabía por dónde empezar.
—Bueno chicas, yo ya he cumplido mi parte, ahora tengo que volver para preparar cuatro cosas para mañana. Procurad no meteros en ningún lío.
—Hm, sí, tendremos cuidado.— Le agradecí con la mirada que nos dejara solas, sentía que mi hermana lo necesitaba.
Respiró un poco más tranquila después de que se fuera y nos pusimos a dar un aleteo por un tranquilo paseo de Primavera.
—Bueno y… ¿qué has estado haciendo?— le pregunté.
Me contó por encima lo que hizo, atropellando las palabras. Se la veía saturada, ajetreada y abrumada por todo, más de lo que debería. Dijo que la había fastidiado con unas tazas por querer ir demasiado rápido. La frené, aproveché unas piedras en el camino para sentarnos.
—Vale pero no te estreses, tómatelo con más calma o te va a dar algo, no pretendas hacerlo todo el primer día.
—Y-ya pero… hay mucho trabajo que hacer, todos están muy ocupados y con lo del martillo y tal… todos esperan mucho de mí y-y la verdad es que no sé si seré capaz de…
—Oye oye, relájate, no pienses en eso ¿vale? Tú dedícate a hacerlo lo mejor que puedas y no te sobre esfuerces. También esperan mucho de mí pero voy a ir a mi ritmo para no tropezarme, y no te preocupes por lo de las tazas, es normal que cometas errores al principio.
Miró hacia el cielo apoyando sus manos hacia atrás, respirando profundamente.
—Ya… gracias.— En ese momento sentí que le quitaba un pequeño peso de encima, y me alegré el corazón.
—De nada. Somos… hermanas, ¿no?— me miró y sonrió de golpe.
—Sí, una de las pocas que hay por aquí.— Le puse mi mano encima de la suya, cogiéndosela con cuidado.
—Todo saldrá bien, ya verás, es nuestro primer día después de todo.— En aquél instante pude ver perfectamente sus pupilas. —¿Seguimos?
—Claro, llevo demasiado rato encerrada en el refugio, necesito estirar las alas.
Ya más tranquilas, dimos una pausada vuelta por las estaciones mientras nos conocíamos un poco mejor. Nos sentíamos cómodas estando juntas, como si nos pudiéramos entender usando la mitad de palabras. Fui afortunada por haber nacido acompañada, necesitaba charlar con alguien así.
Llegamos a su casa en un abrir y cerrar de ojos, me hizo gracia porque me la enseñó como si fuera a vivir con ella. Después de terminar con la visita guiada, tuvimos que despedirnos, sin ganas de hacerlo.
—Supongo… que nos veremos mañana.
—Pues claro, no te vas a librar de mí fácilmente— dijo alzando el dedo.
—¿Me lo vas a poner difícil?— sonreí con un tono sugerente.
—Te lo pondré imposible, así que mejor ve rindiéndote.
—Vale, me rindo. Nos vemos.
—Hasta mañana, Peri.— Peri sonaba mucho mejor que Periwinkle, sobre todo si lo decía ella.
—Adiós, Tink.— Nos reímos como tontas mientras nos alejábamos, Tink también sonaba mejor que Tinkerbell, iba a llamarla así a partir de entonces.
Respiré hondo con gusto sabiendo que ella iba a ser mi mejor amiga, mi compañera fiel, mi hermana.
Volví a los picos montañosos de buen humor, relajada y con optimismo, con la conciencia tranquila de saber que le iba a ir bien.
Terminé de pasar la tarde con Fury, me dio todo un listado de los libros que me tenía que leer, en qué orden y para cuando debía terminarlos. En una semana y media debía de tenerlo terminado. También dijo que haría el examen en dos semanas, que no era difícil si estudiaba un poco.
Cenamos en grupo en una de las mesas del comedor comunitario, unos once en total, y me dieron una agradable bienvenida. Estaba algo cohibida porque todos parecían llevarse bien y no conocía muy bien a nadie. Pensé fugazmente que todo habría sido muy diferente si mi hermana también fuera scout.
Empecé con la lectura antes de ir a la cama, y dormí de cabeza como un tronco agotada por ese intenso día.
Tuve un extraño sueño en el que lanzaba una flecha que se ralentizaba hasta quedarse totalmente pausada en el aire. Lo olvidé a los pocos segundos.
Me levanté temprano para aprovechar el día y avanzar todo lo posible. Chase pasó por casa a media mañana para ver qué tal lo llevaba y nos quedamos un rato charlando. Ella era… algo así como mi punto de referencia, mi aspiración, un ejemplo a seguir. Iba a seguir sus conejos al pié de la letra.
Preparé algo de comida que tenía en la cocina con la ayuda de un libro de recetas simples y me decepcionó un poco el resultado, no tenía nada que ver con la cena del día anterior.
Llegada la tarde, después de mucha lectura, decidí tomarme un descanso y pasar a ver a Tink.
No me costó encontrarla entre una montaña de tubos de arcoíris. Pensé que quizás no debía molestar, pero entonces me vio.
—¡Peri! Am, ¡dame cinco minutos!
—Tranquila, no tengo prisa.
Esperé pacientemente mientras terminaba rápidamente, y eso que le dije que se lo tomara con calma.
—Ale, ya está. Es que si no hada Mary se enfada, es un poco tiquismiquis. ¿Qué tal?— salimos de allí presuponiendo un aleteo.
—Bien, estudiando a tope para el examen.
—Ah, claro, ni se te ocurra suspender ¿me oyes? Me muero de ganas de verte entrenar.
—¿En serio? ¿Quieres verme entrenar?
—Claro, allí con los palos dándole a los muñecos, o lanzando esas redes, o…
—Lanzando flechas con el arco, lo cierto es que tengo ganas de empezar ya, todos parecen tan… profesionales…
—Y tú vas a ser la mejor, ya verás.
—Venga ya.
Esta vez la llevé hasta mi casa para enseñársela, alucinó con todos los libros que tenía que leer y no tardó en tumbarse en mi cama.
—Estoy agotada~— dijo con un dramatismo exagerado. —Buenas noches Peri.
—Oye, que aún son las cinco.
—Ah, es verdad, entonces buenas tardes Peri— y se echó.
—No tienes remedio…
Me senté en el borde de la cama, a su lado, y nos quedamos mirando unos instantes sin decir nada, en un estático silencio. Me pregunté, ¿si fuéramos del mismo talento viviríamos juntas?
—¿Sabes? Esta mañana he hecho una nueva amiga, un hada de los animales.
—Vaya, ¿y eso?
Me contó un poco lo que ocurrió, una ardilla se escapó armando el caos por culpa de Fawn, Tink fue para acariciarla llevada por la curiosidad y entonces se conocieron. Me extrañó que tardara tanto en decírmelo.
—…y bueno, dijo que podríamos salir a jugar cuando quisiéramos— aquello sonó a invitación, pero no fui capaz de aceptarla, no sé muy bien por qué.
—Hm.— Me quedé pensando en mis cosas, con la mirada perdida, hasta que me pinchó la cadera con su dedo. —¡Ah~!
—¿Tienes cosquillas?
—¿Q-qué? ¡Ah para!— se puso a atacarme sin piedad, revolviendo mi cama, obligándome a ponerme en pie para escapar de ella entre risas.
Terminé cogiéndole de los antebrazos con agilidad para inmovilizarla. Mi turno.
—¿Y tú? ¿Tienes cosquillas~?— la torturé a dos manos hasta dejarla encogida encima de la cama sufriendo mi malvada venganza. Consiguió tirarme hacia ella, cayendo encima, tumbándome con sus brazos rodeando mi espalda. —Vaya, eres mejor scout de lo que pensaba.
Entonces su cuerpo perdió fuerza y su rostro se volvió serio.
—¿Qué ocurre?
—Nada, no es nada.— Se sentó en la cama, casi dándome la espalda.
Me senté detrás de ella, rodeando su barriga con mis manos, apoyando mi barbilla en su hombro.
—¿Qué te pasa~?
—Es… una tontería, sólo… que me hubiera gustado… tener el mismo talento.
—No es una tontería, a mí también me hubiera gustado. Pero las cosas son como son y tenemos que aceptarlas, eso no significa que no podamos hacer el tonto todos los días ¿no?— sonrió.
—Sí…— me cogió las manos, entrelazando sus dedos con los míos, apoyando su cabeza contra la mía. Ese momento se volvió más íntimo de lo que imaginé. Mi corazón se aceleró, quise apartarme pero estaba atrapada y empecé a ponerme nerviosa.
—Am… b-bueno… ¿qué te iba a decir…?— me soltó de golpe, parecía haberse quedado embobada.
—S-sí, esto… tienes libros que leer y eso ¿no? Yo también tengo que hacer así que…— mi intención no era echarla, pero realmente tenía que seguir con la lectura.
—H-hm… P-puedes quedarte si quieres.
—N-no, no quiero molestar.
—No molestas, bueno, quizás un poco pero no me importa, me gusta que me molestes— la hice sonreír. —Am… si quieres… podríamos cenar juntas hoy— sus ojos se abrieron de golpe.
—Mierda, ya había quedado con Clank y Bobble… ¿mañana?
—Mañana.
—Vale, pues… hasta mañana por la tarde, lee mucho.
—Lo haré. Procura no romper nada.
—Lo intentaré~— y se fue.
Se formó un ambiente extraño al quedarme sola, tuve un raro sentimiento y no supe del todo si se había ido porque tenía que hacerlo o no. Me quedé con el dulce sentimiento de haber hecho tonterías en casa con ella y con la promesa de que cenaríamos juntas, viendo que desde la ventana no se veía su casa. Me puse a leer para distraerme.
Fui a buscar a alguna de mis instructoras al anochecer para ver si conseguía cenar con alguna y ya de paso, para que me enseñara a cocinar algo decente. Me encontré con Nyx y se me hizo difícil preguntárselo, pero cuando lo hizo aceptó sin problemas. Dijo que siempre que podía comía sola, que así optimizaba más el tiempo, pero que por mí haría una excepción.
No me ayudaron mucho sus clases de cocina, hizo un plato de lo más simple y normal, yo tenía en mente impresionar a Tink.
No me quedé mucho rato más en su casa, ella sí que tenía que entrenar y para ello se levantaba antes de que saliera el sol. Volví a quedarme un rato leyendo antes de ponerme a dormir.
Esa noche volví a tener el mismo sueño, pero esta vez la flecha se rompía al quedarse quieta y me desperté de golpe. Quise no darle más importancia y después de desayunar un poco volví a sumergirme en los libros.
Avancé mucho esa mañana, llevaba un buen ritmo y aprendí cosas de lo más interesantes. Hacia el mediodía paré, yendo hacia el centro para que me diera un poco el aire. Entonces el grave sonido de las caracolas de aviso retumbó entre los picos de las montañas, poniendo todo el mundo en alerta.
—¡Halcones!
Me puse nerviosa de golpe, tratando de encontrarlos. No estaban cerca, eran unos cinco en total y muchos ya se dirigían hacia allí. El corazón se me oprimió al ver que estaban cerca del refugio de los tintineadores. Pensé que Tink estaría bien en el taller, pero mis ojos la encontraron como si supieran donde encontrarla y me eché a volar hacia ella sin pensarlo dos veces.
Estaba siendo perseguida por un halcón y se echaba a volar hacia arriba en vez de ocultarse, no podía creerlo.
Localicé las posiciones de los demás halcones, dos de ellos ya estaban controlados y los otros dos iban a ser interceptados por cinco scouts. Vi que Chase y otras tres compañeras iban a por el último y las alcancé al momento, sorprendiéndome de mi velocidad, adelantándolas.
—¡Periwinkle! ¡Retrocede! ¿¡Qué crees que haces!?— no le hice caso, las garras de ese halcón cada vez estaban más cerca de sus alas y no podía quedarme de brazos cruzados sin hacer nada.
Puse mis alas al límite y la intercepté abrazándola con fuerza, dirigiéndonos hacia el suelo a toda velocidad. No pude frenar, iba demasiado rápido y si soltaba a Tink se iba a estrellar. Me puse de espaldas en una última estancia, viendo como el halcón era atrapado con una red y cerré los ojos esperando el golpe.
Me sorprendió chocar con algo blando como el algodón, entonces caímos al suelo, sin hacerme daño.
—¡Tink! ¡Tink ¿estás bien?!— miré un momento la zona en la que habíamos caído y vi un par de grandes flores que debía haber hecho algún hada de jardín.
—Uff… s-sí, eso creo…— al relajarme, sentí un ardor en horizontal en mi tobillo, tenía un buen arañazo de garras de ese halcón y estaba sangrando. —¡Peri! Oh dios mío…— se acercó a mí arrodillándose a mi lado.
—Tranquila, no es nada…— entonces aterrizaron las scouts.
—Te dije que retrocedieras, ¿cómo se te ocurre hacer una imprudencia así? Por poco no lo cuentas sabes.— Que Chase me echara la bronca me dolió más que esa herida.
—Habéis tenido suerte de que hubieran hadas de jardín que si no…— dijo otra. Agaché la cabeza dándome cuenta de la irresponsabilidad de mis actos.
—Lo siento… no pensé con claridad.
—¡Maldita sea! ¿¡Qué haces tú aquí!?— la voz de Nyx me puso tensa de golpe. —¿Qué ha pasado?— preguntó seriamente al ver mi herida.
Chase se lo contó todo detalladamente, Nyx no se lo tomó muy bien.
—No estás ni de lejos preparada para enfrentarte a una mariposa ¿y te vas de cabeza a un halcón? ¿Sabes lo feroces que son? ¿Lo ágiles y peligrosos que son? Aún no entiendo cómo diablos no has muerto, ¿crees que le hubiera hecho gracia a tu hermana ¿eh?— me atacó directa a mi corazón, el simple hecho de imaginarlo me hizo llenar mis ojos de lagrimas, obligándome a secármelas antes de que desbordaran.
—No seas tan dura con ella…
—Tsk, la próxima vez piensa un poco más antes de arriesgar tu vida, y ve a que te miren eso, no tiene muy buena pinta.— Se fue y no pude contener más mis lagrimas, me eché a llorar sintiendo mi pecho arder, con mi piel erizada y el latir de mi herida abierta.
Sentí el brazo de Tink apoyándose en mi espalda. La miré y vi sus ojos acristalados.
—Lo importante es que estamos bien, gracias por salvarme, eres muy valiente.— Sus palabras me hicieron llorar aún más.
Tardé en poder alzar el vuelo, tenía que ir cuanto antes al centro de hadas sanadoras. Tink y Chase me acompañaron, me atendieron al momento y después de desinfectarme la herida, me la vendaron con cuidado.
—Procura no mover demasiado el pie, vuela siempre que puedas y cambia el vendaje a diario.— Asentí, sin fuerzas ni alma para articular una palabra.
Salimos de allí en silencio, llevadas por el oscuro ambiente que me rodeaba, yendo hacia mi casa. Cuando llegamos, Chase se despidió.
—Aprovecha para leer, quiero verte entrenar cuanto antes ¿de acuerdo? Nos irá bien tener un hada tan rápida y loca como tú. Y no te preocupes por Nyx, se pone así por cualquier cosa. Nos vemos.
Asentí, ligeramente agradecida.
Nada más entrar en casa, fui directa a mi habitación con todo el derecho del mundo a tumbarme derrotada en la cama, bocabajo, con un amargo sentimiento en mi barriga. Aún me dolía un poco el pie.
—Perdona… ha sido mi culpa…
—No digas tonterías.
—Sí, es que no sabía que los halcones comían hadas y cuando vi a uno… pues le llamé un poco la atención— me reí sin poderlo creer, ¿cómo nadie le había explicado algo tan básico e importante?
—Aún así, no es culpa tuya— giré mi rostro hacia ella.
—Bueno… de todas formas… tengo que compensártelo así que…— se acercó a mí apoyándose en la cama hasta que logró darme un beso en la mejilla. Sonreí por la vergüenza que le dio hacer algo así, tenía los mofletes enrojecidos. —G-gracias… otra vez.
—De nada.
Después de aquello, me consolé pensando que si no hubiera ido a por ella, quizás ya no estaría aquí. Quizás no fue la mejor forma pero le salvé la vida mirara por donde lo mirara y me sentí muy orgullosa de mí misma. Además, Chase dijo que era rápida y me llevé una cicatriz de recuerdo, ¿qué más podía pedir?
—¿Qué… quieres hacer ahora?
—Comer, me muero de hambre.
—¡Entonces te prepararé la comida! Tú descansa, déjamelo a mí.
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