Capítulo 1

El primer día que crucé esas puertas me dolía el estómago terriblemente a causa de los nervios, sin embargo recuerdo esa curiosidad tal vez infantil ante el conjuro de una puerta abierta en todos los sentidos y el hecho de que detrás de ella se encontrara un mar verde de árboles entre los cuales se perdía el camino. El marco era irresistible, prometía aventuras y misterios increíbles en mi imaginación, ya suficientemente desarrollada a los once años, así que, tomando la mano de mis hermanos avancé, aparentando una energía y un coraje que no poseía en realidad creyendo ingenuamente que ellos no se darían cuenta y que tal vez lograría infundirles una pequeña parte de arrojo ante nuestra situación que había sido más bien precaria hasta entonces.

Sonrío al cruzar la puerta una vez más, la puerta de mi hogar, aunque pueda parecer patético carecer de una casa verdadera y normal, en el sentido más corriente de la palabra. Mi hogar nada tiene que ver con ese sitio al que uno siempre puede volver cuando todo va mal, y no es que menosprecie a mis hermanos, pero el poder llamar a alguien "papá y mamá" es algo que nos ha marcado de por vida, queramos o no, y tal vez hasta haya afectado demasiado a mi hermano menor. No se lo puede culpar, ya que no los conoció en absoluto y no pudo superar el trauma, diferente al mío, que consiste en tratar de no olvidar un vago recuerdo al que ni siquiera puedo ponerle cara. No quiero olvidar, es una de las cosas que más miedo me da en este mundo.

Me apoyo contra el muro recubierto de hiedra al otro lado de la puerta y escucho el río que fluye al otro lado de la carretera, siguiendo su rumbo y marcando el límite de los árboles y arbustos que forman una clara hilera de centinelas a ambos lados de la vía pavimentada. De pronto, un chapoteo, apenas el silencioso golpe del agua al cerrarse para absorber una piedra.

- ¿Esperas a alguien? –Shikamaru Nara esta sentado al otro lado de la puerta, y bien callado, porque hasta entonces ni había reparado en él.

- ¿No tienes nada más que hacer a parte de tirar piedras al río? – digo, tratando de ser cortés pero mi genio me arrebata un pequeño deje desdeñoso por la sorpresa.

- ¿Me vas a contestar con otra pregunta si te hago otra? –y él, ¡presuntuosamente tan tranquilo!

- No te preocupes, ahora te respondo: A ti no te importa.

No lo conozco de nada, aparte de que tal vez me parece un poco… ¿Narcisista? Si no me equivoco ha salido en menos de 6 meses con 4 chicas diferentes, o eso me han dicho. Aún así, ¿a quién le importan las habladurías? Si hablamos de factores concluyentes, puedo decir que las pintas de guaperas solo transmiten una especie de aura que a la mayoría atrae pero que a mi me repugna. Las chicas más guapas, todas detrás de él, con toda su arrebatadora superficialidad y su facilidad para cambiar de amigos según les convengan… No son mala gente, pero tienen un estilo de vida egoísta y, aunque la promiscuidad no es un delito, jactarse de ello es algo patético que demuestra que el que se jacta de ello o de cualquier cosa, como tener una moto a los 16, tan solo quiere llamar la atención y distinguirse del resto. "¡Bop to de top!" es lo único que importa.

Antes de continuar, debo hacer una pequeña aclaración; tengo 18 años.

- Escucha… -empieza él.

- He quedado con alguien, si no te importa.

Trato de evitar un audible suspiro pero es muy, pero que muy… la palabra más que guapo, seria atractivo… O ambas cosas. Lo miro de la cabeza a los pies, e inconscientemente me detengo en el torso de espaldas anchas, caderas más estrechas, unos buenos pectorales y abdominales por lo que se puede apreciar… Incoscientemente llego a su cara y descubro sus ojos, de mirada burlona.

- Tiene gracia… -dice.

"¡Mierda, que pillada!" no puedo evitar pensar.

- ¿El qué…? –Otro fallo; hacerme la tonta ha sido como confesar el delito.

Lo miro otra vez y doy un paso hacia atrás irreflexivamente, porque ha cruzado la puerta y quiero evitar cualquier contacto físico por él, aunque salva los escasos quince centímetros que he puesto de por medio en menos que se dice nada.

"Si me mantengo firme ni se me acercará."

Se sitúa delante de mí, cara a cara.

- ¿Sigue teniendo gracia, sabes? –ríe en tono burlón.

- ¿El qué, exactamente? –respondo, desafiante.

- Tu rápida manera de encubrir un fallo en esa mala cara que habitualmente pones. ¿Duele mucho la rotura? Porque no vayas ha arreglar la máscara, que ya te he bien visto.

- ¿Qué se supone que has visto? –inquiero yo, con un semblante indescifrable.

- Te he estado observando…

Se aparta de mí y chuta una piedra al río. Decisivamente no sé si me encuentro en una situación incómoda o solamente inquietante.

- ¿Eres un acosador? –digo bruscamente y con sorna. Pero él continua.

- Sé que sales del internado cada miércoles a esta hora. Sé también que tomas dos tazas de café solo por las mañanas y eso me lo estoy inventando…Es coña.

- No le veo la gracia.

Hizo cara como de incredulidad y siguió, como explicándose.

- Era para romper el hielo a ver si te relajas un poco.

- Estoy relajada.-Contesté casi inmediatamente.

Me coge por los hombros diciendo "a ver…", pero me deshago de él más bruscamente de lo que querría, porque no quiero parecer idiota ni temerosa de él. Al parecer no lo consigo porque se ofende aunque parezca intentar ocultarlo.

- ¡Ey, que tampoco muerdo!

- Lo siento, es sólo que…

- ¿Tengo que declarar mis intenciones de hacerte un masaje antas de intentarlo?

- Hago kárate y judo, deberías tener cuidado con ese tipo de movimientos, y más siendo un desconocido.

- Vamos en la misma clase!

- ¿En serio?- mi incredulidad y sorpresa son tales que no puede evitar hecharse a reír.

- ¿Realmente, cuando decides pasar de todos lo haces sin más no?

- Siento no estar más atenta en clase por los chicos más populares que por las mates, pero por tu caché y tu fama no te preocupes, te conozco de vista y oídos, aunque eso es todo!

- Preferiría que no hubieras oído hablar de mi si voy a hacerte un masaje y te apartas.

- ¡A ver, deja ya lo del masaje, no es normal ir masajeando a la gente por ahí! ¿Es que las chicas de tu… de nuestra clase se dejarían hacer un masaje así… por las buenas?

- Cariño, ellas suplican para hacerme uno a mí.

- Eres disgustante y asqueroso, ¡vaya cara que se te ha puesto con el comentario! –lo de cariño me disgusta más de lo que estoy dispuesta a expresar, ¡me pone de los nervios!

- ¿Acaso estas algo resentida porque tu popularidad no esta por las nubes? A no ser que sea como la "no se acerquen, muerde".

- ¿Si llevo ese cartel colgando del cuello, por que no le haces caso y te vas? ¡Y si se trata de reputación, que sepas que me importa un comino; ya que con ella o sin, el chico que se supone es el más guapo del curso suplica para hacerme masajes!

- Yo…

No le voy a dejar terminar la frase.

- ¡Y aún lo hace!

Se me queda mirando durante un rato, pensativo, y después ríe.

- Anda, siéntate.-Dice en tono desenfadado.

- Si, ahora te haces el tonto, no me voy a sentar, ¡vas a tener que suplicármelo por que en realidad, ni siquiera me apetece!

- Dices que no te apetece…? Quieres que yo haga que te apetezca, tal vez?

Dice arrimándos a mi con un movimiento casi felino.

- Vale, de acuerdo! –Suelto y me siento al otro lado, regocijándome de su cara de insatisfacción-: ¿Qué creías, que lo próximo era un "¡oh, bésame!"

- No te preocupes, en el primer minuto de esta conversación (o debería decir discusión) ya he notado que no debes ser alguien con quien convivir, a quien poder amar fácilmente sin ataques de pánico por el medio y eso.

La humillación arde por mis venas y trato de contenerme para no ponerme roja de vergüenza. Me levanto y me acerco a él, rodeándole el cuello con los brazos.

- Está bien. Una pena que yo sea tan fría y despiadada… teniendo en cuenta que te mueres por mí.

Sin ningún tipo de problema, és más, (y aunque me cueste reconocerlo) lo beso con ansiedaddos besos y rápidamente él trata de devolverme el tercero. És entonces cuando yo me aparto y le guiño el ojo, diciendo:

- Y vas a seguir muriéndote, no te preocupes. –¡Espero muy francamente que reflexione sobre eso!

Y… también espero poder olvidar ese beso.