EsclavizadA
La siguiente historia es de Jaid Blac, es la secuela de el vestuario de la emperatriz libro 1,5 esta es una adaptacion con los personajes de naruto
capitulo 1
El comienzo
Planeta Tron, Galaxia Toron
Último planeta de la Séptima Dimensión
5993 A.Y. (Año Yessat)
-Me alegro de que me acompañes en este viaje de regreso a mi tierra natal, hijo mío-.
La Emperatriz Mikoto elevó la mirada en dirección a su muchachito de seis pies y tres pulgadas de altura y de doscientas treinta libras de peso y sonrió. Mientras le apretaba la mano afectuosamente, lo llevó desde el holopuerto ubicado en las alturas del próspero pueblo hasta un transporte acuático Q'ana Tal que flotaba hacia el centro comercial más importante que se encontraba abajo.
Cuatro guardias guerreros asignados a su protección dirigían la procesión real en un transporte que se encontraba directamente delante del vehículo ocupado por madre e hijo, mientras que cuatro guardias guerreros más ocupaban la retaguardia en uno aparte.
Los brillantes ojos azules de Sasuke Q'an Tal inspeccionaron el bullicioso centro comercial que se acercaba sobre el horizonte. Miró a su madre desde arriba; que estaba sentada a su lado y sonrió. -Es un bello lugar, mani-.
Mikoto extendió los brazos hacia arriba, deslizó una mano por las trenzas de su hijo y le acomodó un mechón suelto detrás de la oreja. Sonrió mientras lo contemplaba. -Te vuelves más atractivo a cada Nuba-minuto, Sasuke. Ya eres la viva imagen de tu padre-.
Sasuke se sonrojó ante sus palabras y desvió la mirada.
Mikoto sonrió. -Tal vez semejante cumplido es vergonzante para un niño-hombre que sólo ha vivido diez Años Yessat pero, en unos pocos años más, te alegrarás de tu buen aspecto-.
Sasuke gruñó ante esas palabras. - Por qué debería preocuparme por semejante idiotez, mani? Lo que importa es convertirme en cazador-.
Ella sonrió. -Ah, pero cuando encuentres a una muchacha especial, la que esté destinada a ser tu verdadera pareja de corazón, te darás cuenta de que la vida no sólo se trata del arte de la guerra-.
Sasuke tragó saliva; dudaba de las palabras de su madre. Pero, como la amaba tanto, nunca pensaría siquiera en responderle.
Mikoto le aferró la gran mano con la suya, más pequeña, y dejó a un lado el tema. -Mi mani y mi padre no te han visto en casi dos años Yessat. Por ese motivo, te han pedido que me acompañes en este viaje de regreso a mi tierra natal-.
Sasuke sonrió, le agradaba la idea de volver a ver a sus abuelos. -Sí. La última vez que vinieron a Trek Mi Q'an yo me había ido a Joo con papá-.
Mikoto asintió con la cabeza; luego, le soltó la mano para señalar diversos lugares conocidos que veía suspendidos debajo de ellos. Sasuke escuchó con atención. Escudriñaba los centros comerciales y las casas todo alrededor del pintoresco paisaje del mundo teñido de azul sobre el que habían aterrizado.
-Y allí-, dijo la Emperatriz con entusiasmo, -se encuentra mi hogar natal-. Suspiró con nostalgia. -Con tus tías y tíos disfruté de la más despreocupada de las juventudes en este pueblo-. Sus labios se ensancharon de par en par para formar una sonrisa nostálgica mientras se acomodaba un largo rulo de cabello dorado sobre el hombro.
Mientras le estudiaba el rostro a su madre, Sasuke pensó que nunca había sido testigo de una vista más hermosa. No estaba seguro si el resto de la gente de las galaxias la veía así o sólo él, pero no le importaba. Era la perfección. Era su madre. - Extrañas, mani?-.
Mikoto abrió los ojos de par en par por la sorpresa. -Por un demonio, no-. Sacudió su cabeza de cabellos dorados y sonrió. -Tengo muchos recuerdos agradables de mi infancia, amor pero, aun así, estoy más feliz de lo que alguna vez habría pensado al lado de tu padre-.
Mikoto lo tomó de la mano y la apretó. -Si nunca hubiera abandonado Tron-, dijo ella suavemente, -nunca te habría tenido a ti-.
- Acaso eso habría sido tan malo?-, preguntó él con seriedad; su gran cuerpo ocultaba al niño simplista y necesitado de diez años que vivía en el interior.
Los ojos de Mikotose suavizaron. -Habría sido mucho peor que la muerte, hijo mío-. Le posó la otra mano sobre la de él mientras le estudiaba el rostro. -Te amo, Sasuke-.
Satisfecho, él sonrió con arrogancia. Giró la cabeza y observó la actividad que se desarrollaba debajo de ellos; estaba demasiado avergonzado por las palabras de amor como para devolver la demostración de afecto de su madre.
Mikoto contuvo una sonrisa; optó por morderse el labio. Sabía que su segundo hijo la amaba. Tal vez más que sus otros hijos, que ya era decir mucho. Pero Sasuke, Sasuke siempre había sido el más necesitado. Siempre le había exigido grandes demostraciones de afecto mientras que los otros tres niños se sentían satisfechos con el ocasional beso en la mejilla y algunos abrazos afectuosos.
Sasuke no.
Él necesitaba gestos que le aseguraran constantemente los sentimientos de su madre. E igualmente de importante, necesitaba escuchar las palabras de amor; incluso si se sentía demasiado avergonzado como para responder acordemente. Mikoto suponía que eso era lo que hacía que su relación fuera tan fuerte y especial.
Quince Nuba-minutos después, Mikoto y Sasuke paseaban de la mano por el bullicioso centro comercial y se detenían ocasionalmente para comprar alguna baratija. Sasuke le soltó la mano a su madre cuando llegaron a un puesto de holojuegos y revisaron las ofertas hasta que el niño encontró el que más codiciaba. - Puedo comprar éste, mani?-, preguntó Sasuke mientras miraba en dirección al lugar donde ella se encontraba de pie a unos pocos pies de distancia, en el puesto contiguo. Mikoto se estaba rociando el cuello y el escote con un perfume dulce.
-Sí-. Elevó fugazmente la mirada y le guiñó un ojo cómplice antes de volver a concentrar su atención en los perfumes. -Puedes comprar lo que desees en este viaje-.
Sasuke sonrió y decidió instantáneamente que viajar con su madre era mucho más placentero que hacerlo con su padre Fuguka.
Sasuke estaba a punto de volver a darse vuelta para comprar el juego cuando una extraña intuición se le cruzó por la mente. Se le tensaron inexplicablemente los músculos del estómago cuando llevó la mirada oscura en dirección a un guardia guerrero que se encontraba de pie detrás de su madre. El guerrero maduro, notó Sasuke, lo superaba en altura por más de un pie.
Sasuke frunció el ceño. No le agradaba el modo en el que el guardia guerrero contemplaba a su madre. Los ojos del guerrero no dejaban de pasearse por el trasero de la emperatriz y la evaluaban insolentemente como si tuvieran el derecho de hacerlo.
Mikoto elegía un perfume tras otro y los olía; no tenía noción de que se la estaban comiendo con los ojos por detrás. La mirada de Mikoto reposó sobre un frasco de perfume decorado con joyas que se encontraba un estante más abajo y, al inclinarse para tomarlo, la qi'ka se le adhirió a las nalgas dejando así nada de lo que yacía entre sus piernas librado a la imaginación.
Sasuke entrecerró los ojos de un modo amenazante logrando que saliera el asparoja que lo distingia de los demas, lo que hacia recordar a cada ciudadano que el era de la nobleza cuando el guerrero en cuestión caminó en dirección a su madre y le presionó la verga erecta contra las nalgas.
Mikoto jadeó al incorporarse y se dio vuelta inmediatamente para enfrentarlo. - Cómo se atreve!-, gritó. Los ojos de Mikoto se abrieron de par en par detenidamente mientras ella estudiaba el rostro del guerrero. Mikoto tragó saliva. - Quién es usted?-, peguntó con un tono de voz nervioso y tembloroso.
-¿Donde esta kakashi?-volvio a preguntar con recelo.
El guerrero separó los labios para sonreír burlonamente. Se inclinó irreverentemente; luego se incorporó y, mientras volvía seria la expresión de su rostro, le deslizó una de sus grandes manos por el seno y le apretó el pezón. -Soy la última follada que tendrá en la vida, Su Excelencia-.
Las fosas nasales de Sasuke se ensancharon cuando su madre comenzó a alejarse del guerrero. Le temblaba todo el cuerpo por la ira cuando soltó el holojuego que tenía en la mano y fue a liberar a Mikoto del vil hombre.
El puñetazo telequinético que recibió en la boca lo hizo retroceder. Mientras se tomaba la mandíbula, jadeó cuando una gota de sangre color rojo carmesí brotó de un gran corte en su labio.
Cada vez más enojado, Sasuko gruñó cuando embistió en dirección al guerrero; sabía que era él quien lo había golpeado. Pero, en ese momento, como si lo hubieran levantado en el aire, dos pesadísimos pares de manos cayeron sobre él, lo derribaron y lo mantuvieron clavado al piso.
- Déjela en paz!-, bramó Sasuke con la mirada clavada en dirección a su madre.
Mikoto gritó cuando el primer supuesto guerrero la golpeó y le quebró la nariz haciéndola sangrar. -Por favor-, rogó ella cuando le arrancaron la qi'ka del cuerpo, - no haga esto frente a mi hijo!-.
Sasuke luchó contra el agarre del otro hombre; los ojos se le llenaban de lágrimas de horror y frustración mientras observaba cómo tiraban al piso a su madre. El hombre que la había golpeado se rió por lo bajo ante su temor; luego, levantó un pie y le pateó las costillas. Le quebró tres con sólo tocarlas.
Los habitantes del pueblo comenzaron a gritar; corrían desde los puestos comerciales del centro de la ciudad. Los supuestos guerreros se rieron ante su pánico; sabían que, mientras hacían esto, todo el sector ya se encontraba bajo dominio de los sediciosos.
- No!-. Sollozó Mikoto mientras el líder le montaba el lastimado cuerpo desde atrás. -No-, lloriqueó ella, -por favor—no-.
-Sí-, jadeó el sedicioso entre embates, -tus ruegos son como una dulce música para mis oídos-. La agarró del cabello y le empujó el rostro sobre la tierra; la sofocó momentáneamente mientras la violaba.
- Mani!-. Gritó Sasuke. - No—mani!-.
Sasuke se soltó el cuerpo del agarre de los otros sediciosos; la angustia le dio una fuerza que no habría podido tener en diez años Yessat bajo circunstancias normales. Cuando se liberó, corrió a máxima velocidad hacia su madre y, con toda la energía que pudo juntar, y también algo más, le pateó directamente la boca al hombre que la estaba violando.
El hombre gritó de dolor mientras se tomaba la mandíbula, pero no fue suficiente. Antes de que Sasuke pudiera hacer algo más, dos pares de manos lo agarraron y lo lanzaron contra el piso con suficiente fuerza brutal como para quebrarle las costillas.
-Si sabes lo que te conviene-, dijo uno de los guerreros riéndose por lo bajo mientras le pateaba el costado del cuerpo a Sasuke, -te callarás la boca y nuestro líder te concederá una muerte rápida-.
Jadeando por el intenso dolor, Sasuke pudo reunir la fuerza necesaria como para entrecerrar los ojos y escupirlo: la sangre y la saliva mezcladas dieron directamente en el ojo del sedicioso.
El hombre gruñó al limpiarse la escupida del rostro. Apretó la mandíbula, levantó un pie y se preparó para liquidar al joven rey con el filo aserrado que sobresalía del dedo de una de sus botas.
Sasuke giró la cabeza en el último segundo y, sólo por suerte, esquivó la puñalada que, de otro modo, lo hubiera matado. En cambio, la punta retorcida de metal filoso le encontró la mejilla y se la tajeó tal como si fuera un pedazo de carne en un plato.
-Que la diosa me ayude-.
La voz fue débil y quebrada; y las palabras resultaron más punzantes para el corazón de Sasuke que el filo aserrado en su mejilla. -Mani-, dijo él en voz baja mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Sujetado por los sediciosos, lo único que pudo hacer fue girar la cabeza para mirarla. Observó horrorizado cómo el líder de los sediciosos se alejaba de su madre y cedía el turno a los seguidores que acababan de unírsele para que la violaran.
Mikoto tenía todo el cuerpo ferozmente maltrecho; su rostro estaba horrorosamente distorsionado, tenía la nariz y la mandíbula quebradas. Su respiración era superficial y no dejaba de enlentecerse. La fuerza de los golpes que le inflingían debían haberle causado alguna ruptura interna, se estaba desvaneciendo rápidamente.
Sasuke cerró los ojos brevemente; se acababa de dar cuenta de que su madre iba a morir. Su madre, la que significaba todo para él: Mikoto yacía moribunda mientras viles hombres embestían hacia adentro y hacia afuera de su cuerpo por deporte.
-No, mani-, gritó Sasuke suavemente mientras las lágrimas no dejaban de caerle sin obstáculo alguno por las mejillas, -no me dejes-.
Jana desvió los ojos lentamente en dirección a los de Sasuke. Eran tan sombríos que Sasuke supo que su luz se extinguiría en cualquier momento. Su respiración se enlentecía y los músculos de su rostro se relajaban a medida que el abrumante dolor le entumecía el cuerpo hasta dejarla adormecida.
Lentamente, cada vez más lentamente y como si el movimiento fuera tan agotador que le quitaba las últimas reservas de energía, Mikoto encorvó los labios suavemente para hablarle. Aunque Sasuke no escuchó nada, supo lo que le había dicho.
Te amo…mi pequeño... Sasuke-kun.
-Mani-, lloriqueó. Sasuke abrió la boca para devolverle las palabras de amor; esas palabras que ella le había dicho con tanta frecuencia, las que él siempre se había sentido demasiado avergonzado como para decirle. Pero, perversamente, era demasiado tarde.
La luz de sus brillantes ojos se atenuó al siguiente reino. Los guerreros y apagó, y la Emperatriz Mikoto atravesó el Rah para llegar no dejaron de derramar su semen dentro de ella; no se habían percatado de que había muerto en su enfermizo frenesí de copular con ella.
Sasuke cerró los ojos y sollozó mientras su cuerpo temblaba de angustia. Estaba muerta. Su amada madre estaba muerta.
Y él nunca le había dicho que la amaba.
-ya puedes levantarte niñato-uno de los rebeldes tomo de los brazos a sasuke para revisarlo.
-pero que demonios- el rebelde con el miedo impregnado solo vio lamuerte frente a el
tres aspas negras hicieron que su vida se agotara cuando unas llamas negras consumieron su cuerpo y su alma, antes que se diera cuenta su cuerpo fue insinerado por el odio y la sed de venganza del pequeño rey que al despertar su ira cai desmayado todo los que se acercaban al cuerpo del rebelde tambien fueron consumidos por esas llamas siendo asi lograron escapar unos cuantos, pero el daño estaba hecho la emperatriz Mikoto estaba muerta al igual que el amor y los sentimientos del pequeño heredero Sasuke Uchija.
