Kiku caminaba por los alrededores de la mansión inglesa, la cual pertenecía a su ¿aliado? Si es que se le podía llamar así. Al notar que el atardecer estaba a punto de comenzar, entro con la frente en alto en aquel lugar, siendo observado por mas de alguna Maid que realizaba el aseo en aquel lujoso lugar, quienes no podían aguantarse dejar un suspiro al ver a aquel guapo muchacho.

Kiku sonrío de lado al pasar por el cuarto que ocupaba el anglosajón, como oficina, quien pasaba casi todo el tiempo en aquel lugar, si, el ingles era un hombre medianamente ocupado, cuyas principales ocupaciones era mantener a los barcos enemigos de sus principales puertos y poder hacer sus "trabajos" tranquilo. Si es que no fuese por el japonés quien gozaba molestarlo. El Nipón abrió la puerta de manera cuidadosa, viendo al oji esmeralda revisar unos mapas con mucha atención, ignorando por completo lo que sucedía a su alrededor. Kiku cerro la puerta con sumo cuidado evitando hacer mucho ruido y tomo aquella katana con la cual siempre cargaba, para esconderla detrás de su espalda y capa (*) la cual tenia un glorioso estampado de un maravilloso crisantemo dorado, aquella flor compartía el nombre con aquel bello oji escarlata, quien volvía a entrar pero ahora de manera altanera a aquel cuarto donde se le tenia prohibido entrar a todos los que trabajaban en aquella mansión (excepto una que otra Maid que le servia algún te con unos aperitivos o notificarle que la cena ya estaba lista). Arthur levanto la mirada enfadado viendo al azabache con una sonrisa altanera -¿Qué quieres?- le pregunto sin pensarlo dos veces, el pelinegro desde que había llegado por culpa de sus superiores se le había vuelto un dolor de cabeza.
-Vengo a entretenerme un momento ¿no se nota?- le contesto en un tono sublime que logro que Arthur desviara un momento la mirada, aun con enfado
-Si estas aburrido, entonces borda algo, juguetea por hay pero no me molestes, no ves que estoy ocupado- la voz inglesa tomaba un tono ya de cansancio, el japonés lo tenia mas que aburrido con sus "repentinas" interrupciones
-Que aburrido eres- murmuro, sin dejar aquel delicioso tono de voz que podía hacer caer a cualquiera en sus palabras.

A paso lento y seguro se le acerco al anglosajón quedándose frente a este, paso seguido se sentó en las piernas del rubio, quien lo miro con desconfianza y claro, el nipón de la nada desenfundo su preciada Katana colocándosela en el cuello, en todos estos meses de convivencia obligada, fue capas de comprender un poco de la mentalidad de su huésped, quien a pesar de que sus superiores lo habían comprometido con el pirata se negaba a la voluntad de estos llegando al punto de querer matar a su futuro "marido". Y Arthur no se quedaba atrás en ello, el también quería darle un tiro en la cabeza al oji esmeralda, pero al ser un "caballero" se aguantaba aquellas tentaciones. Arthur saco una pistola, la cual escondía entre sus botas, la experiencia le había enseñado a ser precavido, en especial si vives bajo el mismo techo de quien pide a gritos tu muerte. Con los alientos chocando, debido a que Arthur (aun con la katana en el cuello) lo tenía aprisionado con una mano pasando por su espalda y la otra conteniendo el arma con la cual (y ante cualquier movimiento) le dispararía justo en la nuca, Japón ante la extraña cercanía comenzó a respirar entre cortadamente, Arthur se ruborizo un poco ante el constante contacto visual, los ojos del mas bajo eran todo un espectáculo, tan rojos como el de un rubí encontrado en la oscuridad, Ahora gran bretaña tenia la necesidad de someter a la nación inglesa, para poder postrarlo ante sus pies y mandarlo como a cualquiera de los sirvientes de su hogar. Kiku notaba una extraña sensación en su pecho al mantener su vista ante los hermosos ojos esmeraldas del pirata, quien ahora se atrevía a acariciarle la espalda, le brindaba una sensación relajante, estaba a punto de pedir mas de aquellas caricias pero se abofeteo mentalmente por tener aquel pensamiento tan bajo para su persona, bajo la katana con cuidado, logrando que Arthur volviera a la defensiva, pero Japón ya no planeaba cortarle la garganta, tenia otra cosa pensada. Y ante la sorpresa del anglosajón, coloco los brazos alrededor del cuello de este, Arthur bajo sus manos y apretó con lujuria uno de los cachetes del más bajo, sonriendo de lado
-Mas lento, caballero ¿O será que estas necesitado?- este se río coqueto rozando sus labios con los del mas alto pero no lo suficiente como para besarlo, buscaba tentar al pirata.

Arthur en un arrebato aprieta el cuerpo de la nación oriental que se encontraba "ofreciéndose" entre sus piernas, y sin mas lo beso pasionalmente, infiltrando una de sus traviesas manos entre la chaqueta militar del mayor, quien simplemente correspondió para seguirle el juego, el ingles, con cuidado saco la capa roja que momentos antes había servido para ocultar la Katana y a medida que la arrojo al piso, lo tomo de las piernas colocándolo sobre su escritorio, sin impórtale los papeles que se encontraban sobre el mueble, y en otro arrebato, comienza a abrir la chaqueta, relamiéndose los labios con deseo, mientras que con desesperación arrojaba aquella prenda al suelo y bastante aburrido por la "gran" cantidad de ropa del mayor, abrió la camisa en un tirón. Arthur se maravillo con la piel nívea del azabache, la acaricio con cuidado como si se fuese a romper y sin contar que era enviciante al tacto ¿será lo mismo al gusto? Pensó hasta que Japón sonrío ladino y cambio las posiciones para quedar sobre el oji esmeralda –Te la creíste- dijo sonriendo de lado mientras se levantaba y tomando sus prendas para irse a su alcoba.

A medida que cruzaba la puerta una de las sirvientas del anglosajón se sonrojo salvajemente, desviando la mirada, Arthur noto aquel gesto de su sirvienta y fingió aclararse la garganta para obtener la atención de ella, quien bajo la mirada por vergüenza
-Y por ultimo señor KirkLand- dijo burlándose del ingles sin importarle que la sirvienta estaba hay -Si quiere calmar las ansias, vaya a un burdel y métase con cualquier prostituta que pille hay- dijo molestándolo, aunque le habían encantado las caricias de la nación inglesa sobre su piel, su plan para molestarlo había resultado a la perfección.

A Arthur le dio un tic en el ojo y a la muchacha se le notaba aun un sonrojo en su rostro, que aumento por el comentario de japonés -¿Qué necesitas? Pregunto cortante
-A-Arthur-sama, la cena esta lista- tartamudeo la chica, el ingles se acomodo su saco mientras la muchacha lo miraba con miedo
-No se te olvide avisarle a Kiku- le dijo Arthur de manera sorpresiva, ella asintió con la cabeza, y con un poco de vergüenza, la muchacha se dirigió al cuarto del azabache, quien se cambio sus ropas por un espectacular Kimono azul marino que lo favorecía bastante, la joven lo observo de pies a cabeza, hasta cada recoveco de la figura del oji-carmesí a –Es hora de la cena, Honda-sama- dijo pronunciando de manera provocadora el nombre del japonés, quien la ignoro y se fue al comedor
-¿Qué?- dijo riéndose al ver al ingles enfadado
-No te hagas el imbecil-

Japón lo ignoro también, para disfrutar de la comida. El lugar se lleno de un silencio incomodo, pero que basto con solo un rose de miradas para que el ambiente cambiara drásticamente. Inglaterra pensó otra vez en la idea de someter al japonés, por que Kiku aprendería por las buenas o las malas quien mandaba en aquel lugar.


ouo si no comentan Kiku se acostara con al Maid (?)

(*) la capa es la que usa 2p!japón, si observas bien las imágenes de japón imperial notaras que también la usa