Prólogo: Recuerdos.
Canturreaba una canción sin letra, porque hacía mucho que se había mezclado con otras hasta perderse. Era una melodía lenta y dulce, que le recordaba a alguien que no conseguía precisar.
Una imagen que jamás había visto, porque no era una memoria suya, atravesó su mente como un destello.
Las notas se interrumpieron. Tras una pausa, empezó de nuevo desde el principio.
Un recuerdo de esa persona largamente perdida. Una figura borrosa, sin nombre ni rostro, que se acercaba a ella despacio. Sonreía, lo sabía aunque no pudiese verle la cara. Ahora le estaba diciendo algo, pero no escuchaba más que un murmullo lejano arrastrado por el viento.
Y esa memoria se desvaneció en el aire como la niebla de la mañana. La canción se quebró en sus labios. Un suspiro roto, una lágrima seca.
Otro recuerdo apareció. Fuego. Gritos inhumanos, el crepitar de las llamas, el cielo rojo como la sangre. La que se derramó ese día. Abrió la boca y gritó con rabia, pero ningún sonido desgarró el aire. O tal vez sí. Tal vez se había alejado demasiado en su memoria para ser consciente del presente.
La imagen no desapareció como la anterior: se fragmentó en varias. Tembló al ver la escena de sus pesadillas repetida en su mente, obligada a revivirla una y otra vez.
Alguien dijo un nombre. Abrió los ojos. ¿Los había cerrado?
Enfocó la mirada en el hombre que tenía delante. Lo conocía, se acordaba sus rasgos, y sabía su nombre. ¿Por qué era un completo desconocido para ella? ¿Por qué no lo recordaba?
Él la miró, con la tristeza y la compasión brillando en sus ojos dorados.
Una noche clara, plagada de estrellas. Él estaba allí, a su lado. Miraban la luna en silencio, admirando su belleza. Faltaba poco para que estuviese…
Él repitió aquel nombre, hablando con suavidad. De repente se dio cuenta de que era no un nombre cualquiera. Era su nombre. Sí, era el suyo. Sonrió, sin saber bien por qué, y él le devolvió la sonrisa.
… llena. Nunca se había sentido así; completa. Tenía ganas de gritar al mundo que jamás volvería a estar sola, que por fin había encontrado su lugar…
Miró su mano, enlazada con la del hombre. Era igual de pálidas, y su contacto fresco le resultaba agradable. Su sonrisa se hizo más amplia, y en los ojos de él resplandeció algo. ¿Alegría, tal vez?
…esa noche no duraría para siempre, pero le gustaría que fuese así…
Él había estado antes allí, a su lado, cogiéndole la mano como ahora. Siempre sonreía cuando ella lo hacía, siempre la miraba con tristeza cuando ella estaba demasiado perdida en recuerdos para reaccionar.
…que nunca terminase…
Eso ocurría con demasiada frecuencia. Pero él no perdía la esperanza. Y se sintió furiosa consigo misma, por que debería saber quién era, debería rescatar su nombre entre tantos otros que inundaban su mente cada día.
…que nunca amaneciera…
Buscó entre sus memorias, suyas o no, hasta encontrar alguna. Muchos recuerdos no tenían sonido, y otros estaban fragmentados, pero por fin encontró la cara del desconocido entre ellos. Y asoció el rostro con el nombre.
-Edward –murmuró.
Ahora fue él el que sonrió; una sonrisa sincera, llena de alegría. Pero los ojos de ella se habían vuelto a nublar, viviendo recuerdos abandonados.
Corría por el bosque, el olor a tierra húmeda inundando su olfato…
Él suspiró y acarició su mano. Tarareó una vieja melodía, y aunque ella no pareció reaccionar, vio que la tensión de sus hombros se relajaba. Eso era suficiente para él. Suspiró de nuevo y siguió cantando con voz suave.
…alguien la perseguía, pero no tenía miedo. La sombra se alzó a su derecha, y ella se giró...
Este es sólo el prólogo. Tal vez el pricipio sea raro, pero todo se aclarará más adelante. No tardaré mucho en colgar el primer capítulo, sólo falta revisarlo.
Pretendo hacerlo bastante AU, pronto se verán las principales diferencias.
¡Espero que os guste!
