Disclaimer: League of Legends le pertenece a Riot Games, al igual que todos los campeones y lugares ficticios mencionados en esta historia. Hago uso de estos con fines meramente creativos.

Los personajes que son invocadores son creaciones originales mías. Diversos conceptos e ideas del universo de League of Legends han sido adaptados para ofrecer explicaciones.

¡Este fic está dedicado a Germa! Mi más fiel lector y la persona que me motiva día a día a seguir escribiendo.


Llámame Drachenblut. No es mi nombre real, sin embargo no tengo permitido revelar el mío. Soy una estudiante de la Academia de Guerra y estoy preparándome para convertirme en una Invocadora en el futuro. De seguro te estás preguntándote de que va todo esto...Vale, déjame explicarte.

Este es el mundo de Runaterra, un lugar donde diferentes naciones han estado en conflicto durante siglos y para resolverlos se ha creado la "Liga de Leyendas". Un lugar donde diferentes campeones aceptan ser invocados por poderosos magos para combatir entre ellos. A estos magos se les conoce como "Invocadores". Solo aquellos con una mentalidad muy fuerte y fuerza de voluntad pueden convocar a todos los campeones, incluso a las tenebrosas criaturas del Vacío.

¿Te gustaría leer la historia de una poderosa invocadora? Pues para serte sincera, esta no lo es.

Había venido a la Liga de Leyendas para convertirme en una Invocadora y todo lo que había logrado era simplemente ser un "ward ambulante" (centinela ambulante) en el mapa. Mis habilidades dejaban bastante que desear y mis compañeros evitaban hacer equipo conmigo.

—¡Oh no, con Drachenblut no por favor! ¡Todo menos eso!—

Finalmente, mi racha de derrotas me habían colocado al borde de la expulsión y me habían obligado a asistir a clases extra, donde los estudiantes a punto de ser reprobados debíamos ir por toda Runaterra para conocer a los campeones en vivo. El propósito era fortalecer nuestras mentes y buscar consejo en las leyendas de la liga. Tiempo atrás los campeones habían vivido bajo el techo del Instituto, pero los daños ocasionados por peleas eran demasiado altos, sobretodo desde que Jinx había estado divirtiéndose colocando bombas en los baños.

En fin, mi campeón asignado era el curador de las Arenas. Normalmente, hubiesen usado la teletransportación, pero me habían dicho (de forma poco amigable) que para fortalecer mi cuerpo y espíritu era necesario caminar hacia mi destino. Oh si, un largo y tormentuoso viaje al Desierto de Shurima.

Durante días vagué tragando arena y llorando por el calor. De todos los lugares ¿¡Por que a mi me había tocado Shurima!? ¿¡No podía ser Demacia o algo más cercano!? Luego de una semana, en donde me persiguieron Xer'sei, escorpiones gigantes y toda criatura exótica perteneciente a la fauna shurimana; logré plantarme en frente del gran y majestuoso imperio de Shurima en construcción.

Me sentía nerviosa al punto del mareo, no sabía si era porque estaba con el corazón en la mano luego de tantas aventuras o bien porque estaba a punto de ver por primera vez en mi vida a un campeón de manera directa. Me temblaban las manos e incluso sentía que era mejor devolverme al árido desierto y morir en las fauces de Rek'sai.
La mayoría de la ciudad estaba destruida, todo parecía haber sido tragado por las arenas y... ¿En serio había alguien ahí?

—Estaba esperándote— Una voz grave y profunda llegó a mis oídos. Sin siquiera quererlo di un salto como un gato asustado.

—H-hola— Dije de forma tímida y moví mi mano para saludar a Nasus. Él me observó por unos segundos, como si no pudiese creer que hubiese llegado viva, e inclinó la cabeza para después señalar que era mejor que conversaramos en la biblioteca. Caminé a su lado por el único camino que no estaba lleno de escombros y cada segundo que pasaba sentía como me encogía. —¿Señor Nasus?—

—No es necesario utilizar formalidades, invocador— Dijo y me sorprendió que aunque su voz fuera sumamente grave, se escuchase tan amigable. —Lo siento, invocadora—

—No hay problema, no es como si después de caminar por el desierto tuviese un aspecto muy femenino— Solté una risa y el ambiente parecía haberse relajado un poco. Llegamos a la biblioteca que se encontraba al lado del palacio imperial y sentí deseos de abalanzarme sobre las estanterías para sacar todos y cada uno de los libros que habían allí. Nasus me señaló una mesa con dos sillas y me indicó que tomara asiento en la más pequeña.

—Ya debes estar al tanto de quién soy, mas déjame presentarme de una manera más adecuada. Mi nombre es Nasus, guardián de la antigua Shurima, curador de las arenas ¿Como te llaman a ti, mortal?— Inclinó levemente la cabeza y tomó asiento. Mientras tanto yo me rascaba de forma frenética las manos, como si una alergia imaginaria me hubiese atacado y me mordía los labios solo por culpa de la ansiedad.

Los invocadores teníamos prohibido revelar nuestro nombre verdadero para evitar ser hechizados. Nuestra identidad solo la sabían los altos cargos de la Academia de Guerra. Ni siquiera nosotros recordábamos el nombre que nuestros padres nos habían regalado, era una especie de hechizo amnésico el cual todos los invocadores aceptábamos.

—Drachenblut— Respondí y esbocé una débil sonrisa mientras me atrevía a mirarlo a la cara. Era extraño verlo tan de cerca, él era un Ascendido de Shurima y casi todos los rasgos humanos de su rostro se habían perdido entre las arenas del desierto.

—La inseguridad se cierne sobre ti, mortal. Veo a través de tus ojos el temor y la duda— Definitivamente había esperado cualquier comentario, menos ese. Agaché la cabeza de manera instintiva y me mordí los labios aún más fuerte sin saber qué decir, supuestamente estas reuniones eran para discutir estrategias, no para analizarme. —La muerte y la duda son damas crueles y respetables a las cuales se les ha de respetar. Pero no por ello han de dominar tu vida—

—Ugh...— Balbuceé algo que no yo entendí y comencé a jugar con mis pies, evadiendo el tema. No era una reacción madura, lo sabía y mucho menos cuando estaba ante un semi-dios, guardián de Shurima, héroe legendario, Ascendido...

—Dado que estás bajo mi tutoría ahora, sugiero que me invoques—

Lo miré atónita mientras él tranquilamente me extendía una copa de color dorado con un grabado de Shurima. Tomé el vaso que el curador me ofrecía y le di un sorbo, al instante sentí un agradable aroma proveniente del brebaje y al beber de esta mi cuerpo pareció recuperarse.

—Supuse que el viaje había agotado tus fuerzas, invocadora. Es un brebaje hecho a base de plantas medicinales.— Dijo él como si leyera mi mente.

Un silencio incómodo rondó la habitación. Los magos podíamos invocar a cualquier campeón de la Liga, pero existían ciertas limitaciones. Por ejemplo, un invocador podía tener un corazón noble e invocar a una despiadada criatura como Cho'Gath y crear un caos total, solo si sabía como entender y sincronizarse al monstruo; por el contrario si este invocador intentaba hacer lo mismo con un campeón como Janna, mas no era capaz de comprenderla...Era imposible que lograran algo. Yo ya había probado con diferentes campeones Caitlyn, Vayne, Lux, Annie, Nami...Pero nunca había pensado en Nasus. Es más, jamás había pensado en jugar en el carril superior.

Nasus se rió de manera suave.

—Es un poco extraño que cuestiones mi sugerencia sobre invocarme en los campos de batalla, mas al extenderte una copa bebes sin duda alguna ¿Confías en mis actos y no en mis palabras?—

Oh, tenía razón.

Claramente esa copa podría haber estado envenenada con quién sabe qué y yo tranquilamente me la había bebido pensando en que Nasus era un ser confiable que no me haría daño. Si hubiese sido Vladimir o algún otro Noxiano, seguramente habría tirado la copa por la ventana.

—Nunca he jugado en el carril superior— Respondí dejando el brebaje a un lado (luego de casi habérmelo bebido al seco) y subí la mirada para observar al curador de las Arenas una vez más. —No podría jugar una línea sola y...y...—

—Si sigues esperando a que tu desempeño mejore basándose en las habilidades de otros, tu legado quedará sepultado bajo los éxitos de alguien más—

Agaché la cabeza y sentí como si me hubiese encogido nuevamente. Nasus tenía razón y la peor parte es que ni siquiera le había tomado una hora descifrar mis problemas de auto-confianza.

—Existe un gran potencial en ti, mortal. En la vida efímera que los humanos tienen existe un poder inimaginable — Su voz parecía haberse vuelto aún más grave y profunda, cargada de una sabiduría milenaria que yo nunca podría descifrar. —Me recuerdas al ser humano que alguna vez camino por la tierra de Shurima—

¿Se estaba refiriendo a sí mismo? Abrí la boca para preguntárselo y él pareció haberse sumergido en una especie de trance, como si sus memorias hubiesen cobrado un peso que ni siquiera un Ascendido podía cargar. Quise llamarlo, pero no sabía si era prudente interrumpirlo. De pronto él volvió a mirarme y esta vez, sus ojos me parecieron los de un humano ¿Los ojos azules serían comunes entre los Shurimanos? Las preguntas bailaron en mi cabeza y aún en contra de mi propia naturaleza curiosa, las dejé a un lado para no incomodarlo.

Él suspiró y apoyó su espalda en la silla.

—Hace milenios, cuando las estrellas aún eran jóvenes, Shurima era una ciudad llena de esplendor y gloria, pero aún no era el gran Imperio del que se habla hoy. Yo era solo un mortal que pasaba sus días estudiando y memorizando escritos para convertirse en un sanador. Mi hermano Renekton en cambio era un importante general a cargo del ejército de las arenas. Muchos decían que a pesar de ser joven, tenía un talento innato para inspirar a sus hombres incluso en la desventaja númerica. Debes comprender que en ese entonces mi corazón era humano y aún cuando Renekton y yo compartíamos la misma sangre, la envidia corroía mis pensamientos como un poderoso veneno. La inseguridad de mi ser era lo que me enceguecía y no podía darme cuenta de las cosas que podía hacer—

Si no hubiese estado la silla sosteniéndome, de seguro me habría caído de espaldas. El gran y poderoso Nasus, reconociendo ante mi, una simple mortal que en sus días humanos había sentido envidia de su hermano. Yo también a veces envidiaba a mi hermana por ser una excelente invocadora, pero no llegaba al punto de enceguecerme por ello.

—Mañana seguiremos hablando sobre el tema y comenzaremos con tu entrenamiento. Ahora debes descansar luego de haber cruzado el desierto a pie. Te guiaré hacia tus aposentos, el emperador ha dispuesto una habitación en su palacio imperial mientras estés aquí. —

Nasus se levantó de la silla y en silencio nos encaminamos hacia el palacio. Era imposible no quedarme pasmada viendo los enormes estantes repletos de libros, de seguro el curador de las arenas había leído todos y cada uno de ellos. Al entrar al palacio comenzamos a recorrer los enormes pasillos, la mayoría de las paredes estaban llenas de grietas y parecían haber sido pisoteadas por los milenios. Algunos muebles y decoraciones seguían en pie, como si le dieran la batalla a las arenas y quisieran sobrevivir al inevitable paso del tiempo. Mas la construcción seguía siendo majestuosa y sumamente hermosa, todo parecía estar construido de oro y el grabado de Shurima era visible en cada esquina.

De pronto, al llegar a un pequeño salón una figura con forma de ave caminó hacia nosotros.

—Azir— Saludó Nasus haciendo una leve reverencia con la cabeza y sin pensarlo dos veces imité su accionar.

—Señor Azir— Dije rápidamente y agaché la mirada sintiendo que era necesario usar las formalidades con el emperador de Shurima.

—Ahora entiendo porque te la han asignado— El emperador soltó una risita y me pareció que su tono de voz parecía divertido.—No creo que puedas referirme a mi como "Señor" considerando mi Ascensión. Con Azir está bien ¿Cual es tu nombre, invocadora? —

—Drachenblut— Respondí levantando la vista y la armadura resplandeciente de dorado estaba justo en frente de mi. Aún no podía entender porque cuando los shurimanos ascendían, se volvían animales. Pero no parecía prudente preguntar aquello de momento.

—Como has de saber, estarás bajo la tutela de Nasus. Espero disculpes el estado actual del palacio; aún lo estamos reconstruyendo. Shurima se alzará nuevamente como un imperio muy pronto— Azir hablaba con un brillo especial en los ojos, como si estuviese planeando cual sería la próxima pared para arreglar.

—Agradezco su hospitalidad y espero ser de ayuda...para Shurima— Dije intentando ser cortés y de inmediato sentí que mis palabras me habían condenado para el resto de la eternidad.

—¡Mañana mismo comenzaremos a pintar la zona Oeste de la ciudad! Nasus, Drachenblut los espero después de que terminen con su entrenamiento para trabajar. Ahora si me disculpan iré a mis aposentos.— Y sin decir más, Azir se dio media vuelta y se fue alegremente.

—La oscuridad se cierne sobre nosotros— Suspiró Nasus negando con la cabeza y luego me miro como si estuviese apenado por mi —Te has condenado al ofrecer tu ayuda al emperador—

—Se veía feliz—

—Considerando que en Shurima solo viven él, Sivir y yo; no es mucho lo que podemos hacer para reconstruir estas ruinas. Ah si y Sivir se niega a trabajar a menos que le paguen y su precio va más allá de lo que los tesoros de Shurima pueden cubrir—

—Ya me las arreglaré— Respondí y seguimos caminando.

Al llegar a mi habitación no pude evitar sorprenderme por lo bien que se veía. Estaba bien amueblada y la cama se veía lo bastante cómoda para pasar un día entero tendida en ella. El cuarto estaba en muchas mejores condiciones que el resto del palacio, incluso me hubiese atrevido a decir que era el único lugar que no tenía arena desparramada.

—La tutoría comenzará a las nueve de la mañana. Practicaremos la sincronización.— Nasus se quedó en el umbral de la puerta y se despidió haciendo una leve reverencia. —Buenas noches, Drachenblut. —

—Buenas noches, Nasus— Respondí y le sonreí. Apenas se fue, me lancé hacia la cama que se veía tan mullida y cómoda y comencé a dar vueltas. Fui al baño y me sorprendió encontrar una tina con agua, sin dudarlo me sumergí en ella para quitarme toda la arena y aroma a desierto. Al salir, me encontré con el detalle de que había comida en el velador. Galletas y pan.

Mis aventuras en Shurima habían comenzado, estaba ansiosa por empezar con el entrenamiento y sobretodo por conocer más sobre aquella ciudad ¿Nasus me daría permiso de leer todos sus libros? Me coloqué el pijama y segundos después ya estaba dentro de la cama lista para dormir. Comí todo lo que me habían dejado y aunque no era lo mismo que comer postres de Ionia, eran lo suficientemente debuenos para hacerme feliz.
Cerré los ojos y me recosté hacia el lado derecho abrazando al peluche de poro que había traído conmigo.

—No sabes lo que te espera, oh pequeña Drachenblut— Una voz susurró en mi oído justo antes de caer dormida.


Notas del autor: Hace mucho quería escribir un fic de League of Legends, pero nunca se me había ocurrido como. Hasta que llegué a la conclusión de que la historia de un invocador era lo que de verdad quería escribir. Drachenblut está basada en las experiencias de "novatos" que me han contado.
Muchos conceptos del juego que están en inglés los mantendré así para facilitar su comprensión ¿Alguien le dice centinelas a los wards?
Oh si, lo del nombre del invocador y el nombre original es algo que se me ocurrió de pronto. No es canon, pero esto es un fic así que espero me perdonen.
Muchísimas gracias por leer esto, significa mucho para mi.