Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Veronica Roth, la trama es mía.


Prólogo:

Tomaron un libro sin título ni autor. Completamente de cuero negro, páginas amarillentas y cosidas entre sí. Estaba vacío. Pasaron directamente a la última página, donde una canción sin nombre estaba escrita en una hermosa caligrafía. Ella se acomodó entre las piernas del chico, apoyando su espalda en su pecho, poniendo el conjunto de hojas entre sus piernas, leyendo en voz alta.

¿Has olvidado
que yo aún seguía viva?
¿Has olvidado
todo lo que alguna vez tuvimos?
¿Lo has olvidado?
¿Te has olvidado
de mí?

¿Te has arrepentido
de estar siempre a mi lado?
¿Has olvidado
lo que sentíamos por dentro?
Ahora estoy sola para olvidarnos
de nosotros

Pero en algún lugar nos salió mal
Una vez fuimos tan fuertes
Nuestro amor parece una canción
no puedes
olvidar

Así que ahora supongo
Que aquí es donde tenemos que estar
¿Lamentaste
sostener siempre mi mano?
Nunca más
Por favor no lo olvides
no lo olvides

Lo teníamos todo
Estábamos a punto de caer
Aun más enamorados
De lo que solíamos estar
No voy a olvidar
No voy a olvidar
Lo nuestro

Pero en algún lugar nos salió mal
Una vez fuimos tan fuertes
Nuestro amor parece una canción
No puedes olvidar

En algún lugar nos salió mal
Una vez fuimos tan fuertes
Nuestro amor parece una canción
Tú no puedes olvidar
todo

Y al final
Todas las fotografías han sido quemadas
Y todo el pasado
Es solo una lección que hemos aprendido
No voy a olvidar
No voy a olvidar lo nuestro

Pero en algún lugar nos salió mal
Nuestro amor parece una canción
Pero ¿cantarías conmigo?
Has olvidado
Sobre nosotros

La puerta se abrió de golpe, y un hombre con traje negro entró a la biblioteca.

-Es hora- fue todo lo que dijo.

Ambos se pusieron de pie. Él la miró de pies a cabeza. Estaba descalza, con un vestido blanco hasta las rodillas, cabello rubio suelto, intensos ojos azules-grises, piel pálida... Un lunar en el cuello, un labio partido, unas ojeras... no era hermosa, esa palabra le quedaba muy pequeña, tenía defectos, pero a sus ojos era perfecta, su forma de ser era única.

Ella lo observó de la misma manera. Descalzo, unos pantalones blancos anchos y delgados, camisa blanca abierta hasta la mitad del pecho, un collar de cuero y hueso en su cuello, cabello oscuro despeinado, nariz arqueada, ojos azules oscuros, una cicatriz en su barbilla, un pómulo morado, una costra sanándose en su mejilla. Era más de lo que ella podría pedir jamás.

Sus dedos se entrelazaron.

Caminando por los pasillos vacíos, con paredes blancas llenas de sangre y agujeros, los pisos alfombrados despeinados y sucios, una bala por aquí, otra por allá. Eso era lo que había provocado su fin.

La guerra.

Entraron a una habitación completamente vacía mobiliaria mente. Las seis paredes que la componían eran de un gris claro, cuatro tubos fluorescentes iluminaban todo, tres armas, dos hombres, una mujer. No había ventanas. La puerta se cerró detrás de ellos.

-Ojos en la pared, manos arriba- uno de los hombres ordenó. Los dos se posicionaron, unidos por una mano.

-Ambos están acusados de traición a la patria, crear una conspiración y liderarla, porte de armas ilegalmente, asesinato a rangos mayores, intento de fuga, desafiar la autoridad, robo a soldados, intento de robo a tiendas exclusivas del gobierno, y finalmente, causar una guerra que destruyó casi toda la humanidad. ¿Cómo se declaran?- dijo la mujer.

-Culpables- confesaron al unísono.

-Son sentenciados a pena de muerte por medio de fusilamiento declarado por el nuevo dictador.

Se escucharon muchos pasos, más de los que deberían, estando tres personas aparte de ellos.

-El pelotón de fusilamiento pasará a llevar a cabo su sentencia- dijo la voz masculina que faltaba.

-Uno- contó el primer hombre. Cargaron las armas.

-Dos- siguió la mujer. Apuntaron.

-Tres.

El sonido de dos disparos y dos cuerpos cayendo hicieron eco en el lugar.


Capítulo 1: El día en que te vi.

Beatrice tomó sus cosas para dirigirse a su siguiente clase, chocando con hombros de los jugadores de fútbol americano, soportando las murmuraciones de las ''Soy la octava maravilla del mundo'' por sus ropas anchas y sus gorras... hasta que llego a su taquilla. Ella sabía que no era la que mejor vestía en la escuela, pero era como a ella le gustaba. Sus vaqueros pitillo, su sudadera negra con el conocido logo de ''The Beatles'' y su gorra negra sobre su liso cabello rubio. Sus converse azules nunca le fallaban.

Entro al salón de clases y se sentó en su pupitre de siempre, no tan al frente, pero no al final. Segundos después, una chica alta, esbelta, de piel morena y pelo oscuro se sentó a su lado. Christina Lancaster podía verse muy creída, pero realmente, era todo lo contrario. Y por eso era la mejor amiga de Beatrice.

Era un día como cualquier otro, el Sr. Harrison relató parte de su vida (que se reducía a beber) y comenzó un discurso donde hablaba de una vocación. Lo que sea, pensó Tris. Cuando terminó su aburrido monólogo, siguió con la clase.

-Chicos, el otro mes harán un ensayo en parejas. Cada uno tendrá un tema y redactaran mínimo tres mil quinientas palabras sobre el. Las parejas serán William y Christina, Ezekiel y Shauna... -siguió juntando personas, hasta que dijo el último conjunto-. Beatrice trabaja con Cuatro. Ahora, reúnanse con su pareja y les daré su tema.

Cuatro Eaton, o simplemente Cuatro, como todos lo llamaban, era un chico relativamente nuevo en el instituto, trasladado desde Londres hasta California hace tres meses, una clase de deportista prodigio que se destacaba en sus calificaciones. Se llevó bien con casi todos en sus clases, un buen amigo para muchos, según había escuchado, aunque ese juicio no podía darlo ella. Además, de que era bastante guapo.

No puedo estar diciendo eso, pensó ella.

Se sacó su sudadera, revelando su fuerte y bien formado cuerpo, cubierto por una camiseta verde. Bueno, de algo servía haber entrenado por más de tres años. Eso era una ventaja. Iba a dirigirse hacia su compañero, cuando se dio cuenta de que su tatuaje había quedado descubierto. Unas flamas en blanco y negro, encerradas en un círculo oscuro, adornaban su hombro izquierdo. Rápidamente, volvió a ponerse su sudadera, ignorando el calor sofocante que habitaba dentro de la habitación. Se dio la vuelta, cuando chocó con alguien.

-Oh, lo siento -murmuró sin sacar la vista del piso.

-Esta bien, Beatrice.

Su ojos se dispararon hacia arriba, y se cruzaron con unos azules oscuros, que contrastaban con los suyos azules-grises. Sentía como si hubiera visto esos ojos antes. Le parecían tan familiares...

-Soy Cuatro, tu compañero -dijo el.

-Lo se.

-Vamos, sentémonos.

Conversaron un poco para conocerse, aunque Tris, siendo como ella era, no hablo mucho, en su mayoría, escucho a Cuatro hablar sobre algunos de sus gustos, hobbies, el por qué de su sobrenombre (sus amigos londinenses se lo pusieron por su jersey de básquetbol) y su trabajo de medio tiempo como entrenador de niños de ocho años en defensa personal.

-¿Qué hay de ti, Beatrice?

Las manos de ella comenzaron a sudar. No tenía que hablar sobre su trabajo.

-Yo... llámame Tris, por favor. Y no trabajo -dijo ella mordiéndose el interior de su mejilla.

-Cuéntame algo sobre ti... Tris -el chico le sonrió dándole ánimos.

-Vivo con mi madre y mi hermano en un departamento, pero trabaja afuera de la ciudad, y mi hermano está en Inglaterra, así que estoy sola la mayoría del tiempo. Tengo dieciséis y me gusta andar en skate -esa era más información que la que debería haberle dado, pero los ojos de él la impulsaron a hablar, tratando de averiguar dónde los había visto. Finalmente, le quitó importancia.

De pronto, su teléfono móvil comenzó a sonar con un tono muy conocido para ella. En la pantalla se leía ''Trabajo''. Abrió los ojos con horror, y desvió la llamada.

-Okay, chicos, escojan un papel, lo que se lea ahí será su tema de ensayo -explicó el señor Harrison.

-Voy yo -dijo el chico a su lado.

Tris asintió con la cabeza, mientras él se levantaba, y cogió su celular, que volvía a sonar. Lo dejo hasta que la música paró, y finalmente le llegó un mensaje:

*La necesitamos en el D.I.C. lo antes posible.

Ellos sabían que no estaba disponible en ese horario, que debía cumplir con sus deberes de estudiante y no hacer sospechar a sus compañeros, lo que significaba que la necesitaban de verdad...

*Estaré allá en cuarenta minutos.

Envió el mensaje, justo cuando una mano se posó en su hombro.

-Nos tocó ''Sistemas de gobierno: Facciones'' -le dijo su compañero. Ella asintió otra vez.

Genial, pensó.

-¿Te parece mañana en mi casa, después de clases? -le preguntó él.

-Claro, no hay problema.

Veinte minutos después, cuando la campana tocaba por el fin del periodo, Beatrice fue a su casillero en busca de su skate. Una vez ahí, lo sacó, junto con su mochila, y cerró la puerta.

-¿Yendo a algún lado, enana?

Detrás de ella, su mejor amigo Uriah Pedrad, el único que sabía su secreto porque formaba parte de él, se cruzó de brazos y levantó una ceja burlonamente.

-Si -respondió ella, claramente apresurada.

-Hola a ti también, ¿pasó algo? -le besó la mejilla.

-Merkezi korkusuzluk gizli kurum -dijo ella, cosa que su amigo entendía muy bien. Él frunció el ceño.

-Ellos saben que no puedes en este momento...

-Debe de ser importante, si me llaman dos veces y me envían un mensaje -replicó-. Por favor distrae a Christina mientras no estoy, trataré de llegar para el almuerzo.

-Suerte, Trissy Trissy.

-Gracias, Uri.

Se abrazaron levemente, más que nada por costumbre, y ella salió del edificio. Como siempre, comenzó a patinar con su típico andar relajado, dirigiéndose al D.I.C..

Sin saber que alguien la seguía de cerca.


¡Hola, preciosas! Cata esta de vuelta :) los capítulos serán de aproximadamente 1400 palabras, y ya tengo la mayoría hecho. Ya se viene época de entrar a clases en Chile, pero trataré de subir todas las semanas :)

¿Cuál será el trabajo de Tris? ¿Y la persona que la siguió? Se que la escritura sigue media floja, pero espero que mejore para ustedes :)

¿Un review? :'D

Sean valientes.

CataD'Mellark.