Las Lágrimas de un Niño
Un niño reposaba sentado en un columpio de un parque desierto, observando caer la oscuridad en aquel lugar donde él era el protagonista innecesario para aquellos que habitaban con él en aquella aldea en mitad del desierto.
Se trataba de un joven cuya mirada era más fría que hielo, cuyo corazón había perdido su calor convirtiéndose en pura roca, un alma más frágil que el cristal más fino jamás creado.
Una criatura nacida bajo el yugo de la muerte, todo a su alrededor acaba por alejarse de él pues quien se acercaba acababa en el suelo sin vida si tenía suerte, si no, no quedaba de él más que el recuerdo, algo tan efímero que el tiempo se lo lleva arrancándolo del corazón de aquellos que una vez lo conocieron.
Se trataba del As de su aldea, el arma más poderosa pero que, como toda arma, se había vuelto contra su dueño, no era posible controlarla y ahora se trataba de destruir.
Era un ser tan pequeño para todo lo que debía soportar que pronto su única función en el mundo era matar a otros como prueba de su existencia. Una persona cuya única función era arrebatar vidas para demostrar la existencia de la suya y darle una finalidad confinando en lo más hondo de su ser un niño pequeño, de apenas tres años, una criatura frágil que llora herido por la falta del elemento vital en la vida, Amor, la vitalidad del ser humano.
Un elemento negado durante demasiado tiempo y finalmente concedido, sin embargo ese niño todavía llora, pero los motivos que lo conducían a ella se están convirtiendo en fantasmas del tiempo, pronto, muy pronto esos fantasmas que todavía lo atenazan se convertirán en recuerdos que el tiempo borrará permitiendo a ese dulce niño sonreír, una sonrisa que el mundo descubrirá dentro de mucho tiempo, un tesoro cuyo privilegio de observar lo obtendrán los primeros en mostrarle ese elemento.
Gaara de la Arena, el arma más poderosa de Sunagakure, su actual guardián, pronto podrá mostrar esa sonrisa idéntica a la de la persona que lo trajo a un mundo que debía descubrir.
